Partida Rol por web

El barrio en el que Jade ha situado su refugio es el lugar perfecto para empezar a buscar información sobre los turbios negocios que puedan estar llevándose a cabo en la ciudad. Relativamente cerca del puerto, es sin duda un buen lugar para acordar misiones de contrabando, lo que ha hecho que el ambiente se llene de gente con todo tipo de dudosas reputaciones. Conociendo a la mujer, no dudáis ni por un momento de que esa sea la razón por la que ella se encuentra aquí.

Os alejáis un poco de su actual escondite para no llamar la atención. Por lo que os ha comentado, Jade está tratando de manejar este asunto con discreción. Por vuestra experiencia, los lugares donde más información podéis obtener son los bares. A pesar de que pocos negocios se cierran en sitios públicos, la gente es más dada a soltar la lengua cuando ha tomado unas copas de más y, si alguien está metido en un trabajo de tanta pasta como el que os ha prometido Jade, sin duda estará celebrándolo incluso antes de dar el golpe. De hecho, si no fuera porque el adelanto que habéis recibido se va a ir al completo a la reparación del Cuervo, es posible que vosotros mismos estuviérais de celebración.

Entrais en un local que os parece apropiado. Desde luego, el aspecto oscuro y peligroso lo tiene; ahora sólo falta encontrar a alguien que pueda irse de la lengua por unos pocos créditos. Observáis a la clientela y cualquiera de ellos tiene aspecto de poder vender a su hermana por un par de bebidas.

Bueno, el objetivo era claro. Encontrar, si existiera, a alguien que estuviera tratando de dar el mismo golpe que ellos, o que tuviera conocimiento de que lo iban a dar. La labor no era demasiado complicada. Habria que ver quién y cuanto gastaban cada uno de los que estaban alli. En un bar de bajos fondos como aquel, casi cualquier salia a puñetazos eso no era raro, pero desde luego alguien que se dedicaba a gastar sin ton ni son, ese era objeto de atenciones.

Bane miró a su alrededor con la mirada perdida en recuerdos. Lo que le solía pasar cuando entraba en este tipo de recintos.

Sin embargo, en vez de sentarse a darle un buen trago a una bebida, como tenía por costumbre, trató de concentrarse en lo que había a su alrededor.

Apoyados en la barra mientras tomáis una bebida, observáis con calma el local. De una forma u otra, todo el mundo llama la atención en ese local: desde un tipo con mirada seria y un sobrero negro que bebe en silencio al otro lado de la barra hasta el borracho que no para de tratar de seducir a una mujer, más interesada en birlarle la cartera que en compartir cama con el hombre.

Sin embargo, un grupo de personas sentados en una mesa es el que capta vuestras miradas. Parecen celebrar algo y despilfarran dinero y cerveza en sucesivos brindis. Sin embargo, vuestra discrección al observarles deja bastante que desear, lo que hace que uno de ellos se levante y camina hacia vosotros.

- ¡Eh! ¡Tú! - dice señalando algún punto entre los dos. - ¿Qué estás mirando? ¿Acaso te parecemos graciosos? ¡Si queréis disfrutar de la función vais a tener que pagar!

A pesar de estar bastante borracho, el peso del hombre es lo bastante significativo como para resultar intimidatorio. Sus tres compañeros os miran con diversión, como si esperasen vuestra reacción para seguir festejando a costa de su amigo.

Bane se levantó ligeramente el sombrero mientras miraba al hombre fijamente.

Una sola palabra...

Desvió la vista hacia su capitán, lo justo para ver su gesto. Con que fuese ligeramente aprovatoria le bastaba.
Tenían que evitar líos, ya lo sabía... Pero sólo una, por los viejos tiempos.

Y porque ese tipo era un cabeza hueca y se merecía que se la llenasen a guantazos, por eso también.

- Tranquilo, hombre - dijo Hoban tratando de calmar los ánimos. Sabia que a Bane esto no le agradaria, pero tenian que intentarlo por la via pacífica si querian que hablara, después y si no funcionaba, ya usarían la otra. - Tan sólo hemos venido a tomar algo. Nos llamó la atención que celebrarais algo con tanto ahinco. ¿Un cumpleaños, igual? ¿Has ligado por primera vez sin tener que pagar por ello?

Hoban sonrió. Podia reirse o tratar de pegarle un puñetazo. Pero es que no podia evitarlo... Que aliento más horroroso tenia, no solo por el alcohol, a eso ya estaba acostumbrado.

El tipo se queda mirando a Hoban con el ceño fruncido. - ¿...por primera vez...? - repite como si le costase asimilar las palabras. Luego abre los ojos desmesuradamente. - ¡A tu madre nunca le molestó que le pagase después! - exclama escupiendo mientras habla.

Tal vez si no hubiera tardado tanto en contestar o si hubiera estado más sobrio y escogido otras palabras la respuesta no hubiera estado mal, pero en esta situación su alarde de ingenio queda completamente diluído en el alcohol que emanan sus poros. Sin embargo, el hombre está aún lo suficientemente lúcido como para darse cuenta de que sus palabras no han tenido el efecto deseado. Mira a sus compañeros por encima del hombro, que no tardan en empezar a levantarse y se remanga rápidamente la camisa mientras cierra su puño.

Hoban se preparó para el combate... No podia dejar pasar una refriega como aquella.

Bien, bien. Esto se pone interesante.

Bane se levantó y mientras dejaba el sombrero encima de la mesa.

Si esos tipos querían pelea, la iban a tener.

Menos mal que había que pasar desapercibidos... Hoy no es nuestro día, capitán.

Su dura mirada se centró el el tipejo sin cerebro, y desde ahí, su cabeza desconectó, dejándose llevar por la pasión por la lucha.

Todo parece transcurrir a cámara lenta mientras os preparáis para la inevitable pelea. Sorprendentemente hay un huevo a vuestro alrededor, aunque no sois conscientes de cuándo se ha separado la gente. El efecto contrario se produce con los tres compañeros del borracho, que terminan de levantarse y se dirigen hacia vosotros dispuestos a apoyar a su amigo.

Pero Bane está acostumbrado a este tipo de reyertas y los meses pasados en la prisión no han mermado su instinto para este tipo de cosas. Dejando con cuidado su sombrero en la barra, da un paso hacia adelante preparado para actuar antes que nadie.

Bane se lanzó directamente a por el borracho para tratar de golpearle con uno de sus famosos directos de derechas.

Tal vez, si caía rápido, el resto abandonaría a su compañero y podrían aprovechar para sonsacarle información.

El hombre es demasiado lento como para apartarse a tiempo del puño de Bane, que se estampa de lleno en su mejilla. La fuerza del hombre no se ha visto mermada durante sus meses en prisión o, si lo ha hecho, ha puesto en este golpe toda la rabia que acumuló en el encierro, porque el tipo que se os había encarado sale despedido hacia atrás, prácticamente volando encima de la silla en la que se encontraba uno de sus compañeros.

Sin embargo, ver a su compañero derribado no hace que el resto se amilane. Al contrario, el tipo que estaba más cerca se lanza directamente sobre Bane, tratando de derribarle sobre la barra.

Hoban se quedó de pronto de pie viendo como lanzaba Bane a uno de los enemigos por los aires, después, sin tiempo de reacción vio que uno de ellos se estaba levantando y le trató de dar una patada en el pecho para que cayera hacia atrás en la silla y no le diera tiempo a levantarse. Trató, igualmente, de defenderse de los ataques, él no era tan buen boxeador como Bane. Pero precisamente por eso le habia elegido para ir a su lado
 

Bane vio como el tipo caía hacia atrás y no pudo evitar una sonrisa. Sin embargo, su plan cuidadosamente calculado se fue al garete cuando los otros colgados del bar se lanzaron a por ellos.

El grandullón trató de esqivar el golpe que le lanzaban, pero con la idea de devolverlo en cuanto tuviese ocasión.

El tipo que se abalanzó sobre Bane le desequilibra lo suficiente como para que golpee la barra con todo su peso y el impulso del hombre. A pesar de que el golpe no es suficiente como para dañar al luchador del Cuervo, hace que el aire salga bruscamente de sus pulmones, dejándole un momento sin aliento.

Hoban lanza una patada contra otro de los secuaces del borracho, pero a penas llega a rozarle. El hombre se levanta de la silla, lanzando un gancho de derechas contra el capitán, que consigue apartarse a tiempo con una sonrisa.

Mientras tanto, el borracho se empieza a levantar del suelo. Atontado, mira a su alrededor para ver cómo el último de sus compañeros aún no se ha involucrado en la refriega. - ¿A qué esperas? - pregunta con un grito mientras se limpia la sangre del labio. - ¡Acaba con él! - dice señalando a Bane.

El último de sus compañeros, al escuchar sus imprecaciones y ver al mercenario casi derribado sobre la barra, se lanza sobre él lanzándole un puñetazo al estómago. Sin embargo, Bane es bastante más ágil de lo que aparenta y rápidamente se echa a un lado, haciendo que el puño de su oponente se estampe contra el muro de la barra.

Hoban estaba claro de una cosa. Si queria salir airoso de aquello, tenia que mantener a Bane ocupado pegando mamporros mientras él le quitaba los problemas de encima. Ya lo habian hecho mas veces y asi era como funcionaba aquello.

Mientras se acercaba un pasito hacia Bane, Hoban palpó a sus espaldas y consiguió coger una botella, la cual empleó para golpear en la cabeza al tipo que tenia delante. La botella se rompió en mil pedazos y con el mango destrozado y cortante de la misma, trató de zafarse de los ataques que se le venian encima.

- Pensaba que con esa cara te habrías metido en más peleas de niño. - le seguia hostigando el capitán del Cuervo.

Bane trató de golpear con todas sus fuerzas al tipo que se le había echado encima.

- ¿Qué pasa? ¿No tenéis pelotas para venir de uno en uno?

Bane se endereza empujando al hombre que se le lanzó encima. Con dos oponentes acosándole, opta por una solución rápida y le da un fuerte cabezazo al primero. Con la nariz rota, se tambalea hacia atrás mareado. En un torpe movimiento, lanza un gancho al aire, más para evitar que Bane se le eche encima otra vez que con intención de golpearle.

Mientras tanto, al ver la botella en la mano de Hoban, el tipo que le estaba atacando opta por una maniobra más defensiva. Su movimiento hace que el golpe del capitán no le alcance de lleno, pero aún así recibe el botellazo en un lateral de la cabeza. Frunciendo el ceño, devuelve el golpe con bastante mala intención, pero en el último momento Hoban se echa a un lado, librándose por los pelos.

El tercero de los secuaces que estaban sentados agita la mano con el puño dolorido tras golpear la barra. Aprovechando que Bane se lanza en pos de su compañero, le lanza un golpe a los riñones. Esta vez el mercenario del Cuervo no es tan rápido como para esquivarlo completamente, pero el puñetazo a penas le roza la espalda.

- ¡Malditos inútiles! - dice el primer borracho al ver que entre sus tres compañeros no consiguen reduciros. - ¡Tendremos que acabar con esto por las malas! - Exclama mientras echa la mano a la pistola en su cinturón.

Uno de los tipos que estaba en la barra, viendo cómo un arma de fuego aparece en mitad de la pelea, se acerca al borracho propinándole un fuerte puñetazo en el rostro. Sin esperarse la intervención de un extraño y ya malherido por el tremendo golpe de Bane, el hombre cae al suelo inconsciente.

- ¿Cuatro contra dos y aún necesitáis una pistola? - pregunta el tipo chasqueando la boca en gesto de desagrado. - Todos vuestros... - os dice señalando a los tres secuaces malheridos que parecen bastante desorientados.

Con movimientos seguros, el recién llegado se aparta a un lado y enciende un cigarrillo mientras observa la escena.