Partida Rol por web

Retomé el aliento como pude, estaba sin aire, este cuerpo rejuvenecido no me mantenía al 100% como creía, es como si sus efectos estuviesen cesando ¿o era mi espíritu el que flaqueaba?

Descubrir aquella nueva sala hizo que mis ojos se abriesen de par en par.

- ¡No puede escapar, no podemos dejarla escapar! - grité a mis compañeros ante la obviedad de la situación.

Aquel era el mismo hangar donde me trajeron cuando tenía un pie en la tumba, el mismo helicóptero incluso.

- ¡Lange! ¡Tienes una cuenta pendiente conmigo! - alcé intentando que ella me escuchase. Mi intención era clara, ir directamente a los paneles de mando y cortar cualquier tipo de salida aérea para el helicóptero. Cualquier ayuda sería de gran utilidad por parte de mis compañeros.

- Hay que cerrarle el paso, si se escapa por aire lo tendremos realmente complicado. Si alguien entiende estos trastos que me eche una mano, si otros consideran que pueden seguirle por tierra ¡adelante! -

Daniel irrumpió en la gran estancia tras Sean. La curiosa arquitectura del lugar distrajo momentáneamente su atención pues él al contrario que algunos de sus compañeros nunca había estado en aquel lugar. La ventaja que otros Bonds tenían sobre sistemas y controles automatizados él no la tenía... así que tras localizar el helicoptero que estaba intentando utilizar Lange para escapar solo se le ocurrió la opción más "Daniel" que podría ocurrírsele. Salió corriendo como un poseso hacia la aeronave que trataba de despegar y se lanzó como un loco a colgarse de uno de los patines del helicoptero y así recrear alguna de sus últimas peleas al filo de la muerte. Lo bueno es que cualquier helicoptero que sufre de golpe el impacto de 100 kilos de fúria descontrolada lo mínimo que le sucede es perder la estabilidad lo cual podría servir para darle tiempo a sus compañeros y así impedir la huída de Lange.

Tim había permanecido algo callado cubriendo la retaguardia mientras observaba como alguno de los viejos bond sufría con la carrera mantenida. Al fin el pasillo desemboco en una sala enorme más parecida a un hangar que a otra cosa, los ojos de los agentes brillaron al ver la colección de juguetes en forma de vehículos de todo tipo que había en aquel lugar.

La melena de la mujer puso la nota de color y dramatismo a la escena que se encaminaba irremediablemente a una inminente persecución suicida, los bond comenzaron a desplegarse Roger en busca de los botoncitos y Daniel como no podía ser de otra manera hacía los pies del helicóptero.

¿Tim era un hombre de acción y que era mejor que 100kg colgando de uno de los apoyos del helicóptero? sin duda 174kg por lo que Tim siguió los pasos de Daniel y se abalanzó para agarrarse a las barras del helicóptero o si esto fallará a los pantalones del otro agente.

Tonto el último!!

Llego y respiro el aire fresco antes de cruzar mi mirada con aquella mujer.

¿Por qué siempre se empeñan en ponerlo difícil?

Aunque por otro lado, aquello era una excusa para poder desahogarse.

¿Dónde hay un lanza misiles?

Comienzo a pensar, antes de ver cómo a a mis compañeros les da por hacer un poco de parkour al filo de ponérselo jodido a tus compañeros. Eso sí, había que reconocer que les sobraba tanto valor como sentido común les faltaba. Era de suponer que la temeridad venía de regalo con el doble cero. Sin embargo, quizá hubiese alguna oportunidad.

Quería volar el helicóptero. Tirarle uno de mis dos últimos caramelos. Quería... pero el sentido común se impuso y corrí con Roger dispuesto a ayudar. Al parecer hoy me tocaba estar al servicio de mis compañeros. Pero era normal, no quería eclipsarles. Además, para eso se bastaba Sean solito.

Llegó justo detrás de los más machotes del lugar (o eso creían ellos) justo para quedarse por unos segundos parado, examinando todo con atención. Un momento, yo ya he estado aquí...
Y en ese instante vienen a su cabeza los recuerdos de la misión, de todo lo que tuvo que pasar hasta llegar a ella, para que luego se la arrebataran esos mismos miserables a los que había logrado desbaratar sus planes. Qué injusto, toda una vida por delante...

Pero no era momento para los sentimentalismos, era momento para la acción. Aunque de la acción más visceral e irracional se encargarían probablemente Sean y a todas luces Daniel, aparentemente convencido de poder derribar el helicóptero en el que intentaba escapar Lange con sus propias manos. En aquel instante le vino a la cabeza la escena de dos carneros lanzándose cabeza con cabeza entrechocando sus cuernos, una curiosa relación de ideas.

Observó que Roger, con quien sentía mayor afinidad, parecía manejarse también por aquella sala de operaciones. Era la opción más prudente para George, sobre todo al recordar los impactos de bala que ya llevaba en su maltrecho cuerpo.
-¡Espera Roger, recuerdo cosas de una vez que estuve aquí, hace tiempo! Yo te ayudaré.

Y el australiano se acercó a su compañero dispuesto a manejar las palancas y botones que hicieran falta para impedir la salida del helicóptero de las instalaciones.

Sean observo como sus subalternos retenían helicóptero para él. Sus niños. En el fondo les tenía hasta cariño. Le habían salido algo díscolos, pero también es verdad que él había sido un padre ausente debido a sus grandes responsabilidades, cómo cuidarse para ser el más sexy de la historia, darse masajes, salvar el mundo o seducir encantadoras damas.
Inmediatamente los ojos se le fueron hacia el misil e, incluso, se permitió manipularlo ligeramente. Sin embargo pronto desistió. Tenía que capturar a aquella zorra viva. Y sin hacer daño a sus pequeños padawans... Claro que siempre podía lanzar el misil a lo lejos para que el aire impidiese salir al helicóptero... Pero aún así los inútiles y bienintencionados novatos podrían pasarlas canutas. En fin, que el mejor Bond de la historia tenía muchas ideas para detener a la rubia. Pero entonces alguno de esos pequeños acabaría herido. Solo había una forma de solucionarlo. Una que no había probado nunca porque era de mariquitas. Colaborar.

-Teneis la petaca de ácido.- recordó a los infraBond que estaban colgados del helicóptero.-Haced un agujero en los cristales y tendrá que aterrizar. Y si no...
Y si no, con su legendaria puntería metería un balazo a aquella arpía, como el que Cara-Manga había metido a su cachorro. Pero claro, jamás dejaría ver qué era por cariño a sus compañeros. Que luego se les subiría el ego

Entre todas las posibilidades habidas y por haber, Daniel... muy Daniel él, optó por tirarse de cabeza al helicóptero con el fin de terminar con el asunto de la rubia lo antes posible... que ya mucho había durado la broma, de manera que de una atlética carrera y un salto en modo, me llevo al más pintado por delante... el sexto Bond se empotró en el helicóptero llegando a colarse en el interior a través de una puerta trasera que se la habían dejado abierta...

De ese modo, el helicóptero con regalo de rubio cachas incluido... se elevó un tanto, pero no lo suficiente como para impedir que Timothy, al que también le había podido su vena de macho men, se tirara al helicóptero, sólo que en su caso quedó más apartado y tratando de no caerse del vehículo aéreo para no escalabrarse.

Mientras tanto, Roger y George había llegado hasta el panel de control, en realidad dicho panel estaba como dividido en dos, y cada una de esas partes tenía un montón de botones e indicadores.

Roger al verlos puso cara de poker... no recordaba haber visto tanto botón junto, pero si que fue capaz de reconocer para que servía cada uno, por su amplia experiencia como Bond se las había tenido que ver con mucha tecnología de malotes, sólo que necesitaba reciclarse un poco mientras que George, por su lado se emocionó al ver tanto botón junto, al ser uno de los Bond que menos había estado en activo dedicó gran parte de su tiempo a realizar distintas tareas... entre ellas hizo un módulo de informática para agentes veteranos, por lo que a pesar de no tener tantos conocimientos como su sucesor si que sabía lo que había entre manos y además estaba algo más actualizado que Roger.

- Creo que el de los indicadores en forma de reloj sirve para abrir y cerrar las compuertas- dedujo Roger...- hay varias de ellas repartidas por todo el recinto... este de aquí sirve para hacer que los vehículos con raíles se accionen... pero donde está el botón de encendido.

- Es ese- dijo George asintiendo a las palabras de Roger- Parece ser que hay una especie de estación al final... - fue diciendo mientras iba trasteando los botones y leyendo los indicadores- creo que se trata de otra estación.

- Gracias George... vamos a cerrarle la puerta a la señorita- sonrió accionando el botón para cortarle el paso al helicóptero, haciendo que las compuertas que se habían abierto de par en par para dar salida al vehículo comenzaran a cerrarse

El segundo y el tercer Bond comenzaron a compenetrarse perfectamente, obteniendo datos de los ordenadores, entre ellos descubrieron una auténtica red subterránea sobre los que había unos raíles que comunicaban con otra estación de esquí, cercana a un aeropuerto.  

Sean... cercano a ellos pero no del todo, descubrió el panel que controlaba el misil, básicamente era como todos los que había visto con anterioridad... los malotes no se reciclaban y él... él era mucho Sean y ahí, ahí había un botón rojo la mar de hermoso, bien preparadito para ser presionado, con unas lucecitas en los monitores la mar de monas indicando que con tan sólo fijar el blanco, la cosa estaba resuelta...

- Botón rojo...- murmuró mirándolo con intensidad tras dar las instrucciones a sus cachorros sobre el ácido- ¡eh ahí la cuestión...!

¿Por qué siempre se empeñan en ponerlo difícil?

Eso era algo que no tenía respuesta, aunque teniendo en cuenta que estábamos tratando con seis Bond... eso era algo que iba inherente al cargo de doble cero... y más especialmente cuando nos referimos a la designación 007. Por tanto y a pesar de que Pierce había echo un amago de ir hacia sus compañeros, sus ojos se posaron en una preciosidad halada pintada de negro, en forma de helicóptero...

¡¡Y le estaba haciendo ojitos!!

Mientras los Bond de tierra se decidían que hacer, Daniel que había aterrizado en el interior del helicóperto de Lange, fue recibido con una orden femenina.

- ¡Tíralo por la borda!

Escuchó al tiempo que un mastodonte se abalanzó sobre él con la intención de hacerlo volar, mientras el helicóptero tomaba velocidad para poder salir del refugio antes de que las puertas se cerraran.

Quiero ayudar a mis compañeros. De veras que quiero.

Pero no puedo resistirme a esa mirada vidriosa que impera que lo monte para hacer que la sangre corra por mis venas.

Buena suerte.

Y es que me apetecía jugar. Y quizá podría hacer algo por mis compañeros que están en un apuro

De este modo, corro hacia la belleza dispuesto a entrar en ella con suavidad.

Oh sí, nena.

Empiezo a pulsar botoncitos, girar palancas y...

Algo hace crack.

Trago saliva, por un momento.

¡Joder!

Pierce estaba teniendo problemas con el helicóptero, quizás porque se trataba de un Aguila Negra P504 y pico de esos de los nuevos, y con una actualización de Windows 10 de por la mañana, y claro se podían confundir los términos... minucias que tal vez podían arreglarse con un nuevo intento o con el apoyo de otro de sus compañeros...

El botón rojo. Podía haber sido de otro color, pero no. Era rojo. El rojo, el color de los machos, del poder. El que tenía el botón rojo tenía el poder. Sean sonrió de una forma perturbadora. Desde que le habían rejuvenecido se sentía en su salsa de una forma tan intensa como no había ocurrido en años.

Era maravilloso. Era rejuvenecedor. La última vez que se había sentido así había sido en una misión especial que le habían mandado un par de años atrás. Aquella en la que había tenido que infiltrarse en una secta furry para sacar información y acabar con ellos.  Misión que, como no, había salido incluso mejor de lo que pensaba. De hecho, se había convertido en el nuevo líder de la secta antes de acabar con ella entre disparos y explosiones. 

Sean miró a sus compañeros, miró el botón. Sería una locura disparar estado ellos tan cerca. Una autentica locura. Metió las coordenadas. Miró a sus compañeros. Al botón. Finalmente suspiró. Demasiado peligroso. Retiró el dedo del botón...después de pulsarlo. Con una sonrisita miró al misil que se dirigía (o así lo esperaba) a la acristalada puerta de apertura. Lógica Sean: entre un mar de cristales rotos, humo, hormigón y agentes colgados colgando de las patas, el helicóptero no podría salir.

El aterrizaje en el helicóptero fué mejor de lo que Daniel habría esperado, pero con lo que no contaba era con que un gorila gigante estuviera defendiendo a Lange. El guardaespaldas empujó a Daniel y le propino un fuerte golpe que por los pelos hace que el Bond más joven se precipitase al vacio, pero Daniel en plena forma se agarró a la manilla de la puerta y con un rápido movimiento se volvió a encaramar al patín. No solo eso, aprovechando el impulso Daniel descargó un cabezazo en plena nariz del guardaespaldas y un fuerte puñetazo al estómago que hizo que el guardaespaldas se doblara sobre si mismo. Daniel lo agarró de lo pelos y tiró fuertemente de él hacia fuera intentando lanzarlo fuera de la aeronave.

Iba a ser el momento de acelerar el engranaje de la puerta para que actuase a tiempo ante la huida del helicóptero pero mi sorpresa llegó cuando observé a Sean pulsar aquel botón rojo; joder, ¿a quién se le ocurría poner en el punto de mira un botón rojo?¿quién iba a pensar que él no iba a presionarlo?

Le pedí a mi compañero que se cubriera, tocar los mandos ahora era inútil si un misil iba a impactar contra la puerta, o contra el helicóptero ¡o hasta con la mismísima Reina! ¡Este hombre iba a liarla parda!

Una cosa estaba clara, iba a desatar el caos pero... ¿a qué precio?

Cerré los ojos y recé por el alma de Daniel, el cual estaba en el punto más peligroso de todos.

El salto de Tim lo llevo hasta la base del helicóptero sujetándose con presteza a uno de los patines del aparato que elevaba el suelo, mientras intentaba no caerse pudo escuchar los forcejeos en el interior provocados por la irrupción de Daniel acompañado de sus dos puños.

Con la maestría que siempre le caracterizaba al 007 se incorporó sobre el patín mientras anudaba su cinturón a uno de los salientes por encima de la puerta, Tim desenfundo su arma apuntando al interior, mientras parecía estar surfeando sobre uno de los patines del helicóptero sujetando sobre sí el cuero del cinturón como si estuviera en el metro de Londres.

Tim pudo ver como Daniel se desacia de uno de los hombres que cayo al vacío, en aquel momento Tim apunto al motor del aparato y descargo un solo disparo, un certero impacto que causo la perdida de aceite del rotor que empezó a echar humo mientras el helicóptero se veía obligado a perder altura pero sin pararse en seco.

La situación parecía controlada por varios frentes, cada agente a su manera, pero de una forma u otra remando en la misma dirección. Hasta que llegó Sean y vio el botón. No tenía más, era un botón, pero era rojo. Y aquello debió conectar con los instintos más primitivos del escocés. Estaba junto a los mandos del misil, y claro, no iba a perder la oportunidad de probar el juguetito.

Mientras la mano del primer Bond se acercaba al panel de mandos, observó como Daniel y Tim se las apañaban para plantar cara subidos al helicóptero. Cacharro que había empezado a echar un preocupante humo tras un disparo de Tim. Aquello tenía pinta de que podía acabar bastante feo. Lange no escaparía, desde luego, ese era el objetivo primordial. Pero no tenía tan claro que mereciera como pago la vida de sus dos compañeros.

Oyó la voz de Roger alertándole y se colocó a cubierto junto a él, rezando porque sus peores presagios no se cumplieran. Miró hacia Sean y creyó ver una sonrisa en su rostro tras pulsar el botón. Seguro que lo hubiera disfrutado más si yo fuera uno de los que estaban en el helicóptero.

Sean, jamás dejaría de ser Sean… por ese motivo olvidó que no estaba trabajando sólo, que sus sucesores se estaban partiendo la crisma, al igual que él por salvar el trasero y cumplir la misión, quizás en su interior pensaba que como todos eran machotes de pelo en pecho… excepto Daniel que se había dado cuenta que se depilaba por marcar más musculamen… estaban en mitad de la trayectoria del misil y que cuando explotara se podía llevar por delante no sólo a la rubia sino a Daniel y a Tim que tenían todas la probabilidades de hacer el aguilucho explosivo… pero, eran Bonds y él… se había quedado prendado del precioso botón rojo que aguardaba impaciente ser apretado y Sean, lo apretó, casi con dulzura, consciente de que después vendrían las explosiones ¿Y a que niño no le gustaban los fuegos artificiales?, con aquella sonrisa de "Yo no he sido" envió el proyectil al cielo.

El misil salió disparado justo al centro del helicóptero del que en aquel momento salió disparado un matón hacia tierra, estampándose en el suelo. Tan sólo era cuestión de tiempo que impactara directamente en el vehículo con el cuarto y sexto Bond a cuestas, además de la rubia, que cuando se dio cuenta del pepino que iba hacia ellos se puso a gritar como una descosida el típico NOOOOOOOO, de los malos cuando ven su muerte cerca y no les apetece.

Sin embargo Tim, cuya naturaleza fría y profesional le permitía actuar con rapidez en momentos de crisis, disparó ni corto ni perezoso al mismo helicóptero.

Con esta maniobra hizo que los motores fallasen obligando al vehículo a variar su rumbo cayendo hacia abajo lo que provocó que el misil pasase de largo.

El misil, que según los cálculos de Sean debía de impedir que la bóveda se abriera... provocó el efecto contrario haciendo que se estampara con saña contra la pared provocando una explosión de padre y muy señor mío, mandando a los Bond que no estaban a cubierto a volar, Sean se estampó contra una consola de mandos dejándolo medio croqui, Timothy y Daniel al estar en el helicóptero tuvieron que soportar el embite del choque contra el suelo, mientras que el cuarto Bond se dio un cabezazo contra la ventana provocándole una brecha en la cabeza, Daniel, al estar entre los asientos salió mejor parado... el caso es que los tres Bond tenían heridas menores, pero se habían hecho la suficiente pupa para tener que recuperarse antes de poder hacer algo.

Por su lado, Lange, al ser la única que se había abrochado el cinturón estaba más fresca que una lechuga y en cuanto se vio en tierra puso pies en polvorosa, en dirección a uno de los vehículos terrestres que iban montados en railes, como una especie de vagones... ¡¡Y los únicos Bond disponibles para darle caza a Lange eran George y Roger por ser los que se habían puesto a cubierto!! 

Pierce, por su lado tampoco había sufrido daño por estar en el otro helicóptero y al estar de espectador fue consciente de que ¡todo el armazón se les iba a venir a encima si no salían de allí a tiempo!

Todo se hacía un caos... pero no tanto como lo que vislumbraban mis ojos.

Windows 10 y sus actualizaciones... ¿a quién demonios se le había ocurrido?

Por fortuna siempre llevo encima mi arma secreta para estos momentos, un arma secreta que me dio el primo de un amigo de mi vecino. Porque claro, todos tenemos el primo de un amigo de un vecino que es informático... y éste me lo quería dar a cambio de que le ayudase a ligarse a una chica... pero al final me lo dio a cambio de no soltarlo cuando le hice asomarse desde un ático. Y es que el estilo es algo con lo que se nace, no algo que se pueda enseñar.

Así pues... Meto el Pendrive con instrucciones nivel orangután y...

... ¿El PacMan? ¿En serio?

Bueno, tendría que valer...

...

Ok, no. No había modo de arrancar aquello y todo esto se caía a pedazos.

¿Tal vez me tocaría correr? Qué falta de estilo. Golpeo los mandos con fuerza, por no funcionar.

¡¡SEAN AL RESCATE!! 

El primero de los Bond, el mejor de todos, el macho alfa original se levantó algo magullado, esperando que no hubiese sido muy ridículo (aunque apretar el botón rojo siempre curaba cualquier mal) se sacudió el polvo. Entonces, algo le perturbó: uno de sus cachorros estaba en peligro inmediato. Sean levantó la cabeza, oteando como un perro y vio a Pierce golpeando los botones como una anciana o un gato manejando el ordenador: con una mezcla de desesperación e ilusión... E inutilidad. 

La música volvió a sonar en su cabeza mientras corría al helicóptero para ponerlo en marcha y sacar al chiquitin de allí. Sex bomb sex Sean Im a sexy booond y por supuesto, oh sexy, sexy bond. 

El sí tenía talento. Él era EL BOND. Nada se le resistía. Subiría a ese engendro alado y salvaría al joven e inexperto Pierce. Al fin y al cabo, les proporcionaba grandes momentos de risión cuando cantaba.

Me quedé al lado de George, apretando los dientes por la explosión ocurrida y por la tensión acumulada ante el desfase que estaba sucediendo. Di un largo y tremendo suspiro cuando comprobé que aunque Lange estuviese viva, el resto de mis compañeros aún siguiesen bien, o por lo menos de momento.

De repente sentí como una conexión sináptica mística y cinestésica se apoderaba de mí, podía escuchar la voz de Sean, cantando, cantando aquella misteriosa canción

Sex bomb sex Sean Im a sexy booond

Y no pude evitarlo. Tuve que bailar.

Tras darle un culazo a George y darme cuenta que estaba perdiendo los papeles (¿un efecto secundario del gen?) me percarté que el bombón de Lange huía como alma que lleva el diablo.

- ¡Vamos George, es nuestro momento de brillar! - le di una palmadita en el hombro y me dispuse a correr tan rápido tan rápido que mi rejuvenecida piel se arrugaría.

Tras el menéo recibido por gentileza de Timothy, Daniel se recostó en el asiento del destrozado helicoptero, tenía a Lange a unos escasos centímetro y se disponía a echarle el guante cuando la muy puñetera se desabrochó el cinturón (vieja bruja...!!) y salió por patas del helicoptero. Daniel se incorporó para perseguirla pero un intenso dolor en la espalda le hizo perder repentinamente los animos de venganza. Antes de perseguir a la pérfida científica debía al menos estirar esa molesta contractura, así que lo mejor era como habían hecho sus compañeros marcarse un pequeño baile que restableciera la correcta coordinación oseo-muscular.

No había duda, Daniel llevaba el ritmo en el cuerpo.... Yeah!!!