Adelante pues. No se terminaba de fiar de nadie. Esto era una misión encubierta y no estaban nunca carentes de sorpresas. ¿Mapa? ¿Cosas que dejar? ¿Inquilinos qué estén a la espera?
-Irá con uno de nuestros muchachos, él conoce el camino. También le dará lo que haga falta. Procure ser discreto. En ese vecindario cualquiera podría estar escuchando.
- Lo seré, contesta al interlocutor. Su aserveración era taxativa. Esperaba recordar las tácticas de asalto. Un pasamontañas le cubriría el rostro y unos resistentes guantes serían su apoyo. Además la fiel navaja, sus puños y algún arma irían afianzado su valor. Siempre mejor apoyarse en algo que marcha sin un bastón para el alma.
Sin nada más que decir, te llevan a la salida trasera que da a uno de los callejones laterales. Ahí te espera un sedán negro con un hombre al volante. Te subes en el asiento del acompañante mientras haces inventario de armas: tienes la navaja, la pistola e incluso la Thompson aunque era demasiado ruidosa para lo que te pedían, pero nunca se sabía. El gorila arranca el motor y mientras saca el coche te habla.
-Hay un sobre en la guantera -te dice-. Ahí está todo lo que nos hace falta ¿Llevas armas? Hay que estar preparado. Si necesitas cualquier cosa, dímelo antes de que lleguemos.
MISIÓN
-Incrimina al hombre de Moretti.
Recompensa
200 Puntos de experiencia.
Le da un palmetazo al tomphson. Eso tenía que demostrar que portaba algo de potencia de fuego. Pues si. En el ejército usábamos granadas de mano. Si se lia el ruido sería la menor de las pegas a las que tener miedo. Cojo el sobre y echo un vistazo a ver que metraigo entre manos.
¿Y tras la entrega cómo nos marchamos?
-¿Granadas de mano? ¿Crees que vas a una guerra? No, bastante tienes ya trayéndote ese cacharro -comenta señalando la Thompson.
-Yo te esperaré fuera. Cuando hayas colocado las pruebas, regresas al coche y nos largamos pies en polvorosa ¿De acuerdo?
Pues estámos tardando. - ¿Y qué pegas tiene este encarguito? mientras le hace la señal de que tire para lante y no se demore.
-No debería haber ningún problema. El tipo vive en un barrio tranquilo y nadie sabe que vamos a por él. Debe ser una cosa de coser y cantar. Ese desgraciado no sabe que vamos a llevarle a la tumba.
El coche se mueve velozmente por las calles. Dejáis atrás el Distrito Portuario para dirigiros al Distrito Central. Allí te mueves por calles desconocidas de la periferia del distrito. Barrios obreros compuestos por casas de ladrillo de ocho pisos en perfectas hileras iluminadas por farolas. Al final el coche se detiene frente a un edificio que no destaca en nada a los demás.
-Ahí es -te señala el conductor-. Tercera planta, apartamento 4.
Cuando empieza a abrir la puerta pregunta: ¿Dónde te podré encontrar si tenemos que salir por patas?
Mete la mano en su bolsillo para que la navaja amiga suya le de una pizca de confianza extra.
-Justo donde me estás viendo ahora -te responde.
Sin más que decir, te bajas del coche y te encaminas hacia la puerta del edificio. Está abierta. Su interior es húmedo y los desconchados de las paredes te hablan de una vivienda pobre. Subes como una exhalación hasta el tercer piso. A medida que cubres los tramos de escalera escuchas a la gente en las otras viviendas: gritos de niños, ruido de platos, gente cenando, una radio con música suave... Finalmente llegas hasta la puerta de tu objetivo.
Escucha tas la puerta donde tiene que hacer el "trabajito". Si no escucha nada, tras unos segundos de espera,intenta abrir dieractamente. En la mano porta la navaja, sin desplegar, para que si tiene que empezar a dar tortas tenga la mano firme ... y además le de un extra de confianza.
El sobre, bajo su guardapolvo espera. La máquina de escribir viajaen su bolsa de deporte como si de un atleta olímpico se tratase.
Pegas el oído a la puerta pero no escuchas absolutamente nada. Es evidente que el piso está vacío. Pones la mano sobre el pomo pero descubres sin sorprenderte demasiado que está cerrada con llave.
Meto el sobre por debajo de la puerta tras miratar a todos lados y luego regreso con el "chofer".
Al regresar al coche tan rápido, el conductor se muestra sorprendido.
-¿Ya has terminado?
Lo mira con aire de asombro. - Subir, entregar y regresar, ¿O tamibén les tenía que hacer una dedicatoria? Lo había lnzado con cierta fuerza, así que no estaba justo tras el tablón que flanqueaba el acceso.En cuanto abriesen escucharían el ruidito de el sobre arrastrar en cuanto la madera alcanzara la posición del papel. O por lo menos notarían que hay algo en el suelo. Se sentía en este momento desconfiado del chofes y estaba dispuesto a pelear por su vida en cualquier instante. Sabía que el ocasiones no querían dejar cabos sueltos y él aún no era de los fijos de plantilla.
-¿Pero qué has hecho? ¡Tenías que entrar en la casa y dejar los documentos donde pudieran verlos! ¡No eres el maldito cartero! ¡Si los hombres de Moretti se encuentran las pruebas así, sabrán que son falsas! ¡Vuelve ahí y arregla ese desastre!
- Pues ayudame a abrir la puñetera puerta. Y salgo del coche todo airado y ofendido.
-No voy a moverme de aquí ¿Y si aparece la gente de Moretti? Ve por la escalera de incendios y entra por la ventana. Tal vez se la haya dejado abierta.
Lo otro que se me ocurre es mirar por si hubiera alguna llave por algún lado, debajo de alguna alfombrilla o en algún recoveco, o incluso el buzón. - Voy a ver lo de la escalera a ver. Y salgo para allá. Si tengo que mover algún contenedor de basura, lo hago y luego lo intento colocar en su sitio.
Entras por el callejón que te ha indicado tu compañero y te acercas a las escaleras de incendios. De un salto haces bajar la escalerilla y subes hasta el piso del tipo. Parece que la suerte está de tu parte: efectivamente se ha dejado una de las ventanas medio abierta.