Partida Rol por web

Al fijarte en las ruinas de la ciudad, te percatas de que la arquitectura no es como la que conoces. Las calles y las casas, los edificios en general, estaban construidos de forma distinta a los que has visto durante toda tu vida. Como si sus habitantes no temieran a la lluvia, o como si no quisieran protegerse de ella. Así, no hay tejados ni zonas cubiertas, sino al contrario, espacios para almacenar agua similares a abrevaderos, diques y canales. Observando los esqueletos, comprendes que no son, no eran, humanos. Sí que tenían dos piernas, y dos brazos, y cabeza, pero no eran humanos, eso está claro. Algunas partes te recuerdan a las espinas de los pescados.

Algo se mueve cerca de vosotros. Una piedra rueda un par de metros hasta detenerse. Una sombra retrocede, ocultándose. Un brillo de dos ojos se esfuma. Lomo Plateado se pone tensa, alzando sus orejas, mirando fijamente en esa dirección, pero no se separa de su amo Eranor.

Lo que sea que os esté vigilando está ahí, en esas ruinas, muy cerca de vosotros. Lo que sea que os esté siguiendo, se esconde de vuestras miradas, se oculta de vosotros.

En el aire hueles a pescado, a humedad, a pantano. En dirección a lo que sea que se esconde descubres huellas. Unas extrañas huellas húmedas, huellas que retroceden despacio. Huellas de un ser bípedo, menudo, de poco peso.

-Me temo que esta criatura ha elegido este sitio por el poder que trasmite, no creo que sea casualidad que el portal nos hiciera aparecer aquí, siento que este lugar posee una energía especial- comento a mis compañeros mientras me sobresalta el movimiento de una piedra -Creo que debemos salir lo más rápido posible de aquí, la presencia que sentíamos ha cometido la imprudencia de tropezar- susurro - Y estos son los dominios del Abeloth, aquí no hay cabida para nadie más que él, será más sensato esquivarlo que enfrentarnos a él- digo mientras señalo el montón de huesos al lado del resto de piel.

Asiento a las palabras de Militsa. Ya tendríamos tiempo de ocuparnos de todas y cada una de las criaturas de la Oskuridad cuando hubiéramos liberados a los Orbis del yugo del Kaos. A menos que sea absolutamente necesario enfrentarnos a ellas, deberíamos evitar a todas las criaturas que nos desvíen de nuestro objetivo.

Alejándome lentamente de aquella zona continúo nuestro camino. En voz baja, hago notar a mis compañeros que los esqueletos que nos rodean no son humanos.

- ¿Os habéis fijado en esos restos? A primera vista pueden pasar como humanos, pero mirad... tienen algunas partes similares a las espinas de los peces.

Según avanzamos les hago fijarse también en las edificaciones que nos rodean.

- Y mirad, los edificios no tienen tejados. No es que se hayan caído, en la arquitectura se nota que nos los han tenido nunca... Jamás oí sobre un lugar así.

Eranor percibe la presencia, huellas, olor y ruidos, de un pequeño ser bípedo. Y trata, con disimulo, de obtener más información de el, forma, distancia a la que se encuentra, etc. Y en voz baja comenta a sus compañeros.-Hay una pequeña criatura bípeda que nos observa desde las sombras, disimulad, no llaméis su atención.-Y en voz un poco más alta, añade:-Esta claro que tenemos que salir rápido de aquí, y tratar de no llamar la atención, o el Abeloth caerá sobre nosotros.-La situación era complicada, un pequeño ser cerca, de cuyas intenciones nada podíamos saber, y un monstruo que también podría estar en las inmediaciones, y con el cual un encuentro, podría resultar fatal. Eranor se centro en tratar de salir de las ruinas, sin hacer ruido y pasando por lugares que no estuvieran muy expuestos. Y de paso, en tratar de averiguar algo más, de este ser bípedo. Podría ser un descendiente de la antigua civilización que pobló el planeta. Pero podría estar en un estado de salvajismo, y probablemente no podrían comunicarse con el. Pero si les seguía, trataría de apresarlo, sin hacerle daño. Necesitaban información, estaban muy perdidos y no andaban sobrados de tiempo. 

Decidís ignorar al ser que os observa desde las sombras y seguir vuestro camino hacia la vasta llanura que se extiende desde la parte baja de la colina hasta los lejanos canales luminiscentes. Caminar por estas ruinas no es fácil, menos aún sin hacer ruido ni llamar la atención.

Es paisaje es muy parecido durante todo el descenso, exceptuando la descomunal muda escamosa. Las ruinas están salpicadas de esqueletos, de restos de extraños cuerpos consumidos hace siglos. A cada paso que dais notáis más ojos a vuestro alrededor. El olor a pescado cada vez es más intenso. Los seres que os observan cada vez son más, pero no os atacan, ni se aparecen ante vosotros. Permanecen ocultos entre las piedras y algunos troncos calcinados, observando, pacientes, silenciosos.

Cuanto más os acercáis a la llanura, con más detalle podéis discernirla. Y ya muy cerca os sorprendéis al descubrir que no es una llanura, sino una marisma. Una marisma de tranquilas aguas, silenciosa, plagada de arbustos y troncos secos de los que cuelgan fétidas lianas. La humedad es casi asfixiante, y el olor insoportable. Numerosos charcos os hacen dar largos rodeos. Pero no todos contienen agua putrefacta, otros, muchos, contienen sangre, o una mezcla de ambas. Y la marisma, vastísima hasta el horizonte, hasta los ríos de luz, es escarlata.

Son varios, alrededor de una docena, los seres pestilentes que os observan desde las ruinas. No parecen agresivos, al menos de momento. si lo fuesen ya os habrían atacado. Son más, y conocen este lugar mucho mejor que vosotros. No les sería difícil acabar con tres aventureros extraviados. Has podido distinguir los enormes ojos de alguno, en las sombras, o un brillo similar a una lanza junto a otro. Observas a cada paso que das, tratando de identificarlos. Nunca has visto nada igual. Notas su olor a pescado, un olor húmedo y fétido. Adivinas pieles escamosas, resbaladizas. Intuyes crestas y branquias. Empiezas a pensar que son una especie muy distinta a los humanos, quizás una mezcla, una evolución, de los que habitaron aquí. Os vigilan, os observan, de eso no hay duda. Pero ¿se ocultan de vosotros?

Algo sí tienes claro. Si fuesen una amenaza Bòlcs estaría a tu lado.

A cada paso el paisaje era más dificultoso por lo que debía ir con cuidado para no tropezar y entorpecer la marcha. Un fuerte y pestilente olor de aguas estancadas acompañado de restos de troncos definía el nuevo paisaje que tendríamos que atravesar.

-Es desolador encontrarnos en nuestro camino los desastres que ha dejado a su paso el Kaos- manifiesto a mis compañeros tratando de no perder la esperanza en el éxito de nuestro cometido.

Eranor estaba muy confundido, eran unos 12 y no se escondían de ellos, no parecían una amenaza, de querer atacarles ya lo habrían hecho. Y Bòlcs estaría a su lado. -¡Alto! En ocasiones vemos enemigos, donde no los hay. Hay 12 que nos observan, pero no nos han atacado y podrían haberlo hecho, estamos en su terreno y son muchos mas. Voy a dirigirme hacia ellos con las manos en alto, voy a tratar de contactar, no creo que pueda entenderles, pero tal vez nos puedan ayudar y no parecen hostiles. Ellos viven aquí, y nosotros lo desconocemos todo. Probablemente se estén ocultando del Abeloth y sientan curiosidad por nuestra presencia.-Con las manos en alto, bien alejadas de las armas, me dirijo de la forma más tranquila y menos agresiva posible, hacia el grupo más cercano. Quiero que vean que estoy desarmado y que quiero tratar de comunicarme con ellos, pero hacerlo fuera de la vista del Abeloth. En voz baja trato de comunicarme, supongo que no me entenderán, pero un todo amigable y unos pensamientos y rostro honrados y benévolos, tal vez sea algo que puedan comprender.-Hola, no somos enemigos, necesitamos ayuda.-

Un horrible hedor nos acompaña desde hace ya parte del camino y nos sentimos  observados por cada vez más ojos. Eranor tiene razón, nos superan ampliamente en número y conocen el terreno, y no nos han atacado. Quizá les provoquemos curiosidad, o quizá estén estudiándonos para descubrir nuestros puntos débiles. 

Si es el segundo caso, no tenemos ninguna oportunidad. No nos queda más remedio que intentarlo por la vía diplomática... y ojalá funcione.

Avanzáis con sigilo, hasta que Eranor habla a los seres que os observan desde entre las ruinas. Por un momento nada se mueve, como si de repente ya no estuvieran ahí. Pero finalmente algo se agita, oís unos curiosos sonidos, como un arrullo, y una silueta avanza hacia vosotros. Acto seguido las demás comienzan también a moverse. El fuerte olor a pescado podrido ya es innegable, los cuerpos brillan bajo las sombras, húmedos, aferrados a rudimentarias armas.

Las criaturas, de ojos profundos, crestas y piel escamosa, os rodean, acercando sus filos a vuestros cuellos. Son seres azulados, verdosos, violetas, de colores llamativos en contraste con el entorno que les rodea. Los hay más fuertes y más menudos. Os recuerdan a iguanas, a lagartos o a anfibios. Uno de ellos, el que parece ser el líder, toma la palabra. En apenas un audible susurro, como no queriendo alzar demasiado la voz, os saluda, sin dejar clara su actitud hacia vosotros:

- Hola. Viajeros deluz.

No dice nada más, pero sigue mirándoos fijamente. Tampoco da orden a sus compañeros para que bajen las armas, que confirmáis muy bien afiladas a la escasa distancia que las separa de vuestros rostros. Esperan pacientes, curiosos, temerosos.

Eranor era lo peor en el trato con los demás, y lo sabía, su vida como explorador y cazador, y su posterior servicio como batidor, le ponía muy pocas veces en la necesidad de hablar con los demás. Su acción, había tenido una reacción, pero no veía que esta fuese la mejor. No había sido la peor, puesto que todavía no les habían atacado, pero estaba claro que estaban a punto de hacerlo. Había esperado que alguno de sus compañeros tomase la iniciativa de hablar con estos pobladores de las ruinas, por mal que lo hiciesen, sería mejor de lo que el podría hacer. Pero, tendría que continuar intentándolo, a ver si no acababan todos ensartados en el proceso. Mantuvo la calma, cosa que si sabía hacer a la perfección, y con las manos bien visibles y lejos de sus armas, se dirigió al que parecía el jefe del grupo.-Hola, habitantes de este mundo. No tenemos intenciones de haceros ningún daño. Nuestro mundo esta a punto de ser devorado por la Oskuridad, y en un acto desesperado, ocasionado por la extrema necesidad en la que nos encontramos, hemos venido a parar a este lugar. Sin intenciones hostiles hacia vosotros, todo lo contrario, ya que necesitamos de amigos, o al menos de aliados. Tal vez haya algo en lo que podamos ayudaros, y a cambio podáis informarnos, de donde estamos y como es este lugar, del que todo desconocemos.-Sin ninguna confianza en sus capacidades, que tenía bien claro que no eran las sociales, miró a sus compañeros, que seguro que en esto eran más capaces, y la situación era grave, conseguir unos aliados, era fundamental, si querían tener alguna oportunidad de éxito en su desesperada misión. En realidad, nada sabían de que era lo que tenían que encontrar. Ni tan siquiera, si podrían regresar a su mundo. 

Trataba de pensar las mejores palabras con las que me dirigiría al grupo, cuando Eranor tomó, de nuevo, la iniciativa algo que me hizo unirme sin pensarlo a su discurso. Sabía que tenía cierta destreza con las palabras cultivada hace años desde que en mis orígenes tenía que convencer de mis conocimientos a los pacientes que había dejado huérfanos mi tío.

-Saludos, mi nombre es Militsa soy druida del triángulo de la vida y junto a mis compañeros Eranor y Alantar hemos llegado aquí desde un portal que se abrió Prin Lumi en Abatis, con la misión de acabar con el Príncipe del Kaos.

Somos conscientes de a lo que nos enfrentamos y me temo que no es casualidad que el portal nos haya dejado en unas ruinas custodiadas por estatuas que representan a la civilización poderosa de la que provienen, si no me equivoco. Estaríamos muy agradecidos si pudiéramos contar con su ayuda para realizar nuestro propósito-

Por último, tomé la palabra, por si servía de algo para despejar las dudas de aquellas criaturas de que veníamos a traer la Luz a su desolado mundo.

- Mi nombre es Alantar Reginloc. Soy Paladín de Pelor, El Brillante. Hemos llegado aquí buscando salvar a nuestro mundo de la Oskuridad y necesitamos su ayuda. Veo que son poderosos guerreros. Sin duda serían una ayuda inestimable en la lucha contra el Kaos consumidor de mundos.

No tenía nada más que añadir a lo que ya habían expuesto mis compañeros.

Algo en Eranor no gusta a los recién descubiertos habitantes de este lugar. Puede que haya algo en la voz, en la apariencia, o en el olor del explorador que les provoca rechazo. Su líder bufa, y el resto de squalidos acerca un poco más sus armas a vuestras gargantas. Sin embargo cuando Militsa y Alantar se presentan la actitud de todos parece cambiar. Se miran, os miran, y miran alrededor. Inquietos, como si temieran que algo sucediese de repente. Durante un momento permanecen así, atentos, escuchando el viento, mirando en todas direcciones, sin hacer ni un ruido. Pero nada ocurre.

- Hola Militsa. Hola Alantar. Mi nombres Uleq. Sois enemigos deOskuridad. Sois amigos. Los dioses no vienen aquí. Nadie viene aquí. Nunca. Olvidados durantesiglos. SóloSombras vienen. Sólorostros dePlata. Hablaremos. Pero enlugar sinruido. Venid. Seguid ensilencio.

Uleq os estudia mientras dice estas palabras. Los demás bajan las armas, pero no se relajan ni abandonan su estado de alerta. Algunos recogen los huesos blanquecinos esparcidos cerca de la gigantesca piel escamosa. Cuando terminan, Uleq os hace un signo que desconocéis, y emprende una frenética carrera colina abajo, hasta llegar a la marisma de sangre. Los demás le siguen, demostrando una gran agilidad y un portentoso sigilo. Allí se detienen. Uleq señala el agua putrefacta, y luego vuelve a hacer el mismo signo.

Respiro aliviada cuando el líder pronuncia las palabras “ sois enemigos de la oskuridad, sois amigos” me reconfortaba poder contar con su ayuda, ellos conocían el terreno y tenerlos de nuestro lado era una gran ventaja.

Guiados por ellos nos dirigíamos hasta un sitio más tranquilo donde poder hablar, avanzaba tratando de seguir su rápido paso, estaba claro que no estábamos a salvo, pero al menos tenía la esperanza de pronto estarlo.

Eranor respiró aliviado cuando sus compañeros tomaron la palabra. Era muy consciente de sus limitaciones, y el trato con los demás era una de ellas. Al menos, logró que no les atacarán y tras el contacto inicial, parecía que la tensión había disminuido. Les condujeron a un lugar más tranquilo para conversar, cosa que dejaría a sus más hábiles compañeros de aventuras. Se limitaría a estudiar los lugares y los habitantes de este mundo, interviniendo en la conversación con estos seres, tan solo cuando fuese necesario, o en busca de alguna información o pista que pensase, pudiera resultarles de interés. Pero de momento, mejor mantenía cerrada su boca, para no entorpecer la conversación. Procura mantener en todo momento una actitud tranquila y que no resulte amenazadora para estas gentes. Y mantiene junto a el a Lomo Plateado, no sea que le tomen por una amenaza. El hecho de que ellos mismos se considerasen enemigos de la Oskuridad, y les considerasen amigos, era un muy buen comienzo. Podían tratarse de aliados potenciales, así que no podía estropear las cosas, se mantendría atento, pero en un segundo plano en las conversaciones, al parecer su presencia les ponía nerviosos.