Partida Rol por web

Coges tus armas y te alejas de la limusina, casi sintiéndolo por Remy que, después de recibir una paliza va a tener que pagar el seguro del vehículo. Salvo que os pillen, claro, porque aún no habéis salido de esta.

Mientras sales a la carretera y empiezas a caminar hacia la ciudad compruebas tu comunicador. Con preocupación compruebas que Randall no responde. Es probable que el chico esté metido en un lío, después de todo, por muy colaborador que se haya mostrado el guardia que le atrapó hasta el momento.

El camino está pobremente iluminado y, a estas horas, las luces de la ciudad es lo único que te indica la dirección que debes seguir. Pero sin una maldita farola a los lados del camino, si el furgón que lleva a Randall ha salido de la carretera jamás podrás ver sus huellas.

Sigues avanzando con cuidado cuando ves las luces de un vehículo que se aceraca a ti desde atrás en dirección a Eavesdown.

- Parece que ya viene el coche de repuesto, que eficiencia, - sonrío para mi mismo, al tiempo que enfundo mis armas, y comienzo a hacer gestos al vehículo para ver si se detiene. 

-¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡He sufrido un accidente!

El coche es un turismo lujoso, pero no llega a ser una limusina. Los faros te deslumbran lo suficiente como para que no puedas ver el interior, pero te parece distinguir a tres personas en él; dos en la parte delantera y un pasajero. Pasa a tu lado sin parar, ni siquiera decelerar un poco. Sin embargo, sí consigues distinguir manchas de tierra en la parte trasera de las ruedas, como el coche hubiera estado en un parking no asfaltado... Exactamente del tipo al lugar donde dejaste la limusina en la hacienda de los Courtland.

Maldices al conductor por dejarte tirado y sigues al coche con la mirada. A lo lejos, a un par de kilómetros, ves por las luces cómo decelera y toma un desvío abandonando la carretera principal.

Observo extrañado el inesperado rumbo del vehículo, continúo andando hasta allí a ver si descubro huellas de furgoneta, o alguna otra pista.

Vuelvo a usar el comunicador - ¿Tíos? ¿Alguien? ¿Alguna novedad?

De pronto me doy cuenta de que estoy andando solo en medio de una carretera de noche y eso me inquieta un poco... 

Durante un rato estáis en silencio, un silencio mucho más incómodo de lo que te habría gustado dadas las circunstancias. De repente, ves cómo Peter saca un arma de debajo de la chaqueta: una pistola automática con silenciador. Después de todo, parece que sí había estado preparado para algún imprevisto en la Fiesta.

- How W’rin Bu Lai, Whai W’rin Bu Jwo - le escuchas murmurar. "Las cosas nunca salen según lo planeado".

Tragas saliva cuando te das cuenta de que no te está mirando a ti por el espejo, sino mucho más allá. Te das la vuelta y corres hacia el otro lado del furgón. Por la ventanilla ves cómo las dos luces de un coche se acercan a vuestra posición. Peter amartilla la pistola cuando el coche se para justo detrás de vosotros y un hombre sale del asiento de copiloto.

Las rastas del tipo vestido de negro son inconfundibles, a pesar de haberlo visto sólo un momento en la mansión.

- Baja el arma, Peter - dice sin haber tenido la oportunidad de verle. Es evidente que le conoce bastante bien. - No vayamos a tener un disgusto ahora.

El falso guardia sale del furgón y se acerca a su compañero. Al mismo tiempo, del asiento trasero del vehículo, desciende un tipo no muy alto, arreglado como cualquiera de los invitados de la fiesta.

- Vamos Pettit, - dice el de las rastas con una sonrisa. Al otro no parece hacerle demasiada gracia, pero niega la cabeza con buen humor. - Y Butler, sal de una vez. ¿No te has hartado ya de estar en el coche? - añade mientras el conductor abre la puerta.

Mientras bordea el vehículo, un coche elegante pero muy lejos de la limusina que Todd robó para llevar a tus compañeros a la fiesta, pasa a tu lado junto al furgón.

- ¡Vaya, chico! - dice reconociéndote al mirar por la ventanilla. - Sigues aquí... No es vuestro día de suerte, ciertamente - añade con un guiño.

El conductor se acerca a la ventanilla y te mira.

- No por mucho tiempo, Tony. Dos de sus compañeros nos han estado tocando las narices en el parking y no creo que Gary esté muy feliz de verle. - Le dice a su compañero mientras te mira. - Además, ya conoces a Carl... - añade haciendo un gesto con la cabeza al hombre bajito que se mantiene apartado hablando con Peter.

El chico de las rastas tuerce ligeramente el gesto, porque ciertamente, conoce al señor Pettit.

Llegas a la zona donde el coche se desvió y ves un pequeño camino de tierra. Incluso casi sin iluminación puedes distinguir las huellas de un vehículo pesado que han pasado por aquí justo antes del coche que te adelantó en la carretera: el furgón de Cerberus.

Un poco más animado, continúas por el camino. Nadie contesta al comunicador, aunque es posible que estén en una situación suficientemente urgente como para no haber podido mirar los mensajes. Frunces el ceño, maldiciendo y sigues avanzando.

Al cabo de unos metros, cuando confirmas que el camino no tiene ninguna salida lateral, decides avanzar por la cuneta. Es mucho más seguro mantenerse fuera de la vista de cualquiera que pueda estar por la zona. Te adentras en las tierras agrícolas por las que transcurre la senda durante un par de kilómetros más y, por fin, ves los dos vehículos no muy lejos de tu posición: el furgón de Cerberus y el coche que te adelantó por la carretera. Tienen las luces apagadas, lo que hace que no les hayas visto hasta estar prácticamente encima, y, salvo por las luces interiores de los coches, que a penas iluminan cinco o diez metros alrededor, no se puede ver prácticamente nada. Sin embargo, distingues varias personas moviéndose alrededor de los vehículos.

Me agacho en cuanto me percato del movimiento y me quedo quieto.

Intento ver o averiguar desde mi sitio, cuantos de ellos hay y que pinta tienen. Así como otear por si localizo a Randall.

¡Malditos sean!, por que se empeñan de sacarme de mi elemento, con lo tranquilo que estoy a los mandos del cuervo...

Se aclaro la garganta antes de hablar. -No perdamos la cabeza por unos malentendidos ahora, ¿qué más da quien molestara a quien o quien secuestrara a quien? Estamos todos sanos, ustedes se han salido con la suya y posiblemente nosotros cargaremos con las culpas, para variar. Sinceramente deberían darnos las gracias por nuestra incompetencia y aprovechar para largarse con su botín mientras mis compañeros hacen saltar todas las alarmas del planeta desde aquí hasta el astropuerto.  

Creo que, una vez resueltas nuestras diferencias iníciales, el caballero (Señala a Peter con la cabeza) y yo hemos tenido una relación muy cordial, no creo que haya tenido nunca un rehén tan bien educado como servidor.    

Lo que quiero decir es que matarme es una manera muy absurda de gastar tiempo y energía, que no les reporta absolutamente ninguna ventaja ni beneficio. Y menos siendo que podríamos hasta intercambiar correos electrónicos pantalla por si algún día necesitan ayuda y están suficientemente desesperados para acudir a un grupo como el nuestro.

Piensas cómo librarte de ellos si las cosas se complican, pero de momento sigues encerrado en el furgón. Cuando abran la puerta podrías abalanzarte sobre ellos y... Y enfrentarte tú sólo contra cinco. No, estás jodido, ciertamente, te recuerda tu lado depresivo.

- Tranquilo, chaval - te dice el chico de las rastas, a pesar de que no es mucho mayor que tú. - Carl tiene muy malas pulgas, pero de momento tampoco tenemos ningún interés en matar a nadie. De momento todo está yendo bastante bien, así que es preferible no llamar demasiado la atención.

Sin embargo, su gesto cambia cuando el hombre bajito se os acerca.

El tipo te mira, casi poniéndose de cuclillas para asomarse por la ventanilla del furgón y niega con la cabeza.

- Teníais que haberle pegado un tiro ya - le dice al hombre de las rastas, que se encoge de hombros y señala a Peter, indicando que eso es cosa suya.

El hombre frunce el ceño y aleja un poco a sus compañeros del furgón. A pesar de que baja el tono de voz, consigues escuchar lo que dice.

- Preparaos, tenemos compañía - susurra señalando con la cabeza hacia la oscuridad de la noche.

Rápidamente, haces unos cálculos. Es posible que, caminando, Todd haya tenido tiempo de llegar hasta aquí si ha seguido las huellas sin perder el tiempo. Pero, ¿dónde está el resto?

Desde las sombras, observas los dos vehículos. Un par de tipos están en la parte trasera del furgón, hablando con alguien en el interior, por lo que es probable que Randall siga encerrado allí. Un poco más adelante, un hombre pequeño está hablando con el conductor de la furgoneta que te dio esquinazo. El más alto de los dos te parece ligeramente familiar, pero a esta distancia y con poca luz no sabrías decir por qué.

El hombre más bajo deja de discutir con el conductor y se acerca a los otros dos al lado de la furgoneta. Debe tener algo de autoridad sobre ellos, pues en cuanto les llama se le acercan unos pasos, colocándose detrás del coche. Mientras tanto, el conductor da la vuelta a la furgoneta y desaparece de tu vista.

Cojo mi arma, y me muevo muy despacio para ver si consigo tener una vista mejor de lo que hay en la parte trasera de la furgoneta. 

¿Alguno de ellos se parece a McCoy?

Busco alguna roca que pueda lanzarse lejos... 

Teníais que haberle pegado un tiro ya

Malditos cabrones psicópatas. ¿Así le agradecían haber colaborado con uno de ellos? Más les valía que en el futuro no se tropezaran en una situación inversa.

Randall solo puede hacer una cosa: aprovechar que se han alejado para empezar a forzar la puerta del furgón. Su colaboración ha llegado a su fin.  

La puerta delantera del copiloto se abre y Peter coge un rifle de debajo del asiento. Te mira un momento encogiéndose de hombros antes de cerrar nuevamente el vehículo. No parece muy probable que quede ningún arma allí, y salvo por tu comunicador aún tirado en el asiento, no crees que merezca la pena arriesgarse a salir por ese lado del furgón.

Pero aún queda la zona arbolada al otro lado del camino. Si consigues salir y llegar hasta allí, será improbable que te puedan encontrar con la luz de la noche.

Coges tu tenedor y doblas contra el suelo varias de sus púas para poder forzar la cerradura. Antes de probar con la puerta del furgón, consigues soltarte las esposas y, con las manos libres, no tardas en ponerte a hurgar en la salida, esperando hacer el mínimo ruido posible. Escuchas un ligero chasquido cuando el pasador que bloquea la puerta se suelta y la sujetas con cuidado para que no se abra de golpe.

Observas por la ventanilla y ves cómo los tres hombres parecen discutir algo detrás de su coche, mientras que Peter supones que se ha quedado en la parte delantera del furgón. Cuando todo el mundo parece distraido, abres la puerta y tratas de escabullirte hacia el bosque.

En cuanto empiezas a moverte, escuchas un grito de Peter a tu espalda.

- ¡Carl, NO! - No puedes evitar volverte para ver cómo el señor Pettit levanta un revolver y te apunta con una sonrisa sádica.

Tanto el coche como la furgoneta están aparcados al otro lado del camino, la furgoneta delante del coche. Tú has llegado por la parte de atrás, pero estás colocado más o menos en el centro (o donde mejor te venga, no es un problema). Tres de los hombres están al otro lado del coche, mientras que el conductor de la furgoneta, que ahora que lo piensas sí tiene un ligero parecido al capitán McCoy, se ha quedado detrás del furgón.

Parece extraño que todos ellos se hayan colocado al otro lado del camino. Salvo, por supuesto, que alguno te haya visto, pero no crees que sea muy fácil en esta zona completamente a oscuras.

Escuchas un mensaje por tu comunicador y no tardas en leerlos. Con suerte dentro de poco tiempo llegarán los refuerzos:

Hola Todd, estamos intentando salir. No sabemos donde tienen a Randall. No quiero irme sin él. ¿Sabes donde lo han llevado Todd? ¿Y donde cojones está Richard?

Estoy en el salón principal. Por aquí no se ve movimiento. ¿Dónde nos vemos?
 

¡Eh, Doc, bonito! Pilla un maldito taxi y mueve tu culo blanco hasta el cruce de la 5ª con la entrada de la mansión Courtland. Te damos diez minutos...¡Y pide un coche grande!

Activas la señal de localización del comunicador igual que hizo antes Randall y coges una piedra para tratar de alejar la atención de los cuatro hombres.

Sin embargo, antes de que puedas lanzarla, ves cómo la puerta de la furgoneta se abre bruscamente y Randall sale corriendo en dirección a ti. Escuchas un grito desde la parte trasera del furgón y la voz grave del hombre te confirma que es el hermano de McCoy.

- ¡Carl, NO!

Sin embargo, ese grito no va dirigido a Radall o a ti. El más bajito de los otros tres ha visto cómo Randall trata de escaparse y levanta un revolver pesado apuntando hacia el chico.

-O mierda.- Pensó Randall, una de las mentes más brillantes de su generación.