Partida Rol por web

Las palabras de Mach-4 no me sorprendieron en absoluto. Que una máquina despreciara el valor de una vida para seguir con su programación era precisamente lo que se esperaba de ella, ni más ni menos. Lo único sorprendente allí era la ingenuidad de los demás al ver lo que había hecho, en especial de David y Eliana. 

-¿Es que acaso esperabais otra cosa? -les dije de manera seca, mirando principalmente a Eliana. 

Esas eran la clase de cosas que hacía que una máquina nunca pudiera ser comparable a un organismo biológico. Una máquina no podía sentir empatía, frustración, valentía u orgullo, que eran las cosas que nos impulsaban a movernos. Incluso el miedo era una emoción positiva llegado el momento, y generaba el deseo de superarse.

Mach-4 no era ni mejor ni peor que otras máquinas, sino una más.

Pero no disponíamos de tiempo para perderlo en discusiones filosóficas. El muelle de carga nos esperaba, vacío, por el momento, y teníamos que aprovechar la situación para movernos deprisa.

-Está bien. Alex, creo que deberías quedarte en el vehículo para asegurar nuestra huida cuando regresemos -le dije, viendo como Mariluz se ocultaba debajo de una manta térmica.

Buena chica, pensé.

-Ninguno de los seres humanos que quedan ahí dentro lograrán salir con vida si no vamos a buscarlos y el muchacho tampoco conseguirá salir por sí mismo, así que tendremos que ir con todo lo que tenemos. Puede que no consigamos regresar todos, pero no hemos venido hasta aquí solo para quedarnos sin hacer nada, ¿verdad?

A continuación, me volví hacia David.

-David, tú serás la punta de lanza. Irás delante disparando a todo lo que se mueva- ¿A que te gusta la idea? -le dije, sabiendo de antemano la respuesta.

Sin esperar a ver lo que decía, dejé la ametralladora del vehículo, cogí mi arma y miré a los demás. Ahora les tocaba a ellos decidir. 

Eliana seguía furiosa con el droide. Si en algún momento tenía oportunidad de tirarlo del avión en marcha, lo haría. Y cómo iba a disfrutar. 

—Buen chico —dijo a K9, rascándole la barriguita como a él le gustaba. 

Se giró entonces hacia la niña:

—Pase lo que pase, no salgas, no abras la puerta y quédate escondida, ¿vale? No tardaremos mucho, pero si tardamos, tienes algunas raciones debajo del asiento. Sólo necesitas descansar, así que no hagas esfuerzos innecesarios, ¿entedido? 

Espero al asentimiento de la niña, que poco más podía decir. Una vez hecho esto, cogió sus pistolas, se aseguro de que tenía suficientes balas y bajó del coche. 

—Detrás de ti, David —dijo Eliana con sus pistolas listas—. Si vienen en orda, tendremos que ralentizarlos para que los que sois hábiles en cuerpo a cuerpo podáis volar cabezas. 

Se dejó acariciar con mucho gusto por Eliana, era exactamente el tipo de mimo que le gustaba. Mucho mejor que cuando había tratado sus heridas, que al final siempre escocía un poco y eso le ponía tristón. A pesar de no recibir ninguna orden supo interpretar la situación, tenían que asaltar el muelle de carga, ¿verdad? ¡Pues iba a asegurarse de guiar al equipo por el buen camino!

Una vez bajaron del todoterreno, lo primero que hizo fue desplegar el arma que llevaba acoplada en el lomo, preparado para disparar si fuera necesario y, de ser así, sus sensores le avisarían de a dónde apuntar. Lo segundo fue pegar la nariz al suelo y empezar a olfatear. Detectó varios rastros, entre ellos el de Teo*, sin embargo para ello sí que esperó a una orden, concretamente la de Cristina**. La miró fijamente y soltó un ladrido sin ganas, como un punto entre medio entre ladrido y gruñido, como reclamando una orden. ¿A quién más iba a mirar sino? Ella parecía ser la que cortaba el bacalao.

Junto a David, él también lideraría el camino, porqué si alguien sabia exactamente por dónde tenían que ir era él y su increíble olfato.

Parecía que estaba todo medianamente decidido, aunque en realidad no había demasiado entre lo que escoger. 

Una vez abajo, contuve la respiración antes de aspirar la primera bocanada de aire que tenía sabor a muerte y angustia. Vi como K9 bajaba, extraía su arma y empezó a olfatear, detectando algo o así me pareció, tanto por su actitud como por su ladrido.

-¿Has olido algo, chico? Adelante, sigue el rastro. David, no lo pierdas.

Eché la vista atrás para mirar a Johan, que cerraba la marcha, mientras Eliana marchaba detrás de David y K9.

Mejor me quedo yo - dice David - En un espacio cerrado como éste la minigun será una picadora de carne - Le da una palmada en la espalda al enorme ciborg - Cuida de mi hermanita ahí dentro ¿Eh, grandullón?

Mariluz asoma la cabeza un momento sólo para atender las instrucciones de Eliana - Sí, doctora. Me quedaré aquí y esperaré a que vuelvan. Porque van a volver ¿Verdad?

Puedes apostar a que sí - intenta animarla David - Tranquila, que volverán con Teo. Si el cura y sus minions se ponen tontos habrá hamburguesas de idiotas para una buena temporada.

Mariluz mira extrañada a David hasta que pilla la broma y suelta una risita. Más tranquila, la niña vuelve a cobijarse bajo la manta...

Los audífonos de la armaduran captan unos sonidos que llaman la atención de Eliana. Manipulando rápidamente los controles de su armadura consigue identificar la voz de Teo resonando por los pasillos.

¡QUE ME DEJES DE UNA PUTA VEZ, MEAPILAS! ¿TE LA PONEN DURA LOS NIÑOS? ¡QUE ME SUELTES! ¡TE ODIO, PERDEDOR!...

Los audífonos de la armadura, ya programados por Cristina para filtras voces humanas, captan rápidamente la voz de Teo maldiciendo al padre Isidro.

¡QUE ME DEJES DE UNA PUTA VEZ, MEAPILAS! ¿TE LA PONEN DURA LOS NIÑOS? ¡QUE ME SUELTES! ¡TE ODIO, PERDEDOR!

Sin embargo un chispazo lleva la atención de Cristina hacia una columna donde cuelga un cable pelado. El interruptor de la luz al que iba ese cable ha sido arrancado, algo que podría haber sucedido por casualidad en un combate contra los Rabiosos hasta que Cristina se da cuenta de que todos los pulsadores eléctricos del muelle de carga han corrido la misma suerte. Y que en el lugar donde estaban hay marcas de dientes...

Los gritos de los humanos no significan nada para K9 y además suenan todos iguales, así que el el perro se centra en su infalible sentido del olfato. Y ahí está el olor de Teo, todavía impregnado de los compuestos odoríferos de Pasar Página.

Sin embargo otro olor, más penetrante y cercano, llama la atención del perro por encima del hedor a podredumbre. Lo raro es que el olor procede de una pared en la que en algún momento hubo algo enganchado. El olor, aunque antiguo, es ácido, penetrante y tiene un ligero parecido al de la saliva humana. Los ópticos de K9 hacen un zoom sobre la pared descubriendo marcas de dientes. Su base de datos lo identifica como una mordedura de tamaño humano... una mordedura repleta de colmillos...

Finalmente, David se quedó dentro del vehículo, contraviniendo lo que yo había pensado. No era habitual en él quedarse atrás habiendo tiros de por medio, lo que me hizo preguntarme por un momento si no habría sucedido algo en aquella catedral para que cambiase su manera de actuar.

No lo sabía, desde luego, pero era la primera vez que me sorprendía de aquella manera, dejándome sola en lugar de venir conmigo.

Eso no hizo sino aumentar mi desconfianza sobre lo que nos esperaba allí dentro.

A través de los audífonos de la armadura capté las palabras de Teo, lo que al menos me decía algo bueno, si es que conseguíamos llegar hasta él.

-Creo que Teo no está muy contento con ese tal Isidro. Estoy segura de que en cuanto nos vea, vendrá a nosotros como si fuese navidad y estuviésemos cargados de regalos -comenté, con una sonrisa.

Entonces vi aquel chispazo proveniente de un cable y lo seguí con la vista hasta llegar al interruptor que debía encender, y al fijarme, pude que ver que no era precisamente aleatorio.

Alcé una mano e hice una señal a los demás.

-¡Esperad! Han arrancado los interruptores a mordiscos, mirad. Eso significa que están ahí, esperándonos.

K9 había localizado el rastro y sin duda debíamos seguirlo, pero aquello me estaba pareciendo cada vez más una trampa.

Eliana hizo un gesto levantando el brazo, llamando la atención del grupo. 

—Filtrad el sonido y aumentar el volumen. Lo escucho yo también, es el crío. Seguidme, puedo encontrarlo –la doctora parecía muy segura de sus palabras.

Alex iba a protestar ante el plan de Cristina, decía de ir con todo y querían dejar fuera las dos armas más pesadas que tenían, pero extrañamente David se dio cuenta y se ofreció a quedarse el.

—No creo que el sigilo no vaya a ayudar mucho en cuanto nos encontremos con la horda de rabiosos, si queréis voy yo delante con La Impaciente—. Dijo dando unos golpecitos sobre la ametralladora pesada que ya se estaba colocando. —Como dice tu hermano, en un sitio cerrado esta puede mantener a raya casi cualquier cosa.

Lo cierto era que estaba deseando usar la ametralladora, era la primera vez que salía con un grupo en el que nadie sabía conducir y aunque estaba seguro de haber sido útil, el de chofer no era su trabajo habitual.

Con la nariz pegada al suelo, estaba seguro de haber detectado el rastro de Teo y siguiéndolo por unos pocos segundos, otro olor captó su atención. Como bien dijo Cristina, ahí hubo hace poco un interruptor, lo que le sorprendió a él era el tipo de mordisco que lo había arrancado. Era del mismo tamaño que la boca de un humano promedio, incluso había rastros similares al de la saliva humana, pero lo más preocupante era que ese mordisco estaba compuesto por más colmillos de los que un humano normal pudiera tener nunca...

- Grrrr... - Mostró como respuesta sus colmillos. El rastro era el correcto, pero fuera lo que hubiera por ese camino les iba a traer problemas, más de los que trae consigo una horda de rabiosos normales...

- ¡Woof! - Ladró, avisando al resto del equipo e invitándoles a examinar por ellos mismos las marcas de la mordedura. A Boris además le compartió la información que había obtenido de los análisis de sus sensores, los cuales deberían aparecer cómodamente en sus retinas.

Hubiera preferido que nadie se hubiera quedado en el coche y más sabiendo que Mariluz podía ocultarse del rastro de los rabiosos, pero de ser alguien, me alegro que sea David el que se quede en el coche. Así no tendríamos que estar pendiente de que cumpla las órdenes como nos pasó en la catedral.

Tenía bastante sentido que Álex y K9 abriesen la marcha, tanto por armamento como por orientación. Yo me quedé en la retaguardia cubriendo las espaldas del grupo. Igual que en la catedral no consentí que a David le pasara nada, no estaba estaba dispuesto a que a Cristina le ocurriera algo.

Casi todos se habían fijado en que habían arrancado los interruptores a mordiscos. Yo sin embargo no me di cuenta hasta que no lo dijeron en voz alta. Estaba claro que el padre Isidro nos tenía preparada una buena fiesta de bienvenida.

El proyector retinal de Alex abre una microventana con los datos enviados por K9. En ella hay un diagrama resaltando la huella de la mordedura que arrancó uno de los interruptores, haciendo diversas mediciones para reconstruir la forma de la mandíbula. El resultado es una mandíbula humana de tamaño promedio pero con dientes largos y afilados semejantes a los de los tiburones.

Los datos olfatométricos tampoco son mucho más tranquilizadores: la base de datos de K9 identifica los restos de líquido presentes en la mordedura como un derivado de la saliva humana con la acidez suficiente como para corroer el metal.

Precedidos por el enorme ciborg y su ametralladora, los soldados de Pasar Página se guían por los ruidos de los infectados y el olfato de K9 para localizar a Teo. El rastro los lleva a los niveles subterráneos de la central, donde no tardan en encontrarse con los primeros cadáveres de los defensores humanos. Aunque en su mayoría están demasiado destrozados como para volver a levantarse, otros manifiestan los primeros temblores propios de la reanimación. Lo más curioso de todo es que algunas de las armas de los supervivientes también han sido medio devoradas y sus restos no metálicos desperdigados por el suelo.

Los gritos de Teo se pierden cuando el equipo ya ha descendido dos subniveles, bajando por una escalera. En este punto ya no quedan humanos vivos ni en proceso de reanimación, sólo cadáveres destrozados. Aquí el rastro se puede seguir fácilmente por las huellas ensangrentadas de cientos de pies de infectados. Las huellas los conducen hacia una plataforma que rodea un depósito de refrigerante cuya maquinaria aún lo mantiene en movimiento para evitar la fusión del reactor.

El grito de batalla de un infectado se escucha desde el final de la plataforma, donde una puerta hidráulica se abre y cierra espasmódicamente. Al momento le siguen los rugidos de más infectados que empiezan a salir en horda por la puerta en dirección a los humanos...

Escándalo y olores era lo único que necesitábamos para avanzar por el camino correcto, aunque estaba claro que no iba a resultar sencillo rescatar al muchacho y salir indemnes de todo aquello. Alex lideraba el camino, junto con K9, mientras los demás mirábamos nerviosos en todas direcciones.

Nuestra búsqueda nos llevó muy rápidamente a descender, encontrando por el camino los restos de humanos que no habían logrado resistir el envite de los rabiosos. Algunos todavía conservaban cierto parecido humano mientras que otros... bueno, era mejor no pensar en ello.

Restos de la desesperada defensa habían quedado dispersos por todas partes, incluyendo armas que parecían haber formado parte de la dieta de los rabiosos.

Continuamos el descenso hasta hallarnos con auténtico museo de los horrores, con fragmentos irreconocibles de cuerpos humanos y un rastro de sangre que parecía dirigirnos hacia nuestro objetivo, lo que también podía significar una trampa... como así fue realmente, porque desde el fondo del pasillo, comenzaron a llegarnos los rugidos de innumerables rabiosos que acababan de detectar a los únicos humanos con vida que quedaban allí y de los que podían alimentarse.

Nosotros.

-Mierda -exclamé al verlos, girándome rápidamente hacia los demás, mientras retrocedía para ganar espacio -. Alex, dado que eres quien tiene más potencia de fuego, prepárate para cubrirnos. Johan, Eliana. ¿Qué tal si volamos el suelo para que no puedan pasar o al menos, no lo hagan con facilidad? 

Alex habría la marcha, ni siquiera le prestó demasiada atención al interruptor hasta que alguien lo señaló, siguieron avanzando unos metros cuando un informe entró en su visor retinal, entonces alzó una mano para que el grupo se detuviese.

—Pues cojonudo ¿habéis visto Alíen? Me ha llegado el análisis que ha hecho el ordenador de K9 del interruptor, los mordiscos son de tamaño humano, pero con dientes como de tiburón. Y lo mejor de todo, la saliva es un potente ácido que puede derretir el metal, vamos una risa de bichos.

Después continuaron la marcha y empezaron a ver la masacre que se había producido dentro, si el jodido androide no se había cargado a todos los supervivientes, ya lo habrían hecho los rabiosos. Entonces se escucharon los aullidos típicos de los rabiosos que se disponían a atacar, Alex clavó firmemente los pies en el suelo y se dispuso a dar cobertura a sus compañeros.

—Tomar posiciones, yo los voy retrasando.

Seguí al resto del grupo a los pisos inferiores de la central, sin encontrarnos ninguna sorpresa durante el recorrido, sólo el rastro de cadáveres que habían dejado los rabiosos. Ni siquiera podíamos usar las armas que estaban junto a los cadáveres porque los zombis se habían ocupado de dejarlas inutilizadas. Parecía que tuvieran todo planeado.

Llegamos a una sala en la que se empezaron a escuchar los gruñidos de los rabiosos. Habíamos caído de lleno en su juego. Pero no teníamos otra opción, había que rescatar al chico. Y si eso significaba caer en la trampa, caeríamos sin dudarlo.

Como de costumbre, la primera en organizar el plan fue Cristina. Y como siempre, a mi me parecía buena idea. Me coloqué a su lado. Estabámos protegidos por unos cuántos cascotes que hacían de parapeto entre nosotros y los zombis. Por lo menos podíamos ganar algo de tiempo antes de que llegaran a nuestra posición.

-El líquido del depósito parece corrosivo, hay que intentar que caigan dentro y nos los quitamos a todos a la vez. Álex, con la potencia de tu arma, sería mejor que tú dispares al suelo para hacer el agujero y nosotros los mantenemos a raya.

Estaba demasiado concentrado en seguir el rastro como para detenerse a registrar los cuerpos, de todas formas por su nariz no estaba pasando nada nuevo. Rastros de sangre, armas corroídas, la repugnante saliva ácida del amiguito que les esperaba más adelante... Su instinto le decía a gritos que se fuera corriendo de ahí o que al menos no se alejara mucho de Boris.

Una vez en la plataforma K9 se quedó bien cerquita de Boris, ya no solo por instinto, sino porque se encargaría de cubrirle en caso de que algún rabioso se acercara lo suficiente. Y si no lograban alcanzarles pues entonces serviría de apoyo desde la distancia con su rifle.

Mostró los colmillos y gruñió al mismo tiempo que flexionaba las patas, estaba preparado para el enfrentamiento.

Eliana estaba en estos momentos echando mucho de menos un café solo y, por qué no, un cigarro de los que cuestan un riñon porque hay escasez. En el fondo era una mujer de gustos sencillos. 

Observó durante unos segundos el escenario y optó por coger como improvisada trinchera un enorme contenedor metálico. A saber qué demonios había llevado eso en su día. Pero seguro que era menos peligroso estar ahí que a simple vista. 

—¡Lista por aquí! —dijo, para avisar de que estaba en buena posición para empezar a disparar.