Partida Rol por web

Observé como K9 husmeaba por los restos que acabábamos de dejar en el suelo, y además encontraba algo de munición. No se me había ocurrido registrar los cadáveres, pero mientras nos poníamos a punto de nuevo y nos tomábamos un respiro, seguí los pasos del perrete y comprobé si había algo más de utilidad en los cuerpos.

Trás registrar dos o tres zombies, encontré más munición. Parecía del mismo tipo que la que había conseguido K9 y eso quería decir que nos la podíamos intercambiar, porque nos servía a todos. Completé el cargador de la pistola y volví a ofrecer al resto de los compañeros. -Insisto. Si a alguno le hacen falta más balas, sólo tiene que pedirlas. Que nadie se quede sin munición. Me parece que este asalto no ha sido nada con lo que nos espera más adelante.

Escucé a Boris hablar sobre la estrategia a seguir. -Si los podridos pueden ser dirigidos por Isidro, no creo que se deje engañar por un ruido. Tendrán órdenes claras de encontrarnos y matarnos. Sentía llevar la contraria y ponerme tan negativo, pero realmente no creía que ese plan fuera a funcionar.

Tenía el cargador a la mitad pero aún disponía de seis más. No era todavía el momento de pedir más sino de seguir adelante, y la reflexión de Alex me pareció acertada. Tener el foso a la espalda no era lo mejor.

-Entonces volvemos a lo mismo. ¿Veis alguna ruta alternativa? Porque si no, no quedará más remedio que seguir y tiene todo el aspecto de ser un embudo. Justo lo que más nos gusta.

Quizás el problema no fuese tanto seguir como cuando tuviéramos que huir. 

Miré entonces a Johan.

-La cuestión es si tenemos alguna alternativa diferente más que arriesgarnos. Solo contamos con nuestra potencia de fuego. No sé si podremos colocar algunas trampas para proteger nuestra huida y aparte de eso, creo que no disponemos de mucho más.

Eliana al ver lo que le daba K9, se ilusionó. 

—¿Para mí? ¿No serás el mejor perro del mundo, no? ¡Claro que sí, claro que eres el mejor perrito del mundo! —dijo mientras daba una buena ración de mimos al perro y, por supuesto, le premió con una segunda chuche. 

Había que reforzar los buenos comportamientos y lo que acababa de hacer K9 seguramente les salvaría el pescuezo más adelante. Le dio mimos aún con una mano mientras contaba de nuevo munición. 

—Si os sobra algún cargador más, os lo agradecería. Tengo seis ahora mismo, pero cuatro de ellos están medio gastados*. Si os soy franca, soy una manta con las armas cuerpo a cuerpo. Prefieros los bisturís. 

Cuando por fin cesa el pitido en los oídos de Cristina a causa de los disparos escucha un tenue zumbido de estática en su radio personal. Alguien está intentando comunicar por radio con ella pero la estructura del edificio y la radiación lo hacen casi imposible.

A menos que sepas cómo ir ajustando el receptor sobre la marcha...

El flujo de Rabiosos cayendo al agua es tan hipnótico como tristes sus pataleos para encontrar un asidero por el que salir del agua. Sin embargo, Johan no puede evitar fijarse en un único Rabioso que no comparte el frenesí de sus compañeros por alcanzarles. En vez de eso se queda junto a la puerta, observando cómo los demás caen al agua. Sus labios se mueven formando palabras que Johan puede leer.

No... pasar... agujero...

Tras hacer esa observación el Rabioso vuelve por donde ha venido empujando furiosamente a un Rabioso que sale en ese momento, el cual tropieza hasta caer al agua...

El flujo de Rabiosos cayendo al agua es tan hipnótico como tristes sus pataleos para encontrar un asidero por el que salir del agua. Sin embargo, Johan no puede evitar fijarse en un único Rabioso que no comparte el frenesí de sus compañeros por alcanzarles. En vez de eso se queda junto a la puerta, observando cómo los demás caen al agua.

Al no ocurrírsele ninguna manera de salvar el obstáculo el Rabioso vuelve por donde ha venido empujando furiosamente a un Rabioso que sale en ese momento, el cual tropieza hasta caer al agua...

K9 retrocede escaleras arriba a buscar municiones para Eliana. Mientras olfatea las armas un sonido distante llama su atención. Suena como la ametralladora de Alex pero mucho más distante. En un primer momento lo descarta pensando que se trata de un grupo de supervivientes humanos. Pero cuando sale al pasillo con su trofeo en la boca una extraña vaharada hace saltar todas sus alarmas: carne de Rabioso seca, el olor de la pólvora recién quemada y ese olor picantón tan característico de la electrónica recalentada. El propio K9 y Alex desprenden ese olor cuando combaten y sus implantes se calientan.

Y lo peor de todo es que el ruido de la ametralladora sigue acercándose...

Eliana y Johan aprovechan el breve respiro para rellenar los cargadores de sus armas. Los Rabiosos patalean en el agua y lanzan gruñidos ahogados por el agua.

¿Por qué no podéis acabar con esos hijos de Satanás? - una voz furiosa resuena desde el pasillo al otro lado de la puerta de la que salieron los Rabiosos - ¡Entretenedlos mientras trabajo! ¡La obra de Dios requiere tiempo, impíos pecadores!...

Los disparos cesaron como si de pronto alguien nos hubiese metido en una especie de urna o cúpula, haciendo que mirase a mi alrededor algo sorprendida. Todos habíamos estado hablando a un volumen mayor de lo habitual para lograr entendernos entre aquel caos de rugidos y descargas de nuestras armas y ahora todo era como un nuevo comienzo.

Pero no todo era paz y tranquilidad o más bien, nada lo era, porque bajo nuestros pies todavía se podía oír la angustia de aquellas criaturas una vez humanas y que ahora solo pataleaban sin llegar a comprender realmente que estaban cerca de su muerte definitiva, pues el instinto del hambre, controlado por aquel ser despreciable que se escondía en las sombras, era lo único que sentían.

Y entonces, oí un chisporroteo en la radio. Alguien parecía estar intentando comunicarse. ¿Sería Mach-4?

-¡Esperad un momento! -exclamé, cogiendo la radio e intentando ajustar la frecuencia de recepción y modulando la amplitud para lograr captar algo -. ¿Hola? ¿Puede oírme?

Y mientras tanto lo intentaba, me volví hacia las voces que parecían provenir de más allá del pasillo; era una voz desesperada y llena de odio, que resultaba inconfundible más por su contenido que por su tono. Aún había muchos rabiosos entre él y nosotros y seguía pensando que era arriesgado ir simplemente hacia delante y por más que mirase en todas direcciones, no veía otra posibilidad diferente a aquella.

El flujo de rabiosos no cesaba de entrar por la puerta. Mantenía la pistola, recién recargada, apuntada hacia la entrada. No era necesario usarla ya que todos iban cayendo al foso. Parecía cuestión de tiempo que todos los muertos cayeran en la piscina y se quedaran atrapados y pudiéramos avanzar sin tener que enfrentarnos a ninguno más.

Uno de los rabiosos llamó mi atención. Sus movimientos eran diferentes a los del resto. Mientras todos entraban en la habitación y caían, éste se mantuvo junto a la puerta sin avanzar. Observando. De su boca empezaron a salir palabras y desapareció por el pasillo. -¡¿Pero qué coño?! -Mi tono subió por encima de los ruidos de los rabiosos. -¿Alguién más a visto eso? -Me dirigí hacia el resto de mis compañeros, esperando una confirmación y descartar que estuviera volviéndome loco. -Acaba de pasar un zombie, se ha quedado en la puerta y os juro por Dios que ha hablado. Ha dicho:  "No...pasar...agujero...". Tiene toda la pinta de amenaza.

La escena que acababa de presenciar no me dejó para nada tranquilo. Mi idea de ir lo más rápido posible atravesando la puerta, la descarté por completo. No se porqué pero no quería encontrarme con el zombie parlante. Hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación de miedo. Busqué por los alrededores alguna otra manera de avanzar que no fuera la obvia.

Eliana, a su lado, había palidecido un par de tonos. 

—Yo también lo he visto. Se ha dado la vuelta y ha vuelto por donde ha venido —dijo, tratanto de racionalizar que esos eran los bichos que el padre Isidro había conseguido crear por mordidas al chaval. 

—Tenemos que darnos prisa, o se terminarán comiendo al niño antes de que nos abramos paso... 

Miró entonces a Cristina. 

—¿Lo consigues? ¿Te echo un cable? —preguntó, porque quizá esa radio podía brindarles aliados. 

Alex miró extrañado a sus compañeros, no tenia ni idea de que estaban hablando, pero sí que había escuchado las voces que venían desde la puerta.

—Pues yo no he visto una mierda, pero está claro que nos esperan por ese camino—. Entonces echó un vistazo en derredor, había conductos que atravesaban las paredes por distintos sitios, así que debía haber otros caminos.

¡Le encantaba cuando le hablaban en ese tono! Ya podían estar felicitándole como diciéndole que era un perro cochino por limpiarse sus partes después de cada meada -lo cual era estrictamente necesario según sus sistemas-, solo hacía falta ese tonillo que le ponía tan feliz. Se tumbó boca abajo para que todos esos mismos cayeran en forma de caricias y rascaditas en la barriga, dejando colgar inocentemente la lengua por un lado de la boca.

Sin embargo, sus sensores volvieron a ponerse en alerta al detectar el sonido de una ametralladora que le recordaba a la de Boris, motivo por el cual le miró para confirmar que no fuera él, ¡y no lo era! También detectó el rastro de un olor muy familiar, ese que él mismo desprendía cuando ponía su cuerpo al límite y sus componentes biónicos se sobrecalentaban. ¿Había por ahí algún otro ciborg aparte de él y su compañero?

El camino evidente que se abría enfrente del grupo no le inspiraba mucha confianza, motivo por el cual pegó la nariz al suelo y empezó a rastrear un posible camino alternativo...

¡... tina! - se oye la voz desesperada de David por la radio - ¡JODER CON... TAS INTERFERENCIAS! ¡Cristina! - si bien Cristina hace lo que puede para ajustar el dial y eliminar las interferencias no consigue evitar que el mensaje se entrecorte - ¡... cuidado! ¡Esa cosa... enorme... ida ametralladora!... borg zombie! ¿Me recibes? ¡Un puto... hasta arriba de implantes...! ¡Va a por vosotros!...

Con K9 y Alex a la cabeza el equipo de Pasar Página toma una ruta alternativa que les lleva a un nivel superior en el que se encontraban, atravesando los intestinos de la central nuclear. Sin embargo el sentido de la orientación no les falla y salen a una pasarela  situada por encima de una gran estancia repleta a reventar de Rabiosos, muchos de ellos exhibiendo parches de metal en su piel y con cepos en lugar de dientes. A pesar de las presas frescas en otras zonas de la central estos Rabiosos permanecen frente a una puerta metálica, moviéndose sin rumbo y chocando entre ellos o contra las paredes. Sin embargo, no es necesario abatirlos para cruzar la puerta: en la pasarela hay una puerta que da acceso a unas escaleras y un montacargas.

Las puertas del montacargas se abren con un suave zumbido al pulsar el botón. En el panel de mandos se puede ver que junto al botón correspondiente al botón inferior hay un puerto USB y un cartel hecho a mano que pone "Laboratorio Elgin".

El tiempo corre y los niveles de radiación siguen siendo exageradamente altos (1)

Mientras intentaba cambiar las frecuencias para poder oír la radio, seguí a los demás, que parecían haber encontrado un camino para evitar la plataforma. Conducía a un nivel más arriba, pero no solo por encima de donde estábamos, sino también de una cámara llena de rabiosos de la clase que precisamente más problemas podían darnos.

-¡Maldita sea! -exclamé al verlos.

Afortunadamente, podíamos evitarlos, pero no era capaz de quitarme la sensación de que en cualquier momento, saltarían sobre nosotros y nos veríamos en problemas.

Me mantuve lo más sigilosa posible y esperé con los demás a que llegase el montacargas, y fue entonces cuando logré oír por fin algo.

Era David.

-¿David? ¿David, qué ocurre? ¿Me oyes? -le pregunté en voz baja. Al igual que yo, protestaba por las interferencias, pero al menos entre los dos logramos entender algo que me heló la sangre.

-Es David. Dice que viene a por nosotros una especie de borg zombie, un zombie lleno de implantes -les comuniqué a los demás -. -Entendido, David. Estamos avanzando. Ya te avisaré cuando pueda. ¡Ten cuidado!

En ese momento entramos en el montacargas y vi el letrero y el panel usb al lado de su nombre. Ella había trabajado allí. ¿Por qué habían llevado a su hijo también hasta allí?

-Ese puerto... no me digáis que necesitamos un usb para ir al laboratorio. Si es así, vamos a tener que usar las escaleras.

Sentía que los problemas se acumulaban. Un enorme rabioso estaba a punto de empezar a cazarnos como si fuésemos perdices; debajo de nosotros, rabiosos para tomar la ciudad diez veces; y por si eso fuera poco, caminábamos sobre una bomba nuclear.

Odiaba los paseos por el campo.

Antes de seguir la ruta que habíamos encontrado, me puse junto a Eliana y la pasé dos cargadores totalmente llenos*. -Toma Eliana. No quiero que te quedes sin balas cuando más lo necesitemos. -Se me había olvidado dárselos después de haber visto al zombie parlante.

Seguí al duo ciborg por el nuevo camino. Definitivamente había sido una gran día no ir por los pasillos anteriores. Habíamos conseguido avanzar sin encontrar ni un solo rabioso. Llegamos a una pasarela que pasaba por encima de una habitación repleta de esas malditas criaturas. Parecía que no habían detectado nuestra presencia, pero teníamos que ser extremademente sigilosos, si queríamos pasar inadvertidos.

Apenas hablábamos entre nosotros y cuando lo hacíamos era en voz muy baja. Por desgracia, la conversación no traía nada bueno. Otro zombie mutado nos seguía. Había que darse prisa. Al final de la pasarela encontramos unas escaleras y un montacargas. El montacargas era más seguro y parecía que llegaba al laboratorio de la doctora. O al menos eso indicaba un cartel. Al lado había un puerto USB. Se necesitaba algún tipo de llave especial o algo parecido. -¿Alguno podría manipular el puerto USB para que el montacargas nos lleve al laboratorio? Si funciona, es el camino más rápido y seguro. Si no tendremos que ir por las escaleras muy despacio y en silencio. Y si como nos ha dicho Cristina "algo" nos persigue, estaremos jodidos más pronto que tarde.

Eliana cogió los dos cargadores aliviada. 

—Gracias, Johan. No las desperdiciaré. 

Después, avanzando, se quedó un rato observando el cartel del laboratorio. 

—¿Laboratorio Elgin? ¿Qué hace esto aquí? —preguntó—. Ya es casualidad acabar en el mismo sitio del que la doctora salió, si es que se trata de eso. Supongo que tratarían de evacuarlos desde aquí. Eso o lo ha hecho el chico antes de que lo secuestraran... Me temo que yo no sé de estas cosas —contestó señalando al puerto USB. 

Lo que sí tenía claro es que tenían que avanzar. 

—Si de verdad esa cosa nos persigue, no quiero quedarme para ver cómo nos atrapa. ¿Alguien sabe enchufar esto? A las malas, podemos preguntar a la doctora. ¿Aún tenemos forma de comunicarnos con ella? Oye, ¿lo que te dio no era una llave USB, en la sala de reuniones? —preguntó entonces a Cristina—. Lo mismo no tienen nada que ver, pero es por no dejarnos nada. 

Al final encontraron un camino alternativo y fue toda una suerte, no solo por evitar el tanque radiactivo, sino a todos los rabiosos que les esperaban un poco mas adelante. Alex recorrió con sumo cuidado la pasarela, porque aunque no les estaban prestando atención, el ciborg no era precisamente sigiloso con todo el peso que llevaba encima.

Al llegar al ascensor y ver como los demás preguntaban por el usb solo pudo encogerse de hombros, el a lo mejor podía intentar forzarla, pero eso haría ruido seguro. Pero hiciesen lo que hiciesen tendrían que hacerlo rápido, porque al parecer iba hacia ellos algo muy chungo, por no hablar de lo que ya había bajo sus pies.

Miré a Eliana, que me preguntó sobre lo que nos había dado la madre del muchacho.

-No, era solo un chip óptico*, pero de todas maneras, lo comprobaré por si el sistema lo acepta -le respondí, sacándolo y mirando la ranura. De todas maneras, aunque no lográsemos introducirlo, siempre tenía la opción de intentar abrir el panel y desbloquear el sistema de seguridad, así que me preparé para hacerlo.

Me podían los nervios, no sabía si a causa del zombie que nos había dicho David que se dirigía hacia nosotros o porque me temía que en cualquier momento, la radiación comenzase a afectarnos de veras.

Hasta el momento habíamos tenido suerte, pero durante cuánto tiempo más.

La verdad era que aquella misión estaba resultando particularmente complicada, más de lo que yo esperaba.