Partida Rol por web

Ando hacia atrás apartándome de su camino pero no por miedo sino por darle un espacio en el que moverse y lograr así que se relaje una pizca por breve que se.

Mis labios no pronuncian palabra alguna en espera de que las demás sepan mejor que decir en este momento.

Tras la larga caminata de subir de nuevo la catedral para ver el lecho descubro a una viejecita que no parece muy agradable, ya sea por su apariencia o por el hecho de haberse presentado de tan mala manera.

- Buenas noches señora, mi nombre es Helena de Middlecastle.- le hace una pequeña reverencia como le enseñaron de pequeña.- Encantada de conocerla. ¿Y usted es?

-Que dice, la suerte le sonríe pero no quiere verlo. Siga con su lid, pero nosotros siempre estaremos por aquí. No permitiremos que su éxito solo lo disfrute usted. Continué y prosiga que nosotros no molestamos más, pero si la fortuna nos indica su camino, atención debería prestar. Que tan faltos de valor no debemos estar.

Presta atención mientras trata de ver hacia donde parecía dirigirse. Mientras le franquea el paso y con una reverencia le invita a pasar.

Casi al mismo tiempo que le dices tu nombre la expresión de la mujer cambia rápidamente, y no te gusta lo que ves.

"¡Qué más me da tu nombre! ¡Está claro que no has aparecido aquí por casualidad, con esa actitud de ángel virginal! Pues bien, ¡no te servirá de nada! ¡Apenas queda tiempo ya para que me estorbe gente como tú!" te grita, para acto seguido lanzarse hacia ti con la probable intención de golpearte, o arrojarte de vuelta por las escaleras de la torre...

Udo os rodea mientras las aletas de la nariz se le dilatan ostensiblemente y las orejas se le ponen de punta.

"Sea pues mortales,

dejemos las frases banales.

Parto en este momento

a deshacer el entuerto"

os dice, para acto seguido salir corriendo a toda velocidad hacia la torre que explorasteis antes, en concreto donde está Helena explorando.

Helena -Anna piensa en su compañera y en el susto que se llevará al ver a Udo. Así que corre tras el lobo.

Espere, señor -dice en vano, subiendo las escaleras de la torre.

Helena se asusta ante la reacción de la anciana e intenta esquivarla pero le es inútil debido al cansancio de subir escaleras.

- Ay, tenga cuidado señora o me hará daño.

La situación no permitia pensar, así pues segui el impulso y me encamine a las escaleras.

"¡Esa es la idea, niña, esa es la idea!" grita la anciana con un brillo enloquecido en sus ojos, mientras te agarra como puede y te voltea como si no pesaras nada con intención de arrojarte escaleras abajo.

Empezáis a subir de nuevo (algunos) las escaleras de la torre, tras Udo el lobo que parece correr más a cada zancada que da, como si la cercanía de su objetivo le diese alas. Eso, o que a veces corre a cuatro patas, ganándoos terreno por momentos.

Por vuestra anterior experiencia, sabéis que son unos cuantos minutos subir las escaleras a paso normal, a toda prisa será menos tiempo pero lo mismo llegáis agotados por el esfuerzo...

El ceñido vestido dificulta el ascenso de Anna, quien pronto es alcanzada por el viejo profesor Stein.

¡¡Siga, siga!! -grita dejándole paso en las estrechas escaleras.

Helena empieza a sentirse en desagusto con la señora.

- Bueno señora, yo sólo quiero hablar, ¿puedo hacer algo para que nos llevemos bien? Sino debería irme a buscar a mis compañeros. Seguramente están yendo en busca de Udo ¿lo ha visto usted por aquí?

Aunque consigues de chiripa (sobre todo por estar agotada) evitar los ataques furibundos de la mujer, te das cuenta por momentos que sus intenciones no son meramentes vapulearte, sino que intenta en toda regla herirte, ¡puede que incluso matarte!

No obstante, de repente todo cambia. Ambas escucháis a alguien subir apresuradamente las escaleras, y al poco la cabeza de Udo, todo furia y espumarajos, asoma por la trampilla de acceso.

"¡Pardiez que huele aquí a matanza!

¡Que empiece la danza!"

grita el animal parlante.

Mientras intentas decidir que hacer, cogida por sorpresa, ves por el rabillo del ojo cómo la mujer retrocede y se esconde entre las campanas de la torre, asi como a Udo que termina de subir (con el ancho pecho hinchándose y deshinchándose a toda velocidad), armado con un sable y con un brillo homicida en sus ojos.

Pero, ¡oh fortuna! El buen doctor Stein aparece a continuación por la trampilla, sin saber aún qué se va a encontrar allí.

Sigues a Udo a buen ritmo, lleno de energía nerviosa que hace que el cansancio quede oculto en el fondo de tu mente (de momento al menos). No obstante el lobo consigue sacarte un poco de ventaja al final, cuando asoma por la trampilla que da acceso a la torre. Allí grita, desenvainando un sable:

"¡Pardiez que huele aquí a matanza!

¡Que empiece la danza!"

Mientras intentas decidir que hacer, Udo entra del todo y tú tras él; a la vista aparte del animal parlante sólo está Helena, con cara agotada, y las campanas de la torre.

Ascendéis penosamente por las escaleras de la torre, entorpecidos por los pesados ropajes o el mero cansancio de la subida. En lo alto de la torre escucháis voces y gritos, aunque no se escuchan claramente. Perdisteis de vista a Udo y el doctor Stein hace unos segundos, de lo mucho que corrían, mientras que vosotros os doblabais por la mitad con punzadas en los costados y reprimíais las náuseas por el esfuerzo.

-¿Pero que ocurre aquí? ¿Helena estáis bien?

Con cautelas trato de ver toda la imagen y procurar que no se lance nadie detrás de alguna columna.

Helena no puede evitar sentirse aliviada al ver como el doctor Stein viene en su ayuda.

- Muchas gracias doctor, la verdad no me encuentro muy bien, primero desean agredirme y después Udo aparece por sorpresa... - se fija en que está sólo.- ¿Y los demás? ¿Ha venido usted sólo a rescatarme? ¡Qué valiente!