Partida Rol por web

El Altaïr II es un barco más espacioso de lo que parece a simple vista. Además de unos potentes motores, cuenta con bastante espacio de carga y doce camarotes (ocupados más de la mitad de ellos); el buque es un pequeño barco que parece un pesquero de tamaño medio, pero en cuyo interior se esconde el cuartel general de los Asesinos.

Obligados a desaparecer debido a la Gran Purga, Gavin Banks, el nuevo líder de la orden de los Asesinos, convirtió el otrora barco activista antiballenero en una fortaleza móvil. Cierto es que casi no cuenta con potencia de fuego (solo una pequeña ametralladora desmontable para disuadir a piratas y un lanzagranadas para casos especiales), pero, como a aquellos a los que alberga, su virtud estriba en su capacidad para moverse sigilosamente, con gran velocidad y su letalidad al dar un golpe en el sitio adecuado en el momento adecuado.

Pese a que Gavin es el que está al mando de la Orden, es Susan Drayton quien capitanea el barco; no en vano, es ella la dueña del Altaïr II. Eric Cooper, escocés, es el piloto, y un tipo con poca paciencia para las bromas. Entre los otros tripulantes, se encuentra Emmanuel Barranza, el instructor y armero del barco; así como la Dra. Stephanie Chu; Emmet Leary (encargado de los ordenadores); Galina Voronina, experta Asesina rusa; o los hermanos Nodar y Akaki Nindize, chef e ingeniero jefe respectivamente. Y por supuesto, tú. Tu puesto en la tripulación es, junto a Gavin y Galina, ser el agente de campo. Hacer el auténtico trabajo de asesino: colarte en lugares impenetrables, obtener información de maneras poco convencionales, y sobre todo, asesinar.

La vida en el Altaïr II no es cómoda. A los racionamientos de comida, hay que sumarle el mal de mar, que a veces os provoca mareos (especialmente los primeros días), el lento pero constante jet lag, la frustante sensación de que vuestra llegada al siguiente puerto puede ser interceptada por los Templarios, y estar a merced de los elementos. Pero también es una vida satisfactoria. Cada vez os acercáis más a conseguir vuestros objetivos de resucitar la Orden. Los Asesinos en Japón han resultado estar disueltos, con solo tres o cuatro de ellos vivos y activos en el momento (tú y tu maestro entre ellos), pero en Colombia, los Asesinos Caribeños se han reorganizado y han empezado una guerra contra los narcos, pagados por los Templarios; los Asesinos Levantinos, asentados en Turquía, han empezado a reorganizarse, y se han reunido con algunos otros Asesinos en Grecia y Europa del Este. Incluso habéis recibido noticias de que la Orden se ha vuelto a poner en marcha en California, bajo las misma narices de Abstergo. Sin embargo, no todo es positivo. La célula de Asesinos Africanos ha sido brutalmente asesinada; los pocos Asesinos que se refugiaban en Londres (refugiados españoles, franceses, y por supuesto, británicos) han sido encontrados y eliminados; y hace cuatro días que habéis perdido contacto con Jehann Maenpäa, el lider de los Asesinos en Finlandia y que coordinaba las operaciones del norte de Europa. Por cada golpe que os asestan, vosotros propináis otro. Pero vuestros efectivos son muy limitados, mientras que los suyos son muchos. La guerra se prevee larga, a no ser que un golpe de timón la haga girar hacia uno u otro bando.

Y un golpe de timón es lo que te saca de tu sueño. No está siendo una noche agradable a bordo del Altaïr II. Fuera, el cielo está partiéndose, y escuchas las olas que golpean y zarandean el barco antes de que golpeen y zarandeen el barco. Te tocaba guardia en 10 minutos, pero parece que el destino o lo que sea quiere que te despiertes antes. Te diriges hacia cubierta, donde encuentras en estado algo alarmado a Gavin, Eric y Susan. Los tres te miran.

- ¡Justo a tiempo, Hiro! ¡Necesitamos que nos eches una mano y ahora mismo!

Sale contigo a la cubierta, donde está lloviendo. El barco se zarandea peligrosamente a un lado y otro. Gavin señala hacia arriba, a la parte encima de la cabina del barco donde reposan las antenas.

- ¡Hay una antena que se ha caído! ¡Sube y asegúrala! Resulta que es un sónar que envía información hacia nosotros de cualquier barco en 300 millas a la redonda. ¡Detectamos un barco cerca, y creemos que puede ser un barco Templario! ¡Corre!

Cuando Hiro aparece en la cubierta, no es para dar un paseo. Su estómago está revuelto y la cena da vueltas dentro de él. Mira a Gavin y los demás mientras éste le habla y le implora que suba a reparar una antena. Cuando Gavin termina de hablar, puede ver cómo Hiro, con cara de compungido, hace un gesto típico japonés agachando la cabeza, en respuesta a la orden de Gavin. Como diciendo "A tus órdenes, voy para allá".

Después se gira y va corriendo bajo la intensa lluvia hacia una banda del barco, en lugar de dirigirse a la torre de las antenas. Apoya los brazos en la banda y los demás lo ven de espaldas. Aunque no se vea lo que está haciendo, queda bastante claro. Está expulsando los restos de la cena que quedan en su estómago por la borda. 

Ven también desde donde están, cómo se limpia la boca con una manga, se gira y ahora corre hacia la torre de antenas. Comienza a subir intentando que el zarandeo del barco no le afecte, ni tampoco la lluvia. 

El barco se mueve con tanta violencia que Hiro tiene muchos problemas para llegar hasta la parte más alta*. No es difícil encontrar la antena caída. La agarra y la coloca en su sitio, terminando de asegurarla con algo de cinta americana (los asesinos a bordo siempre llevan cinta americana para asegurar las cosas en el barco). Aunque el barco se zarandea, Hiro logra ponerse de pie, y observar más allá de las olas y la proa del barco. 

Muy a lo lejos, en el horizonte, hay un inmenso resplandor. Hiro deduce de donde viene: Bangkok. Hace varios días que están yendo hacia la capital de Tailandia, aunque Gavin aún no se ha dignado a explicar al japonés porqué.

Cuando bajas, ves a Gavin, Eric, Susan y un recién incorporado Emmanuel. Los tres miran el radar con serio aspecto.

Cuando Hiro está arriba, vé el resplandor de una ciudad a lo lejos. Frunce el ceño para enfocar mejor y evitar que le entre agua de lluvia en los ojos. Efectivamente es Bangkok. La conoce bien. 

-Maldita sea. ¿Bangkok? Podríamos haber quedado allí directamente y me hubiera evitado el viaje de ida y vuelta... Y el vuelo desde Hokkaido también habría sido más barato. 

Hiro baja con cierta dificultad por el insistente mareo y restos de comida que intentan salir de su esófago. Cuando llega a donde están los demás y observa cómo miran la antena, llega a la conclusión de que piensan que no ha sido un gran trabajo y que posiblemente no aguantará mucho. Pone los brazos en jarra y los mira uno a uno. Se detiene en Eric.

-¿Qué? ¿Tú y tu abdominal lo haríais mejor? Bromea levantando un poco la voz, ya que con el ruido de las olas y del viento, no se oye del todo bien. 

Luego se dirige a Gavin. 

-Desde ahí arriba se divisa Bangkok. No lo sabía. Tengo que acercarme por el puente más a menudo. 

Eric gruñe.

- Tú ocúpate de poner bien la señal y yo me ocuparé de que no nos matemos con esta puta lluvia. Y mantén la comida en el estómago, Nodar se pasa mucho tiempo cocinando para que lo eches todo a la primera ola que nos encontremos.

Hiro sonríe. Le divierte ver a Eric mosqueado. 

-De mantener la comida en el estómago ya te ocupas tú. Dice riendo y acercándose un poco a Eric para darle un par de golpecitos en la panza. Después se aparta rápidamente para evitar que éste le lance un golpe o algo parecido. 

Eric levanta el puño, pero Gavin interrumpe la pequeña competición de egos.

- Basta. Gracias, Hiro, por colocar la antena. No te vayas, es posible que te necesitemos. Susan, haz el favor de despertar a Emmet. Emmanuel, prepara la lancha para Hiro.

Habla rápidamente con Eric y se gira hacia ti.

- El barco que hemos detectado es un guardacostas, pero tiene a bordo a un tipo llamado Jeff Huey. Es americano y Templario. Es el encargado de la seguridad de Bangkok. Ven, te explico un poco más de camino a la armería.

Os metéis en el interior del barco, mientras Gavin te explica. Cruzáis los camarotes, el comedor, pasáis por delante del camarote de Emmet, donde Susan está despertándole, por la sala de maquinas (ahora mismo cerrada). 

- Tailandia y sobre todo Bangkok es uno de los principales refugios templarios. Abstergo tiene bastante presencia ahí. Vamos a necesitar un par de cosas de la ciudad, pero primero tenemos que llegar. El guardacostas estará cerca de nosotros en cosa de 35 minutos, según los cálculos de Eric.

Llegáis a la armería. Hay algunos rifles, unas cuantas pistolas, y una caja negra encima de una mesa. Hacia la caja se acerca Gavin, y la abre.

- Así que vas a ponerte en activo. Quiero que llegues allí, y metas un pen drive que Emmet te va a dar. Tendrá un virus y podremos obtener mucha información de ellos, y ellos no podrán saber que hemos atracado en su puerto. No quiero que mates a nadie a menos que tengas que hacerlo, a fin de cuentas, los marineros solo son civiles; pero si te ve Jeff, mátalo o que te mate, pero no te dejes capturar por ninguna circunstancia.

Saca de la caja una pistola negra, y le enrosca el silenciador. Te la tiende, con el mango mirándote, y agarrando la pistola por el cañón.

- ¿Entendido?

-¡Hai! 

Asiente bruscamente con la cabeza, en señal de "a tus órdenes", mientras coge la pistola.

-Rápido y silencioso, como me gusta.  -Se guarda la pistola en la parte trasera del pantalón. 

-¿Sabes cuánta gente me voy a encontrar? Supongo que Huey es el único occidental que voy a encontrarme. ¿Hay algún traje de buzo? No querría hacer ruido al acercarme con la lancha hasta el barco. 

Termina de recolocarse la pistola y la ropa y se queda mirando a Gavin.  

Gavin asiente, y se dirige hacia una serie de monos de buceo, de los cuales saca uno y te lo da.

- De todas maneras, con este viento, dudo que te oigan... Emmanuel irá contigo en la lancha. Sube, y el te recogerá cuando termines. Ahora, prepárate. Llévate lo que creas necesario.

35 minutos más tarde, estás en cubierta, aún bajo el viento y la lluvia, aunque parece que lo peor de la tormenta ya ha pasado. Contigo están Gavin, Emmet y Emmanuel. Emmet te tiende un pen drive, metido dentro de una pequeña bolsa impermeable.

- ¡Que no le entre agua!

Emmanuel, por su parte, ya está colocando las cosas en la balsa. Gavin te aprieta el hombro, en gesto de buena suerte. El italiano grita para hacerse escuchar pese al viento.

- ¡Ya estamos! ¡Cuando estés preparado, Hiro!

Hiro mira a Gavin con agradecimiento y asiente con la cabeza. Luego a Emmet y coge el pen drive y lo guarda en uno de los compartimentos herméticos del chaleco. En los que también se alojan un par de granadas de humo de ocultación. Se coloca la capucha del traje de buzo y se gira para bajar por la escala que hay tendida hacia la lancha, en la que espera Emmanuel. 

Al dar la espalda a sus compañeros para dirigirse a la escala, puede verse el ninjato sujeto en la zona lumbar, por encima del trasero y ligeramente en horizontal. Así como la pistola con el silenciador en una funda táctica sujeta a la pierna derecha. 

-¡Listo, en marcha! 

Dice a Emmanuel dándole una palmada en la espalda. Se sienta donde puede y comienza a preparar su equipo de respiración mientras el italiano pone la lancha en movimiento. 

Emmanuel baja la lancha y os lanzáis hacia la oscuridad. Aún hace mucho viento, y eso levanta las olas y la lancha por consiguiente.

Menos de diez minutos después, ves una luz roja que señala tu destino. Un barco guardacostas a una milla aproximada de distancia corta el mar, en paralelo a vosotros, pero acercándose a vuestra posición. Desde donde estás, también distingues el brillo de Bangkok, aunque no es nada claro: es solo una bola de luz en el horizonte. El guardacostas está cada vez más cerca; si saltaras, podrías ponerte cerca de su trayectoria y subirte.

Hiro se queda quieto un poco agachado en posición estable para no caer de la lancha. Observando el guardacostas que se acerca. Calculando trayectorias, concentrado, controlando la respiración. 

Unos segundos después se lanza a las oscuras y frías aguas y se sumerge en ellas, nadando con el mismo rumbo que el guardacostas, procurando no salpicar nada, para que cuando éste pase a su lado, agarrarse y subir. Mientras Emmanuel se aleja con la lancha. 

Cuando el pequeño barco pasa a su lado, Hiro intenta agarrarse a un peldaño de una escalera lateral. No es una maniobra sencilla, pero sabe cómo escalar. En peores se ha visto. 

Durante un terrible instante, Hiro parece que se va a caer... pero en el último segundo, sus dedos férreos atenazan la escalerilla y se impulsa hacia arriba.

Decía el sensei que lo peor del agua no era entrar en ella: solo te aguijoneaba tres segundos antes de desaparecer. El problema es cuando sales de ella. Y Hiro da fe, pues el viento y la noche le están dejando completamente helado. Controlando su cuerpo para no tiritar, se asoma a la cubierta, dónde ve a un marinero mirando hacia Bangkok, en el lado contrario a donde se encuentra Hiro. El asesino se encuentra en estribor, agarrado a la borda, y mirando la parte de popa. Desde donde está, ve que el barco tiene una entrada hacia el interior, y una escalera que sube hacia la parte más alta del barco, donde presumiblemente está el piloto.

-Maldita sea, estoy helado incluso con éste neopreno. Voy a temblar de un momento a otro. Ya lo decía el sensei. Al menos ésto me despeja el mareo. Tengo que entrar en calor. Cabeza fría, pies calientes. Cabeza fría, pies calientes. 

Hiro observa que el marinero está de espaldas. Así que sin pensarlo dos veces, de un salto sobrepasa la barandilla de la banda y se coloca de cuclillas en la cubierta. Vuelve a mirar al marinero. No ha cambiado de posición así que continúa. Sin hacer ruido, agachado, avanza hasta la puerta que da acceso al interior y se queda escuchando un instante, pegado a la pared, al lado de la puerta. 

-Bien. El ordenador donde tengo que colocar el pen dive es... Joder, ojalá tuviera Vista de Águila como el sensei. Espero poder aprenderla ¿En el puente habrá ordenadores en éstos barcos? Suelen tener un portátil para información marítima. Incluso cartas náuticas digitales. Pero la información que tengo que obtener no sé si se encuentra ahí. Lo mejor será ir a por el americano. Si está en su camarote, mato dos pájaros de un tiro. A él y tal vez su ordenador sirva. ¿Éstos barcos tienen camarotes, o hacen noche en puerto siempre? Ya lo averiguaré. Y como segunda opción, el ordenador del capitán en caso de que no lo sea Huey. Como tercerca opción el puente. Vamos allá. 

Cruzas la cubierta y te metes en un pequeño pasillo. Hay una puerta a tu derecha  y dos a tu izquierda. El pasillo termina en una escalera descendente. Escuchas ruidos provenientes de la parte de abajo, pero no distingues ningún sonido en particular.

Hiro saca la pistola de su funda, y mira por las paredes a su alcance, a ver si ve alguna especie de mapa, esperando que las indicaciones de salida de emergencia, de qué es cada estancia o lugares donde están repartidos los extintores, esté por aquí también, ya que sabe que en los barcos suele haberlas y puede darle pistas para no tener que mirar puerta por puerta. 

-Veamos. ¿Y si simulo una alarma? Podría hacer que todos fueran a un mismo lugar. Pero antes tendría que tener un escondite. Mierda, ¿Qué son esos ruidos? Abajo hay gente. Deberían dormir. Veamos si encuentro alguna pista por aquí. Un mapa, un interruptor... Algo debe poder ayudarme. 

A tu espalda, junto a la puerta que da a la cubierta, encuentras un mapa rudimentario. Las indicaciones aparecen en tailandés, pero algunas puertas aparecen indicadas en inglés. Gracias a ello, te haces una idea de la localización de cada cosa.

La primera puerta a la izquierda del pasillo lleva a la cubierta también, solo que en otra sección del barco. La siguiente a la izquierda lleva a una escalerilla para subir al puente de mando. La puerta de la derecha lleva a una habitación cuyo interior es desconocido porque está en tailandés. Hacia abajo, deduces que está el salón y la zona de máquinas. Las voces que oyes debe ser el capitán hablando con alguien.

Hiro entreabre la puerta de la derecha. Despacio, procurando no hacer ruido, y mira desde fuera por la rendija que ha dejado. Con el arma en la mano por si acaso. 

Si no ve nada, la abre un poco más, y luego un poco más, hasta que tiene claro que no hay nadie.