Partida Rol por web

Lunes, 11 de septiembre. Desayunas por segunda vez en tu despacho, leyendo la prensa y sintiéndote en medio de una estela de destino cuando encuentras el nombre de Aisling Sturbridge en ella. Estás esperando para reunirte con el curioso señor Smith y con Ruth. Tu secretaria ha pedido parte de la mañana libre para una cita personal que no ha querido especificar, pero confías en ella lo suficiente para no preguntar. Sólo le has pedido que esté a tiempo para la cita.

Leo con estupor la noticia. Así que la bella y enigmática Srta. Sturbridge ha sido víctima de los agresores de la misteriosa camioneta...

Repaso la prensa de las últimas semanas, veo que hay algo turbio que conecta toda esta desaparición y muerte. Decido, mientras fumo mi pipa matutina, llamar a mis cotactos en la Cábala. Quizá sepan algo de lo que ocurre, o del colgante que ha despertado tanto interés. Ellos me dijeron que la mujer era lider de un subgrupo de los Rosacruces, y que estaba en contacto con Abaldon. Ahondo en el tema.

También decido llamar a la policía, para saber qué han descubierto acerca del robo, y en qué se puede relacionar el asesinato con él. Sturdbridge adquirió el colgante, ¿se lo llevó consigo, se lo permitió la policía? Si se lo llevó, ¿lo han encontrado?
Me interesa saber, sobre todo, qué ha sido de él...

Mueves a tus contactos durante toda la mañana, intentando sacar más información sobre todo lo que te bulle en la mente. Al parecer Aisling iba a presentar algunas candidaturas a su organización, en concreto las de Michael Abaldon y la de un profesor universitario llamado Wilson. Ahora esa presentación se ha aplazado hasta este próximo viernes, en una cena en honor de la difunta.

La policía no está del todo dispuesta a cooperar. En cualquier caso, consigues que te pongan con el detective a cargo del caso, un tal Atkins.

-Atkins al habla. ¿Con quién tengo el placer?.- en tu mente se forma la imagen del hombre fotografiado en el periódico y que hizo las declaraciones de la policía en el lugar de los hechos.

-Detective Atkins, sin duda me recordará, soy John Williams, director de la Zafon's Gallery. Siento tomarle parte de su tiempo, pero seré lo más conciso posible. He leído esta mañana el desafortunado caso de la muerte de la Srta. Aisling Sturbridge. La cuestión es que eso sucedió justo después de abandonar nuestra sala, tras la subasta en la que se perpetró el robo del que estará usted ya enterado. Por cuestiones de seguros, y papeleo, necesitaría saber cuanto pueda decirme del suceso. Verá, la Srta. Sturbridge adquirió algunas de nuestras piezas, y que deberían haberse recibido. Pero puesto que ella no llegó a su domicilio, debo saber cual es el estado de cosas en este momento. Le estaré muy agradecido si puede darme todos los datos de los que disponga.

Mi tono es afectuoso pero formal, procuro no traslucir más que un mero interés pragmático en mis palabras.

-No sabemos nada del tema de sus piezas, lo siento. Hemos descartado el robo como motivo para el asesinato, dados los antecedentes y que la señorita Sturbirdge conservaba sus joyas y dinero. Imagino que si las joyas no llegaron a su destino, se las habrán devuelto a ustedes, ¿no? No sé si con eso respondo a su pregunta o...

-Si, si, claro. De todos modos quisiera saber lo que pueda usted decirme acerca del caso. La Srta. Sturbridge adquirió varias piezas, era una mujer que se hizo notar. Y, naturalmente, decirle que estoy dispuesto a ayudarles a ustedes en lo posible.

Intento que el hombre me cuente algo más, lo que realmente no entre dentro del apartado "clasificado" del asesinato.

El detective Atkins se recueesta en su asiento y se toca el bigote antes de responderte, valorando sin duda qué cosas puede contarte y cuáles no.

-Hay poco que decir. La srta. Sturbridge fué raptada no muy lejos de su local, ppor lo que no descartamos que fuese alguien relacionado con los asaltantes, pero puede que fuese solo una casualidad. También barajamos que los asesinos estuvieran escuchando la radio de la policía. Por supuesto, todas estas son teorías. Lo que sí sabemos casi seguro es que se trata de varios asaltantes y dado el carácter repulsivo de las mutilaciones de las víctimas, imaginamos que algún tipo de secta o dos asesinos en serie colaborando, aunque lo dudamos. También creemos que uno de estos asesinos fue abatido por la policía hace unas noches. Una furgoneta como la de los secuestradores de Sturbirdge y Summers se vio envuelta en un tiroteo la semana pasada. Dos hombres persiguieron a un tercero, pero intervenimos a tiempo y abatimos a uno de los asaltantes. El otro huyó en la furgoneta.-

-Gracias, Detective Atkins. No dude en ponerse en contacto conmigo ante cualquier novedad que le surja, o ante cualquier pregunta que quiera hacerme. Gustoso colaboraré en lo posible, deseo esclarecer esta horrible muerte tanto como usted. Igualmente, le agradecería que me tengan informado acerca de los progresos que vayan haciendo con respecto al asalto a la Zafon's. Quisiera saber qué querían llevarse los asaltantes, y por qué. Cualquier nuevo dato será bien recibido.Muchas Gracias.

Cuando cuelgo el teléfono me quedo esperando a Ruth y lo que sea que tenga preparado para mi agenda de hoy, mientras repaso mentalmente los datos que he ido relacionando.

Lo más importante para mi en este momento es determinar hasta qué punto el intento de robo ha sido completamente abortado, si se llevaron algo, y en ese caso, qué no ha llegado a su destino. Y quien mueve los hilos, naturalmente...

Minutos después, con su habitual serenidad en todo lo que hace, Ruth llega a la oficina, con una carpeta debajo del brazo y una sonrisa... dirías que algo forzada. Algo le ocurre, ya la conoces lo suficiente para saber eso.

-Buenos días. Siento haberle hecho esperar.- te dice, lanzando una furtiva mirada a sus pies. Oculta algo. -¿Un buen fin de semana?-

He acabado ya mi pipa, y estoy especialmente receptivo por ello. Percibo perfectamente la actitud de Ruth, y su incomodidad. Pero en lugar de acentuarla con mi respuesta, de violentarla, le dedico la mejor de mis sonrisas.

Con voz cálida y un gesto acogedor, la miro a los ojos mientras le hablo.

-¿Estás bien...? Siéntate, y cuéntame. ¿Ocurre algo...? ¿Qué es eso que te inquieta? Tienes el aire de alguien a quien acecha un temor oculto...

Ruth suspira profundamente antes de responder. -Sí, sí que pasa algo. Cuando termine lo que voy a decirle, me temo que tendré que presentarle mi dimisión. Sólo le pido que no la haga efectiva hasta que haya solucionado el problema que la provoca... es difícil de contar... resumiendo, una de las piezas fue robada. No por uno de los asaltantes, sino... bien digamos que fue culpa mía. Estoy intentando recuperarla. Le ruego que confíe en mí.-

Aspiro profundamente antes de decir nada. Entiendo su nerviosismo, pero no voy a dejar que me aturda. En ningún sentido. En realidad lo que ella no sabe es que, desde mi perspectiva, el robo es una gota de agua en el océano de mi vida. Pero no puedo dejar que lo note.

Así que tardo unos segundos en reaccionar, como si estuviera afectado, y me estuviera conteniendo. Sin perder mi actitud conciliadora, la invito a proseguir:

-Explícamelo todo, Ruth, por favor. Despacio, desde el principio y con detalle...

Ruth se sienta y deja la carpeta de tapas verdes frente a sí. Tamborilea un par de veces con los dedos sobre la mesa mientras busca las palabras adecudas.

-Verás, tuvimos un par de bajas por enfermedad entre el personal que traslada los objetos desde el almacén de seguridad hasta aquí, así que hablé con un amigo que trabaja con transportistas y reponedores y me recomendó a un par de personas. Al parecer trabajaban por horas en unos grandes almacenes. Les puse a trabajar en el traslado junto con dos de nuestros agentes de seguridad y lo hicieron francamente bien. Así que les contraté para la misma noche de la subasta, para que fuesen bajando los objetos al frugón blindado del sótano según se iban adjudicando en la subasta.- Ruth abre la carpeta y te va mostrando las fotos de los dos chicos contratados para la tarea. Blancos, rasgos irlandeses muy típicos de NUeva York. Rondando la veintena. Greg Kirlinston y Shawn Dunne.

-No creo que estén relacionados con el robo, ya que apenas tenían información sobre los objetos y su contratación fue casi por azar. En cambio, el robo parecía muy bien planeado y dotado de medios. El caso es que durante el tiroteo, Greg y Shawn desaparecieron cuando estaban trasladando el colgante Huan. Un robo de oportunidad, imagino. Y no supimos nada más de ellos hasta esta mañana. Preguntando a mi amigo, he localizado la casa de uno de los dos, Greg y he ido a verle. Ya sé que ha sido una imprudencia, pero me he tomado esto como algo personal. Si el robo se hace público y más viniendo de un empleado, aunque sea temporal... serían más problemas para Zafon's.- la joven mira a su alrededor y te pide permiso con la mirada para servirse algo de la nevcera camuflada tras un panel de roble del despacho. Se acerca y se sirve zumo de tomate.

-Como sospechaba, Greg ha vendido rápidamente la joya, supongo que muy por debajo de su precio. Le he dicho que si nos la consigue devolver olvidaremos todo el asunto legal. Por supuesto, le he mentido. He puesto tras sus pasos a un detective para que nos diga con quién contacta.-

Foto de Greg

Foto de Shawn

Los ojos de mirada amistosa nada dejan leer de los pensamientos reales de Polidori. Sonriente, las manos cruzadas bajo la barbilla, escucha con aparente calma las palabras de Ruth.

Pero en su interior, bulle de curiosidad. Estas cosas son las que animan su larga existencia. No le preocupa el robo. Desde el punto de vista económico, no significa nada, en realidad. Están cubiertos por los seguros, y tanto el perpetrado en la sala, con amplio despliegue de recursos, como el asesinato de la Srta. Sturbridge a las puertas de la Zafon's, no dejan de ser atractivos (repletos de interés morboso, desde luego), para su negocio. ¿Más problemas para la Zafo'ns? No. No estaba de acuerdo.

Sin embargo, lo que realmente le hace circular su espesa sangre por las venas es la intriga. De entrada, ¿Está Ruth diciendo toda la verdad? ¿Se habrá descuidado demasiado al darle tanta confianza? ¿Cómo es posible que haya caído en tantos errores, y que para repararlos haya sido tan ingenua como para ir a ver al ladrón? Y, para más inri, ¿cómo es posible que éste haya reaccionado así, como si tal cosa, si realmente se ha sentido amenazado al ser descubierto?

-Has hecho bien. ¿Confías en ese detective, Ruth? Necesito saber todo lo que averigües acerca del ladrón, los ladrones, vamos. Pero además quiero todo, absolutamente todo acerca del colgante Huang. Es curioso que haya tanta gente interesada en él.

Un impass de silencio.

-Ah. Y necesito que me consigas una invitación para la cena en honor de la Srta. Sturbridge que va a celebrarse el viernes. Así como toda la información posible acerca de un tal Profesor Wilson.

Ruth parece aún más azorada cuando le sonríes, como si pensase que merece otro tipo de respuesta y le avergonzase no recibirla. Pero se mantiene también serena, escuchándote atentamente e incluso simulando, crees, que toma alguna nota.

-El detective es de una agencia de mucho renombre, así que no creo que sea un problema y será eficaz. He dejado muy claro que mi influencia puede servirles para obtener futuros clientes si lo hacen bien. Quizá sea exagerar un tanto, pero he preferido meterles presión.-

Repasa punto por punto todas las tareas que le pides que haga y tras confirmar que las tiene claras, te pide permiso para empezar a hacerlo, no sin antes recordarte que tienes una cita con el señor Frank Smith para hablar de temas de seguridad...

-¿Me quedo o me pongo a adelantar trabajo?-

-No, no es necesario que te quedes. ¿Ha llegado ya? En ese caso, hazle pasar. Veamos qué clase de propuesta aporta. Es posible que le diga que hable contigo, para que le des los datos que te pida. No creo que dárselos nos perjudique en absoluto, por lo menos los que me comentó en el Hospital. Pero lo dejo a tu criterio, naturalmente.

La miro levantarse, recoger sus cosas. Sonrío, aunque más indolente. Luego cambio la expresión, frunzo el ceño.

-Cualquier aclaración sobre el robo será de utilidad, pero lo que de verdad me intriga es ese interés a tantas bandas por el misterioso colgante Huang. Y la conexión que pueda tener con la Srta. Sturbridge, y su asesinato. Algo irracional, quizá una secta, quizá alguna de esas asociaciones esotéricas, como la policía parece creer. O quizá no. Eso sí es confidencial absolutamente, claro.

Ruth vuelve a asentir y recoger sus papeles para marcharse. -Creo que el señor Smith no ha llegado. Les diré abajo que te le manden en cuanto llegue.-