Partida Rol por web

- On etsiam isäl imsän, on netsiam eimod reamsän, on ya ropek eretnol.

- Salega de veros. No debés pecuparos por eya... koff.

La presencia de la dríada me deja totalmente embobada y asombrada, nunca vi un ser igual.

Miro a Skadi, miro a Opilaf y luego a los druidas para proceder a sacar de mi falda el objeto. Con él en mis manos, me acerco a la dríada y se lo enseño a la vez que hago una pequeña reverencia -Aquí lo tienes, ¿Qué puedes decirnos?-

Las raíces que rodean la gema han crecido considerablemente desde que Militsa la guardó en sus bolsillos. Assanÿa la mira concentrada, sin tocarla, como un felino acechando a un pequeño roedor, acercando poco a poco sus enormes ojos esmeralda. Podéis sentir el intenso olor a hierbas y musgo, como si todo un bosque habitase en el cuerpo leñoso de la dríada. El aura luminosa de la gema, hasta ahora inmutable, empieza a reaccionar a los movimientos de Assanÿa, al igual que las raíces, que empiezan a mecerse con los vaivenes de sus ramas.

Varias de estas ramas, verdes y jóvenes, que nacen y se retuercen desde distintas partes del cuerpo de Assanÿa, se acercan a la gema y a las manos de Militsa, rodeándolas y asiéndolas, formando con ellas un hermoso y geométrico entramado vegetal. Donde se unen brotan tallos y flores, y partes de la corteza de la dríada y de la piel de Militsa empiezan a iluminarse, del mismo verde brillante de la gema. Cientos de diminutas luciérnagas emprenden un armonioso vuelo, dibujando espirales a vuestro alrededor e iluminando la totalidad de la Cámara.

Assanÿa y Militsa permanecen un largo rato así, meciéndose como dos briznas de trigo bajo la suave brisa del verano, en silencio. Unidas por la gema y su poder, absortas en lo que está sucediendo, ajenas por completo al entorno, a Skadi, y a los druidas.

De algún modo, en tu interior, lo ves, lo sabes. El poder de la gema penetra por tus dedos, tus manos, recorre tus brazos, tu espalda y tu cabeza, hasta tus pies que tocan la sagrada tierra. Puedes ver con claridad, notas a Assanÿa, notas a Beory, las sientes, en lo más profundo de ti. Notas sus cuerpos, y sus mentes, aquí, en cada una de ellas, y al mismo tiempo en todas partes. El poder de la gema está en ti, a tu alrededor. Te ves en el centro de un enorme círculo espiral, donde infinitas criaturas, animales y plantas te sonríen, hermanas tuyas. La gema es el centro, el centro del círculo, el centro de todo. La gema no es sin ti, sin vosotras, sin la vida. Cual soporte, cual recipiente. La gema es el centro del Círculo de la Vida. El poder de Beory está en ella, la totalidad, la vida misma, todo está en ella. La gema, o la semilla, arraigará allá donde se encuentre, y un enorme árbol brotará de ella, un árbol que será el centro de un bosque, el centro de un círculo, y que no será sin ti, sin vosotras. La gema, o el huevo, eclosionará allá donde esté, y una hermosa criatura nacerá de él, más hermosa que Assanÿa, más hermosa que todas, y no será sin ti, no será sin vosotras. La gema es fuente de vida, es vida en sí misma. El fruto de Beory, su legado, sus hijas, hermanas todas vosotras entre sí. La mirada de Beory te sonríe, a ti, a Assanÿa, a todas las de este círculo de piedra. Beory vive en ella, en la gema, en la semilla, en el huevo. Todas son, pues todas son vida en sí mismas. Todas son vida, origen de vida, principio y fin. Todas son vida en ti, en vosotras. Y como la vida misma, también es muerte.

Ves cómo dentro de la espiral de luz verdosa, Militsa es atravesada por las ramas de Assanÿa, que la envuelve y la abraza a ella al tiempo que a la gema. Las ramas y las hojas perforan su piel, sus miembros, y la levantan del suelo en el aire, meciéndola y apoderándose de su cuerpo. De sus ojos brotan flores, de sus dedos nacen tallos y ramas. Ambas, Assanÿa y Militsa, no parecen ser conscientes de lo que sucede, y por un momento se funden en un único y hermoso ser vegetal. No sufren, pues sus rostros no expresan más que dulzura. Están en trance, en comunión con algo mucho más poderoso que todas las cosas de este mundo. El "abrazo" dura apenas unos segundos, y súbitamente todo muere. Al igual que ocurrió con el árbol del Santuario de Akerüm, las ramas, la vegetación, las flores y las hojas se secan, cayendo sobre vuestras cabezas como una lluvia dentro de la Cámara.

Cuando todo acaba, Militsa está en el suelo, con algunos cortes y heridas, y con un profundo sabor a tierra y óxido en su boca. La gema sigue entre sus manos. Assanÿa yace tumbada junta a ella, también herida, ligeramente marchita y cansada. Ambas se miran profundamente, viendo en lo más profundo de sus respectivas mentes, a través de sus ojos. Sus cuerpos ya no están unidos por ramas ni raíces, pero sus mentes quedarán de algún modo vinculadas para siempre. Miles de hojas y flores secas cubren el suelo de la Cámara.

Los druidas las miran atónitos, incapaces de reaccionar, sin saber exactamente qué ha pasado.

Lo que al principio se muestra como una hermosa escena ante mis ojos, incrédulos de lo que estaban viendo, no tarda en tornarse en algo muy diferente. Cuando veo como las ramas perforan la piel de Militsa echo la mano a mi espada y la sujeto con fuerza, extrayendo parte de la hoja de su vaina aun que sin llegar a hacerlo por completo. Contemplo atónica lo que está ocurriendo, sin saber qué está pasando ni qué sucede, para tan solo cuando al final mi compañera cae al suelo me lanzo de rodillas a su lado. La tomo para sujetarla, alzo su cabeza con suavidad en mi regazo, viendo como tiene algunas heridas.

—¡Militsa! —exclamo intentando comprobar cómo se encuentra, examinando sus heridas —. ¿Estás bien?, ¿qué ha pasado? —pregunto con rapidez, sin darle tiempo a contestar.

Me fijo entonces en la dríada y veo que también se encuentra en el suelo, entre flores marchitas y ramas secas. Tras ello intento buscar alguna explicación en los druidas pero en sus rostros puedo ver que están igual de confusos que yo.

Puedo sentir en un nivel más profundo la conexión que existe entre la gema y todo lo que me rodea, la vida que alberga en su interior posee una fuerza tan arrolladora, que es difícil de controlar y temo que me traspase.

Noto cómo mi cuerpo es sostenido por alguien, y tras salir del ensimismamiento en el que me encontraba junto a Assanÿa, miro a mi compañera – Skadi, estoy bien- respondo ante su preocupación con la voz muy débil – No podemos dejar “la vida” en las manos equivocadas- digo tratando de incorporarme con dificultad. Me fijo en las heridas que han aparecido en mis manos y agarro firmemente la gema para volver a guardarla en mi falda.

Miro directamente a los druidas – ¿Qué podemos hacer si ninguno de los presentes me parecen merecedores de tal privilegio?- pregunto señalando el agujero que comunica la Piedra del Altar

- Opilaf, después de todo lo que he sentido que va a suceder con la gema, el poder de vida tan grande que posee, ¿Cómo puedo tomar una decisión? ¿Qué otras alternativas existen a la votación por mayoría simple?-

A pesar de que dice estar bien no termino de creerla, pero asiento débilmente y le ayudo a incorporarse al notar que había perdido parte de sus fuerzas. Sus palabras me confunden un poco y escucho como no tarda en dirigirse al resto de druidas que hay en la Cámara. ¿Qué es lo que había ocurrido?, ¿qué había visto para hacerla cambiar de opinión?

—¿Qué... qué es lo que ha sucedido? —pregunto confusa, al igual que el resto parecen estar —¿Qué has visto?

No entiendo por qué ahora busca darle un destino diferente a la gema, ni por qué los representantes de las facciones no son lo suficiente para ella. Pero sin duda sabe algo que a mí se me escapa al completo. 

Los druidas parecen confundidos, mirándose unos a otros entre sorprendidos y dubitativos. Camyr y Bélkora se apresuran a asistir a la dríada, Feddur ayuda a Skadi a poner en pie a Militsa, y Opilaf se queda quieto, pensativo. El viejo druida enciende su pipa y le da una larga y profunda calada.

- El poder de la gema Koff! sa manifetado. Koff! Koff! El poder de Neta Disa Made Bery etá Koff! con nosotos. Sin ebago Koff! el Pato dÛdatär debe ser repetado, Koff! y tedemos kacatar Koff! loke decida Cócave. Koff! Koff! Nosotos no podemos Koff! desobedecer Koff! ete pato, pes dél depede Koff! la paz Koff! el ekilibi delAkiteba. Koff! 

- On sereikot eifoj Opilaf, on opedsom repamnerëk ikanitsof, on opedsom repirmitson oës. Beorÿ ajifat neas ejäm, esimal edifäd, eujof edifäd, urfot edifät, oufol edifät. Seuntar amdër, usiäj, ifefail. Seuntar sernopasifiläd iukradal, rop neikam edal thäp eduan ernoij.

Algo ha dicho Assanÿa que ha cambiado la cara a los druidas. Algo en su forma de pronunciar esas palabras y de dirigirse a Opilaf os hace prestar atención. La postura del viejo hacia la dríada pasa a ser de absoluta obediencia y respeto, y termina con una reverencia hacia ella.

- Una pargte del espíritu de la Diosa Madgre late en la gema. Assanÿa lo ha visto. Militsa lo ha visto. No podemos pergmitir que ninguno dellos lo tenga, debemos hacer algo. El Pactö d'Ûldatär es imporgtante, pero lo es mucho más el espíritu de nuestgra madgre, y el fgruto del que renacerá. Debemos tomar una decisión, si rompemos el pacto y robamos el Fgruto de Beory, los dgruidas tendgremos que ocultargnos, y seremos pgroscgritos para siempgre en estas tiergras.

- Romperemos el frágil equilibriö. ¿No hay otra forma de salfar a nuestra madrë?

-Entonces no hay tantas opciones...o dejamos que todo siga su curso y haya una votación o huimos con la gema. No hay porque poner en peligro a todos los druidas, convirtiéndoos en proscritos, si podemos ser tan sólo dos- miro fijamente a mi compañera, esperando que entendiese la gravedad del asunto. 

Era cierto que algo en mí había cambiado y tenía la necesidad de salvaguardarlo. Comencé a pasear en círculos pensativa, sopesando la opción que acababa de proponer y a medida que la imaginaba, más me costaba aceptarla -Aunque, no sé...tengo que pensarlo bien, ¿toda la vida huyendo? ¿Realmente era así como querría la Diosa Beory que protegiéramos su espíritu?-  me sumí en un silencio bastante largo, y tras meditar mis próximas palabras - Tal vez, debiéramos cambiar las condiciones y no el plan. De entre los presentes, debemos escoger a alguno y cambiarle las condiciones para obtener el privilegio de la gema. Tenemos que negociar, es su idioma-

- Je je koff! Las dos ocines sepe son jacer las cosas ben koff! o jacelas mal koff, koff! Repetar onol Pato Koff!

- El Pactö ha asegurado el equilibriö y la päz entre estas regionës durante siglös. Si hubiera un modö de respetarlö y a la vez proteger la Ssemillä... ¿qué propones, Sacerdotisa? El destinö del Frutö de Beorÿ está en vuestras manös, Skaðï y Militsä.

Miro a mi compañera -Si Skadi está de acuerdo, pienso que una buena opción sería poner ciertos límites o normas a la persona que elijamos. Como por ejemplo, asegurarnos que nosotras estaremos en todo momento custodiando la gema, imponer una amplia extensión de terreno donde puedan crecer árboles y nuestra Diosa pueda revivir, que sea un requisito a cumplir por el reino que consiga la mayoría. Además podríamos decidir entre todos, qué más requisitos podríamos pedir-