Partida Rol por web

La flecha voló con fuerza y atravesó a Niccolas, calculaba, a la altura del pulmón o incluso el corazón. Cierto era que era yo la que había empezado acusándole de algo que no era verdad sólo para crear discordia en el grupo y poder llevarles por dónde me interesaba, pero su actitud posterior y lo poco que recordaba (o me hacían recordar) de él me decía que había sido buena idea. Al fin y al cabo, Niccolas era rastrero y peligroso, en lo que tal vez nos parecíamos, pero la diferencia era que él era egoísta y no le importaba nadie más que él mismo. A mí al menos sí me importaba otra persona. Por ello verle caer con la flecha atravesada fue casi tan satisfactorio cómo la caída de Liam (la de Dennis estaba varios escalones por encima), pero su “gracias” me dejó un sabor agridulce. No sabía si es que en sus últimos momentos seguía con su anterior actitud hacia mí y estaba siendo sarcástico, o si lo decía en serio. Dejando caer la ballesta ahora vacía al suelo, me encogí de hombros.

- De nada.-  El cañonazo escondió mis palabras de manera accidental, pero poco me importaba que mi “chiste” fuese estropeado.

Miré a Kyra, viva, conmigo, lo habíamos conseguido. Empezó a hablar pero no parecía estar segura de qué debía decir. La verdad era que yo tampoco. Las pocas dudas que me quedaban se habían disipado por completo cuando la había visto caer, y había decidido que definitivamente Kyra era la persona que más me importaba e íbamos a salir de allí. Por eso, sonreí mientras ladeaba la cabeza, intentando quitarle hierro al asunto y tranquilizarla.

- Bueno, puedes comprarme un par de ranas de chocolate cuando salgamos y te perdonaré. – No era demasiado sentimental y el contacto físico lo reservaba para ocasiones especiales (cómo encandilar a alguien para que hiciese por mí lo que yo le pidiese), así que me mantuve en mi sitio en lugar de abrazarla. Miré entonces hacia los árboles.

- ¡Dioxej! ¡Ven se ha terminado! ¡Te devolveré la libertad cómo te prometí! – miré entonces a Nil y le apunté con un dedo acusador. – Tú ya la has liado bastante, así que más vale que a partir de ahora te mantengas en silencio y no hagas más tonterías. 

El hecho de que siguiésemos allí era que aún no habíamos “ganado”. Una forma de ganar era matar a Kyra, lo que por supuesto no iba a ocurrir, y la otra era matar a Nil, de lo que tampoco tenía intención. Nil había sido un idiota y un traidor, pero lo había hecho por salvar a Kyra, así que no podía recriminárselo. La parte buena era que no teníamos que ganar para salir de allí. - Tenemos una hora para encontrar la chimenea y largarnos con los polvos flu. – les anuncié. – Los cinco. – Sí, incluía a Dioxej. Aquella criatura podía seguir siendo de utilidad si veía una amiga en mí, y no ganaba nada matándole.

Dioxej se inclinó tembloroso. 

- Gracias señorita Stöcker...- Susurra y mira a Nil apretrando sus arrugados labios con el ceño fruncido. - Me robaste lo que era mío, pobre Dioxej, ahora no podrá salir del laberinto...

Nil, por su parte, tenía una radiante sonrisa. 

- No pienso liarla más, no no... Estoy muy contento.- Seguía sin poder decir mentiras, por lo visto. - Dioxej, lo siento. Quería escapar con Kyra, Oliver y Elphie sin tener que matar a nadie y vi que era una solución fácil. ¿Sabes dónde está la chimenea?

Dioxej se encogió de hombros, haciendo mucho ruido con los objetos que cargaba en la espalda. 

- Dioxej sabe que alguna muerte ha estado al lado de la chimenea. La Señorita Tayler, por ejemplo... O el descuidado de Makins...

Oliver señala hacia la islita pequeña que desprendía calor. - Creo que en una isla como esa murió Anthoni, porque cayó al lago.- Sin embargo, en esa isla no veíais nada. Solo se veía bastante buen clima en comparación del frío que hacía donde os encontrabais.

Sonreí a Elphie por su propuesta. Encantada le invitaría a unas ranas de chocolate. 

Ese tal Dioxej parecía ser majo pero no con Nil, sería porque le robó los polvos flu. Los cuales ahora estaban en mi mochila que llevaba Oliver. 

Estaba ilusionada por seguir viva y salir del laberinto, a pesar de la horrible situación que pudiese encontrarme fuera.

- Si encontrásemos la chimenea, los polvos flu están en mi mochila, la que lleva Oliver. - Dije. Aún que quizás ya lo sabían, pero habían pasado tantas cosas que ni me acordaba. 

Entonces escuché a Oliver hablar sobre dónde había muerto Anthoni, por aquella isla pequeña que parecía más cálida que el sitio donde estábamos. Y si Dioxej dijo que Anthoni murió cerca de la chimenea, ya lo teníamos. O eso creía. Solo debíamos ir a la isla y encontrar una chimenea o alguna cabaña como la que había hablado Nora. 

- Vale, ¡pues pongámonos en marcha! - Dije mientras empezaba a caminar para acercarme a la isla. Debíamos ir rápido, pues en una hora podían torcerse muchas cosas.

Lista para nadar hacía allí, esperé a que vinieran. 

Oliver mira la mochila extrañado y la señala, como queriendo decir "¿Por esto tanta pelea?" Sin embargo su sonrisa es radiante y podéis ver que, además, es muy bonita. 

De repente todo era felicidad para Nil y Oliver, estaban tan contentos que se abrazaron. 

- Eres idiota Nil, lo sabes?- Le dijo Oliver mientras se abrazaban. - Espero que te perdonen.

- Yo solo quiero que ella salga con vida, mi vida me da igual... 

Un grito hace que volváis a la realidad y que miréis hacia donde señalaba Dioxej, quien había gritado. 

Una risa femenina y perturbada se escuchaba acercándose a vosotros, pero no veíais a nadie. El ambiente se había tornado más frío y podíais ver en ocasiones, humo negro desvaneciéndose. 

Oliver apreta la mano de Elphie y Nil se pone delante de Kyra, protegiéndola. 

- ¡No es justo!- Dice el muchacho.

Reconoces la voz, es la de tu madre.

Me fijé en aquella sonrisa de Oliver al mirar la mochila e insinuar con la mirada aquel "¿Tanta pelea por esto?"

— Sí, es que yo soy un poco cabezona con las cosas que quiero. Las tengo que conseguir sí o sí. — Miré el cuerpo de Nora tirado en el suelo. — Aunque eso implique... Bueno... — Sonreí. De algún modo estaba orgullosa de ser así. 

Me alegraba mucho de que solo quedásemos nosotros cuatro (cinco contando a Dioxej) en el laberinto, pues eran los únicos que me caían bien de verdad. Y los únicos que me importaban. Habíamos logrado un buen trabajo deshaciéndonos de los demás. 

Pude notar la felicidad que desprendían Nil y Oliver. Tanta que incluso se abrazaron. Me parecieron muy monos en ese momento. Pero con lo que dijo Nil después no estuve de acuerdo. Me pareció demasiado exagerado. Sabía que era verdad y, realmente era mejor para mí. Pero no quería que menospreciara tanto su vida. Y menos para ponerme a mi delante. 

— ¡Nil! No te menosprecies tanto, tonto. Tu vida no te tiene que dar igual. — Me acerqué a él y le abracé. — Eres muy importante para mí, carafuco. — Sonreí. Seguía estando feliz, igual que ellos. Y no por eso iba a dejar de estarlo. Nil solo necesitaba propio valor por él mismo.

Me distancié de su cuerpo y comprendí que la felicidad había durado poco. Pues una risa femenina parecía acercarse... ¿o no? No lo sabía bien porque no veía a nadie. De pronto apareció un misterioso humo negro y todo se volvió más frío... ¿Qué estaba pasando?

— ¿Qué pasa? ¿Conocéis esa voz? — Cuando Oliver agarró la mano de Elphie y Nil se puso delante mio para defenderme, comprendí que estábamos en peligro. De nuevo estaba llena de dudas. Me acerqué más a Nil que estaba delante mio para mantener contacto por si acaso pasaba algo peligroso, pues entonces querría apartar a Nil. — ¿Qué pretende esa? —

Todo parecía haber terminado satisfactoriamente, aunque nunca hubiese pensado que sería exactamente de aquél modo. Oliver y Nil se abrazaban como tortolitos y la sonrisa de Kyra era tranquila y sincera. Incluso Dioxej parecía relativamente contento. Cuando señalaron el islote tras el comentario sobre las muertes de Dioxej, miré unos segundo el lugar con curiosidad. Sin duda debía haber algún tipo de conjuro allí, teniendo en cuenta el cambio climático que no era natural. Si aquello llevaba a una chimenea o no, no lo sabía, pero era el mejor lugar por el que comenzar. Pero de repente todo aquello se alejó: el sentimiento de tranquilidad, la posibilidad de salir pronto y, sobretodo, juntos. El humo no me resultaba familiar aunque estaba claro que era un peligro. En cambio, aquella voz, aquella maldita risa... Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Qué hacía allí? No tenía sentido. Debería haber sólo estudiantes cumpliendo castigos. Ella no debería estar allí, y si estaba allí, no íbamos a poder salir tan fácilmente.

- Tenemos que llegar al islote... - les dije notando que mi gargante de repente estaba seca. Nunca había podido enfrentarme a ella. Era más fuerte, pero sobretodo, estaba compleamente loca. La gente que no está bien de la azotea es demasiado peligrosa, porque no puedes calcular nada, nunca sabes de qué serán capaces. Sólo había que ver a Dennis. Tragué saliva. Tal vez era el moemnto de deshacerme de ella de una vez por todas. Éramos cuatro contra una. Ni siquiera ella podría contra cuatro..¿verdad?

- ¿Qué quieres, mamá? ¿Te lo ha pedido él? - grité al humo mientras se movía a nuestro alrededor, pues estaba claro que era ella.

Bellatrix Lestrange en persona, madre de Elphie, se presenta dejándose ver por fin y posándose en el suelo helado. Con ella dos serpenteantes vientos de humo negro se dejan caer hacia el suelo y se dejan ver. Eran dos hombres, uno con un aspecto terrible. Parecía un hombre peludo y magullado, deseoso de sangre. El otro, un señor de unos 40 años y canoso, parecía mucho más saludable pero tan desquiciado como Bellatrix. 

- Hola, querida.- Dijo Bellatrix sacando la lengua y riéndose, refiriéndose a su hija. - Vente conmigo ahora y podrás salir con vida, asquerosa mocosa. Y tu, Oliver, buen servicio. También puedes venir...- Ahora lanza una mirada furiosa a Nil.- En cuanto a ti, traidor... ¡Avada Kedavra! 

O Nil no le dio tiempo ni a reaccionar, seguía delante de Kyra y al lado de Oliver, el cual sujetaba a Elphie de la mano, todavía. Apretándosela cada vez más, se dejaba ver el miedo que tenía. Pero entonces, justo cuando el hechizo salía de la punta de la varita, Oliver apartó a Nil con tan mala suerte que le dio a él el hechizo. 

Las risas cesaron mientras el cuerpo de Oliver caía, sin vida, hacia el suelo nevado. Sus ojos permanecían abiertos y asustados. Había muerto como un héroe a pesar del temor que le aterraba en cada esquina.

- ¡Mira lo que has hecho!- Le dijo Bellatrix a Nil, varita en mano. 

Nil corrió hacia Oliver. 

- ¡Serás idiota, Oliver!- Decía llorando a mares. -Debía ser yo el que muriera, no tu... ¡Me... me vengaré! Ahora no tiene sentido que yo muera...

Por algún extraño motivo Bellatrix y los otros dos no atacaban. A Kyra ni le habían dirigido la palabra. 

Me llevé la mano a la boca cuando vi a la madre de Elphie. Solo verla creaba temor. Dos hombres aparecieron detrás de ella, con también muy mala pinta. 

Miré a Elphie para ver qué haría después de las palabras de su madre. Pero ella captó de nuevo mi atención cuando intentó matar a Nil. Oliver, como el grandioso héroe que era en realidad, se puso delante de él. Dejando que el hechizo le diese a él en vez de Nil. Dejando su vida... ¡Casi muero de un infarto!

— ¡NOO! — Grité llorando cuando vi el cuerpo de Oliver caer. 

Toda la paz y felicidad que habíamos conseguido juntos se había ido a la mierda por culpa de esa mujer. 

No tenía ni idea de lo que iba a pasar y no sabía qué hacer. Estaba segura de que a mi me querrían matar puesto a que era una sangre sucia. Pero tampoco me habían dirigido la palabra ni siquiera. Me sentía como si yo fuese un fantasma. Se notaba la discriminación hacia los sangre sucia. 

Temía por mi vida y la de Nil, y me lamentaba por la de Oliver. Pero lo que suponía era que a Elphie no le iba a pasar nada, puesto a que su madre no querría eso. O a saber... si su madre la pegaba tampoco debía tenerle demasiado aprecio, pero por lo menos le había ofrecido salir con ella del laberinto. 

No estaba segura de lo que iba a hacer, pero no me podía quedar mirando. — Lo siento, Elphie. — Dije con una voz con tono bajito, aún que igualmente todos podían oírme. 

Afortunadamente, tenía mi botella llena aún de agua que te hacía invisible. Me la llevé a la boca y bebí. Me apresuré a realizar el hechizo que borraba todo tipo de rastro, "obliteración". 

Intenté ponerme justo detrás de la madre de Elphie lo más rápido que pude. Lo sentía por Elphie, pero veía que era lo mejor que podía hacer. Incluso lo mejor por ella. Solo esperaba que no me odiara por ello. Una vez que estuve detrás de su madre, alcé mi espada y se la intenté clavar, transpasándole la espalda hasta llegar al corazón. 

Aquello no tenía sentido. Aquél juego estúpido cambiaba de reglas constantemente, pero tenía un patrón que podía manipular. Hasta ahora. Mi madre no debería estar allí por mucho que adorase lamerle el culo a Voldemort, y esos dos hombres que iban con ella tampoco. Yo me había ganado la salida de ese laberinto sin ella, su oferta no tenía sentido. Aunque tampoco tenía sentido nada en mi vida, al menos con lo que había vivido ahora o recordado en el laberinto. Pretendía encararme a ella, de verdad, darle tiempo al resto para sacar a Kyra de allí, pero fui tarde. Noté que la mano de Oliver se soltaba de la mía y aunque todo ocurrió en un instante, pude verlo a cámara lenta: el rayo hacia Nil, los reflejos sobrehumanos de Oliver apartando a su mejor amigo de una muerte segura, el rayo colisionando con él y su vida abandonando su cuerpo mientras caía en la nieve. Oliver, a quien yo había utilizado aprovechándome de que parecía sentir algo por mí. Aprovechándome de que era “el siervo”. Dispuesta a usarle de carne de cañón si era mi vida o la suya. Y aun así, verle morir sin sentido, sin uso y encima a manos de mi madre despertó una ira inmensa en mí. Oliver no tenía que morir así, de hecho, tal vez no tenía que morir. En apenas unos minutos había creído que saldríamos de allí los cuatro y seríamos nosotros contra el mundo. Había creído que podría abrirme y no ser una zorra manipuladora, que podría tener más amigos que Kyra. Que podía tener una familia de verdad. Y mi querida madre me había arrebatado la oportunidad cómo me arrebataba todo.

- ¡Qué has hecho, maldita loca! – le grité con una rabia que nunca había conocido en mí, mientras Nil lloraba junto a su amigo y el resto parecía estar en estado de shock, sopesando qué acababa de ocurrir. Entonces Kyra desapareció de mi lado, y sabía que fuera lo que fuera a hacer solo tendría una oportunidad. Se había disculpado, pero sabía que no iba a huir. Kyra no huiría más. Estábamos en esto juntas, hasta el final. - ¡Imperius! – grité apuntando al hombre de pelo canoso. No era tonta. No podía superar a mi madre en un combate, pero si conseguía que otro lo hiciese por mí y se matasen entre ellos, el resultado era el mismo. Y el resultado justifica los medios.

Nil, entre lágrimas, apuntó a Bellatrix. 

- Inmobilus. 

Pero ni el hechizo de Nil ni el de Elphie surgió efecto. Los compañeros de la madre de Elphie se rieron a carcajada limpia. 

- Sois unos mocosos, ¿de verdad pensáis que vais a poder con nosotros? 

Bellatrix, en cambio, reía mirando fijamente a Elphie. 

- ¡TU AMIGA SANGRE SUCIA HA HUIDO! ¡TE HA VUELTO A DEJAR SOLA, ESTÚPIDA!

Pero en ese mismo instante, una espada de un portador invisible le atraviesa la espalda y le sale por el pecho, atravesándole el corazón. Bellatrix abre los ojos con una expresión muy distinta a la que tenía unos segundos antes; estaba sorprendida. Lentamente, cae al suelo, escupiendo sangre por la boca y muere. 

Es entonces cuando uno de los hombres se lanza al cuello de Nil, dispuesto a morderle. Él intenta esquivarlo, pero no es lo suficientemente rápido. Mientras, el hombre canoso que había hablado antes, alza su varita. 

- Homenum revelio. 

Ahora podían ver a Kyra.

Veía que todos querían hacer hechizos para acabar con todos ellos. Pero yo fui la única que en vez de un hechizo se me ocurrió atacar de forma muggle, suponía que debía ser porque era sangre sucia... Pero afortunadamente es lo que más sirvió.

Las últimas palabras de Bellatrix habían sido insultos hacia Elphie y hacia mí. En cuanto clavé mi espada en su corazón y ella cayó al suelo, la miré con desprecio y dije: 

— Yo no volvería a abandonar a Elphie. Nunca. — Mientras lo decía la miraba a su madre, estaba escupiendo sangre. Después murió. — Parece que una simple sangre sucia sin apenas edad ha podido contigo. — Dije a causa de la rabia que tenía acomulada por su culpa. Pero aún no estábamos en calma, quedaban otros dos. Saqué mi espada de su cuerpo, estaba llena de sangre. La verdad, era bastante asqueroso.

Uno de ellos que parecía un hombre lobo se dispuso a morder a Nil, pero yo no iba a permitir eso. — ¡Ni de coña! — Me apresuré acercándome al hombre que quería morderle y, aprovechando que tenía la espada en mano y aún con sangre reciente, se la clavé a él también. Del mismo modo que lo había hecho con la madre de Elphie. Procuré clavársela en el corazón. 

Después de ello, el hombre canoso logró verme. Alcé mi varita apuntándole y pronuncié un "sectumsempra". 

El hombre repelió mi imperius y mi madre empezó a vanagloriarse de su poder y de lo estúpidos e inútiles que éramos. Entonces mencionó a Kyra, diciéndome que me había dejado... Pero yo sabía que se equivocaba. Kyra no era así, no iba a abandonarme. Era lista, iba a hacer algo que nos diese la ventaja, y por eso yo intentaba conseguir tiempo si al menos no podía competir con ellos.

Entonces la espada de Kyra apareció atravesando el pecho de mi madre. De algún modo, verla escupiendo sangre con cara de sorpresa me producía nauseas. Por un lado, aquello significaba mi liberación de su yugo, de sus humillaciones, su control, sus palizas... Por otro lado, era mi madre. Ninguna de las otras muertes que había presenciado me habían producido algo así. De hecho, excepto la satisfacción con Dennis, el resto me habían dejado bastante indiferente.

Aún así, no aparté los ojos de mi madre mientras la vida la abandonaba, y sabía que ella me miraba a mí. No entendía lo que pasaba, y yo tenía unos segundos para decidir qué clase de gesto final iba a brindarle por mi parte. Así que sonreí. Y aquella sonrisa disipó todo el resto, mientras yo volvía a ser yo misma. El hombre de pelo canoso reveló entonces a Kyra mientras el tipo peludo atacaba a Nil. Kyra no dudo un instante en ir a utilizar sus armas muggles contra él, pero ella era la única armada: mi ballesta (de Dioxej) sólo tenía una flecha y ahora estaba en Niccolas. Sólo podía intentar confiar en mi magia.

- Sectusempra! - aquél hechizo me había servido bien, confiaba en él.
 

Greyback, sorprendido por el rápido movimiento de Kyra, a la cual puede oler, se tropieza y cae de bruces contra la espada, haciendo que Nil solo se llevara un pequeño mordisco. La espada atraviesa al peludo hombre por el pecho como había pasado anteriormente con Bellatrix y abre mucho los ojos, avergonzado. Realmente era una muerte patética, se retuerce de dolor en el suelo llenando todo su peludo torso de sangre mientras piensa en su tonta caída mortal. 

El hombre canoso, sorprendido pero atento, se protege del hechizo que le lanza Elphie y con un rápido movimiento de muñeca apunta a la menuda muchacha. - Inmobilus. 

Sin embargo, Kyra sigue ahí y le lanza otro sectusempra al hombre, el cual, defendiéndose de Elphie, no le da tiempo a reaccionar y le da de pleno el hechizo haciendo que unas mortales rajas sangrientas se dibujen por su cuerpo mientras cae y ríe perturbadoramente. Sin embargo la risa cesa bastante pronto; había muerto. 

Nil lanza un suspiro de alivio poniéndose la mano en el cuello, justo por donde le había mordido el hombre peludo. 

- Chicas, ¿ahora qué vamos a hacer?- Pregunta. Tenía mal aspecto. 

Sonreí al ver que aquel idiota se clavaba mi espada torpemente. Y el otro, el canoso, cayó desangrándose a causa de mi exitoso hechizo. La imagen que me llevé de los mortífagos no era muy impotente, más bien me parecieron algo patéticos. 

Todo ocurrió bastante rápido, pero al final solo quedamos Nil, Elphie y yo. Hubiese estado bien tener a Oliver con nosotros... 

Suspiré por un momento para relajarme. Pero en cuanto Nil hizo aquella pregunta me volví a "despertar". Mientras me acercaba a ellos les dije: 

— Pues supongo que deberíamos ir hacia la cabaña para encontrar la chimenea... ¿no? Como antes habríamos hecho. 

No sabía aún si a Elphie le había afectado el Inmovilus de aquel tío, pero por si acaso la intenté liberar del hechizo con un "Finite Incantatem". El cual fue fallido.

Me fijé en el cuello de Nil, con el mordisco. Esperaba que no le produciera efectos raros. Luego me fijé en él, no tenía buen aspecto. 

— ¿Te encuentras bien, Nil? — Dije poniendo la mano por encima de su cuello pero sin llegar a tocarlo, por si le haría daño. 

Me sabía mal dejar el cuerpo de Oliver ahí, pero debíamos continuar. No vaya a ser que se nos presentase ahí el mismísimo Voldemort. Esperaba que eso no pasase. Antes de moverme yo, dirigiéndome a la chimenea, esperé a que Nil y Elphie estuviesen de acuerdo. O a saber algo más del estado de Nil. 

Mientras el hombre peludo perdía el equilibrio y se empalaba a sí mismo intentando parar a Kyra, mi contrincante detuvo mi hechizo. Era un hombre adulto y seguramente acostumbrado a los duelos, así que no era muy sorprendente. O bueno, si teníamos en cuenta a sus caídos compañeros, sí que lo era. Su contraataque no surgió efecto, ya que conseguí librarme de él sin muchos problemas. Ahora que lo pensaba detenidamente, excepto el Avada de Dennis, cada vez que yo había estado en peligro de algún modo no había tenido que defenderme. Kyra, Oliver... o pura suerte me habían sacado ilesa. Probablemente era la única persona que había estado completamente ilesa en el laberinto durante toda aquella locura. Incluso Kyra se había roto la nariz. Pero aquello no importaba en ese momento, ya que tal vez mi racha se terminase con ese hombre... O no. Concentrado como estaba conmigo, no vio el ataque de Kyra. En pocos minutos, los tres atacantes están muertos en el suelo y sus charcos de sangre habían teñido la zona. - Somos un poco gore. - mencioné en voz alta, aunque no especialmente para nadie.

Miré a Nil y Kyra, el primero aún peor de lo que estaba. Aquél chico era un imán para golpes, ataques y mordeduras. De hecho, Oliver había muerto por salvarle a él. Escuché las preguntas de manera distante mientras me acercaba a Oliver. Me arrodillé a su lado de manera ausente. Teníamos que salir de allí, pero el hecho de que Oliver estuviese muerto no acababa de creerlo. Observé sus ojos, perdidos en algún punto del cielo... techo, mejor dicho. Pobre Oliver. Había sido un cobarde y un grano en el culo, y había jugado con él mientras me servía y no estaba segura de quién era o qué quería, pero ahora que lo veía perdiendo el color y la calidez de las mejillas, sabía que le echaría de menos. - Adiós Oliver, gracias. - dije mientras le cerraba los párpados con cuidado y le daba aquél beso que parecía haber buscado cuando encontramos a Nora y el resto, desde los árboles. Tal vez para mí no significaba nada, y para él menos aún estando muerto, pero de algún modo me parecía un premio final que se merecía. Me levanté y me sacudí las rodillas antes de mirar a Nil y Kyra con aparente tranquilidad. - No podemos llevarnos el cuerpo. Podemos quemarlo, sería más digno que despadazado por las criaturas del laberinto. - le sugerí a a Nil. Al fin y al cabo, era su mejor amigo. - Pero hagámoslo rápido, un incendio y busquemos la maldita chimenea. - dije mientras me ajustaba la mochila con los Polvos Flu que habíamos recuperado hacía un rato. Entonces pensé en el montruito de Dioxej. Dónde estaba? Él sabría dónde estaba. - Dioxej? salgamos de aquí, vamos a la chimenea.

- La chimenea ha desaparecido...- Dice Dioxej entre sollozos. - Pero la puerta, la puerta principal... - En ese instante se escucha un fuerte ruido metálico proveniente de lejos. - La puerta principal se tiene que abrir... - Continua Dioxej. 

Nil, quien seguía con un aspecto terrible asiente. - Tenéis que salir de aquí. Os acompaño, tan solo tenemos que tocar el zapato y estaremos más cerca de la salida... Creo.- Nil lloraba, lloraba mucho y tenía la mano en el cuello chorreando sangre. Mira a Oliver y alza la varita.- Incendio.- Dice como puede mientras le caen las lágrimas. - No puedo, no puedo... Debería ser yo el que estuviera ahí. 

Todo era un completo drama. Nil mira a Elphie, como si fuera un niño pequeño que necesitara protección. - ¿Cómo estás?- Le pregunta, y todos sabéis que se lo pregunta por su madre. Acto y seguido mira a Oliver de nuevo. - Él quería liarse contigo ¿Sabes? Desde que te vio. No sé si quería algo serio o no... pero estaba muy pesado con el tema. 

Se estaba yendo por las nubes. 

- Dioxej necesita los polvos, por si acaso el Señor Oscuro tiene compasión... Elphie hizo una promesa.- Dice abriendo la mano para que le deis los polvos. - Vosotros estáis a salvo, podéis marcharos por la puerta. Se debe haber abierto...

Ver cómo Elphie besaba el cuerpo de Oliver muerto me pareció muy triste, de nuevo me entraron ganas de llorar. Pero esta vez no me salieron lágrimas de verdad, tan solo me sentía triste. 

Nil, con un fallido intento de quemar a Oliver, seguía llorando. Todo se había vuelto más triste. Y como nunca se me había dado bien consolar a la gente, opté por acercarme y curarle la herida que le sangraba del cuello con un hechizo, "Vulnera Sanetum". 

— ¿Cómo que "tenéis", y cómo que "os acompaño" ? ¡Tú te vienes! — Dije a Nil. No entendía porqué decía eso. Él tenía que venir ahora que estábamos escapando. ¿De qué le iba a servir quedarse ahí después de todo lo que habíamos pasado? Aunque Voldemort si lo pillara lo mataría, al menos tenía que intentarlo.

Me acerqué a Oliver y le miré tristemente. Pensé en que si querían quemarlo, yo no sería la adecuada para hacerlo. Luego cogí mi mochila y me levanté. Saqué los polvos flu y miré a Elphie esperando su aprobamiento para entregarle los polvos a Dioxej o no. No estaba del todo segura de lo que decía puesto a que yo no le había conocido del todo. 

— ¿Se los doy pues, Elphie? — Después de haber dicho eso empecé a tener ganas de irme rápidamente. Los sonidos metálicos que sonaban alarmaban el peligro.

Todo era un drama enorme, extraño y difícil de creer. A mis pies estaban mi madre y un amigo muerto, un hombre que no conocía y un hombre lobo. Un poco mas lejos, media docena de cuerpos adolescentes a los que había matado, intentado matar o ayudado a matar, se tornaban fríos lejos del mundo que un día habían conocido. Y allí los alzabamos nosotros, las ovejas negras del rebaño convertidos en los reyes del lugar. O las reinas y la masa de lágrimas y culpa que era Nil. El chico era incapaz de quemar el cuerpo de su amigo, así que mientras Kyra intentaba cerrar sus heridas me giré hacia él. Incinerar su cuerpo era la prueba definitiva de su muerte, pero no hacerlo era un insulto a su memoria. Las bestias del laberinto le destrozarían, y aunque en una situación normal lo llamaría el ciclo de la vida, aquél lugar no tenía nada de natural. Imaginarlo quedar descuartizado allí sin motivo me revolvía el estómago.

- Incendio. - el cuerpo de Oliver se tornó una pequeña hoguera. No podía quedarme allí a ver -y sobretodo oler- la pira funeraria. Me giré hacia Kyra y asentí. No servía de nada matar a Dioxej, sobretodo habiéndome ayudado, sobre una bolsa de polvos inútiles. - Dinos cómo llegar a la puerta, Dioxej. Somos amigos, no? - No lo éramos, pero había descubierto que Dioxej estaba mucho más dispuesto a ayudar cuando eras amable que cuando amenazabas. Seguramente toda su vida habían sido amenazas. Pobre criatura patética. - Dónde está el zapato? - que claramente era un traslador. Miré entonces a Kyra. - Hemos roto todas las normas, hemos destrozado todos los planes alternativos y a los favoritos. Pase lo que pasé ahí afuera, no van a recibirnos con una fiesta. Pero estamos juntas, y no vamos a dejarles jugar con nosotras. - le dije con seguridad a mi única amiga, y mi verdadera familia.

- Vamos.