Partida Rol por web

Su abrazo me envuelve y sonrío para luego besarle con la misma pasión con la que él me besa.

-Si el postre es tan rico como estos besos tuyos, me lo comeré todo.-le guiño un ojo.

Apreté mis brazos alrededor de su cuello, allí se estaba bien sin importar que los chinos se mataran a balazos allá afuera.

- ¿Qué te parece si nos vamos a tu habitación y nos lo comemos allí? -, le digo con una sonrisa picara mientras le guiño un ojo.

-Me parece una excelente idea, doctor... Ya te digo, no quiero engordar, así que mejor que soluciones esto.

Le doy un suave beso sobre los labios, cojo otra botella de vino, las dos copas y me encamino hacia mi habitación, esperando que él me siga con lo que hace falta.

Camino tras ella como hipnotizado. El movimiento de sus caderas es mejor que cualquier reloj en manos de un psicoanalista. Camino tras ella, con la fuente de fresas y un par de botes de nata en los bolsillos. Parece que quiere juguetear conmigo y eso... eso me pone muy malito...

- Creo que tengo algún curso de nutricionista... y otro de personal trainer... -, le digo por detrás pícaro. - Sabré muy bien que hacer para que no engordes... -

Me siento en mi cama, dejo las copas a un lado mientras vuelvo a servir vino en ellas y sonrío, con el rabillo del ojo noto que él se acerca, lo detengo en la puerta.

-¡Espera ahí! Necesito una foto de eso...-tomo la camara que ya tenía a mano desde que lo fotografiara en la cocina y le hago una.-Bien, ahora estaremos seguros ambos de que esto no fue un sueño.

Le guiño un ojo.

-En cuanto al ejercicio fisico, ven aquí y te mantengo en forma yo a ti...

Avanzo hacia ella mientras me quito la camiseta ( o remera, como queráis ) y dejo la fuente de fresas junto al vino y la nata. Camino despacio, como midiendo todos mis movimientos, sin dejar de mirar su sonrisa pícara que invita a comerle esa linda boquita.

- ¿Tu me vas a mantener en forma a mí? -, digo mientras observo por el rabillo del ojo la ventana por donde me parece ver caer escombros, pero no le doy nada de importancia.

Continúo acercándome a ella hasta poner mis piernas entre las suyas y sigo observándola desde arriba con los brazos en jarra en la típica pose de Peter Pan.

- ¿Decías? -, le digo entre pícaro y misterioso.

-Decía que...-meto mis manos bajo sus brazos y lo abrazo, acerco mi cara hasta la suya y lo beso apasionadamente.-Que me muero por probar tu postre...

Mis piernas juguetean con las suyas y lo dejo de besar para mirarme en sus ojos unos instantes, siempre es reconfortable saber con quién estás aunque no sepas a ciencia cierta hasta donde los llevará eso.

-Espero que no estés muy cansado para "viajar"-mi tono es claramente provocativo.

- Creo que me siento lo suficientemente descansado como para un largo "viaje". -, le respondo tan provocativamente como ella mientras la empujo suavemente sobre la cama y me recuesto encima de ella. No pasan dos segundos hasta que siento que el pantalón comienza a molestarme y así se lo hago saber a ella, apoyando mi entrepierna en la suya, ejerciendo un poco de presión para que note la dureza de mi miembro.

- Hum... creo que hay alguien más que se quiere unir a nuestro viaje. -, le digo con una sonrisa picarona.

Siento enseguida cómo nuestros cuerpos se enciende pero lo detengo un poco empujándolo suavemente, evitando el momento pero sólo por unos instantes.

-Parece que hay que darle una buena bienvenida...

Levanto su camiseta con habilidad y beso sus hombros, su cuello, su boca nuevamente mientras nuestras lenguas se enredan saboreando sus humedades y tibiezas.

Dejo que me quite la camiseta mientras comenzamos a besarnos. Hace solo unas pocas horas que estaba entre sus brazos y ahora, nuevamente me encuentro entre ellos. Dejo que me bese con pasión, pasión a la cual correspondo con locura.

Mis manos comienzan a desabrocharle la camisa, mientras no dejo de besarla, y continúo presionando mi entrepierna contra la suya.

- Espero que lo recibas cno alegría... -, le digo mientras me sonrío.

Sujeto su cintura con mis manos, siento la presión de su pantalón en mi cuerpo, en mi deseo y con las manos desabrocho su pantalón lentamente y sin dejar de besarlo. Bajo lentamente su pantalón ayudada de manos y pies, sonrío, lo beso, me vuelvo loca con él. Suavemente paso mis dedos por su espalda y enredo estos en su cabello.

-¿Lo dudas?

- No, no lo dudo... -, le digo mientras comienzo a quitarle los pantalones también a ella.

No es cuestión de que yo sólo sea el que esté desnudo. Mis manos bajan hasta su cintura y con rapidez, le quito los pantalones y su ropa interior. Ahora nuestra pien está pegada una a la otra, mientras comienzo a descender, besando primero sus pechos, luego su ombligo, hasta llegar a su entrepierna, donde comienzo a besarla apasionadamente mientras mi mano busca uno de los tubos de nata que especialmente he traído para la ocasión.

Me despoja de mi pantalón, la temperatura en la habitación ha subido en un cien por ciento pero me siento tan bien entre sus brazos que no logro negarme a nada de lo que pretende, en cambio me encanta y coopero con él mientras me aferro de su cabeza para no perder la sensación de realidad antes sus besos apasionados que me hacen estremecer cada vez más calurosamente.

Continúo besándola en ese sitio con pasión. De vez en cuando alzo la mirada para ver cual es su cara, pero rápidamente, sus manos se apoyan en mi cabeza y me hacen regresar a mi tarea. Me aferro a sus piernas como si mi vida dependiera de eso, mientras mi lengua pasa por todo su sexo, sin dejar un sitio en el cual no la pase.

Su cuerpo se estremece ante mis besos y el mío, está más que dispuesto a poseerla con ansias en cualquier momento.

Mis caderas se movían al compás de su lengua que estaba haciendo estragos en mí, que estaba logrando que mis jadeos y gemidos se alzaran en volumen y lo deseara cada vez más. Me cansé de intentar contenerme, de guardar las formas.

-Rafael, te necesito...

Estiré mis manos hacia él, quería sentirlo cerca, besarlo, saborearle, quería sentirlo dentro de mí. Apreté mis piernas suavemente alrededor de su cara para hacerle ver que era en serio, el río que causaba en mi sexo era tan sólo una muestra de lo mucho que estaba deseándolo.

Sus piernas presionan suavemente mi cabeza y con esa señal me doy cuenta que necesita algo más de lo que estoy haciendo ahora. Dejo el bote de nata a un lado, no es el momento de jugar, mientras comienzo a subir con mi boca nuevamente hasta la suya y cuando mi sexo se encuentra en posición, la penetro con todas mis ganas, dejando de lado cualquier sutileza y comienzo a moverme como un poseso con mi sexo dentro de su cuerpo.

- Yo también te necesito. -, le digo susurrando en su oreja.

Mi cuerpo se adapta al suyo al sentirlo como entra en mí con aquel deseo que ninguno de los dos puede controlar. Enredo mis piernas alrededor de su cintura y comienzo a moverme a la par de sus embestidas, sintiéndolo cada vez más cerca y más dentro, sintiendo que me hace estremecer de pies a cabeza, respiro en su oído y beso su hombro. Suelto mis piernas y las separo para sentirlo del todo, intento hablar pero es ya imposible. Mis uñas resbalan por su espalda pero sin hacerle daño, le acaricio el trasero, busco sus labios hasta encontrarme en ellos y besarnos al compás de nuestros sexos que se encuentran y se alejan en un vaivén de locos.

Nuestros cuerpos se mueven juntos con un ritmo demencial. Mi sexo entra y sale del suyo, al principio con suavidad y aumentando la velocidad a medida que el tiempo pasa. Me siento como si flotara a mil metros de altura mientras hago el amor con Erin. Mi boca se acerca a su oído, en un momento que dejo de besarla, y le digo: - Te quiero más que a nada en el mundo. -

Las palabras de Rafael casi consiguen desconcentrarme pero cierro los ojos y continúo aferrada a su cuerpo, recibiéndolo y dejándolo ir de nuevo. Mis gemidos se vuelven roncos ejemplos de lo bien que lo estoy pasando, lo beso antes que pueda decir nada más. Hemos encontrado el tiempo exacto para mantenernos en el paraíso, a una misma velocidad y con la misma intensidad; sintiendo en cada adiós que su cuerpo me abandona para volver de pronto con la alegría de la melodía de nuestros sexos al encontrarse.

Cuando siento que el orgasmo está a punto de llegar, ya no hago nada más por contenerme, solamente me dejo llevar por el movimiento de nuestros cuerpos y el roce de ellos. Nunca había vivido nada tan excitante y creo que nunca lo viviré. Erin es asombrosa, y realmente creo que...

El placer llega en el momento que mi cabeza iba a comenzar a desvaríar. En ese momento, cuando todos mis músculos se relajan y mi mente flota por el espacio completamente vacia de pensamientos, me abrazo a su cuerpo con fuerza.