Partida Rol por web

Los guardias se miran confusos entre ellos y ya finalmente parece que el que os echó el alto reacciona. 

- ¿Que le ha pasado a vos en el yelmo?

Miro, con los auspex (sentidos y auras), por los alrededores. ¿Hay alguien mas? ¿se despiertan los vecinos?

- He intentado frenar a uno de los que se querían introducir en la casa del alquimista, pero me ha dado una buena tunda. Hay que tener cuidado; ese bruto es muy peligroso

Los guardias no parecen muy dispuestos a abandonar la seguridad del cementerio. 

- Id a los barracones. Nosotros no podemos abandonar nuestro puesto, asi que id allí y decid que vais de parte de Angelo, guardia del monasterio. Lamento no poder hacer nada más por vosotros. Si os para una patrulla urbana decidle lo mismo. Pero sólo en los barracones enviaran a alguien allí. 

Me quedo fuera, en la sombra, vigilante y esperando algun movimiento.

Esperas durante un rato. Largo rato. Finalmente la puerta se abre y el mastodonte al que le querias partir la cara sale en escena acompañado por los dos lobos. Uno de los lobos lanza un gruñido en tu dirección, el otro sale corriendo hacia ti y el hombretón se gira preguntandole a los perros que es lo que ocurre. 

No creo que correr sea muy util y como ha pasado tiempo los refuerzos no tardaran...

Me muevo a una zona iluminada para que pueda verme claramente y levanto las manos en un gesto pacifico.

-Buenas noches caballero.-Digo y me mantengo alerta a los movimientos del lobo.

- Estoy empezando a cansarme de verte por aqui merodeando, pero no creo que seas tan sumamente inutil como para menospreciar así tu vida. ¿Quien eres y que quieres?.- El hombre separa las piernas hasta que estas describen un ángulo de 45º y cruza los brazos sobre el pecho. Los lobos van caminando en torno tuyo, describiendo círculos, muy cerca de ti, no parecen tan amenazantes de cerca , uno de ellos va moviendo la cola a los lados y te lame una mano. Uno de los lobos se acerca a su señor y se transfigura en un hombre adulto, no tan corpulento como el otro, pero igualmente fiero y salvaje, silencioso, con la mirada inyectada en sangre, los pelos desaliñados y algún diente roto, así como numerosas contusiones y heridas de guerra. 

-Mi nombre es Priotek y venia a recoger un libro de aquella casa- Digo señalando a la casa del alquimista.

No puedo evitar sentir cierta simpatia por el lobo que se me ha acercado.

-¿Podria saber vuestro nombre...?- Digo acariciando al lobo, despues pienso en mis compañeros, miro hacia el cementerio, vuelvo a mirarles y añado. -La guardia vendrá pronto, no se si es seguro que sigais por aqui.-

El hombre se descojona cuando dices lo de la guardia. 

- Que vengan, no tengo miedo de esos hombres escondidos en sus pieles de acero. Ya viste al que iba antes contigo como le puse el casco. No se lo sacará en una temporada y con suerte le habré roto algún hueso.- Luego se gira para mirar la casa y se gira inquisitivo- ¿Que libro buscabas?

Miro a la casa y me acuerdo del ruido que habia antes. -Creo que ya no importa ¿verdad?- Digo con una sonrisa ironica.

-Puedo preguntaros quien sois y cual es el motivo de esta... visita- les digo retomando la conversacion.

- No te conviene saber quien soy, ni te conviene que se sepa que me conoces. Mis asuntos son mis asuntos y a nadie más le conciernen. Y te equivocas en una cosa, pues si me interesa y mucho saber que libro es el que buscas. Yo busco otro, o sería más correcto decir, la mitad de otro libro. Empieza a hablar. - Uno de los lobos que le acompaña se sienta obediente al lado de su amo mientras el otro continua dand vueltas por el callejón olisqueando todo. 

-¿Medio libro? pues no te preocupes, ayer le encargue al alquimista que me hiciera un libro y quede en recogerlo hoy, por eso dudo mucho que sea el mismo.- Digo procurando no darle importacia.

Romper un libro me parecia una accion muy barbara, pero a juzgar por su aspecto...

-¿Esta el alquimista vivo? Igual se lo podriamos preguntar.- Estaba casi seguro de saber la respuesta, pero tenia que probar.

- El alquimista ha muerto. En el más terrible de los sufrimientos.- cuando lo cuenta no puede evitar esbozar una sonrisa, se siente divertido con tal circunstancia.- Ha sido lo mejor para él. ¿Para que querias ese libro y que ponía en él?

Viendo que aún estais los dos como dos pasmarotes delante de los guardias estos os miran con gesto preocupado.

- ¿Oigan? ¿Señores? ¿Me han oido?

-Digamos que son asuntos mios.- Digo repitiendo lo que él habia dicho. -Me extrañaria mucho que te resultaran de interes, aunque me encantaria enseñarte alguna de mis composiciones.- Digo sonriendo y dando unos golpecitos a mi laud.

-Tambien me extraña ese interes tuyo en el pobre alquimista. Lo del libro lo veo más normal. A todo el mundo le gusta leer un buen libro. De hecho yo he escrito alguna cosa, pero sobre todo poesia...- decidí dejar de hablar cuando me di cuenta que estaba empezando a divagar.

Emerick sale de su estupor y simpemente dice:

si. Vamos para alla

Hermann sigue al Malkavian hacia los cuarteles. Por el camino va nervioso, atento a cualquier signo de movimiento

- Esto pinta feo. Y a ver como demonios me quito ahora este yelmo.

- Eres un poco raro, supongo que serás uno de esos meapilas de Rudolph ¿me equivoco?.- Perceptible al ojo humano, el hombre estaba agarrando con bastante fuerza la cachiporra que había usado para abollar el casco del teutón. La vida del bardo pendía de un hilo en este momento.