Partida Rol por web

El cuerpo de Rena Koumori finalmente perdería todo rastro alguno de vida y sus manos caerían a ambos lados de su torso completamente inmóviles; al parecer, acababa de fallecer ante la presencia del resto de sus compañeros piratas, una muerte agridulce producida por un simple hombre con un arma lista y en mano.

Sus compañeros podían ver como el brillo característico de su mirada se apagaba finalmente y su cuello se relajaba, haciendo que su cabeza cayera hacia un lado. Aunque había dedicado sus últimos momentos a tratar de salvar y proteger a aquellas dos piratas que aún seguían en pie.

Aquel muchacho finalmente liberado gracias a que Kabi Aiyi lo pudo quitar de sus ataduras, tuvo bastante claro lo que tenía que hacer; aprovechando la distracción que Yudoku Cho y el sacrificio que Rena Koumori habían hecho, este saltó directamente en contra del científico con la intención de tirarlo al suelo y evitar que siguiera disparando.

-¡MALDITO!. -Gritó el muchacho embistiendo a aquel hombre, cayendo ambos en el suelo y forcejeando- ¡ME HAS TORTURADO!. ¡ME HAS METIDO NO SÉ QUE COSA!. ¡Y AHORA TE DEDICAS A DISPARAR A LA GENTE!. ¡Y HAS CONVERTIDO TODA UNA ISLA EN MONSTRUOS!. ¡ESTO NO ES LO QUE SE SUPONE QUE REPRESENTA LA MARINA!.

Un nuevo disparo se escuchó, en esta ocasión el que lo recibió no fue otro que aquel muchacho, el cual seguía encima del doctor, a pesar de ello, y de sangrar profusamente de un color rosado, este no solo no perdía la fuerza sino que mantenía bajo el, al científico, evitando que este se moviera o actuara.

-¡ESO YA NO ME AFECTA!. -Le gritó al Doctor- ¡DEBERÍAS DE SABERLO!. ¡TÚ ME CONVERTISTE EN UN MONSTRUO!. ¡ME TORTURASTE PARA COMPROBAR QUE PODÍA SOPORTARLO!. ¡NO PUEDO MORIR AUNQUE QUIERA!. ¡Y AL PARECER TU TAMPOCO!. ¡AUNQUE YO QUIERA MATARTE!.

Lero estaba horrorizado por ver cómo la doctora alta caía y al mismo tiempo aliviado de que el marine no fuera peligroso, había subestimado el poder del científico, pensaba que con un brazo menos ya no iba a poder hacer mucho sin saber que eso no le quitaba poder gracias a los experimentos que había hecho sobre él mismo, había costado bien cara su indecisión de insubordinación.

-Joder, más no por favor

Lero se acercó y se agachó al lado de la doctora alta por si hubiera algo mínimo que pudiera hacer por salvarla, aunque desde lejos tenía muy mala pinta.

Aquella doctora habia recibido tres balazos en su cuerpo, todos ellos de distintra gravedad, pero que, al final, el conjunto de los daños sufridos era suficiente como para terminar con su vida. La joven había perdido mucha sangre, y había sufrido mucho en sus últimos segundos de vida tratando de salvar a las otras dos doctoras.

Otra muerta... y ese tipo es inmortal. Que rabia tengo, quiero matarlo. Pero parece que no es factible. Espera... no necesito matarlo, puedo hacer que se pudra. Abro la compuerta de salida y miro a los dos que quedan.

- Cambio de planes, chicos, si no puede morir, le lanzaremos al mar. El oleaje aquí es fuerte, no podrán seguirnos y aún así, el tren es mucho más rápido que él. Con un poco de suerte, el agua no le matará, pero le sepultará durante una buena temporada.

La compuerta se abrió, dejando entrar una ráfaga de viento con olor a mar que hizo que algunos de los viales y otros objetos médicos se movieran con virulencia, a la par que varios papeles y documentos salieron volando por todos lados debido a esto. A pesar de que la puerta estuviera abierta, lo difícil iba a ser lanzar al enemigo al exterior.

Entendido, dejamelo a mi.

Avanzo hacia el y trato de empujarlo por la puerta abierta hacia el  exterior.

Haciendo caso a las directrices de Kabi Aiyi, tanto Yudoku Cho como aquel marine recién liberado tomaron y empujaron fuera del tren al doctor que pataleaba con tal de querer liberarse, pero al estar tan herido y con un brazo de menos no era suficiente.

-¡SOLTADME!. ¡BAJADME DE AQUÍ! ¡EXPERIMENTARÉ CON VOSOTROS HASTA QUE NO SEÁIS MÁS QUE UNA MASA GOMOSA!.

Finalmente aquellos dos lograron tirarlo fuera del tren en marcha, pudiéndose librar finalmente de la amenaza que representaba aquel científico; por fin había terminado aquella terrible situación y ahora lo único que quedaba era, simplemente prepararse para llegar a la estación de Gripita.

El Marine respiró tranquilo, mirando la inmensidad del mar durante unos segundos en el firmamento a medida que iba recuperando las fuerzas para girarse al resto de los compañeros del lugar, y con una amplia sonrisa, mostrar sus sentimientos al respecto de lo sucedido.

-Muchas gracias por haberme ayudado. -Comentó, mientras unas lágrimas corrían por sus mejillas- Había perdido toda la esperanza de poder liberarme, ese hombre hubiera terminado por volverme loco con tantos experimentos y torturas para ver mi resistencia, yo... yo... estoy en deuda con vosotros.

-  Rankyaku  -

En un abrir y cerrar de ojos, la cabeza de Shuji Nijo se fue deslizando hacia delante, a medida que su cuello iba mostrando una marca de color rosada de lado a lado, hasta que finalmente la cabeza se cayó de su cuerpo hacia delante, mientras que su cuerpo caía hacia atrás, fuera del vagón, siendo despedazado por las vías y las ruedas del tren.

-Ah... -La cabeza, al parecer seguía con vida, pero ante la falta de pulmones, no podía hablar.- Ah...

El científico se encontraba al otro lado de la puerta abierta de par en par, saltando en el aire, volando, a cada salto que daba, haciendo un leve sonido que estaba siendo opacado por el sonido de la locomotora y del metal chirriando por los vagones traseros. Al parecer esto era una técnica de combate.

-¿¡Acaso creíais que con tirarme por la puerta iba a ser suficiente para derrotarme!?. -Comentó gritando, parcialmente indignado por lo que acababa de suceder- ¡Mirad lo que me habéis hecho hacer a mi éxito!. ¡Pero no importa!. ¡Podré crear más éxitos a partir de él y con ellos experimentar más!. ¡Y vosotros habéis ganado la lotería para serlos!.

El hombre señaló con su dedo índice hacia Yudoku Cho.

-Tenga cuidado señor, si le cortan como al marine tampoco podrá pelear.

Lero apuntó hacia la puerta haciendo como que disparaba a una de las doctoras pero fingiendo una especie de bache disparó hacia el loco que iba a esclavizarlos a todos, por primera vez en su vida el comentario de antes de disparar no era de advertencia, era de distracción o quizás de inspiración para otros.

Otra vez con esa voz mala de teatro dijo:

-Ay que torpeza tengo hoy.

El cabreo que tenía Lero encima era descomunal, nunca había sentido tanto odio centralizado en una persona y claramente lo iba a descargar contra él puesto que en caso de no hacerlo nadie iba a hacer justicia por todos los fallecidos. Una vez disparado al científico su carrera como marine estaba más que muerta si no conseguían deshacerse de él, pero ya la había dado por perdida varias veces a lo largo del día.