Partida Rol por web

Mire a nuestra capitana como conseguía su objetivo sin casi esfuerzo.  

​​​​​Genial capitana, siempre podemos contar con usted. Sería lo mejor, no sabemos por dónde pueden atacarnos más adelante. Por mi parte vamos cuando estéis listas.

Venga busquemos algo con lo que podamos salir de aquí. Cuanto antes. Y si es rápido y discreto mejor. Así no nos bombardearan esos buques. Dije con una sonrisa forzada, ante la escena de capitana pirata.

Tras entrar los cuatro, cierro la puerta y bloqueo el mecanismo para que no se pueda volver abrir. Ya que estas, cierra con llave otra vez y llévela, puede que nos pueda ayudar más adelante. Algunas puertas de este tipo de base, suelen ser de multiuso.

Me deslizo mientras el gordo marine estúpido está distraído, colándome dentro. Casi me troncho cuando se quedó bloqueado, pero de momento no diré nada de que estoy aquí. Seguro que les intenta traicionar, y en ese momento, yo mataré al marine.

Alessio Narvaez tardó demasiado a la hora de cerrar la puerta lo suficiente como para que... nada pasara. Al parecer todo esto de cerrar las puertas a sus espaldas era algo que, claramente, no parecía ser completamente necesario, no había ningún tipo de invasión zombie ni nada por el estilo... probablemente.

El interior de aquella base constaba de cuatro trenes paralelos unos a otros en sus respectivas cuatro vías que confluían en la única forma de escape de aquella isla. Al otro lado de aquel largo complejo se encontraba una pequeña abertura por la que la vía del tren marchaba hacia su isla gemela, Gripita. No había señal alguno de ningún barco de la marina.

Los marines estaban caminando de un lado a otro, transportando materiales y cajas precintadas con el logo del gobierno mundial en aquellos vagones; al parecer tenían bastante prisa todos ellos. Aunque era probable que si pasaran por ahí fueran a ser detectados, principalmente por no ir uniformados. Pues tranquilamente había una centena de personas caminando de un lado a otro.

Era evidente que el tren que se encontraba en las terceras vías era el único que parecía estar dispuesto a marchar por como estas estaban dispuestas. Si querían cambiar de tren para ello sería necesario dar con la palanca que cambiaba las vías, la cual se encontraba en algún lugar cerca de estas, pudiendo cambiar la 3º por la 2º sin ningún problema.

Entre tanto soldado raso, tan solo un par de personas parecian tener un rango ligeramente superior a esto; de hecho el que parecía ser el jefe del lugar, un comodoro de la marina, se encontraba ahí mismo, caminando con enfado por entre los trenes que se encontraban cargándose y los otros vehículos militares.

-¡He dicho que no!. -Exclamó colérico a su compañero- ¡Mi hijo sigue ahí afuera!. ¡No voy a permitir que se haga una Buster Call así como así!. ¡Me importa poco que el viceAlmirante Croquet esté ya preparado con sus barcos para realizarlo!. ¡Aún falta la presencia de otros cuatro viceAlmirantes y además el no puede ejecutarla!. ¡Eso solo un puñado de personas pueden ordenarlo!. ¡El no tiene esa capacidad!.

El hombre que estaba a su lado tenía aspecto descuidado, era alto pero escuálido y su cabello grasiento estaba recogido por una cola de caballo que le llegaba hasta la cintura; este hombre esquelético que se encontraba fumando un cigarrillo no parecía para nada complacido con lo que estaba diciendo el Comodoro.

-Las campanas han dejado de sonar, -advirtió el hombre- y la iglesia está en llamas. Es cuestión de tiempo que el sonido que estamos haciendo aquí atraiga a esas criaturas. La evacuación e inmediata destrucción de la isla es el camino correcto a seguir. No importa quien esté fuera. Si esto se expande será el fin de Pigrita, Gripita y quién sabe cuántas islas más puedan ser infectadas. Es el protocolo de seguridad.

Al parecer la seguridad de aquella isla, y probablemente del resto de las islas que pudieran tener dicha infección no era algo que le importara demasiado al Comodoro, el cual estaba colérico por las respuestas que aquel científico le estaba dando al respecto de los protocolos a usar.

-¡El protocolo me lo paso por los cojones!. -Gritó el hombre- ¡Mi hijo está ahí fuera recolectando esos frascos de "L'0"!. ¡Inmediatamente iré a hablar con el viceAlmirante Croquet para pedirle que retrase el ataque de la isla hasta que estos regresen!.

La conmoción que estaba causando el Comodoro hizo atraer la mirada de los presentes que, con temor, giraban la cabeza mientras continuaban trabajando, tratando de enterarse de lo que estaba pasando, quizás con curiosidad o quizás con temor por el futuro de aquella unidad.

-De eso nada. -Dijo el científico señalando a aquel comodoro- Vosotros ya no estáis al cargo de la situación. De hecho: NUNCA, LO, HABÉIS, ESTADO. -Comentó dándole pequeños toquecitos en el pecho al hombre con cada una de esas palabras. 

Era evidente que la situación incluso dentro de la Marina estaba siendo más que tensa, con aquellas rencillas internas que finalmente daban por romperse ahora en aquellos momentos tan críticos en donde dos corrientes de pensamientos y valores chocaban con ferocidad.

-¿Pero qué dices?. -Preguntó con incredubilidad por el trato que estaba recibiendo- ¡YO SOY EL QUE ESTÁ AL MANDO AQUÍ!. ¡MIS ÓRDENES VAN A MISA!. -Gritó a su compañero antes de darle la espalda y caminar hacia la oficina de comunicaciones donde los den den mushi se encontraban- Puto bicho raro...

Mientras aquel hombre se alejaba del lugar, el científico sacó su pistola del interiro de la bata y jaló el gatillo, haciendo que la bala impactara desde la espalda de aquel Comodoro que no lo había visto venir y quedara alojada dentro del cuerpo de aquel hombre que cayó al suelo mientras generaba un charco alrededor de él con su propia sangre.

-Si hubieras estado más atento sabrías que los frascos de "L'0" simplemente es comida enlatada para la mascota del vicealmirante; L'Orange. Todo lo de allí ya había sido trasladado. -Explicó sin molestarse siquiera en susurrar- Y que yo fui el que dio inicio a la Buster Call, no Croquet. -Dijo mientras guardaba el arma bajo la bata, al lado del den den mushi dorado.

Tras comentar aquello, el hombre se giró, dejando el cuerpo del Comodoro en el suelo desangrándose, mientras este se subía a uno de los primeros vagones del tercer tren.

  Puede que fuera la sangre que pintaba mi piel... el que mi mascarada emocional estaba muy intensa como para pensar en discreción sin recaer en un vacío existencial... o que mi agrupación y la donde nos estábamos infiltrando estuvieran en constante conflicto, pero independiente del factor una cosa era muy clara.... no me encontraba para nada tranquila al notar ese numero de Marines. 

  Quizás por lo mismo aunque tuve las intenciones de dar un paso mas adentro del complejo, mis propias fuerzas ... Y mi instinto de preservación... me dejaron casi petrificada en ese pequeño espacio en donde los ojos ajenos a nuestro grupo podíamos seguir llamado zona segura.

   _{¿ A...alguien tiene una idea ? -} susurraría tras darle un par de vueltas, eso si... sin dejar de echar vistazos si igual existía una ruta menos peligrosa que la directa.

Rápidamente tome posición frente a la capitana, si veían a alguien que me vieran a mi y no a ella cubierta de sangre de pies a cabeza.

Agudizo mi vista en búsqueda de una forma de infiltrarnos en el tren, pues aparentemente es la única forma de salir de este infierno antes de que vuele por los aires.