Partida Rol por web

-Bueno...-dijo encogiéndome de hombros y saltando de la mesa para dejarlo desayunar tranquilo.-No hablaba exactamente de eso pero veo que va a ser imposible ponerse en buenas contigo, así que desayunemos y hagamos el equipaje, porque... ¿no te negarás, no?

Me acerco y le beso la punta de la nariz para luego lentamente darme vuelta y sentarme en la silla libre frente a él.

Me quedo gratamente sorprendido al sentir sus labios sobre mi nariz.

- Claro que te voy a ayudar... -, digo con una sonrisa. - Pero debo decirte que cuando me has llamado pensaba que te había pasado algo... -, le digo mientras me levanto y me pongo detrás de ella en la silla con mis manos en sus hombros.

Vuelvo la cara lentamente al sentir sus manos sobre mis hombros, intento sonreír, nuevamente ese juego y no es molesto; me levanto lentamente con aire de niña buena y me le planto frente a frente.

-¿Quiere eso decir que te preocupas demasiado por mí? ¡Ays, eres un dulce!-sujeto una de sus manos con las mías.-No llevaré muchas cosas pero me alegra que estés allí, Rivas... COn Stvar y contigo, lo tengo casi todo... Claro y con un buen desodorante, ¿o prefieres que huela mal? Como un chico-le guiño un ojo y lo abrazo.

Correspondo su abrazo pasando mis brazos por su cintura mientras recuesto mi cabeza en su hombro y casi instintivamente, le muerdo despacito el cuello.

- Yo creo que también tengo todo preparado ahora. -

Siento un ligero cosquilleo por todo el cuerpo y aprieto mis brazos a su alrededor, sintiendo que quizás ya era inevitable. Siempre juntos, siempre de un lado al otro, llamando al otro; cierro los ojos unos instantes y al abrirlos pongo la punta de mi nariz en su mejilla.

-¿Qué haces?-pregunto en un susurro, sin dejar de sonreír mientras mis manos se deslizan traviesamente por su espalda.

- ¿Qué cosa? -, le digo mientras le doy otro mordizco. - ¿Esto? Ah, es que me apetecía. -

Sus manos comienzan a acariciarme la espalda mientras yo acerco su cuerpo más al mío haciendo un poco de presión con mis manos en su cintura.

-Interesante-respondo sonriendo con obviedad y sintiendo una nueva electricidad debida a su mordisco.-¿Y qué más le apetece, doctor Rivas?

Siento como me aprieta más contra sí y mis manos descansan en su cintura por la parte de atrás. No sé hasta dónde seríamos capaces de ir.

-Estamos más cerca de lo que nunca hemos estado...-murmuro en su oreja y respiro justo allí.

- Hum... -, digo pensativo en su oído. - Ahora mismo me apetece... ¿hacer las maletas? -

Sonrío.

-Hagamos las maletas, pues...-me suelto de su cintura y tomando su mano lo encamino hacia la habitación.

Hay un par de maletas ya dispuestas sobre la cama, aunque sólo usaré una y Stvar sigue por allí dando vueltas.

- Vale... -, le digo. - Tienes una bonita habitación... es la primera vez que me la enseñas... -, continúo mientras me tumbo sobre la cama y comienzo a saltar con mi cuerpo para probarla.

- Hum... cómoda... ¿la probamos? -, le digo medio en serio medio en broma.

-Seguramente estás bromeando-digo haciendo a un lado una de las maletas para ponerla en el piso y sentarme junto a él.-No creo que necesite mucha más ropa y ya tengo sobre la mesa algunos efectos personales, a ti no te tengo que meter en ninguna maleta ¿o sí?-pregunto con picardía.-Mientras no te duermas después de... Rectifico, mientras no te duermas antes de...

Lo estoy pinchando sin duda y me divierte.

- No estaba precisamente pensando en dormir... -, le digo mientras le guiño un ojo. - y no, no tienes que meterme en una maleta, ya tengo la mia preparada. -

- Hace calor, ¿no? -, le digo mientras me quito uno de los botones de mi camisa.

Sonrío, aquello es descarado pero divertido. Me levanto suavemente en la cama para pasarme del otro lado de donde está él, poniendo mi cuerpo por encima del suyo, necesito ir del otro lado y elegir un par de zapatos cómodos pero mientras estoy por encima de él, me encuentro con sus ojos.

-Hace mucho calor... No sé si tanto como en Paraíso.

Se dibuja en mi rostro una sonrisa, no puedo evitar pensar que ambos somos unos niños.

Cojo a Erin de la cintura mientras me giro rápidamente poniéndome encima suyo. Ella sóla no va a jugar... yo también sé como hacerlo. Ahora es mi cuerpo el que queda sobre el suyo, y son mis ojos los que miran fijamente a sus ojos.

- No creo que haga tanto calor como el que está a punto de hacer aquí. -, le digo con una sonrisa mientras mis labios comienzan a buscar los suyos.

Sus manos se posan en mi cintura para darme vuelta sobre la cama, muchas veces esto estuvo a punto de pasar pero siempre jugabamos; justo ahora pasa y no puedo ni quiero evitarlo así que respondo a su beso con intensidad. Haciendo que nuestras lenguas se enreden, cierro los ojos y disfruto sus labios, la tibieza de su boca, de su humedad en ella.

-Rivas...-murmuro unos instantes para luego volver a su boca y mordisquear suavemente su labio inferior.

Sus labios suaves como la seda, la humedad de su boca, el aroma de sus cabellos, podrían volver loco a cualquiera y eso mismo está logrando conmigo. Mis labios evitan separarse de los suyos por más de unos segundos y continúo besándola apasionadamente como si nunca antes la hubiera besado. ( a decir verdad, esta es la primera vez )

- Erin... no sabes cuanto tiempo he esperado este momento. -, le digo mientras comienzo a morderle el cuello con pasión, mientras mis manos recorren sus muslos acariciándolos.

Comienzo a sentir sus manos resbalar por mis muslos, mi cuello es presa de él y me encanta. Mis manos se pierden en su espalda, si él lo había deseado, no puedo decir que yo no. No respondo en ese momento, simplemente lo acaricio. No sabemos de cuánto tiempo disponemos en la vida pero este estoy segura de disfrutarlo al cien por ciento. Pateo la maleta que había quedado sobre la cama haciéndola caer y luego paso mis manos hasta su camisa para desabotonarla del todo. Mis piernas se mueven suavemente con sus caricias, el deseo se hace presente, el calor es sin duda agobiante. Placenteramente agobiante.

-Y yo, Rivas... Pero estábamos muy ocupados en... ocultarlo...-toda voz es un susurro grave.

- Pero aquí no hay nadie que nos controle. -, le digo completamente excitado. - Aquí nadie nos ve, nadie nos controla, podemos dar rienda suelta a nuestros sentimientos. -, le digo mientras comienzo a desabrochar su blusa, dejando al aire su sujetador.

-Tienes razón...

Y la tenía de verdad, así que copiándole un poco, lo despojo de su camisa del todo y luego busco desabotonar su pantalón, lo miro a los ojos, la excitación es tremenda, casi insoportable. Busco su boca nuevamente mientras voy bajando con mis manos su pantalón, buscando encontrar con mis caderas su fuego.

Menos mal que ella me ha quitado los vaqueros. La presión de mi entrepierna ya me estaba haciendo doler demasiado, además, ahora sé que ella quiere esto tanto como yo.

Mi mano, comienza a recorrer con una caricia la parte interna de su mulso hasta llegar a su ropa interior, la cual, muevo con un par de mis dedos, dejando su sexo expuesto al mío. Lentamente, comienzo a acercar mi cintura a la de ella, hasta que muy dulcemente y con cariño, nuestros sexos se encuentran y nuestros cuerpos se funden en uno sólo.

Un suspiro sale de mi boca en ese momento mientras que el tiempo en la habitación parece detenerse.