Partida Rol por web

Orbis 3: Uldatar [DM03/21]

05 La Votación

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02/04/2021, 21:45
Anwië Diherôth

—Entiendo.

La determinación de mi mirada debió hacerse palpable.

Sabía que las palabras del Druida eran sinceras... y sabía que lo que me pedía era un sacrificio mucho mayor que el que realizarían jamás el Alto Consejero y el Vitùr. Sin embargo... ¿qué podía hacer? ¿Huir? Era consciente de que el Barón tenía tantas opciones de recuperar mi reino como de sobrevivir a un asalto del Príncipe si la diosa Beory no colaboraba y si no poseía el poder del Artefacto. Además, si no hacía nada por evitarlo... ¿cómo lograría rescatar a Heimdallr?

Exhalé por mi nariz, como un marcado gesto mezcla de resignación y sarcamo a partes iguales. Aunque, finalmente, volví a poner semblante serio e hice un gesto a Naesän para que partiera cuanto antes.

—Busca a Lämh, y reuniros con los demás. Quiero que os alejéis lo máximo posible de aquí. Id hacia un lugar seguro...

Ninguno de los míos, que me habían seguido con disciplina y diligencia hasta aquí, perecería por salvar a las Enviadas; pues ellas en ningún momento se habían mostrado merecedoras de tal honor...

Tras ello, volví a clavar mi mirada al Druida... Esta vez era una mirada fría y afilada...

—Espero que la Diosa Beory sea generosa...

Y emprendí mi marcha lo más rápido que podía hacia el lugar que me había indicado.

...

No estaba cerca, tampoco lejos, pero el camino hacía allí se me hizo relativamente corto. Durante todo el trayecto, mi mente sólo estaba centrada en una cosa: recordar cómo se veía mi Reino. Aún era capaz de ver los árboles, imponentes que adornaban los jardines del castillo. Eran de madera fuerte, gruesa y oscura, con hojas de color violeta que se mecían al son del aire en los días de viento... A padre le gustaba así, decía que reflejaba la esencia de los Elfos Oscuros. También recordaba a mi hermano, cuando apenas éramos unos infantes, trepando valientemente hasta sus copas, a varias decenas de metros de altura, e invitándome con una sonrisa a acompañarle... Eran otros tiempos... tiempos que jamás volverían a repetirse...

Cesé mi avancé en cuanto llegué al lugar exacto... Una vez allí, me arrodillé y cavé en el suelo con mis manos desnudas. Cuando hice un hoyo lo suficientemente grande, saqué una pequeña daga que tenía en mi cinto y arranqué la gema que portaba mi vestido para finalmente depositarla en la tierra. Aquella gema que me regaló mi hermano y que tanto dolor me provocaba desprenderme de ella... Luego enterré el libro a su lado, pues sabía que portaba cierto poder mágico...

Y, finalmente...

Con la prenda oscura que portaba bajo la armadura, hice un jirón... Luego suspiré... y miré al cielo. Quería aterosararlo y guardarlo en lo más profundo de mi memoria. La luz que desprendía el sol, e iluminaba todo a su alrededor... Sería la última vez que lo viera con mis propios ojos.

La decisión ya estaba tomada después de todo. Era algo que había elegido. Y, aunque quizás cometería el peor error de mi vida... ¿tenía otra opción? ¿Podría escapar de allí si la huested del Príncipe no era frenada? Gü lo había mencionado... no sólo venían por el Artefacto, también por mí. Tarde o temprano, mis ojos me serían arrebatados... Prefería entregárselo a voluntad a la Diosa Beory antes que en contra de mi voluntad al Príncipe.

Quizás así... algún día podría recuperar mi Reino...

—No los necesito —dije a media voz, tratando de convencerme de ello—. He vivido toda mi vida desde que fui desterrada envuelta en la más espesa oscuridad... Nada cambiará ya... Nada será diferente...

Me tomé un último segundo antes de mirar al frente, llevar mis uñas a ellos y...

El dolor fue punzante y extremo que me hizo gritar de dolor hasta dejar de sentir las cuerdas vocales... Hubo momentos en los que pensé que desfallecería, especialmente cuando la daga cortó las articulaciones... lo peor era que aquel acto lo debía repetir hasta en dos ocasiones.

No pasó mucho tiempo antes de que mis lágrimas doradas se tiñieran de escarlata... y la luz dejara paso a una oscuridad aterradora y fría. Mi cuerpo se estremeció... pero no cesé en mi acto. Cuando tenía mis propios ojos sobre mis manos, palpé en la tierra... buscando el hoyo... y los deposité junto a la gema. Por último, lo rellené...

Con un último esfuerzo sobrehumano, me anudé el jirón de tela para taparme las cavidades oculares, que ahora permanecían vacías... y...

...mi mente poco a poco se nubló, hasta caer al suelo desfallecida e inconsciente por el dolor.

Notas de juego

He narrado como que no ocurre nada de camino hacia allí, pero si... ocurre algo, avísame y modifico, Tefrain.

Menudo tochaco me ha quedado. Que conste que había hecho un primer post huyendo, pero... Anwië merece un final honorable, xD. Además, fácilmente daría sus ojos si con ello puede recuperar su reino. Otra cosa es que... lo recupere... xD

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03/04/2021, 20:18
Ûldatär

Haces lo que Opilaf te ha dicho. Cruzas el arroyo en dirección a tu campamento, en dirección a Abatis, y allí entierras el anillo de tu familia, y su poderosa gema engarzada. Las ramas y raíces del árbol mágico, que ya es bosque, llegan hasta aquí atraídos por el poder de la gema. Varias raíces perforan la tierra y de ella emerge un tallo amarillo, dorado, luminoso, un tallo que se transforma rápidamente en un árbol de hojas doradas. El anillo ha sido devorado, asimilado por el ser vivo al que ha dado vida. De este nuevo árbol brotan más ramas y raíces que siguen expandiéndose por el bosque cercano.

Más allá el druida Feddur entrega una gema verde, y ocurre lo mismo, y más allá Camyr le imita, en una sucesión de brotes armónicos y exuberantes. En cuestión de segundos una espiral de poderosos árboles, de distintos colores, rodea el Rúmulo, y su poder se expande sin cesar en todas direcciones.

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03/04/2021, 20:34
Ûldatär

Antes de entregar tus ojos, ves cómo a tu alrededor brotan poderosos árboles de distintos colores. La mayoría verdes, luminosos, pero otros dorados, azules, rojos, en los colores de las gemas que se le entregan a la diosa Beory. Naesän es alcanzado y una gema le es arrebatada, de ella nace un árbol rojo. Un laberinto de ramas y raíces se teje en torno al Túmulo, y varias ramas de ciernen sobre ti, notando tu presencia, tu poder, de los objetos que llevas contigo, y también de tus ojos. el espectáculo es inaudito, será un bellísimo último recuerdo.

Tu acto es íntimo, un acto puro de amor, de entrega. La sangre cubre tu rostro y el negro invade tu mente. Sin embargo, en la más absoluta soledad, puedes notar cómo una planta brota ante ti, del pequeño montículo que contiene tus tesoros. Una planta poderosa, brillante, mágica, que es capaz de atravesar la penumbra de tu recién adquirida ceguera para deleitarte con una imagen nueva, hermosa, fascinante. Puedes percibir cómo las ramas se mecen al ritmo de una lejana canción de cuna, y cómo se acercan a ti, rodeándote, acogiendo tu cuerpo entre ellas y proporcionándote una profunda paz antes de caer exhausta por el dolor en tu rostro.

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03/04/2021, 20:53
Ûldatär

Las ramas y raíces siguen expandiéndose, absorbiendo el poder de otras gemas cercanas. Podéis ver al Alto Consejero Alantar entregando su anillo, y cómo de su gema brota un árbol luminoso, amarillento, dorado. Más allá Feddur entrega una gema verde, y un árbol verde brota de ella. Todos son árboles poderosos, enormes, magníficos, conectados entre sí y con los otros árboles y plantas del bosque. Las raíces van rodeando el Túmulo, formando un círculo, una espiral, de árboles mágicos, nutridos de gemas mágicos, concentrando y potenciando su poder de un modo jamás antes visto. Los propios druidas parecen sorprendidos del espectáculo que Beory os está ofreciendo.

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03/04/2021, 21:22
Ûldatär

Un nuevo bosque acaba de crearse en torno al Túmulo mediante el conjuro druídico Círculo de Poder. Un bosque engendrado a partir de la Semilla de Beory, hallada por las Elegidas en lo más profundo del Akerüm y sembrada por la Sacerdotisa Militsa y la Guardiana Skadi. Un bosque de árboles gigantes, luminosos, mágicos. Un importante lugar de poder, alimentado con las gemas que habéis aportado entre todos. A partir de ahora un importante lugar para la vida y la muerte, para la diosa Beory, y para la Vieja Fe Verde. Los árboles que cada uno habéis ayudado a crear mantendrán para siempre un vínculo con vosotros, y podréis acudir a ellos siempre que los necesitéis. Os proporcionarán sabiduría y poder mientras los cuidéis, mientras su salud sea fuerte. Todos forman un único ser vivo, enraizados entre ellos, conectados todos al Árbol Madre, el Árbol Sagrado de Beory.