Partida Rol por web

Otros Mundos I : Los Chicos de Jim Hopper

Día 1. Infierno esmeralda.

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04/10/2022, 22:52
Morgan Merl

Merl miró con cierta simpatía triste a Rico. Empatizaba con su ira y frustración. No fue la mejor manera de sacarlo del charco, peto funcionó.

-Eso es, reacciona. Con rabia. Es tu nuevo combustible, soldado, el de todos, para nuestro motor.

Un motor que debían manejar con astucia. Jim la poseía, el taciturno y áspero capitán los había conducido siempre a la victoria. O al menos a regresar a casa enteros a la mayoría 
Morgan quería estar de acuerdo con él. Quizá lo estaría en otra situación. 

No hoy. 

Se tragó el tono y volumen de la voz de su capitán. Se miraron a los ojos. Morgan estaba calmado. Como casi siempre, atenazando sus emociones con las cadenas de acero de sus nervios, con la frialdad del bloque de hielo que podía ser su corazón. A pesar de que era su superior y su amigo, esta vez no podía acatar las órdenes de Hopper.

-El campamento es un cementerio humeante que apesta a carne quemada. ¿En serio crees que vas a engañar a ese cabrón con esa treta? Ya se que puede tener minado o cuajado de trampas el perímetro de su nido. O no. Se cree tan superior que no ha perdido el tiempo en eso. Su grito fue de rabia y frustración.

El sargento fue consciente de que en ningún momento mencionó a Linda ni pensó en ella. No quería hacerlo. No cuando parte de su cuerpo colgaba de su uniforme sucio oliendo a muerte. 

Paseó sus ojos decididos de una a otra de las miradas de sus amigos. 

-Dillon. Dillon te la metió por detrás bien profundo. A todos. ¿En serio crees que va a enviar un helicóptero? Sabes, lo mismo Dillon es un cadáver ahora mismo con un tiro en la frente.

Estaba determinado a seguir adelante.

-No es solo por la soldado Rothrock. Recuerda que tenemos una misión. Encontrar y sacar de aquí a ese mierda de engomado y cantarle una nana al oído a Wilkinson y sus maricas comumistas. -miró a Gonsalves- Y rescatar a su hijo.

Mucha cosa le parecía para un puñado de soldados bailando en la cuerda floja. Estaban jodidos. Jim no quería perder más hombres. Él, odiaba desobedecerle. Nunca lo hizo antes, nunca tan directamente. 

-No somos putos corderitos. Somos soldados. -Quizá debería ser más sutil.- Jim…Nos han traído para esto. Piénsalo. ¿No dicen por ahí que tus hombres son los mejores? ¿Que tú eres el tipo más duro de las Fuerzas Especiales? Hagámoslo.

 

Notas de juego

Te lo paso solo a ti. A ver qué te parece. No quiero romper el grupo ni voz disonante (ni obligar a nada a Lord/Hopper), pero, de verdad pienso que esto es lo que haría Merl. Es fácil que me pueda conducir a su pronta muerte, o arrastrar a otris, no se 

Bueno, decide tú lo que creas mejor para la parti ;-)

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05/10/2022, 01:07
Director

Dillon se la había metido doblada. O estaba tan jodido como ellos, acorralado contra su escritorio por otro tipo de depredador. Uno podía pertenecer a las fuerzas especiales de los Estados Unidos, a los spetsnaz rusos o al ejército de Pancho Villa, que cuando entraba en combate la bandera dejaba de ser un escudo para convertirse en una lápida, y donde antes había patriotismo, solo quedaba miedo, rabia, tristeza.

Merl lo tenía claro. Aquella era una batalla que debían continuar. Puede que hubiera venganza en su corazón. Su ira no era rabiosa, la de un perro encadenado a una pared. Su ira era del hombre seco, el tipo helado que sopesando con lógica concienzuda todas sus opciones sabía que su mejor opción, y la más satisfactoria, era patearle el culo a ese cabrón. Linda había caído en su trampa. El sargento lo había hecho sangrar. La primera sangre se la había llevado Rico. ¿No era ese su trabajo? Matar.

Jim Hopper se encontraba en el otro punto de la balanza. Un tipo equilibrado, preciso. Una radial con borde aserrado. Una máquina perfectamente engrasada que podía cortarse cuando quisiera, con un botón para las emociones y otro para el humor ácido y los tacos, siempre encendido. Era bueno sobre el terreno. La situación hablaba por si sola. Solo un necio diría que tenía miedo. Era una partida de ajedrez. Sabía que podía ganarla, pero no sacrificando más peones. Quizás tendría que hacer unos cuantos más movimientos, enrocarse en la base guerrillera. Él reiría el último.

En medio, Rico. La furia ardía en su interior. El sentimiento de pérdida. Sentirse como una mierda. Joven, letal. Con su traje y su rifle era casi un dios. Inalcanzable, asesino. Un disparo, una baja. Había sido derribado, del árbol y de su orgullo. Su sangre latina, la que le había criado en las calles, entre tiroteos, putas e intercambios de drogas, le decían una sola cosa; plomo por plomo. Pero era un soldado. La cadena de mando, las barras y estrellas, habían salvado su vida. Y volverían a hacerlo. Se quedaba con Jim.

Tortuga no necesitó meditarlo mucho. Inclinó el sombrero, avergonzado. No miró a los ojos a Merl.

—Lo siento, Sargento. El capitán tiene razón.

Caballos, estaba pensando en caballos. Donde una amenaza invisible no trataba de hacer explotar a tus amigos con un puto rayo láser. El Tortuga de hace unos años lo hubiera seguido. El de hace unos meses, joder. Pero algo en él le impedía ir más allá. Demasiadas noches sin dormir, tratando de ahogar recuerdos y pesadillas en alcohol barato y rameras de carretera. Se hacía mayor.

Gonsalves sintió una punzada cuando el sargento mencionó a su hijo. Ella había visto mucha muerte en aquella selva. Cuerpos colgados y desollados, algunos sin cráneo. Restos humanos, aquí y allá, trabajos macabros. Cadáveres a los que podía poner nombre, con los que había comido, bebido, luchado. Era una espía, pero seguía siendo humana. Sabía de lo que era capaz esa cosa. Se sentía pequeña, diminuta, una niña en mitad de un juego de hombres.

—Te matará. Te matará como hizo con todos.

Pero había uno entre ellos que no atendía a normas ni razones. Uno para quien los colores de la bandera eran una excusa siempre que el que más brillase fuese el rojo. El rojo de la sangre. Gustav dio un paso al frente. Chequeó sus armas, oteó la selva. Era uno con la violencia. Siempre contenido, siempre bajo órdenes, o en sociedad, silenciado bajo leyes. Su corazón era negro, pero estaba de parte de los buenos. Alguien se había llevado a uno de los suyos.  Alguien le había retado. Quizás era algo espiritual, aunque todos sabían que el coloso rubio no tenía alma, sino una bomba de relojería en su interior. Y le gustaba jugar con el detonador.

—Ese cabrón está huyendo con rabo entre las piernas. Ahora podemos cazarle —dijo, escupiendo a un lado.

—Se te ha ido la puta cabeza, polaco cabrón —le increpó Tortuga.

—¿Si? — sonrisa, afilada como su machete, un dios griego caído en la locura más exaltada —. Al menos a mí no se me han encogido las pelotas como a ti, cowboy soplapollas.

Ambos hombres se miraron, pero no con odio. Si Gustav se lo pedía, si le hacía un solo gesto, Tortuga iría con él a donde hiciera falta. Gustav y Tortuga sembrarían la muerte por donde pasasen como un tanque conducido por el puto Satanás. Si Merl iba adelante, se añadía a la ecuación una mente cabal y letal, como ponerle un punto de mira a un bazoka. Pero Gustav no dijo nada. Quizás porque intuía que aquel podía ser su último viaje.

Jim siempre había sido el dique de Gustav, capaz de frenar sus instintos. O de dirigirlos hacia donde fueran necesarios. Ahora, el polaco escapaba de su control. En verdad, se dijo, nunca lo había tenido.

Notas de juego

Eres todo un Señor, Guli. Que lo sepas. No sé qué es mejor para la partida, para eso tendría que ser máster. Pero si sé que es lo mejor para nosotros; ser consecuentes con uno mismo. Si sientes que tienes que hacer algo, hazlo. Todo tiene sus consecuencias, claro. En cualquier momento los personajes pueden morir. Pero mejor hacerlo siguiendo el camino propio. No es que me guste dar libertad a mis partidas, es que no puedo arrebatar algo que no me pertenece. La historia es de todos, está viva, se cuenta sola. Vamos a ello!

Os pongo el miniturno para que veáis como andan los pnjs. Libertad de acción.

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05/10/2022, 17:26
Jim Hopper

Idiotas — Hopper les miró a ambos. Tan inexpresivo como siempre. O aún más todavía. Era un hombre que desde niño había tenido que fingir no tener sentimientos, no sufrir, no llorar, no pedir clemencia, ni perdón. Había enterrado un alma potencialmente sensible bajo bromas soeces, sarcasmos y centenares de asesinados en el campo de batalla.  Pero, tras varias décadas, de ese alma ya solo quedaban huesos resecos, carroña largo tiempo devorada, un sacrificio humano a los dioses del plomo y el napalm.  

¿Brotaba algo de esa psique regada con sangre, de esos ojos de roedor que habían visto demasiado? ¿Florecía el compañerismo, el honor, la amistad? 

 

Tenéis 48 horas para traer la cabeza de ese funambulista frustrado y rabioso.  — dijo, una nueva orden. El cerebro de Jim Hopper era como una caja negra y nadie, ni él mismo, conocía su funcionamiento. El perro de la guerra Hopper podría haber sido, en otra vida, un genio musical, un nuevo Paul Cézzane. O un loco borracho filosofando en un vertedero —. Estaremos en el campamento. Haremos algo con esas redes que ha dejado atrás, por si quiere ir atravesando tejados de nuevo. Le prepararemos una emboscada. 

Se detuvo. Dio un paso hacia Merl y se quedó mirandole a los ojos, a apenas unos centímetros. Puso en su mano una bengala.

Cuando volváis corriendo con los calzoncillos cagados, hacednos una señal.  Le daremos la bienvenida a ese marciano tal y como hacemos en América — aquello de la sangre verde había inspirado a Jim a llamar a su enemigo así, una nueva ocurrencia. Nada dijo de Dillon, del helicóptero o la radio, de Wilkinson o del hijo de Golsalves.  Apartó de sí todos esos factores extra. Ni a él ni a ellos les hacían falta todavía.

Luego seguiremos con nuestra misión. 

Se giró hacia el campamento y cogió las redes. ¿Se volverían a ver?

Suerte, soldados. 

​​​​​

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05/10/2022, 20:45
Morgan Merl

"Te matará. Te matará como hizo con todos."

-Es probable, Dolores. La vida del soldado es esta, matar y morir. Pero el futuro es incierto. -Miró a la espía, asintiendo con una sonrisa neutra. 

Se quedaba solo en su osada cruzada. Cabeceó en dirección a Tortuga. Lo entendía. Quizá Morgan había perdido la sensatez pragmática que le guió durante todos estos años. Supuso que debía ceder. Sin embargo, Gustav no falló. El salvaje loco polaco necesitaba otra ración de sangre para conservar la cordura.

Sangre verde. Como la selva. Torció la sonrisa. Asintió hacia Gustav y no intervino en la "conversación" entre los dos amigos. 

Morgan pensó en su esposa, en sus hijas y su hijo. Su mente voló lejos en esos momentos. Recordó la dulzura de los labios de Diana, sus abrazos cariñosos y la ternura que danzaba en el brillo de sus ojos grises y nunca se borraba. La garganta de un ave tropical de mil colores en su plumaje devolvió su corazón al momento presente. 

Tienes razón, Jim. Siempre la has tenido. Bueno, casi siempre. Pero quizás podemos darle de su medicina a ese maldito hijo de puta. Que se sienta acorralado y el miedo en su piel. 

Regresó su atención a Hopper. El sargento supuso que Jim echaría mano a sus galones. Merl se tragaría su decisión y, a regañadientes, obedecería. No iba a insubordinarse. Nunca lo había hecho. Tragaría ese sapo. 

Estrechó los ojos cuando escuchó las órdenes. Sorprendido, clavando los ojos en su capitán. No era bueno separarse. Una mala decisión. ¿Acaso la mía es buena?

-Es una pésima decisión dividirnos. -Apretó los dientes. Alzó los ojos hacia Gustav. El polaco se preparaba para la excursión. En ese momento, Merl dudó. Tarde. En las pupilas del polaco refulgía tanta violencia y salvajismo contenido, que no le temblaría el pulso al gigante para largarse solo. La locomotora eslava se ponía en marcha, todo su cuerpo un yunque para golpear con la fuerza de un dios. O un demonio. Incontenible.

-De acuerdo. 48 horas. -Si no estamos aquí para entonces, no lo estaremos nunca. Estrechó su mano la de su gran amigo. Morgan sintió una punzada de vergüenza en su corazón al suponer que estaba decepcionando a Jim. Mantuvo la sonrisa recia- Suerte, capitán. -miró al resto de compañeros- Suerte a todos.

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10/10/2022, 17:33
Rico Flores

No entendía lo que estaba pasando. O quizá si... Ya no parecían soldados, se parecían más a aquellos pandilleros que había dejado atrás, movidos por impulsos y sentimientos. Y que finalmente acababan siempre de la misma manera...

Rico había decidido alejarse de eso, seguir normas, reglas... Evidentemente había momentos en que podían saltarse "las normas están para saltárselas" recordaba que decía el sargento Heickman, aunque siempre añadía "pero no las mías"

Estabilidad, serenidad, balance... eso era lo que buscaba y lo que necesitaba. Por esa razón escogió el fusil en lugar de la ametralladora. Sigilo, observación, paciencia, eran sus mantras, su manera de guiarse y quizá se había metido tanto, se sentían tan cómodo con eso que era posible que no viera la manera de salir. 

No tenía dudas sobre si seguir las órdenes de Hopper o no. Merl podría decirles cómo hacer las cosas, pero era tarea del capitán decirles qué debían hacer... Tenían una misión, que se había ido al carajo... Estaban ante algo desconocido y al parecer en inferioridad de condiciones. Ya le habían perseguido y los nuevos galones que decoraban el uniforme de Merl atestiguaban el resultado. Y dividirse... pues al parecer, poco se podía hacer ya.

Quizá eso estuviera herido, furioso... Lo mismo que un animal herido, que se vuelve más peligroso... No les iba a ser fácil, meterse en su territorio, jugar fuera de casa... Una sombra de tristeza cruzó por su mente, sentía que esa sería la última vez que se verían. 

Asintió levemente con la cabeza a modo de respuesta a Merl y los demás. No serían la unidad más compenetrada en combate, pero con todas sus diferencias, se les veía unidos, por la sangre, por la muerte, por la pólvora... 

Instaló la idea de la emboscada en su cabeza y dejar de lado lo demás... Eso sí que sabía hacerlo... Debían volver al campamento, aprovisionarse, conseguir un arma mejor que la pistola y prepararse. Eso le mantendría animado, centrado. La expectación de la caza, acechar a una presa... Esa era su vida, esperar al momento justo y ser preciso, quirúrgico, sin aspavientos ni espectáculos.

Su camino había sido convertirse en una sombra... Y ahora tenía que enfrentarse a otra... 

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10/10/2022, 23:41
Director

Las cosas vistas desde los ojos de un novato de la selva, pero de un veterano de las calles.

En el barrio las cosas funcionaban de otra manera. No era quizás la mejor manera, pero era la manera que Rico entendía. Los tipos como Gustav no solían durar mucho. Por muy duros que fuesen, siempre había un pez más grande. Salvo que el pez más grande fueran ellos. Gustav era esa clase de raro tiburón, uno entre un millón, que no dejaba de comerse a otros. Siempre hambriento, buscando la sangre.

Merl siempre había sido tenido hielo en las venas, la mente fría, el ánimo calmado. Por dentro era un volcán, un tipo de gatillo medido y cuchillada suelta. Un explosivo con detonación selectiva. Su decisión estaba guiada por sus impulsos. Las emociones descontroladas llevaban al caos. Rico había visto baños de sangre provocadas por reyertas que tocaban la familia, territorios o mujeres. Nada que tuviera valor real salvo para el ego de uno mismo. Eso, por un lado. Por otro, Rico entendía ese hermanamiento, esa camaradería. Un hermano caído pedía venganza. La vida no tenía valor, sobretodo en agujeros de mierda como aquel. Y si una vida se perdía y tu hermano no iba a pegarle un tiro a su asesino, ¿Qué sentido tenía todo? Merl no podía darle la espalda a tantos años de misiones, compañerismo. Sería como borrar a Linda de sus recuerdos. Alguien la había hecho pedazos. Allí no había justicia, salvo la que ellos se creaban.

El barrio, la selva. La selva, el barrio.

Jim era la suerte de cabrón más peligroso. El tío que parece inofensivo pero que es bueno con los cuchillos, el veneno o los explosivos. El tipo sin escrúpulos que observa como los demás se matan mientras traza planes. Su inacción podía tildarse de cobarde. O de sensata. Si atraía a ese nuevo jugador a su terrero, si le hacía jugar según sus normas, se vengarían. Y lo harían a lo grande. ¿Alguna vez había sido él así de impulsivo, de temperamental? Los años habían licuado ese carácter convirtiéndolo en un jugo venenoso. Él podía esperar. Entendía que los demás, no.

Rico había vivido exaltaciones similares. Con las bandas, los hermanos, las guerras por las drogas. Calles agujereadas como un colador, paseos por el parque hasta que escuchabas un tiroteo, cuerpos abandonados en la carretera un viernes por la noche. Había escapado de esa vida gracias a su paciencia. Esperar y pensar. Y disparar cuando toca. Había nacido para ser francotirador. Su profesión estaba grabada en sus genes. Lo que no quitaba que no entendiese a sus compañeros.

Hubo un denso silencio, una parca despedida. El grupo se separó. Aquello no era el barrio, pero se parecía bastante.

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10/10/2022, 23:41
Director

La selva, la selva una vez más. La puta selva. El rastro de sangre, las minas, las trampas de los guerrilleros. Ya habían perdido bastante tiempo con la cháchara. Gustav, la locomotora eslava de la destrucción solo se detendría cuando arrollase a su presa o descarrilase. Merl había sellado un pacto con el destino. Volvería con la cabeza de ese cabrón o no volvería. Lo estaba arriesgando todo. Gustav no tenía nada salvo aquel momento. Él tenía hijos, una esposa, un hogar cálido al que regresar. Y sin embargo ¿Cómo hacerlo con esa vergüenza? ¿Acaso los abrazos a sus hijos no serían más débiles al saber que no solo no pudo salvar a su compañera, sino que tampoco pudo vengarla? Sentimientos, emociones. El talón de Aquiles de los humanos. Al menos de aquellos que aún poseían valores.

Un ave tropical pasó volando entre ellos. Esquivaron una mina. Merl iba delante, olisqueando, mirando, oteando. Gustav, dos pasos por detrás, a su derecha, el arma apuntando a todo, como si quisiera echar abajo toda la selva con su minigun. Se cubrían el uno al otro. Merl subía a una loma, Gustav, desde abajo, tenso como el cable de un detonador, montaba guardia.  En otras ocasiones era Gustav quien avanzaba y Merl quien, desde una posición elevada y oculta, le cubría.

Seguía su rastro, su sangre. En los árboles. El cabrón no pisaba tierra. El rastro iba menguando. Dejaba de sangrar. Se moría, cabía de esperar. O se recuperaba. Gustav se detuvo ante un pequeño charco de sangre brillante, la tocó con sus dedos. La olió. Puso cara de asco. El dúo continuó, en silencio. Compenetrados. Hermanos de armas. Hombres que habían entregado sus almas a la muerte, a la guerra y a la violencia. Merl recordó a su esposa, pero estaba tan fuera de la ecuación como Saturno de un mapa de carreteras.

La sangre desapareció. O el depredador había escapado o les estaba esperando. Ambos hombres se parapetaron, Merl entre la maleza, la espalda contra el grueso tronco de un árbol, Gustav tras una roca. Se miraron. Silencio. Una gota de sudor resbalando por su cuello. Le hizo cosquillas. ¿Estaba ahí? Los árboles, la tierra. Nada. Invisible. Letal. Solo había una forma de averiguarlo.

Gustav esnifó un poco de la droga que solía meterse últimamente, capaz de volarle los sesos a cualquiera. Sus ojos se encendieron con determinación. Merl miró a selva, concentrado, barriendo la zona con su mirada. Gustav delató su posición, avanzando entre la maleza, sonrió como si estuviera en una función. Abrió los brazos, hizo una invitación.

—¡Vamos cabrón! ¡Papaíto está en casa!

Algo se movió en la espesura, un ligero movimiento en los matorrales. Una figura emergió. Para entonces ambos soldados ya la estaban encañonando. Un tejón. Un puto tejón. Gustav soltó una risa para liberar tensiones. Sin putas a las que pegar y con el gatillo caliente, se estaba poniendo nervioso.

Merl encontró un rastro. Gotas de sangre. Pocas, suficientes. Se adentraron en la selva. En su estómago, rodeados de bilis verde, ácido sofocante. Estaban siendo digeridos, paladeados por la vida salvaje. Volvió a perder el rastro. Ambos hombres se parapetaron. La maleza se había vuelto más abrupta. Ramas y raíces surgían de la tierra. Los matorrales ahora medían más de un metro. Había flores de colores brillantes, una serpiente reptando entre los agujeros de un tronco hueco, un árbol caído en mitad de la escena, lianas, ramas, cortinas de vegetación que les impedía ver más allá de sus narices. Un mundo natural, letal. La luz caía difuminada, como una cascada que fuera filtrada por un colador.

Lo vio. Merl. Sin verlo. En el tronco caído, sentado. Agachado. Sesenta metros. Una desviación de la luz. Una onda que crecía, que desdibujaba el verde del entorno. Lo perdía y lo volvía a encontrar. Era invisible por momentos. A la vista. El muy cabrón les estaba esperando a la vista. No había estado huyendo. O quizás se había cansado.

Merl le hizo señas a Gustav. Al gigante polaco le costó verlo. Cuando lo hizo, su rostro se abrió con la sorpresa. Luego, cayó sobre él la determinación del hombre que ha decidido enfrentarse a la muerte. Merl tenía su misma mirada. Llena de furia, enérgico, letal, feroz. Dispuesto a saldar una deuda de sangre con más sangre.

Gustav le hizo un gesto. Atacaría de frente, llevaría a ese cabrón a donde Merl quisiera. Una sugerencia, solo. Un ataque frontal. Suicida, terrible. Al estilo polaco. Esperaba órdenes.

Notas de juego

Aunque ahora sabes dónde está, es solo porque no se mueve. Hagas lo que hagas, tira percepción para ver si le pierdes de vista o no.

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10/10/2022, 23:42
Director

El campamento guerrillero aún estaba en llamas cuando regresaron. El fuego se había propagado en algunos casos, en otros se había extinguido. El aroma familiar de la muerte, y de carne quemada, sacudió sus fosas nasales con la contundencia de un gancho de derechas de un boxeador profesional. De uno de los que tiran a matar. Por aquí y por allá había cadáveres, botas, armas, sufrimiento y pena, fuego, agujeros de bala, cráteres, ruinas. Olía a Gustav con un buen día.

La empalizada aún estaba en pie salvo por la zona que habían tirado abajo para entrar. Era defendible, pero tampoco ideal. Todos pensaron en lo mismo nada más regresar; demasiado grande para solo cuatro personas.

Algunos edificios se habían mantenido en pie, intactos. El huracán Gustav no había logrado echarles abajo. La despensa, que olía peor que los cadáveres hinchados por el calor, los barracones, que apestaban a sudor, el despacho que García usaba como centro de mano, y dos más, supletorios, donde había desde herramientas hasta periódicos americanos.

—Es un puto estercolero —dijo Tortuga, escupió a un lado.

Se quitó el sombrero, lo sacudió. Miraba a los árboles que rodeaban la empalizaba, que aparecían por arriba como los dedos de un puño a punto de cerrarse sobre ellos. Las defensas de aquel lugar no le daban ninguna garantía.

—Era mi casa —masculló Gonsalves, sin pena en su voz.

Tomó un AK del suelo, preguntando antes al capitán con la mirada. Rico cogió otro. Un arma fiable, sencilla, lista para dar muerte. Nada como su rifle de precisión, pero mejor que su pistola. Hacía calor, los incendios no ayudaban a mitigar la sensación de que se estaban asfixiando en aquella misión. Revisaron el lugar. Vacío. Si alguien había sobrevivido, se había marchado. Wilkinson, el demonio de los árboles, Hopper. El campamento tenía una leyenda negra. Estaba maldito.

—La radio de García—comentó Gonsalves —.Una bala perdida atravesó la antena. Creo que podría arreglarla, pero me llevará tiempo. Por si tiene que hablar con alguien. O pedir refuerzos.

El lugar tenía posibilidades pero el tiempo jugaba en su contra. Tortuga sacó una barrita de tabaco para mascar, le ofreció al capitán, al novato. A la chica.

—He estado en moteles peores, pero nunca en una compañía tan mala —dijo, tratando de levantar los ánimos.

Notas de juego

Quedan 8 horas para que se ponga el sol. Si vais a realizar una tarea; cavar trincheras, minar la base, buscar algo en concreto, reparar la radio, etc, hay que tirar dados. Cada personaje puede hacer una tarea. El tiempo que le va a llevar cumplirla lo veremos mediante una tirada de atributo. Según los resultados.

  • 1-7 – Se tiran 2D6, son las horas que se tarda en cumplir la tarea.
  • 8-9 – Se tira 1D6, son las horas que se tardan en cumplir la tarea.
  • 10 o más. La tarea se cumple casi al momento. Se puede hacer otra en el turno.

Buscar un rifle para Rico, sería una tirada de percepción, arreglar la radio una de ingenio, etc. Si dos personas se ocupan de una tarea, el tiempo se reduce considerablemente. Tortuga y Gonsalvez harán caso de lo que digáis.

No sabéis cuánto tiempo tenéis hasta que “pase algo”.

La base es un conglomerado de edificios caóticos, un laberinto de empalizadas, paredes, callejones, en el que todo se funde. Una ratonera.

Sobre lo que dijo Jim de usar las redes arrojadas contra ellas; han encogido tanto que se han convertido en una madeja de hilo acerado, cerrándose sobre si mismas.

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12/10/2022, 09:48
Rico Flores

El campamento era un caos. El ataque doble sufrido lo había dejado inservible como base, vivienda o refugio, pero Rico veía muchas posibilidades como territorio de caza. Si usaban bien el entorno, por muy destruido que estuviera, podría servirles.

Crear un cuello de botella, un pasadizo por donde aquella cosa no tuviera más remedio que pasar, con trampas de estacas... Pero habían comprobado que podía moverse con soltura por las alturas. Eso era menos controlable, no podían verlo, ni él mismo había podido verlo nítidamente a pesar de haberse encontrado a escasos centímetros. El rastro verde que había dejado ya no les serviría. Había que hacerlo bajar... Buscar una manera de "hacerlo visible"

No jugaban en casa, pero podrían convertir el campamento en su piso de alquiler. No había tiempo para obras de reforma, pero podrían decorarlo a su manera para que les sirviera. Mirando alrededor, se le habían ocurrido varias cosas, trucos de francotirador que usaba para proteger su posición de disparo de posibles intrusiones y que le pillaran desprevenido... - Capitán, esa cosa vendrá por arriba y camuflada. Habrá que hacerlo bajar al suelo y poner chivatos para detectarlo... - Cogió dos cargadores vacíos del suelo y los hizo chocar entre sí, atados con un hilo podrían hacer de sonajero para avisarles de la posición. Trampas de hilo sonoras e incluso explosivas si encontraban suficientes granadas. El suelo podría ser otra ayuda. Barro, aunque no pudieran verlo, seguramente dejaría huellas, otro indicador, cualquier cosa que le hiciera delatar su posición y conseguirían tenerlo a merced de sus miras... Observó el AK-47... Un 7,62 sería mucho mejor que el .45 ACP.

El fuego de alguna manera podría ayudarles. Por muy camuflado que estuviera, tendría que generar una sombra, otro indicador... Incluso, si tenían suerte y lograban encontrar harina en lo que fueran las cocinas, o incluso coca en el campamento, y si pudieran hacer que le cayera encima, podrían hacerlo visible...

Expuso sus ideas a Hopper, esperando sus órdenes.

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12/10/2022, 11:59
Jim Hopper

Separarse era una estupidez. Sobretodo cuando aquellos que se separaban se dedicaban a avanzar ciegamente sin saber exactamente qué buscaban. Casi tanta estupidez como intentar permanecer juntitos cuando su enemigo era capaz de tirarles media selva encima casi a voluntad. Tanta estupidez como meter todos los huevos en una sola cesta.  Y mucha menos que no aprovechar la superioridad numérica de la que disponían de una manera inteligente.  

Merl era un tipo listo, sabría como guiar a ese mamón a una trampa.  Pero la jodida trampa no iba a armarse sola.

 

Tsk — agarró una de las mallas metálicas, ahora convertidas en prietas esferas de una aleación desconocida, y se la guardó.  No podrían desmadejarla con la herramientas de que disponían, pero ese material podía valer tanto como todas las excusas que Jim pudiese vomitarles a los burócratas del pentágono cuando le pidiesen explicaciones.

...

 

El campamento era un agujero ruinoso e infecto, tan deficiente que dos grupos de media docena de boinas verdes habían sido capaces de arrasarlo consecutivamente .  Asintio a Gonsalves cuando dijo que intentaría arreglar la radio e hizo un inventario rápido de todo lo que tenían a su disposición en la campamento y que pudiese utilizarse como arma*

Fue entonces cuando se la acercó Rico, con un puñado de ideas.

Soldado, deje de soñar despierto. Ni en su barrio hay suficiente coca como para cubrir a ese tipo.  Embarrizar el suelo es impracticable si no llueve.  Le concedo que tenemos que hacerle bajar al suelo, tiene razón ahí. Y me gusta la idea de encender fuegos, de poner el generador en marcha, de montar un festival de cascabeles para gatos. ¿Pero cómo se esconderá para disparar, soldado? El muy mamón pudo verle entre los árboles.  Y dentro de un cobertizo no podrá cubrir suficiente terreno.  

Los ojos del capitán brillaban tras sus cristales de varias dioptrías.  

Golsalves se quedará en la casa de García. Y Tortuga con ella cuando termine de convertir este sitio en un parque de atracciones. Ellos dos serán su objetivo.  Yo me ocultaré entre esos maricas de ahí — ¿se refería a los muertos? Difícil de decir si hablaba en serio o bromeaba..

Encendió un cigarrillo, un Marlboro, y le ofreció otro al novato, en un gesto que parecía casi un ascenso. Sonrió, malévolo como un diablillo.

¿No ha leído la national geographic, soldado? Pues debería.  Existe una araña llamada araña de trampilla.  Excava un agujero camuflado en el suelo y ataca por sorpresa cuando su presa anda cerca.  

 

Notas de juego

*Qué hay? vehículos como motocicletas, armas, granadas, combustible...esas cosas principalmente.

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12/10/2022, 21:41
Morgan Merl

Aquí, en medio de la selva y de ninguna parte, Gonsalves les sería de ayuda. No quiso presionarla, tampoco a Jim. Sus tres compañeros y la mujer quedaron atrás.

Y Linda. Confiaba en que la hubiesen enterrado, aunque poco importaba desde que aquel maldito cobarde, un desgraciado psicópata lo más probable, le arrebató la vida con sus armas experimentales. Linda ya no estaba allí; solo su carcasa, su armadura de huesos, sangre, carne, piel. Tanto daba que se la comiese un jaguar o un mono.

Los soldados mueren en la guerra. Algunos, muchos o pocos, regresan a su hogar. No lamentaba la muerte de su amiga, sino la forma de hacerlo, a manos seguramente de su propia gente. Un cabrón hiperhormonado y armado con la última tecnología armamentística. ¿Para eso secuestraban a los hombres de García?

-Gustav, enséñame de nuevo ese trozo de metal -susurró en un mínimo descanso. Lo examinaría una vez más, unas vueltas en su mano. El peso, la forma. Buscó algún grabado, un símbolo, alguna cosa o detalle particular. Se lo devolvió a su compañero. 

El cabrón al que perseguían perdía sangre, disminuía su vitalidad. Aunque debía ser fuerte, muy fuerte, ágil y rápido. Además de contar con un sofisticado sistema de camuflaje. 

¿Un nuevo juguete para Regan? ¿Para reventar a los tovarich? 

Dio el alto. Ahí estaba. ¿No imaginaba que podían seguir sus huellas? ¿Se pensaba que solo él cazaba? ¿O sabía que era perseguido? El grito de Gustav un rato antes seguro que le dio alguna pista. 

Sus ojos se achicaron concentrados en la espesura verde. ¿Sentado? ¿Esperando? ¿Dedicado a sus heridas? 

Negó con la cabeza hacia Gustav. Le hizo señas, "tú hacia un lado. Despacio. Trampas."

Sería fácil disparar ahora. Todo lo que tenía descargarlo sobre esa bestia. Pero Morgan no se fiaba. ¿Estaba solo o había más? ¿Lo protegían los tipos de Wilkinson? 

Frenó su impulso de meterle una granada por el culo. Se movió un mínimo, buscando mejor posición, buscando posibles trampas. Negó de nuevo hacia el polaco. No le gustaba la situación. 

Aguardó. Vigilando los movimientos de su enemigo. Mirando hacia el tronco, a la espesura de las ramas de los árboles. Apuntaron al blanco. Pero no abrieron fuego. Cada segundo marcado por el latido de sus corazones. Por las gotas de sudor que recorrían sus cuerpos de acero. 

 

Notas de juego

La primera percepción es para el trozo de "arpón" encontrado. Haya o no algo.

La segunda, la que pides.

La tercera, algo así como instinto, para detectar algo que no encaje.

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12/10/2022, 21:45
Morgan Merl
- Tiradas (3)

Notas de juego

Dos 57 seguidos en d100.  ¿Qué está pasando? XDD No way 

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13/10/2022, 01:07
Director

Un estercolero, su casa. Su tumba. Hablaron. Había algo que podían sacar de ese lugar. Armas, granadas, pistolas, cuchillos, municiones. Un arsenal que no había sido tocado, esparcido por el suelo, escondido en uno de los barracones. Combustible, de camión, coche y helicóptero. Garrafas, botellas, un depósito entero. Los coches estaban hechos trizas, pero quizás pudieran reparar uno. Vehículos resistentes, fabricados para sobrevivir con poco en la selva. El generador no estaba tocado, milagro. Tendrían luces para la feria de la noche. Hablaron. Rico y sus ocurrencias. Algunas buenas.

—Sí, yo también quiero darme un baño en auténtica cocaína guatemalteca, ¿Llamas tú a las putas? —le dijo Tortuga.

—Bruto —masculló Gonsalves.

Por algún motivo, Tortuga sintió vergüenza de lo que había dicho y apartó la mirada.

—Puedo minar todo este lugar. Incluso los árboles. Puedo identificar el terreno minado, alrededor de la base, rellenar los huecos de nuestros amigos y poner trampas en los árboles. Mucho mejor que tus cascabeles, Rico.

Rico,  no novato. El capitán dejó caer sus impresiones. Pasar unas horas entre cadáveres podía perturbar la mente de cualquiera. Hopper habló de enterrarse entre ellos. Le habían llamado a la guerra y él respondía. El juego era peligroso, las normas, desconocidas. Iba a llevarlo a su tablero.

—García intentó cazarlo. Y los rusos. Los rusos eran como vosotros; bien organizados, duros. Los encontramos colgados de los árboles tres días después. A los doce —por la expresión de su rostro, había sido algo que había vivido en persona —. Estos hombres eran guerrilleros. Conocían la selva. Estaban bien organizados. Vosotros habéis encontrado un puñado de supervivientes, diezmados, asustados. No era así al principio. Cuando encontramos el primer cuerpo, García ordenó una batida. Un guerrillero en la selva es invisible. Pero ese diablo los cazó. Cazó a todos los que merecían la pena.

Ahora fue ella quien apartó la mirada. Recuerdos amargos. Era una espía, una traidora. Por necesidad. Esa gente había sido su gente. Los habían golpeado por todos lados. Carne de cañón para una historia que no podía contarse.

—Le echaré un vistazo a la radio.

Tortuga se quedó mirando a la mujer unos instantes, escupió a un lado.

—¿Por qué está tan seguro que vendrá a por nosotros, capitán? Nunca hemos sido gente importante.

Notas de juego

Haré la tirada de Gonsalves por la radio cuando hagáis las vuestras, siempre y cuando le ordenéis otra cosa.

Pensad que aunque la base esté en las últimas, hay cosas que podéis encontrar sin problema, como herramientas, comida, ropa, etc. Lo normal.

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13/10/2022, 01:09
Director

Merl examinó la pieza que le dio Gustav.

—No lo pierdas, me haré un llavero con ello cuando volvamos a casa.

El polaco sonaba ansioso, un hombre de guerra en tiempos de paz, tenso. Un sabueso que olía la carne fresca detrás de una cortina que empezaba a hincharle las pelotas. Merl se centró en el extraño objeto. Ligero, de un metal que no conocía, tan afilado que al pasar su dedo por uno de sus bordes, se cortó. Nunca había visto nada igual, y un tipo como Merl había visto todo tipo de cuchillos, arpones, dardos y shurikens, la mayoría de cerca.

Su mente se alejó de la sensatez del suelo y voló. Su esposa, un martes por la noche, los niños dormían, ambos demasiado reventados para hacer el amor. La tele de fondo, pastel de carne frío sobre la mesa. Un programa de colgados, de esos que se ponían gorritos de platas para que el gobierno no les espiase. El tema; hombrecillos verdes. Salió un tipo, bajito, gran bigote, bien documentado. Contó la historia de un pirata feroz. ¿Cómo se llamada? Daba igual. Había sido el primero. Perdió la cabeza. Habló de una tribu de indios, una historia inverosímil, asesinados por un oso, o algo peor. Pero no había sido un oso, sino un hombrecillo verde. Tuvo una revelación. Eres idiota, le hubiera dicho su esposa. Pero ahí tenía la prueba. Material experimental, armas nuevas fabricadas por el gobierno. Genial. ¿Por qué no? Era la verdad más cómoda. Había otra que ganaba fuerza; hombrecillos verdes. ¿Y si no eran tipos bajitos con la cabeza abultada, sino gigantes amantes de los derramamientos de sangre?

—Merl, no te la casques con eso. Vamos.

Gustav tiraba de él. La correa que lo sujetaba estaba cada vez más tensa. Su carácter, su forma de ser. La droga. Una cacería letal junto a un psicópata. Bien jugado, Merl.

 

La cacería. Su objetivo, tan a la vista, tan descarado. Gustav se frenó. Quería apretar el gatillo, quemar la selva. Nadie sobreviviría a eso. Y, sin embargo, algo le frenaba. La duda. El miedo. Ese cabrón estaba tan cerca y tan lejos. Merl pensó. Había que pensar. Trazar planes, pensamiento lateral. No encontró trampa ni cartón. Gustav no la buscó. Un parpadeo. Perdió a su objetivo. Gustav también. Les había tentado y no había funcionado. Así que se había marchado. Merl esperó unos segundos a que volviera la ilusión óptica, el juego de luces y reflejos. Pero no volvió. Se estaba moviendo. Hacia ellos, contra ellos, lejos de ellos. Hombrecillos verdes. Una risa.

Gustav se tensó. Sudor, nervios. Balanceó el quíntuple cañón de un arma, de un lado a otro. Barrería esa puta selva para encontrar a ese cabrón. No iba a morir sin presentar batalla. Apretó los dientes, miró a Merl esperando una respuesta. Entre la maleza, dos tipos grandes y feos camuflados entre pajaritos y hojas frondosas, esperaban. Cazar o ser cazados. ¿Habían cambiado ya las tornas?

- Tiradas (1)
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13/10/2022, 09:09
Rico Flores

¡Qué manía tenían todos con fumar! A parte de nocivo para la salud, allí sólo traía problemas. Primero, el olor, podrían detectarte. Segundo, la capacidad pulmonar es importante para el control de la respiración a la hora de aumentar la precisión de disparo. Tercero, afecta a la forma física a la hora de desplazarte. Cuarto, como tosas, estás jodido... Y mil razones más por las que fumar no estaba en su lista de aficiones.

Negó el ofrecimiento de Hopper con un gesto de la mano. - Señor, no hace falta mojar TODO el campamento, solamente las zonas necesarias, ni embadurnarlo todo de coca o harina. Cada pasillo puede tener su propio método. - Miró a Tortuga - Esos cascabeles son otra opción y, por si no te habías dado cuenta, también he mencionado las granadas - Su tono empezaba a ser más rudo, estaba harto ya de que lo menospreciaran a cada momento... A ver de allí quién había hecho sangrar al hijo de puta ese...

No tenía sentido seguir con el ghillie, aquella cosa lo había detectado igualmente, así que decidió quitárselo en mor de una mayor movilidad para poder realizar los trabajos con más soltura. 

Gonsalves les narró la situación con los rusos y García, no pintaba bien... El relato del guerrillero también le atribuía casi poderes místicos a aquello. No era supersticioso ni creía las historias de fantasmas, pero se había llevado un cargador entero a bocajarro y todavía iba dando saltos por la selva...

Ante la pregunta de Tortuga, esperó la respuesta de Hopper y a ver si se decidía a dar alguna orden... 

No hacía falta saber si iría a por ellos o no. Un soldado lo que tiene que hacer es estar preparado ante cualquier eventualidad, y punto.

Y seguro que el cabronazo querría resarcirse de la "afrenta" recibida por su M1911. 

 

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14/10/2022, 17:00
Morgan Merl

Desapareció. ¿Perdieron la oportunidad de fundirlo? Había gato encerrado. ¿o acaso era tan temerario o los despreciaba?

¿Así que los veía o bien los encontró? No siguieron su juego y se largó. Bien. Morgan sonrió. ¿Qué mejor que enfrentar a la muerta con una sonrisa de oreja a oreja? 

Señaló hacia arriba mientras miraba a Gustav.

Él también echó un vistazo al infinito mar verde sobre sus cabezas. Agudizó el oído, pero entre tanto sonido selvático, resultaba imposible escuchar algún ruido anómalo. Aparte de que el tipo era un virtuoso del sigilo. Encañonó las alturas, entretanto continuaba agazapado.

¿Cómo los había visto? Gustav y él estaba prácticamente enterrados bajo efervescente y exuberante vegetación. ¿Sensores ópticos mejorados? Recordó que había pìllado por sorpresa a Rico, cuando para ellos resultaba imposible, o casi, dar con él cuando se camuflaba. Lo mismo que con Linda, aunque ella fue un blanco más fácil.

¿Y el ruso? El tipo se coló en el campamento, a través de la lluvia de fuego y plomo, de las explosiones y del infierno desatado por las armas del polaco y Tortuga.  

El cabrón nos puede ver. De alguna forma. Joder.

Se movió, agazapado, hacia Gustav -El hijo de puta nos puede ver. Conoce nuestra posición. -susurró. Frunció el ceño y los labios. - Tiene un láser con el que fija el objetivo. No avances hacia ese tronco, cúbrete con los árboles, y mira bien, escucha Gustav, que esa mierda que te metas sirva de algo. Búscale. Yo me moveré, como si no tuviese idea, entre los arbustos. tú, cualquier fluctuación del aire, cualquier cosa que se parezca a ese fantasma, dale con todo. Vamos.

Morgan se escurrió de aquí para allá. El alma en la boca, la decisión en su pecho. Un ojo en las alturas, otro en la selva. El dedo en el gatillo para disparar en cuanto le pareciese verlo. Intentaría no quedarse apenas quieto en el mismo lugar. 

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14/10/2022, 17:24
Morgan Merl
- Tiradas (2)

Notas de juego

No hay forma casi nunca con la Percepción :/

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15/10/2022, 00:15
Director

 

Gustav tragó saliva, amarga, cuando el sargento le explicó sus elucubraciones. El camuflaje, la maleza, el silencio. No eran garantías para no ser vistos. Su rival tenía ojos en la nuca. El polaco asintió, mirando a un lado, a otro. Ellos no podían verle, pero Él a ellos sí. Era como para volverse loco. Loco. La droga que había tomado empezó a quemarse en su torrente sanguíneo, incendiándolo todo. Asintió ante el plan. Mejor que quedarse quieto, esperando, pensando, rumiando la misma idea; ellos no podían verle, pero Él a ellos sí.

Merl hizo de cebo. La selva a su alrededor, se movió, de un lado a otro. Gustav, tras él, observaba la selva. Arriba, abajo, a un lado, a otro. Ní un tejón. Silencio, salvo por sus corazones desbocados. Mer,avanzando, el arma presta, el dedo sobre el gatillo como una ninfómana enganchada al trasero de una ramera en la hora feliz.

Gustav, la tensión en su cuerpo, la vena del cuello hinchada a punto de explotar. Su mente burbujeando como una Coca Cola recién abierta. ¿Qué era esa cosa? ¿Quién era ese puto fantasma? Estaba hiperventilando. Su cerebro patinaba. Se torció y giró, se asió a algo. A Merl, quizás. A su estela de hielo y acero. A su rabia seca, su calma. Un estanque sin olas en mitad de una tormenta. Sonrió.

Un parpadeo. Una luz. En la nunca de Merl. Tres puntos rojos. El silbido de Gustav. Merl lo hubiera escuchado a un kilómetro de distancia. Los puntos brillantes, ahora sobre su corazón. Se movió por la selva, rápido, esquivo, saltando. Gustav apretó los dientes, siguió el haz de luz hasta su origen. Un destello, un haz de luz azul y blanca. Un proyectil luminoso. Hijo del Rayo. Merl saltó, evitó el impacto el cual quemó y cauterizó la corteza de un árbol cercano. Otro haz luminoso pisándole los talones. Para entonces el rotor del arma de Gustav ya se había activado. Un tercer disparo y tras él, la canción de muerte de Gustav.

—¡Hijo de putaaaaaa!

Trueno, plomo y fuego. Gustav no veía a ese cabrón. Apretó el gatillo hacia el origen de las luces. Una forma salió disparada. Un pájaro, un mono, o ese maldito escurridizo. Los ojos del polaco lo siguieron, a un lado, a otro. A todas partes. La selva empezó a descomponerse a su alrededor. Gustav no se detuvo. No por miedo, sino por determinación. Merl se tiró al suelo y se cubrió la cabeza antes de que su compañero le partiese por la mitad mediante una ráfaga.

Unos segundos, el rugir de los rotores, de la muerte mecanizada, devorando la selva. Y de repente, una voz.

—Puto polaco —dijo Jim Hopper. Si Jim Hopper fuera un monstruo.

—¿Qué? ¿Capitán?

Un momento de incertidumbre, la furia de plomo paró. Algo se echó encima de Gustav. Corrió hacia su posición. Ahora no le veía. Golpe, pisadas. Su compañero soltando tacos. El metal, afilado, hendiendo carne, cuero, tendón, músculo. Entre la maleza, el coloso rubio, sangrando. Se había desprendido de la pesada arma. Disparó la escopeta enfrente de su cara, al aire. Un fantasma. Un golpe de ninguna parte, le partió la mandíbula, le quitó el arma. ¿Eran eso cuchillos flotando?

Treinta metros. Merl corría como el Coyote con un cohete entre las piernas. La selva le golpeaba. Ramas, hojas, maleza. Gustav estaba bailando. Se movía. Esquivaba. No podía disparar. ¿Disparar a qué? No podía disparar sin alcanzar a su amigo. Gustav lo sabía. Su sonrisa de sádico afloró.

Todos los que conocían a Gustav sabían que era un error invadir su espacio vital. Todos los soldados del comando llevaban el cuchillo reglamentario. Gustav tenía un machete. Empezó a golpear el aire. A un lado, a otro. Veinticinco metros. ¡Aguanta!. El polaco lo estaba dando todo. Era una puta máquina de matar. Entrenado para ese momento. Era el dios de la muerte. Veinte metros. Ya casi estaba. Un par de árboles más, una vista despejada, un tiro fácil. Lo tenían.

Gustav sangraba. A cada golpe, a cada fallo, aparecían cortes en su piel, profundos, que le arrancaban gruñidos. Cuando se veía acorralado, Gustav usó su fuerza. Sabía que el sargento estaba ahí. Solo tenía que darle un blanco fácil. Veinte metros. Soltó el machete, se abalanzó sobre el aire. Una presa de hierra. Un candado con sus dos enormes brazos.

—¡Te tengo!

Quince metros. Un parpadeo. La maleza segada por Gustav le daba un blanco fácil. Le escuchó gritar. Dos veces. El sonido de algo al romperse. Su espíritu guerrero, quizás. Silencio. Un disparo claro. Merl veía a Gustav, de espaldas. Sus brazos caían inertes desde sus hombros; algo se los había roto. Alguien más fuerte que Gustav. Alguien por encima de lo humano.

Merl vio cómo el cuerpo de su compañero se chocaba contra el suelo, abatido por una docena de heridas. No eran cortes superficiales, eran pinchazos profundos. Los costados, las axilas, el estómago.

Quince metros. Una línea de tiro clara. Tarde. Lento. Tan lejos.

- Tiradas (4)

Notas de juego

Esta canción se llama Blaine Gets Killed.

La fuerza usada por el hombrecillo verde es algo nunca visto. Gustav era el tipo más fuerte que has conocido. Nadie podría romperle ambos brazos en un momento. Ni siquiera el ruso. Hablamos de algo que rompe cualquier esquema.

Como soldado el sargento sabe que los disparos hacia él era una distracción; quería apartarle de Gustav y atraer la atención del polaco hacia él. No quería matar a Merl en ese momento, solo hacerle correr.

La voz era la de Jim. Con un ligero toque monstruoso. Y de sintetizador.

No ves a esa cosa. Ni la sientes cerca. Pero sabes que no se ha ido.

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15/10/2022, 10:27
Jim Hopper

Hopper se guardó el cigarrillo y sonrió de manera condescendencia. Lanzó una significativa mirada de reojo a un Tortuga que, estaba seguro, opinaba lo mismo que él:  que los Estados Unidos no sobrevivirían con la generación a la que pertenecía Rico al frente. Dentro de treinta años, los viejos como Hopper seguirían teniendo que cambiarles los pañales cada vez que los chinos o los rusos diesen un puñetazo en la mesa. Se envaró como el pequeño y fibroso hijueputa que era.  Joder, como echaba de menos a la soldado Linda Roshock.

Bien, hágalo como quiera, Rico. Pero no empleé más de dos horas en decorar su árbol de navidad. Y quiero su madriguera de araña excavada antes del anochecer. 

»Por cierto. ¿Tiene idea de cómo le cazó ese psicópata? ¿Era su escondite demasiado obvio? ¿Le traicionó el desodorante?¿Qué opina, soldado? —la posibilidad de que ese tipo les hubiese olfateado inquietó un instante a Hopper, que se resistía a otorgarle a Jack el Despellejador ningún atributo sobrenatural.

Tortuga, que Rico te diga qué tres árboles elegiría él para hacer un nido y mínalos.  Luego quiero un perímetro digno de un cuatro de julio alrededor de la cabaña de García. 

La pregunta de Tortuga hizo que el capitán se frunciese sus poco pobladas cejas.  

¿Se refiere a que Dillon no vendrá a por nosotros? ¿O a que el tipo ese del disco volador no vendrá a por nosotros?  

Porque, de alguna manera que no podía preveer, el plan de Jim Hopper era que Gustav y Merl le trajesen a ese cabronazo en bandeja.  ¿Y a Dillon? A Dillon le mentiría como un bellaco.  Pediría una extracción tras haber completado con éxito la misión. Era la única manera de que perdiesen el culo en ir a por ellos.  Y probablemente le costaría su ascenso a Coronel.  Un nuevo torpedo a la línea de flotación, tras llevarse su mujer a los niños.

¿Cuánto cobrarás trabajando en la granja, Tortuga? Quizá acabemos todos limpiando mierda de res, después de todo.