Partida Rol por web

Black estaba demasiado sensible, sin duda a causa del encontronazo con aquella tripulación y su Capitán. Aún así, a sus ojos, estaba cometiendo un error, se estaba mostrando débil y estaba dejando mal a los Casacas. Ellos no pedían, mucho menos suplicaban, a gente como aquella. Ordenaban y exigían cuando era necesario y después se deshacían de las molestias cuando venían a pedir explicaciones. Si alguno insistía, o simplemente no cooperaba, acababa encerrado deseando haber sido más listo y haber tenido más sentido común. 

Pero a su compañero parecía que se le olvidaba, y eso no era una buena señal. Pronto tendrían al Sargento creyendo que podía mandar, a los piratas pensando que en su barco ellos eran los reyes y a Harold mirándoles por encima del hombro. Cuando eso pasara las cosas irían mal, peor de lo que estaban, y aunque fuera Antoine el que lo hubiera propiciado, él también pagaría las consecuencias. 

Escupió al suelo en señal de desprecio antes de embozarse en su capa y cubrirse en una sombra más del callejón. Habría sido más fácil controlar su mente y punto...

Se giró, más por educación que por esperanza y luego asintió pensativo:

- Señor casaca, su voz era paternalista, y estaba dando un extra de paciencia. - No se si se habrá dado cuenta que entre ustedes se contradicen. Y señala a "El Negro" de manera acusadora.

- No tengo problema en desvelar mi trabajo, pero ustedes si,.... es otra historia. Y no se si se habrán dado cuenta que sólo quiero un poco de respeto y de confianza. Su mirada era penetrante hacia el otro, hacia el que había señalado. Si les voy a acompañar quiero estar a la altura de todo con ustedes, poder tener voz, y que se me escuche, aunque la decisión sea de ustedes ... quiero ser uno más, aunque sea de bajo nivel, pero uno más.

Regresó la mirada hacia su interlocutor.- Se que me juego el tipo, el puesto, y muchas cosas, y que la misión NO será recompensada, aunque tengamos éxito en la empresa. Estaba hablando a un nivel algo más culto de lo que se esperaba de alguien de su condición y puesto.  - Pero me conformo con ser partícipe, conque me cuenten todo lo que saben y que se muestre el debido respeto. ... Si no ... me marcho... E hizo un ademán de regresar por el camino que había empezado a tomar. Había demostrado que no temía a morir, y aunque no le hiciera mucha gracia, no tenía reparo. Prefería morir a doblegarse. No es orgullo, es integridad. Con eso también demostraba que si les seguía, sería partícipe y leal, y que si no conseguían su confianza, no sería una compañía fiable y mejor que no fuera. - No tengo nada contra ustedes, por mucho que no me gusten sus métodos ni su trabajo, sonaba sincero e imaginaba que el de Leinad tampoco les gustaba a ellos, pero el fin es lo que importa, si podemos regresar tras esto y por supuesto, reírnos de ello, sería de agradecer.

Esperó un instante antes de iniciar su camino de regreso a la Jefatura del Puerto.

Ustedes deciden.

La pistola de duelo del inquisidor se apoyó en la cabeza de guardia. Lo había intentado, esa era la verdad. Había intentado ser, amenazador, amable, sosegado, agresivo... aquel patán o era muy estúpido o el orgullo le impedía razonar, en cualquier caso, su misión era lo más importante, y lo que necesitaban de Leinad se podía conseguir por otros cauces.

-Sargento Leinad, no tenemos más tiempo que perder con usted, cada segundo es crucial. No me importa en absoluto su misión, sus motivos o lo que quiera que le motive. Si la siguiente palabra que salga de su boca no es un simple y llano SI, le mato aquí mismo. Aunque crea que no sabe nada, tiene demasiada información para dejarle con vida-.

-Por lo que le pregunto por última vez, ¿va a colaborar con nosotros?- su dedo indice aplicó una leve presión sobre el gatillo de su arma.

En un momento de la discusión el Sargento se giró con la intención de irse... Black "El Negro" le puso el cañón de su pistola en la nuca y pronunció algún tipo de ultimátum. Aquellos tipos se las gastaban igual o peor que los piratas más salvajes.

Abraham siguió al extraño trío sin que, aparentemente, se percatasen de su presencia.
En un momento dado, uno de los Casacas apuntó con su arma al valentón con aspiraciones a tipo duro.
Abe no sabía sobre qué estaban discutiendo, pero imaginó que algo les habría dicho para sacarles de sus casillas (cosa no muy difícil cuando tratas con la guardia).
- Aprieta el gatillo, aprieta el gatillo. - Quinn quería ver cómo ese tipo mordía el empedrado.

Decidió acercarse un poco más confundiéndose entre la gente a fin de poder captar algo de la conversación.

Leinad se había ya preparado mentalmente para este momento. Sabía que si tenía que marchar, sería manchando de sangre el pavimento. Hablaría, pero no por orgullo, sino por respeto. Si..., es la palabra que quería escuchar inicialmente, pero no sería de la manera que esperaban. Y ya se aprestó al combate, tomando una posición más acorde, y con las manos sobre las armas. Les hablaré, ...ustedes son lo más sospechoso, escandaloso y poco discreto que hay en la zona, son dignos pretendientes de llamar la atención. Investigo un par de pistas por el asesinato de mi Capitán. Es lo único que hacía, y ustedes, tras dar palos de ciego tan poco discretos,  hizo un gesto con la mano abarcando la zona portuaria, pero enseguida regresó a su posición de pre-combate. Estuvo muy atento, ya que sabía que era un momento muy especial para que le atacaran, y no tenía miedo de combatir contra los dos a la vez. como los que han dado, tenía que investigarles. Añadiendo: Y me da la sensación de que están investigando una pista falsa, ya que no me consta lo más mínimo nada de alguien de origen francés, pero no estoy totalmente seguro. 

Les toca hablar, contarme lo que hacen, prometerme un mínimo de respeto, y que no sea solo ahora, si no de ahora en adelante. Ya que antes no lo han hecho, por lo menos Le Noir. - Si se ganan mi confianza, iré y les ayudaré en todo lo que en mi mano esté, de manera proactiva. Si no ... igual tienen que convencerme de otra manera, y aunque lo consigan, "el sargento violado", buscará el momento oportuno para tomarse la justicia por su mano.

Si no hablaban y prometían un respeto, se marcharía igualmente. No era la primera vez que estaban en este punto de empezar a matarse. Y seguro, que aunque ganen, no se irán de rositas. Ya se estaba empezando a aburrir de tanto aprestar las armas y no combatir. O demasiado a menudo se ponían en esta tesitura, y por tanto andaban a recurrir a la violencia demasiado habitualmente, o combatía demasiado poco.

Observó un movimiento por el rabillo del ojo, y figiendo que crujía su cuello moviendo la cabeza hacia los lados descubrió al pirata. El maldito bruto no era al final tan tonto como parecía, y como poco había sido lo suficientemente hábil como para espiarles. No sabía si llevaba mucho, ni siquiera si habría escuchado, pero estaba claro que ahora tenían otro problema además del estúpido de Gunter. ¡Merde! Si es que tenía que haberle matado a la primera, ahora aquél estúpido había hablado demasiado en voz alta y se quedaban sin tiempo. Matar a Quinn no era una opción, pues todos en la taberna atarían cabos y jamás lograrían la ayuda del Capitán Harold si iban matando a su tripulación, tuvieran o no motivos. Tendrían que esperar el momento oportuno y rezar para que no dijera nada de interés que pudieran usar contra ellos. 

Así que hizo como si no lo viera y se movió de la pared sacando las dos pistolas que llevaba, como era habitual, cargadas y listas, tirando del martillo de cada una hacia atrás y manteniéndolas hacia arriba sin apuntar aún a Leinad pero mostrando que no tenía ningún problema. Había llegado la hora de acabar con aquella situación que empezaba a alargarse. Y tal vez para aquél guardia venido a más era una cuestión de orgullo personal, pero como Casacas ellos tenían que ver más allá, era una cuestión personal, pues de cualquier fallo serían responsables, cualquier desliz les podría hacer desear no haber huido jamás de la Santa Inquisición en sus países y no haber llegado a Londhs.

- Black, para. Parece saber algo de utilidad, no le mataremos todavía. Tenemos prisa y no podemos perder el tiempo el limpiar después de esto - Sonrió. En realidad, aunque simplemente estaba cumpliendo su función, a veces lo disfrutaba - Demasiado papeleo. 

Luego miró al egocéntrico y estúpido hombre que no se daba cuenta de que su aventura acababa en ese momento. Cuando volvió a hablar lo hizo con un nuevo tono, más formal, tal como le habían enseñado en la academia.

- Sargento Gunter Leinad, por la potestad de mi posición, como oficial superior suyo, le relevo de su cargo y queda usted detenido. Será llevado a las prisiones inquisitoriales donde será interrogado a nuestra vuelta en relación al caso del Capitán Von Fray en el que tenemos sospechas fundadas del que puedes tener información o incluso formar parte.

Dio un par de pasos hacia delante mientras bajaba las armas lentamente y, ahora si, apuntaba al oficial portuario con una mirada totalmente indiferente.

- No haga movimientos bruscos o dispararemos. Si tiene algo que decir en su defensa que pueda librarle de esto, es el momento. 

-Primero que le mate, luego que no le mate. ¿Qué clase de juego es éste?- pensaba el inspector con el cañón de su arma apoyado en la cabeza del guardia. No pensaba bajar el arma, menos aún cuando aquel estúpido había amagado con desenfundar las suyas. Si por él hubiera sido ya estaría regando las calles con su sangre, pero respetaría a su compañero y esperaría la respuesta del degradado oficial.

Aún así no bajó la guardia. Si decía algo que no fuera lo que le habían preguntado, dispararía a la cabeza hueca de aquel idiota. Si intentaba algún movimiento remotamente hostil, tres cuartos de lo mismo. El juego se había acabado, aquí mandaban ellos.

-Responde al inspector- dijo tajante.

Susurró entre dientes: - Si lo que quieres es presumir ante el marinero que nos espía, no me gusta el sistema. Su actitud era resistente y férrea. O por lo menos su voz lo aparentaba. 

Para dar más énfasis a su papel de victimita que se asusta empieza a levantar las manos, con los codos en ángulo, con una velocidad parsimoniosa y deliveradamente lenta. - Ya os he contestado. Su voz había pasado al titubeante papel de ser una victima asustada. Y regresó el susurro que sonaba acusador: - Ya os he empezado a hablar, pero aquí en la calle no os puedo contar más. - Para ser "casacas" no son estos dos precisamente listos, o eso, o es que están tan desesperados que les importa un pepino todo. Y espero que sea lo segundo, ya que si no son listos, se puede dar por muerto. Hizo un gesto de resignación y de que aceptaba su destino.

En la distancia no se podría escuchar lo que decía por lo bajo, pero incluso se podrían entender como balbuceos asustados o incluso tartamudeo, como que alguien quiere arrancarse a hablar y algo no le deja, como el miedo. Además, el gesto de sus brazos, desde lejos también se podría interpretar como una rendición al miedo. Ese gesto de lejos, tenía que considerarse prudencia.

Asintió, bajando las armas del todo y acercándose a ellos hasta estar casi pegados, haciendo un gesto de agradecimiento a Black al ponerse junto a él.

- Tiene razón, el pirata de la barra nos espía - Dijo también en un susurro que apenas se escuchó con el embozo cubriendo su boca. Luego, con un gesto brusco pero a todas luces sin mala fe, cogió a Gunter del brazo y se lo llevó de allí moviéndose en dirección a uno de los callejones cercanos, donde para seguirles Quinn tendría que descubrirse.

Una vez allí, lejos de miradas indiscretas y oídos curiosos se detuvo y le soltó, mirando al sargento de arriba a abajo durante un minuto que se hizo eterno. Parecía que le había quedado clara la situación, o al menos esa impresión daba, con los humos bajados y dejando a un lado el ego. 

- Bien, lo de antes iba en serio. Aquí somos la ley y no dudaremos en hacer uso de nuestro poder para llevar a cabo nuestra misión - Aquella frase tenía un doble sentido. Quería que no tuviera dudas de que no sólo tenían potestad, sino también habilidades con las que él no contaba y de las que no podría defenderse. Sonriente, continuó -. Y respecto a eso, nos contarás lo que sabes porque te conviene estar a nuestro lado y no contra nosotros. Pero ahora tenemos prisa, El Infierno debe zarpar cuanto antes para dar caza a nuestra esquiva presa, y si seguimos perdiendo el tiempo jamás lo alcanzaremos.

Llegaba la parte complicada, que era pedir un favor que, aun no siendo necesario para completar sus planes, les ahorraría tiempo.  

- Por el momento necesitamos que vayas a la tesorería del puerto y retires la mitad de lo que hemos ofrecido a los piratas - Eso eran mil quinientos, una suma nada desdeñable pero que como oficial de la zona podría conseguir -. Cuando lo tengamos seguiremos hablando y veremos que podemos contarte.

Me exige prisa, cuando son ellos los que se demora y ponen trabas a la comunicación. Es inaudito. Un gesto de paciencia paterna contenida afloró en sus ojos. No había que ser mentalista para averiguar que pensaba. No le asustaban esas amenazas. Ya había dado su vida por perdida varias veces, y cansado de sus amenazas, el tipo estaba acumulando demasiados puntos para llegar a ser un tipo, no odiado, punto que superó tiempo atrás, sino aborrecible.

- ¿Cómo podrá el hijodeputa este poder dormir dentro de esa piel con esa alma tan podrida? Se preguntaba para si. Realmente ese "Casaca" le daba pena. - No creo que la muerte sea liberación suficiente para su perturbada mente ni que en el otro mundo sean capaces de purgar sus pecados.

Al pedirle el dinero se se le escapró una risotada contenida pero siguió hablando por lo bajo: - La caja fuerte solo la podía abrir el capitán, y además, no creo que llegue a 100 lo que allí se deposita. Y ofreció acompañado de un gesto amable para indicarles por donde ir: - Si queréis vamos y lo miramos. Me estaba ofreciendo que robase para él. Demasiado iluso. Quiere que haga cosas por él para admitirme en su cantina ¿Ta chalao? Si pensaba que pagaría sus deudas la policía portuaria, estaba soñando o era muy tonto. Tan tonto que empezó a pensar que ya no era la segunda opción la suya, sino la primera. - Bueno, ya se a manos de que imbécil moriré.

Además: - ¿Cómo podía imaginar que la Guardia Portuaria podría disponer de tantos fondos? Una duda afloró en su mente: - A no ser que el capitán escondiera allí ese dinero antes de morir, va a pagar la señal del barco la del "tablao de por las noches".

Al inquisidor no le quedó más remedio que bajar el arma con cierta desilusión, ya se había hecho a la idea de matar a aquel tipo.

Después siguió a su compañero hasta el callejón y escuchó tanto la petición de Le Noir como las escusas del sargento.

-Agradecemos su ofrecimiento de ir a su cuartel a por los fondos que, aunque usted desconoce, su capitán poseía. En cuanto a la caja fuerte, mi compañero se hará cargo de ella- dijo abriéndole el paso.

-Después de usted- señaló con un ademán.

El sargento, con largas zancadas, las típicas que usaba para las patrullas, se encaminó derechito hacia el cuartel.

Los tres individuos discutieron, se apuntaron con sus armas, y cuando parecía que los casacas iban a ejecutar al sargento tocapelotas uno de los inspectores miró de reojo la posición furtiva del Marino... tal vez le habían descubierto, pero no hicieron nada al respecto. Después de unos segundos más abandonaron la discusión y bajaron sus pistolas para ser guiados por el sargento dirección el cuartel de la guardia portuaria.

Abraham se quedó quieto como una estatua cuando vio que uno de los guardias miraba en su dirección, pero al parecer, no le descubrieron.
Parecía que la tensión que había adivinado entre el extraño trío había disminuido un tanto. Fueron guiados por el matasiete calle abajo.
A Quinn no le olía nada bien toda aquella situación. Tratando de mantener su sigilo, continuó su camino siempre al acecho.

Abe siguió con sus pesquisas, pero el asunto se le acabó pronto. Los tres individuos a los que estaba siguiendo entraron en el mismísimo cuartel de la guardia portuaria y ahí se acabó para él el seguimiento, no lograría entrar por las buenas y menos aun por las malas. Decidido a proteger la inversión sustanciosa no tuvo más remedio que quedarse en la puerta expectante.

El grupo entró con paso firme en el cuartel de la guardia portuaria, todos ahí presentes saludaban al sargento Leinad cordialmente cuadrando su postura ligeramente, no solo eran amigos suyos, eran sus subordinados y él el oficial de guardia esa noche. Tras el paso del sargento todos cambiaban su faz y se cuadraban enérgicamente al contemplar el regreso de los inspectores que hacía escasas horas habían interrogado a los posibles testigos y examinado la escena del crimen. Nadie se atrevía ni a mirarles.

Sin ninguna dificultad entraron en el despacho del defenestrado Capitán portuario, ya no había cadáver, pero el desorden de la violencia del crimen aun era patente. Hallaron la caja fuerte sin dificultad, dos llaves y una combinación.

Le Noir puso la palma de su mano sobre la caja y cerró sus ojos, musitó algo parecido a delirantes claves y por fin despertó de su trance. Extendió su mano al sargento para que le diera una de las llaves, era extraño, pero sabía que Gunter la tenía en su poder y éste a regañadiente procedió a su entrega. El inspector sin demora introdujo la combinación que parecía conocía o había adivinado para luego usar la llave en poder del sargento... quedaba una llave que sin duda colgaría del cuello del capitán que se hallaba en la morgue. No había tiempo que perder, así que el propio Le Noir sacó de un pequeño estuche una serie de pequeñas herramientas con las que forzó el último paño. Clic clic reeek clonk la pesada puerta blindada se abrió. Allí encontraron mucho dinero, más del que necesitaban, más del que debería haber.

Como en el fondo eran hombres de palabra, los inspectores solo cogieron lo que necesitaban y cerraron la caja tras esto. Le Noir devolvió la llave a Leinad no sin antes hacerle un amago en forma de broma con una malévola sonrisa en los labios... como deseaba tener una excusa, solo una más.

A paso aun más ligero el trío salió del lugar, pero con la peculiaridad de que con los cuatro guardias que se cruzaron tuvieron una leve conversación con el inspector Black "el Negro", una conversación que acabó siempre con la respuesta del guardia de turno diciendo no, no les he visto, nunca han estado aquí.

Y al fin en la calle.