Partida Rol por web

Omedetou Gozaimasu

Combate

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13/10/2013, 17:57
Azai Sukemasa

Por suerte para nosotros la balanza parecía decantarse hacia el lado de los "buenos" y mientras una flecha impactaba en su enemigo hábilmente sus dedos seleccionaban otra saeta de su carcaj para de nuevo disparar esta vez si hacía falta aguantaría un segundo su flecha para apuntar al mas amenazante o al objetivo mas cercano.

- Tiradas (1)

Motivo: samurai flechazo

Tirada: 4d6

Resultado: 13

Notas de juego

o sea que recargo y paso a expectativa si alguno parece que nos atacara a mi o a otro compañero a ese ira la flecha si un enemigo cae disparo al siguiente. si al terminar mis compañeros no queda títere con bola pues no lanzaré la flecha.

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20/10/2013, 18:22
Director

El enemigo al que apunta Azai intenta esquivar la flecha... pero esta, en efecto, le traviesa el hombro.

- Tiradas (1)

Motivo: esquivar

Tirada: 3d6

Dificultad: 14+

Resultado: 13 (Fracaso)

Notas de juego

Ese enemigo pierde un dado de combate pero aún no cae. Recodad que os toca actuar a todos, menos a Azai, claro. Kido también, que antes ha parado, pero le toca atacar.

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29/10/2013, 21:26
Kido Takayoshi

Viendo como se desarrola el combate Kido ve dudar a su contricante y le da corte casi mortal sin dudarlo.

- Tiradas (1)

Motivo: Ataque

Tirada: 4d6

Resultado: 18

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05/11/2013, 18:56
Director

Acabar con los enemigos restantes es cosa de un momento. La batalla ya estaba decantada a vuestro favor y solo es necesario rematar la faena. Abatidos los dos restantes, registráis la casa en busca de más enemigos, encontrando una ventana abierta a la ladera y huellas, ya borrándose, que inndcan la huída de al menos uno de ellos, quizá el hechicero que la criada mencionase.

¡La criada! Volvéis a su habitación, encontrándola donde la dejásteis, más tranquila pero aún tensa por lo ocurrido. Al prncipio no se atreve a salir del círculo de sangre, pero tras animarla y animaros a rezar y usar un balde de agua para limpiar la madera, la chica logra atreverse y nada parece ocurrir. Entonce sonríe y se atreve también a limpiarse el rostro y hablaros con una repentina franqueza. -Os felicito, mis samurai-

¿"Mis"? La chica os cuenta entonces la historia. Vuestra señora Motoko no ha muerto. ELLA es Motoko. Hace varios inviernos, el padre de Motoko supo que se vería obligado por normas de cortesía a enviarla antes de la mayoría de edad como invitada a la casa de los Taro, en la que de todas formas no confiaba del todo. Sentía como un trozo de su corazón se le desgajaba pues su hija mayor, de la que saldría su línea sucesoria una vez se casara pues no tiene hermanos varones, era para él un tesoro mayor que su propia vida. Pasó noches en vela pensando en cómo protegerla hasta dar con una solución: comenzó por buscar a una criada lo más parecida a Motoko posible para asignarla al papel de dama de compañía más íntima. Luego las hizo empezar a usar maquillaje muy distinto pero que ocultase las facciones lo máximo posible. Con ayuda de discretos actores de teatro las entrenó a ambas para intercambiar sus papeles de ama y criada con frecuencia y comprobó que, acostumbrados como estaban todos los criados a mirar a sus superiores con extremada humildad y estando los pocos adultos por encima de la dignidad de la niña, sus padres enterados de todo, el truco surtía efecto. Aun así buscó un nuevo grupo de bushi que no la hubieran visto antes en persona para que comenzaran a escoltarlas y ya desde antes de partir al hogar de los Taro, Tsukio y Motoko intercambiaron los papeles con intención de no hacerlo de nuevo hasta estar de vuelta en su hogar.

Esta historia os resulta chocante, pero días después la corroborás con los agitados pero felices padres. No tendréis que haceros el seppuku, después de todo. Sin embargo, aquellos que tuvieran sueños de ascenso, van a verse mal recompensados, pues aparte del aumento en koku de su paga, deberán mantenerse al servicio de Motoko, pues os ha cogido cariño como guardaespaldas. Además, el hechiero sigue allí, en alguna parte y las hostilidades con los Taro pueden estar a punto de estallar...

Pero esto es ya otra historia.