Partida Rol por web

Sonrie picarescamente y le contesta: - Negocios. Se da un respiro y continúa repitiendo su inicio. Negocios que nos traerán beneficios a todos. Tras esto estáguro. Le observan desde algún lugar que sea discreto y por ello activa sus sensores a tope. Tenía que ver, de forma discreta, con quén hablaba el camarero, a quién servía y como trataba con los clientes. Seguro que informaba y además podía ser un objetivo. La pregunta del barman no le extraña lo más mínimo y por ello, directamente le contestó entre susurros. Además por eso, por no molestar al resto, que escuchaban música y no quería atraer más interés del necesario.

-Entiendo. Como te dije, vendrá en un rato.

Sigues en la barra apurando tu bebida mientras observas el trabajo del cantinero. Atiende con indiferencia a todo el que entra. Excepto a tres o cuatro personas que parecen ser amigos suyos. Le ves hablar con proveedores y trabajar tras la barra. Al cabo de un rato entra otro hombre que se dirige directamente a la mesa de poker. Allí sus amigos le reciben con grandes aspavientos antes de que se siente y empiece a jugar con ellos. El camarero vuelve a acercársete.

-Ese es James. Oye, pareces un tipo que sabe arreglárselas por sí mismo. Me preguntaría si podrías ayudarme con un pequeño problema que tengo.

- Podría, y luego aclara podría intentarlo, comenta preguntando, de una manera bastante suspicaz ¿Y supongo que querras contárme antes de que hable con James?

-Sabía que podía contar contigo. Mi problema no es tan grave. Verás, hay un tipo que me debe mucha pasta. Un juerguista que antes solía venir por aquí. Echamos una partida de poker con unos amigos y perdió una gran suma. No ha querido pagarme y han pasado ya varias semanas. Necesito ese dinero y lo necesito ya. Vive calle abajo. Tiene un pequeño apartamento en el número 42 aunque también suele vérsele cerca del muelle. Se llama Marcus. Siempre lleva una gorra de marinero color marrón. No tiene pérdida ¿Podrías ayudarme? Te pagaría.

La duda le escamaba, pero quería ayudar.

- ¿Y me puedes contar algo del tipo? Porque si no tiene dinero, por mucho que le parta la cara, no va a poder pagarte. Respira un segundito. Si quieres lo caliento un poquito como requerimiento para ... incentivarlo a saldar la deuda. Mira hacia su objetivo. De todas maneras ... estoy muy interesado en terminar lo que he venido a hacer aquí, ya que será buen dinerito para todos. Mira al camaero otra vez ¿Hago primero los recados y luego hablamos?

-De acuerdo, como quieras. De todas formas de aquí no voy a moverme hasta al menos las tres de la mañana.

Te giras de nuevo hacia la mesa donde los cuatro hombres jugaban al poker entre gritos y vasos de whisky.

John le hace un gesto amable al camarero y se despide con un Hasta luego. Tras esto se acerca a la mesa donde está el líder de los camorristas y pregunta ¿James? Su voz es amable y tranquila. Venía a hacer negocios y estaba contento con poder hacer esto por los estibadores.

Los cuatro hombres detuvieron su partida en cuanto te acercas. El aludido te miró con suspicacia mientras que sus compañeros intercambiaban miradas entre si.

-Yo soy James ¿Y tú quien demonios eres?

Hace una leve reverencia de cabeza, apoyando la mano derecha en el pecho y aguantando la mochila con la izquierda. Soy John, un deportista que ahora hace funciones de diplomático Señor James. Con voz de falsa disculpa continúa. Perdone que no me hubiera presentado, pero no sabía realmente a quién me tenía que dirigir. Alarga la mano derecha en muestra de saludo añadiendo un amable: - Encantado de conocerle.

Vengo con una propuesta. Mira en derredor y baja la voz. Una propuesta del sindicato. Si quieren podemos hablar en un lugar algo más ... cómodo.

-No, podemos hablar aquí mismo -dice James frunciendo el ceño- ¿Y qué quiere exactamente el sindicato de mí?

¿Me puedo sentar? Pregunta, arrimando una silla y poniéndose la mochila sobre las rodillas mientras toma asiento.

- Bien, pues el representante del sindicado quiere que se deje en paz a los estibadores. A cambio le propone un trato. Se mira las piernas un momento, como si hubiera visto algo por el suelo y sigue mirando al tipo mientras le habla. En su movimiento de subir, como esperaba que el resto también mirase el suelo, se fija un poco en el resto de contertulios o jugadores. (Y si veo alguna mano de cartas mejor). A los camorristas se les puede dar un dinerito, y además pueden hacer una función de vigilancia. Con lo que consiguen extorsionando a los pobres currantes es una miseria, tengo autorizado ofrecerles un dinero y podemos negociarlo. Además, si se tercia alguna misión especial, podrían incluso ... ser remunerados de una manera especial. Esto repercute en el beneficio de todos. ¿Cómo? Parecía un vendedor. Los estibadores trabajarían azuzados por los extorsionadores, y así perderían menos tiempo en descansos innecesarios, cosa que  además beneficia a Sindicato, aumentando la producción. Los camorristas ganarían un dinero fijo, más estable y con una función que podría a mayores tener ingresos extra, y usted sería el jefe de la misión, como lo es ahora. Respira aliviado. Sería como el jefe de una empresa de seguridad. Parecería hasta honrado y todo Bromea. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos ya hacer lo mejor para ganar el máximo posible. Por eso salimos todos beneficiados. ¿Qué le parece?

-Es una propuesta interesante. Pero verá... Yo no controlo a todos mis... asociados. Podría haber personas que no estén de acuerdo con eso. Personas que prefieren no vivir bajo el mando de ninguna de las asquerosas familias que gobiernan en Creekville ¿Entiende? Porque, o mucho me equivoco, o usted también viene de parte de una de ellas ¿De cuál es? ¿Panepinto? ¿O ese cerdo grasiento de Moretti?

Se tomó su tiempo pensando, pero se limitó a mirarle sonriendo. - Realmente da igual a quién se sirva si paga bien y no exige demasiado para el dinero que da. Se toma otro respiro y añade. Además, aunque no se les rinda pleitesía, mejor no estar enemistado con ellos. ¿Verdad?

 Además, aunque no se les rinda pleitesía, mejor no estar enemistado con ellos. ¿Verdad?

-¿Eso ha sido una amenaza? -pregunta James con el ceño fruncido. Sus amigos se pusieron tensos alrededor de la mesa- ¿Que pasaría si mis amigos y yo te diéramos una buena paliza, amigo? No vamos a trabajar para ninguna de esas familias de italianos hijos de puta. Y punto final.

Pues nada, dice con voz tranquilizadora, que acabaría en urgencias con los morros bastante mal y que todos perderíamos un dierno fácil, pero de todas maneras es una propuesta de negocio. Si no la queréis marcho y listo. Además, no tengo pinta de italiano, verdad ¿Si os molesta me voy? Empieza recoger su mochila y se la cuelga al hombro mientras se pone en pie. Ya con voz más triste y metiendo la mano por el lateral que sabe donde está el pistolete y el gatillo para si hicera fálta reaccionar. Voy a ver si puedo conseguiros un dinerillo fácil más cómodamente.

-Eso, lárgate de aquí, amante de esos spaguetti. Aquí no nos gustan los de tu calaña -te despide James. Sin embargo, nadie hace ningún gesto amenazador mientras te levantas de la mesa.

Les saludo, como estilo militar pero dejado y con dos dedos, tras lo que me pongo de lado para empeza a alejarme. Tras medio paso pillo la thompson y sin dejar caer la mochila los ametrallo a lo salvaje.

Si vemos que sobreviven, pues le damos algo más de estopa, y ya que estoy, voy a vaciar el cargador sobre estos.

Ya me dirás cuantas tengo que tirar (o si quieres, directamente tíralas tú)

Nadie se espera lo que ocurre a continuación, así que los tomas a todos por sorpresa. Metiendo la mano en la mochila, tocas el gatillo y acribillas con desprecio a todos los hombres de la mesa. El tiroteo dentro del local logra silenciar hasta la música de la radio. Las balas hacen saltar las cartas de la mesa, pulverizan vasos y botellas y hacen saltar astillas de madera de la mesa. Los cuatro hombres son alcanzados por la ráfaga mortal que destroza sus cuerpos haciéndoles bailar en una danza mortal. Todos caen de sus sillas en un caos de sangre y mobiliario destrozado. La gente empieza a gritar y corre hacia la puerta, derribando más muebles a su paso. Al final te quedas tú solo en el local acompañado de los cadáveres y el camarero, pálido del susto.

-¿¡Pero qué coño has hecho!? -te pregunta asustado- ¿¡Te has vuelto loco!?