Partida Rol por web

Operación Día del Águila

Planes de batalla (resumen de lo jugado)

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31/05/2009, 23:24
Director

En un aeródromo de campaña del sur de Inglaterra, una escuadrilla de intervención rápida tomaba café bien temprano por la mañana. Atentos al teléfono y nerviosos por si aparecían aviones enemigos y debieran despegar inmediatamente. Una llamada rompió sus nervios, más esta fue inesperada: el vicealmirante Keith Park les visitaba.

Formados los hombres en la explanada, el viejo piloto arrivó, vistiendo su mono blanco. Pidió hombres para una misión, una misión suicida: volar hasta Berlín y darles a los alemanes donde más les dolía. Dieron un paso al frente el "wing commander" Jaime Bonfill, un exiliado republicano español, y los tenientes de vuelo Martin Arrowsmith (que sentía que era una buena oportunidad para vengar la muerte de su hermano), Isaac E.Harold y Arclite Herben. Cada uno tenía sus razones, pero todos entraron en las cabinas de sus spitfire y acompañaron al vicealmirante hasta Great Yarmouth, al este del país.

La piloto americana Anne Marie Callahan, del WASP, había languidecido en una pista de aterrizaje secundaria del este de Inglaterra, con un compañero joven e inexperto. El capitán Swafford de la RAF le hizo una visita y le entregó una carta del vicealmirante Park, preguntándole si quería formar parte de la Operación. Ella también fue hasta Great Yarmouth.

Una vez allí, el vicealmirante les dió los pormenores de misión: debían volar en línea recta hacia Berlín, sobrevolando la Europa ocupada. Escoltarían a 6 cazabombarderos mosquito con dos escuadrillas de Spitfire, una "inglesa" (al mando de Bonfill) y otra polaca. La prioridad era bombardear la capital polaca y luego alancazar territorios amigos con tres opciones peligrosas:

1) Volver sobre sus pasos a Inglaterra con el combustible justo y toda la Luftwaffe alertada.
2) Probar suerte yendo a Suecia, tirándose en paracaidas sobre las Ardenas (gran foco de resistencia) o intentando llegar a la Yugoslavia comunista o la Suiza "neutral".

Los pilotos montaron en sus naves, tras santiguarse y prepararse para lo peor. Volaron durante horas en calma, tensos. Luego, sobrevolaron Amsterdam, recibiendo fuego antiaéreo enemigo. Una escuadrilla de respuesta rápida de la luftwaffe fue alertada, y la escuadrilla está a punto de tener su primer combate sobre los cielos de Europa, en plena noche.

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01/06/2009, 16:14
Director

Cinco pilotos aguardaban en una lujosa antesala del Palacio de Buckingham. Iban vestidos de gala, cuatro de ellos con el uniforme azul de la RAF y la otra (una mujer) con el marrón de la USAF. Había pasado más de un año desde su hazaña.

Sentados en una silla, aguardaban Arclite Herben y Martin Arrowsmith. Guardaban silencio, recordando a los compañeros caídos durante la misión y el largo viaje de regreso. En lo mismo pensaba el wing commander Jaume Bonfill mientras fumaba un cigarrillo mirando a través de un ventanal el cambio de guardia de los casacas rojas. El tono del uniforme le recordó a la bola de fuego en la que se había convertido el teniente de vuelo Sienkiewicz al estrellarse contra el cuartel general de las SS en Berlín. Valiente muchacho, aunque aquella no fuera su guerra. Como él, el wing commander Rimsky había muerto sirviendo a una patria ajena, ya que la suya había sido invadida por el totalitarismo.

Aquella historia le sonaba demasiado, pensó mientras daba una calada al cigarrillo. ¿Cuándo podría volver a España con la cabeza alta? ¿Lo haría algún día? Aquella quizá no era su guerra, la que más le afectaba, pero si era un combate con sus propios ideales, una lucha a muerte contra el fascismo. Si Hitler caía, Franco debía ser el siguiente.

La teniente Callahan miraba a aquellos hombres, tranquila. Había confiado en ellos sus vidas, y ellos habían hecho lo mismo. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, se sentía aceptada en aquel mundo de hombres, respetada a pesar de su sexo. Aquello, sin duda, era un preludio del futuro, de como serían las cosas después de aquella guerra. Las mujeres se estaba sacrificando en aquel conflicto: trabajaban de sol en las fábricas, eran enfermeras o radioperadoras. Algunas, como ella, habían sido soldados, demostrando que valían tanto o más que un hombre. Ella era la primera piloto de combate mujer con la categoría de as y con más de diez derribos a sus espaldas.

Isaac pensaba en lo agradable que era estar vivo y en casa. En aquella misión, había estado apunto de ser capturado por los italianos en el valle del Pó. Afortunadamente, Bonfill le salvó la vida en el último momento, llevándole en la propia cabina de su caza. Debía la vida a aquel español.

Un mayordomo franqueó la puerta adornada con filigranas barrocas y Jaume apagó el cigarrillo en el cenicero que tenía en la mano, dejándolo sobre una mesita.

-El rey les recibirá -dijo el hombre, abriéndoles la puerta.

Jaume miró a sus muchachos (y muchacha), y todos se pusieron en pie, estirándose la guerrera del uniforme. Entraron luego con paso solemne y disciplinado al salón del trono, lleno de fotógrafos y periodistas. Al fondo, el rey Jorge VI estaba sentado en el trono, junto a la reina Elizabeth. A su derecha, vistiendo de frac, el primer ministro Winston Churchill. A su izquierda, también en uniforme de gala, el vicealmirante Keith Park de la RAF estaba junto a un hombre de traje negro que Bonfill reconoció como Juan Negrín, último presidente de la República Española.

Según indicaciones del mayordomo, los pilotos se detuvieron frente a la escalinata del trono real, y Jorge VI se levantó. Un ujier abrió una cajetilla con una almohada de terciopelo roja en su interior, conteniendo una medalla. El maestresala comenzó a hablar.

-Por valor ante el rostro del enemigo, por su sacrificio y devoción, reciben póstumamente la Cruz Victoria el teniente de vuelo Shimon Sienkiewicz, el wing commander Tadeuz Rimsky y el capitán Joshua Freemantle. El teniente Shimon Sienkiewicz escoltó a un grupo de bombarderos hasta Berlín, derribando a varios cazas enemigos, y cayó bajo el fuego alemán estrellándose contra el cuartel general de las SS. El wing commander Rimsky sirvió honorablemente en la RAF, proveniente también de la Fuerza Aérea Polaca. Gracias a su sacrificio, fue posible que los bombarderos escaparan del fuego antiáreo.

Hizo una pausa, pasando de hoja.

-El capitán Joshua Freemantle, oficial al mando de la Operación Día del Águila, entregó su vida tras cumplir su objetivo: bombardear la capital alemana. Él dirigió a una exigua escuadra de cazas y bombarderos através de la Europa ocupada, cumpliendo las órdenes hasta sus últimas consecuencias.

El rey miró a la guardia real. Algunos de ellos sostenían banderas plegadas, sobre las que se depositaron las medallas. Dos de ellas, eran polacas.

-Guardia de honor, ¡Presenten armas!

La guardia de honor presentó armas mientras los presentes se destocaban en señal de respeto. Sonó el himno británico, y luego el polaco. El maestresala volvió a tomar la palabra. Entonces, apareció un oficial americano entre el público, un coronel de la USAF que saludó militarmente al vicealmirante Park.

-Es para este gobierno un honor transmitir las felicitaciones del presidente Theodor Roosevelt para la teniente de vuelo Anne Marie Callahan. El presidente de los Estados Unidos ha entregado una carta, que procederá a leer el coronel Albert Pike de las Fuerzas Aéreas Estadounidenses.

El coronel Pike se acercó al estrado, aplaudido por los periodistas. Parecía un hombre serio, bien parecido, con la pechera llena de medallas. Abrió la carta del presidente.

-"Me dirijo a usted con el mayor de los respetos.

Permítame sincerarme con usted, y con todos los presentes al acto al que asistirá y que sin duda merece. Recibí la comunicación de su hazaña en un momento crítico para este país. América fue atacada por Japón, y esa noche me fuí a dormir pensando que el mundo se nos echaba encima. Entonces, abrí aquella carta y leí aquel informe en mi lecho, y mi mujer se sorprendió al ver como yo había cambiado la pesadumbre de mi rostro por una sonrisa triunfante.

Ella me preguntó, extrañada, sobre mi aparente optimismo. Mis palabras fueron concisas: "Lo has hecho tú". Ella no pudo entenderlo, pero permítame explicárselo. Al contrario de lo que pudiera parecer, soy un inválido. Yo era joven y arrogante, pero un buen día sufrí un accidente y perdí la movilidad en mis piernas. Me preguntaba cada noche, por qué Dios había hecho tal cosa, pero en como momentos como ese entiendo que lo hizo para darme una lección de humildad.

Son las mujeres las que mantienen hoy en día a esta gran nación. Ellas trabajan, ellas cuidan de nuestros hijos, ellas se esfuerzan día y noche con la angustia del marido, hijo o hermano que está en el frente. Hay quienes creen que ese es el único papel posible para nuestras mujeres, y el más loable, pero se equivocan.

Teniente Callahan, usted ha demostrado que nada separa a un hombre y a una mujer más que siglos de opresión, más que añejos valores que en nada favorecen a esta gran nación. Por eso, mujeres como usted, mujeres como mi esposa, mujeres que dan todo lo posible por que exista un futuro digno para nuestros hijos e hijas al final de esta guerra, hacen posible que crea en la victoria.

Por eso, y con efectos retroactivos, no me queda sino concederle el mayor galardón militar de nuestro país: la medalla al honor del congreso. Vístala con orgullo, y jamás deje que un hombre la mire por encima del hombro, porque usted es un auténtica heroina americana. Ojalá más mujeres sigan su ejemplo, y entre todos podamos labrar un futuro mejor, sin guerras ni muertes.

Felicidades

Theodor Roosevelt. Presidente de los Estados Unidos de América".

El coronel Pike esperó a que una emocionada teniente se presentara ante él.

-Teniente Callahan. Por su valentía e intrepidez con riesgo de la propia vida, más allá de la llamada del deber, estando en combate contra un enemigo de los Estados Unidos, es para mi honor, en nombre del presidente de los Estados Unidos, imponerle la medalla de honor del congreso con distintivo de las Fuerzas Aéreas.

Colgó la medalla de su cuello, y la saludó militarmente. Ella hizo lo propio. Luego, le dedicó unas breves palabras.

-América está orgullosa de usted, señorita, tanto como lo estoy yo.

El mayordomo tomó de nuevo la palabra, tras miles de aplausos y flashes.

-Asimismo, por valor en el rostro del enemigo, por su sacrificio y entrega, por dar esperanzas al pueblo británico con riesgo de perder la propia vida, reciben la Cruz de Victoria: el teniente de vuelo Arclite Herben.

Hubo aplausos mientras el rey imponía la medalla al piloto y estrechaba su mano.

-El teniente de vuelo Isaac Edward Harold.

La operación se repitió, con aplausos in crescendo.

-El teniente de vuelo Martin Arrowsmith.

El rey le impuso la medalla al joven, y luego le indicó con la mirada que "Alguien está muy orgulloso de usted". Al girarse, vió a sus padres entre los asistentes al acto, y como su madre se limpiaba las lágrimas con un pañuelo.

-El wing commander Jaume Bonfill, ex piloto de las Fuerzas Aéreas de la República Española.

El rey impuso la medalla al catalán, estrechando fuerte su mano. Le dedicó unas palabras en privado.

-Inglaterra siempre estará en deuda con usted, caballero.

Después, el mayordomo dió la palabra al presidente de la República en el exilio, Juan Negrín, que comenzó hablando en inglés.

-Permítanme ustedes hablar en mi propio idioma, pues creo que la ocasión lo merece.

Carraspeó, reanudando el discurso, ahora en castellano.

-Capitán Bonfill. Usted es, como tantos otros españoles, soldado en una guerra que pudiera no parecer la suya. Nuestra patria ha sido invadida por el fascismo, y por eso usted, como tantos otros buenos soldados de la República, ha decidido que la derrota de ese mal, de ese cáncer que se extiende por Europa y el mundo, es de hecho luchar nuestra propia guerra fuera de nuestras fronteras. Y yo le digo, amigo Jaume, que en realidad usted ha estado luchando por España. Porque todo aquel español que en cualquier parte del mundo, luche para derrocar el fascismo, estará luchando por su patria. Estamos fuera de nuestro país, pero llevamos en el corazón a nuestro país y los ideales que representa el gobierno legítimo de la República: igualdad, libertad y fraternidad. Los enemigos de la libertad, son pues nuestros mayores contendientes.

Miró al capitán, antes de proseguir.

-Es por ello que, en calidad de presidente de la República en el exilio, es para mi un honor concederle la mayor condecoración militar de nuestro país: la cruz laureada de San Fernando.

Hubo aplausos, y Negrín impuso la medalla a aquel hombre, estrechando su mano.

-Visca Catalunya -le dijo en voz baja- Y visca la República.

Hubo aplausos para todos, y luego Winston Churchill les dedicó unas breves palabras.

-Caballeros y dama. Gran Bretaña siempre estará en deuda con ustedes. Tanto si deciden quedarse al servicio de este país como marchar al suyo al término de esta guerra, siempre serán bien recibidos. Porque sepan que, gracias a ustedes, la esperanza de ganar este conflicto fue más cierta que nunca. Partieron en aciagos y oscuros días, como los que todavía están por venir. Prometí a este pueblo nada más que sangre, sudor y lágrimas... Pero ahora puedo prometerles que al final, venceremos.

Miró a los presentes.

-No importa cuanto tardemos, no importa cuanto suframos. Al final, venceremos. Porque no dejaremos que el mundo caiga bajo el dominio del fascismo, porque creemos en la libertad de los pueblos, venceremos.

Miró a los presentes, todos ellos.

-Por eso, y por haber salvado a este país de una invasión cierta, hago extensivas a todos ustedes las palabras que un día pronuncie, ahora reflejo de la hazaña de estos héroes: "Nunca tantos debimos tanto a tan pocos".

Los presentes aplaudieron, levantándose de las sillas donde estaban.