Partida Rol por web

¿Valorar la compañía?

Siempre he valorado la compañía. La verdad es que sé verla como lo que es: Frágil, escurridiza y efímera. Nunca puedes saber si los compañeros de hoy seguirán ahí cuando el sol conquiste el horizonte por la mañana, ni si el camino hará que te vuelvas a cruzar con los de ayer. Pero eso no significaba que recorrer el mundo en solitario no sea una experiencia miserable. Por efímeras que sean, los seres vivos necesitamos relaciones de algún tipo. Algo que nos recuerde que no existimos solos.

Y aun así... ¿Ayuda? No sé si alguien puede ayudarme con esto.

Además... en ocasiones la voz de Zanduräs ha sido demasiado alta. Demasiado clara. En otros tiempos me habría vangloriado de que Vanguardia nunca había caído sobre nadie que no lo mereciera. Ahora... ahora ya no puedo decir lo mismo. Hay días que apenas puedo vivir con el peso que eso causa sobre mi. Días en los que pienso que Zulira se equivocó. Que yo no puedo portar un poder como este. Y hay otros días en los que el arrepentimiento desaparece, y lo único que queda es un pensamiento sádico que se dice a si mismo que no hay nada de lo que arrepentirse.

Pese a todo, sigo adelante. Esa es la única constante. Porque incluso cuando estoy embriagado con el poder hay una constante que se mantiene: Mi determinación porque mi cabeza vuelva a pertenecerme.

Entonces obtienes estos dos nuevos Talentos:

Mirada de Zanduräs: has aprendido a usar la Maldición de Zanduräs en tu propio beneficio, pero cada vez que lo haces te acercas más al Kaos. Aumenta +1 tu propia Korrupción y haz una tirada de MM+Magenta contra la Voluntad de un enemigo que pueda ver tus ojos. Si la superas elige una (el coste se aplica tanto a ti como a tu víctima): ¡Korrë! de ti aterrado / ¡Kietö! queda paralizado unos segundos (+1Fatiga) / ¡Akatä! una orden rápida que le des de inmediato (+1Fatiga) / ¡Kaë! inconsciente (+1Korrupción) / ¡Kuentä! puedes leer en su mirada (+2Korrupción) / ¡Enlokecë! destruyes su mente (+3Korrupción).

Aspecto sombrío: puedes añadir tu valor de Korrupción cuando hagas una tirada de Presencia para intimidar, imponerte, infundir respeto mediante la violencia, crear rechazo, someter, domar o alguna acción social o relacional similar.

En cuanto a tu equipo, a tus pertenencias, ¿has encontrado alguna cosa de valor durante estos años? ¿Has robado o arrebatado algo a alguien, ya sea amigo o enemigo?

Por otro lado, ¿cuánta Korrupción corre ahora mismo por tus venas? Tira 1d6 para averiguarlo.

El tiempo no tuvo piedad con mi peto. Aunque la base de la armadura sigue siendo la misma, no tuve más opción que reforzarla, aprovechando la coraza que arrebaté a uno de mis enemigos. De mis hombros cuelga también una pesada capa negra, aunque ya apenas puedo recordar el rostro que tenía su antiguo dueño, ni tampoco si era un enemigo o un amigo.

En la luz o en la oscuridad, Vanguardia sigue siendo la primera en dar el golpe y lo último que ven mis enemigos. Si bien he tenido que acudir a un herrero para reforzarla y repararla en más de una ocasión, la esencia del arma sigue siendo la misma.

Pero no hay nada más que eso. Quizá el único consuelo que me queda es que, por tantas cosas terribles que haya podido hacer, no he terminado de convertirme en un saqueador.

Estas son tus cosas ahora:

Vanguardia ha sido muy maltratada este tiempo, y como afirmas, has debido repararla una y otra vez, tanto que ha cambiado. Elige una de las dos opciones:

Corría. Corría hacia unos árboles azules, que sin embargo se alejaban cada vez más. En torno a mi, estaba el bosque, creciendo verde, rojo, amarillo, violeta... y todos los árboles se reían, mientras lanzaban encima mía millones de hojas de color térreo y oscuro. De pronto se alzaban sobre mi, cerrándome el paso. Empuñaban entonces martillos, golpeando y golpeando gemas azules, destrozándolas entre brillos y astillas, cantando en Khuzdul. Entonces las miraba y las intentaba detener con las tres espadas, la mía, la de mi padre y la de mi madre, pero se convertían en gigantescas y no podía levantarlas.

Y llegaba la ola de negra Oskuridad, mientras el sol magenta decía: -Me has deshonrado...

Otra vez.

Otra variante de la misma pesadilla.

Me había incorporado de pronto, dejando apenas caer los harapos que tenía como manta. 

Por suerte esta vez no había chillado, y nadie se había dado cuenta. 

Los últimos años, tras volver del Cónclave, habían sido peores a cada minuto. Y sentía que era yo quien los había provocado. Había fracasado, y había condenado al mundo. Estaba convencido de que si hubiera podido poner las gemas en el bosque... 

Incliné la cabeza y sollocé. Amargamente, silenciosamente, sin lágrimas. ¿Estaría maldito, ya que todo lo que tocaba se estropeaba? Y lo que era más terrible, ¿quizás por eso mis padres murieron, defendiéndome de alguien que querría eliminar la maldición? 

Cuando el Aurjammer Gran Maestro Rûniko Thaûberin me destituyó y quitó el anillo de Vitûr al volver, acepté humilde. Le había deshonrado. Si. Pero cuando me mandó a las minas del norte, a dirigir a mineros gnomos de carbón, me dolió. De hecho, despedí de malos modos a Eynja, que se había mantenido a mi lado fielmente. No hablé de mi situación ni a Berod ni a Trea, ni a Opilaf, ni a ningún conocido. Y comencé a sentirme muy sólo. Se que traté a los gnomos de malos modos, intentando que aumentaran la producción, para volver a conseguir el favor de los enanos. Hasta que llegó el accidente. Y murieron todos los gnomos del turno que estaban en la mina, hundiéndose los túneles. 

Huí. Dejé todo y me convertí de nuevo en un bardo errante... pero nada era igual. El Kaos y su Príncipe comenzaron a invadirlo todo, y yo simplemente iba de un campamento de gente que huía a otro, cantando algunas baladas para comer... los restos de otros. Con todo el poder que había tenido, me sentía hundido y miserable. Y estaba más lejos de saber qué pasó con mis padres. 

La destrucción del reino enano me dolió. Había sido mi hogar. Entonces algunos enanos que huían me reconocieron, y unimos nuestros caminos, y gracias a mi se pudieron refugiar en Abatis. Allí de pronto se encontraban todos aquellos que habían huído del Kaos y lo combatían. Yo, sin dejarme ver, fui testigo de la llegada de Militsa, vi al odiado Alantar vistiendo las ropas de Paladín, y a otro que no conocía. Y me sentí interpelado por las palabras de los sacerdotes... ¿La sombra? La sombra... quizás sea yo...  

En algunos segmentos del filo el uso ha conseguido que quede menos afilada de lo que me gustaría, pero cuando golpea de forma precisa es más fuerte que nunca.

Siento muchísimo que las cosas te hayan ido así. De verdad, de todo corazón. Prometías mucho; ya desde Adalas tenías un futuro prometedor. Pero ese druida Opilaf te auguró algo que ha resultado ser un gran lastre para ti, algo que te ha acompañado toda tu vida, desde que saliste de la aldea y abandonaste a tus amigos. Puede que incluso antes, desde que tus padres murieron.

Las calamidades te han perseguido. En Ûldatär ya te convertiste en el responsable del auge del Kaos, y del principio del declive de aquellos que alguna vez confiaron en ti, como el pueblo de Anelûk. Quizá hiciste bien en esconderte en las minas, y luego en alejarte y huir.

Pero esa sombra jamás te abandonó. Al contrario. En los momentos de soledad estuvo contigo, de algún modo. Durante este tiempo te ha hecho más fuerte, más audaz. Pero al mismo tiempo no ha traído más que desgracia a aquellos que han compartido tiempo contigo y han terminado confiando en ti, como Eynja.

La Sombra ha crecido, se ha hecho más fuerte, y a ti con ella. Ya no es sólo un augurio, es una realidad. Tu realidad.

Tu equipo:

Tus talentos:

Bardo miserable (+1Magenta): entonando una melodía o recitando un poema, eres capaz de inspirar o desalentar a tres criaturas a tu elección, siempre que puedan oírte. Haz una tirada de MM+Parda para inspirar (+1d6 en la próxima tirada) o de MM+Magenta para desalentar (-1d6) contra sus valores de Voluntad. Si no obtienes ningún éxito aumenta en +1 tu propia Korrupción.

Sombra (+2Magenta): algo oskuro y poderoso habita tu interior. Algo que te hace más fuerte a la vez que korrompe tu alma. Con cada resultado mayor que 15 en cualquier tirada que hagas, tienes que elegir una: poner a 0 tus Heridas o tu Fatiga y aumentar en +1 tu Korrupción / aumentar en +1 una Habilidad y aumentar en +1d3 tu Korrupción.

Resistente (Vigor+2): tus años en la mina no sólo no te mataron, sino que te hicieron más fuerte. Además, cada vez que recibas daño, puedes asumirlo como Heridas, Fatiga o Korrupción, según elijas en cada momento.

Engatusador (Presencia+1): siempre has adivinado lo que los demás quieren y has sabido sacar partido de ello. Sabes cómo seducirles para que confíen en ti y te confiesen sus intenciones y sus más profundos anhelos. Aumenta en +1 tu Korrupción para hacer una pregunta al máster sobre otro PJ o PNJ con el que estés hablando. Adicionalmente puedes hacer una tirada de Presencia contra la Voluntad de un PNJ para obligarle a que haga algo sencillo o cambiar su modo de parecer sobre algo.

Estúdialos bien, pues son lo que eres, lo que has sido, y lo que probablemente serás. Por sí mismos no son gran cosa, en tu mano está hacerlos poderosos, hacerte poderoso. Crecer con ellos o acabar sumido en el abismo de la Oskuridad.