Partida Rol por web

esta es una conversacion telefonica
no pueden postear pensamientos

- ¿Sí? -, vuelvo a decir al teléfono. - ¿Quién es? ¿Diga? -

- ¿Sí? -, vuelvo a decir al teléfono. - ¿Quién es? ¿Diga? -

-Lamento despertarte, pero tienes que venir a casa ya... Yo sé que es temprano pero te prometo un buen desayuno-digo sin dejarle a hablar mucho, en verdad me interesa que Rafael se entere de lo que sucede.

- Pero... ¿está todo bien? -, le digo preocupado. - Vale, no te muevas que voy para allá. -, digo mientras cuelgo el teléfono y salgo escopetado hacia la casa de Erin.

No, claro que no me moveré. No me da tiempo a decirle nada más, supongo que mi tono le asustó.

Llego rápidamente a la casa de Erin, esperándome encontrar algún problema, por lo cual comienzo a tocar el timbre como un poseso esperando que me abra.

Realmente me encuentro un poco nervioso. Hemos tenido un par de encuentros románticos, y siempre, me he sentido atraído por ella, pero nunca hemos ido más allá.

Espero impaciente que me abra la puerta mientras mi mente maquina un montón de posibilidades.

Salto de la cama cuando llaman a la puerta, sin duda debe ser Rafael y no extrañaría que Raquel esté por allí husmeando con el metido de su marido, cómo sea, me acerco hasta la puerta y luego de cerciorarme por la mirilla que es él, la abro al fin. Le sonrío, lo halo hacía mí y le beso ambas mejillas.

-¡Al fin llegaste! ¡Ven, ven! Desayunemos mientras hablamos...-lo llevo conmigo hasta la cocina mientras Stvar se nos pasea entre las piernas.-¡Adivina!

Lo miro con aire misterioso.

Me dejo arrastrar por mi amiga hacia la cocina. Al parecer todo está bien, ya que su cara es de felicidad, así que me tranquilizo. Mientras me lleva de una mano a la cocina, agradezco de no haber desayunado ningún bollo antes con Trevor, sino, no podría comer nada ahora y seguramente eso le sentaría fatal.

- Vale, vale... -, le digo intentando calmarla. - ¿Qué ha pasado? -

Lo miro sonriente mientras sirvo un par de huevos y pan tostado en la mesa, además de poner un poco de leche y zumo de naranja.

-Me voy a Paraíso-digo con tono serio, grave y suave al mismo tiempo.

No es necesario que se note la emoción, él ya lo sabe, me conoce.

-Y necesito de alguien que me ayude con el equipaje, no tengo tiempo de mas... Y mucho menos ganas, ya sabes lo que me pasa con el tema de ordenar cosas-bromeo mientras le doy un mordisco a un pedazo de pan.

Casi me atraganto con el café cuando escucho que ella también se... dios... ya vas tres en la misma ciudad. Dejo la taza como puedo en la mesa mientras me cojo la garganta con las manos tratando de entender lo que me está diciendo...

- ¿Qué...? -, le digo con los ojos desorbitados... - ¿¿¿¿TU TAMBIÉN???? -

Me echo a reír, parece ser que no he sido la única elegida y entre 50 ya conozco a uno. Me acerco a él, quito su mano de su garganta y le respondo:

-Sí, yo también y esa reacción quiere decir que no podrás cuidar mi casa, ¿no?

Me siento en la mesa frente a él.

-¿Tienes ya todo listo? ¿Algún consejo que quieras darme?.

- ¿Consejo? -, le digo extrañado. - No sé... que no lleves en el bolso de mano desodorantes, perfumes y esas cosas... Eso es un buen consejo. -, le digo mientras me rio sonoramente.