Partida Rol por web

- ¿Usurpadores? Ah si, déjame adivinar: esos que se dedican a jugar con el fuego, ¿verdad?

 Así que se avecina una tormenta. Parece que mi compañero teutón simpatiza con el hecho de “expulsar” a los tremeré… a mí tampoco me caen bien, pero no estamos aquí por eso…

¿y podrías facilitarme una fecha aproximada de la venganza? Lo digo por si me conviene recoger mis cosas y salir de la ciudad, jejeje.

Digo con un tono un poco irónico, aunque no deja de ser verdad. No soy un guerrero y prefiero ausentarme en caso de conflicto.

- ¿Y porque iba a querer decirte una fecha de la venganza trovador? Estás de su parte por lo que llegado el dia tu también caerás. O estás conmigo o estás contra mi. 

- Bien, supongo que hemos llegado al momento "no voy a decir nada más, podéis matarme", ¿no?

El Librero con gesto cansado agacha la cabeza y se mira las manos. 

- Conmigo podeis hacer lo que querais, no tengo muchas más opciones. 

- ¿De verdad? Esto va a ser divertido...

Hermann sigue paseándose de un lado a otro ante la puerta de la celda mientras detalla al prisionero lo que tiene en mente

- Tienes razón; tanto como si confiesas como si no, vas a acabar mal. Pero puedes elegir el como. Si no nos dices lo que queremos saber, voy a coger la pata de un taburete y te la voy a meter entre las costillas. Pero no lo voy a hacer de golpe, ni me voy a molestar en afilarla; te la clavaré con mis propias manos, tomándome mi tiempo y escuchando como tus costillas se parten poco a poco mientras la madera se dirige hacia tu podrido corazón. Luego, una vez estés quietecito, te alimentaré con mi sangre, para que aprendas a quererme y respetarme, y entonces me dirás todo lo que quiero saber. Y una vez lo sepa, te entregaré al Príncipe para que haga contigo lo que quiera; quizás convertirte en parte del mobiliario del castillo, o quizás emparedarte, dejando una pequeña rendija por la que ir alimentándote con la sangre justa como para que te mantengas consciente. ¿Cuanto tiempo crees que aguantarías sin volverte loco, viendo como el tiempo pasa a tu alrededor con una pared de ladrillos como tu único mundo? ¿Un año? ¿Una década? ¿Un siglo quizás? El caso es que más tarde o más temprano ya no sabrás si eres un vampiro o un pedazo de estiercol.

Hermann no estaba de broma; estaba hablando muy en serio. Apoyó su mano derecha sobre las rejas de la celda, y miró al interior con sus furiosos ojos ambarinos.

- Habla ahora, y tendrás una muerte rápida.

Uff… parece que nuestro amigo teutón tiene bastante imaginación… para lo que quiere.

Yo me alejo un poco de la celda, no sea cosa que salpique.

- Que tío más macho

El librero continua en su posición de pie con la espalda apoyada en la pared. Por el lateral superior de la celda podeis ver al carcelero dando vueltas, con su ballesta preparada y mirandoos a vosotros espectante. El Librero por su parte no parece ser del tipo de gente que se deje intimidar por las amenazas de la fuerza física, y queda claro que no le tiene miedo a la muerte definitiva. 

Me acerco al teutón y a Emerick (si se digna a aparecer) y les comento en voz baja

Creo que deberíamos dejarlo un tiempo y aprovechar para dar una vuelta por la ciudad y para hacerle una visita al alquimista en cuestión. ¿Qué os parece? Luego podemos volver y te dedicas a desmembrar a nuestro cautivo, no creo que vaya a ningún sitio. Digo dirigiéndome al teutón.

- En realidad no tenía mucho interés en cargármelo. No al menos sin el permiso del príncipe, claro. Pero si pasar el resto de su no vida encerrado no le preocupa demasiado, es que hay algo a lo que le tiene más miedo, y no es ni el Príncipe, ni ninguno de nosotros.

-Bueno, por eso propongo visitar un “eslabón más débil”. Creo que tiene razón, que hay más vampiros en la ciudad. Si tuvieras que esconderte dentro de la ciudad ¿Dónde irías?

-Mientras lo pensamos, propongo visitar al alquimista, que por ahora es nuestra única pista.

-También podíamos separarnos e intentar recabar información.

Emerick permanecía callado, así lo hizo desde que comenzó el interrogatoro (que remedio XD) Tenía el gesto serio, la intimidación claramente no era lo suyo... Pero conocía a las personas, y ese pobre bastardo, que ante una muerte inminente permanecía impasible, decía la verdad.

Cielos, Santa Madre, el miedo jamás pondrá a este diablo de nuestra parte... ¿Rezar por su salvación dice? ¿Acaso el arrepentimiento aflora en sus palabras? No... nada podemos hacer por él salvo esperar que muera rápido y sin dolor. Rezaré por él si Vos me lo mandais.

Este desdichado jamás hablará... al menos por el momento, tampoco descartemos nada. Creo que es momento de atar cabos, pues lo que tenemos realmente es miseria. Supongo que nuestro preciado tiempo importa bien poco a nuestro Príncipe. Por el momento lo único que tenemos fiable es la pista del alquimista... una visita podría esclarecer los hechos... Hablemos con el Príncipe, que no se deshaga del postre de nuestro querido teutón... lo recogeremos después. Tal vez encontremos algo interesante.

Miró a sus compañeros mientras entonaba mentalmente una plegaria por el diable de la celda de la esquina, su Altísima así lo quería... él mismo desearía tener ese reconocimiento el día de su muerte.

Bien entonces, vayamos a visitar al alquimista. Digo a mis compañeros y me dirijo a la salida.

También voy pensando es sitios donde se podrían esconder en la ciudad el resto de los vampiros (se supone que conozco la ciudad), cementerios, alcantarillas, casas abandonadas… que sitios están controlados por quien (por ejemplo, las alcantarillas por los nosferatu y cosas así).

La ciudad se compone de tres plazas. La única puerta de acceso a la ciudad da a parar a la biblioteca que hace las veces de cuartel ( territorio brujah) La biblioteca tiene unos establos y una cripta donde guardan los más viejos documentos. De esa plaza salen dos calles, una va hacia el barrio judío y termina en el cementerio, territorio de los nosferatu. La otra calle se bifurca en calles más pequeñas. De esa calle sale el camino del monasterio, el camino real y el camino del oro. El camino al monasterio acaba en una colina coronada por un antiguo monasterio, refugio sabido del Padre Garinol de los Capadocio. El camino del palacio es por el que habeis venido y el camino del oro es la principal zona comercial de la ciudad. Allí se situa el mercado por las mañanas, la venta ambulante, los burdeles y en un estrecho callejón, la tienda de alquimia. 

- Todo esto de pesquisar e investigar no es mi fuerte, pero supongo que podre acompañaros para aportar un poco de músculo por si apareciesen problemas ¿Vamos a casa del alquimista, pues?

Bien pues, vayamos a ver al alquimista. Aunque antes me gustaría visitar a unos amigos. ¿Nos vemos allí? Les comento a mis compañeros mientras salimos por la puerta.

Me voy a ver a mis contactos, la idea es ir a ver a Isabel (la tabernera de la que estoy enamorado) y al jefe de la guardia, para ver si saben algo. Si se empeñan en acompañarme iré solo a ver al jefe de la guardia, jejeje. Y si no, primero voy a ver al jefe y luego iré a ver a Isabel.