Partida Rol por web

Dalía vuelve a conjurar su conjuro más poderoso, cuyos efectos habían pasado ya tras un largo combate. Después avanza, con su característica cojera, hacia el interior de la torre.

Sin saber muy bien por qué el clérigo se quedó clavado en el suelo. Sabía que sus compañeros estaban en apuros pero el tiempo transcurría como melaza para él por lo que sin dudarlo demasiado no realizó movimiento alguno sino que concentró todos sus esfuerzos en conseguir invocar el poder curador de Pharasma. Sospechaba que no alcanzaría a todos, pero incluso esa acción, tan natural para él, le costó una enormidad.

Garv notó de repente que le faltaba el aire. No podía respirar y se llevó las manos al cuello...

Alatar sigue corriendo como alma que se lleva el diablo, intentando alejarse de la fuente del horror.

Garv canaliza energía para curar a los demás miembros y luego súbitamente se lleva las manos a la garganta y hace un ruido semejante a un hombre que se ha atragantado para a continuación caer al suelo inconsciente.

Dalía lanza su conjuro y entra en la sala principal...

No estás segura, pero dirías que hay alguien oculto cerca de tí, en el interior de la sala donde te encuentras...

- Creo que hay alguien aquí, en esta sala, pero no puedo verlo... 

El elfo vio al sacerdote mientras este luchaba por recuperar el aliento, y contempló con horror como se desplomaba sobre el suelo. "Garv!" gritó mientras salía corriendo hacia él y se arrodillaba a su lado. Su compañero, inconsciente en el suelo, seguía boqueando, aunque su piel había tomado un tono azulado. "Dalía!" gritó - "No puede respirar!"

Colocó una mano sobre el pecho de Garv - "Respira hombre! respira!"

Una vez el cultista, que inocentemente pensó que podría escapar de la fuerza del enano, había muerto Garin intentó mirar en todas direcciones buscando la pérfida voz que no hacía más que escuchar y no podía acabar de localizar...

Después de escrutar rápidamente la zona, decidió no perder más el tiempo ahora y dirigirse a devolverle el ataque al otro cultista que intentó golpearle, pero que sólo consiguió revelar su posición. Dirigiendose a él en lengua enana le dijo: Vine, petit, vine, que t'ensenyaré el piset...

Eredhir corre en ayuda del clérigo mientras Garin avanza decidido hacia el cultista que queda mientras le amenaza en una variante especialmente ignota del idioma enano. Por ahora el guerrero es incapaz de localizar a el enemigo que sigue oculto...

Con una mirada repleta de pánico ante la perspectiva de enfrentarse al enano en cuerpo a cuerpo, el cultista que queda dispara una flecha sin mucha convicción que pasa muy lejos de Garin...

Antes de que el enano tenga la ocasión de regocijarse en su invulnerabilidad, se sorprende al ver cómo unas manos recubiertas de vendas trepan hasta sobrepasar las almenas de la torre. Casi inmediatamente, una figura encorvada y cubierta por una túnica raida salta por encima del parapeto y se incorpora con movimientos inusualmente ágiles...

"Soy Acrietia de la Palma Marchita, y tú eres mio, guerrero..." susurra con una voz aguda mientras señala a Garin con uno de sus dedos recubiertos de vendas...

Garv no podía caer. No ahora, cuando se enfrentaba a un enemigo de su fe, a alguien que representaba todo lo que su credo aborrecía. Zaev no era un seguidor de Pharasma, pero el clérigo era su amigo.

Sin embargo, no podía hacer nada. No sabía que macabra magia le afectaba, y sus ataques contra la malvada criatura que parecía estar detrás de todo aquello habían resultado inútiles.

Muy a su pesar, se dirigió a lo alto de la torre. Por allá arriba se escuchaba combatir al enano, y quizás su arco puediera servir de algo. 

- No, hoy no Garv. le dijo el pícaro a su compañero al pasar por su lado, antes de desaparecer escaleras arriba.

El pícaro desaparece escaleras arriba, con el arco en ristre e intentando permanecer oculto.

El homúnculo se eleva, levantando el vuelo mientras emite un "Hisss" característico. Aunque inicialmente no parece detectar a Zaev, vuelve a mirar un segundo después y parece localizar al pícaro, con lo cual apunta con la varita y un rayo sale dirigido a Garv y otro al pícaro. El enano queda levemente chamuscado mientras la cobertura que le proporciona el hueco de las escaleras impide que Zaev sea alcanzado...

Al mismo tiempo, un rayo sombrío surge del centro de la habitación e impacta de lleno a Dalía, y ésta parece envejecer a ojos vista, haciendo que varias canas aparezcan en su pelo y ciertas arrugas aparezcan en su rostro...

Zaev lo ve de nuevo: ahí hay definitivamente un enemigo invisible.

Su observación se ve reforzada cuando de la localización exacta surge un rayo negro que impacta a Dalía. El lanzador no se mueve tras lanzarlo, creyendo sin duda que es difícil localizarlo...

Lo único que parece tranquilizar al aterrorizado mago es el cada vez más tenue sonido del acero y los gritos de guerra. Cuánto más se aleja, más a salvo se siente de aquel lugar, donde sus compañeros combaten a vida o muerte.

Sus compañeros...

Alatar se para en seco, maldiciendo como nunca antes lo había hecho, pero no pierde más tiempo en lamentaciones. Esperando que no sea demasiado tarde, corre a toda velocidad hacia la torre

Alatar regresa raudo a la torre, mientras a lo lejos todavía resuenan los ecos del combate entre los cultistas del Sendero Susurrante y los Lobos del Príncipe.

Al mago le parece distinguir varias casas en llamas al norte de la plaza mientras varios grupos de no muertos intentan acercarse a los edificios que quedan sólo para ser repelidos por el fuego de las ballestas  y los frascos de fuego alquímico de los hombres lobo...

Estaba cruzando la estancia circular cuando lo vio, o mejor dicho vió una perturbación que revelaba su presencia:

- ¡Ese maldito nigromante está aquí, flotando invisible en el aire justo entre las dos puertas!

Pese a sus esfuerzos, Eredhir (y Dalía a su lado) no pueden evitar contemplar como Garv boquea y adopta un tono más cianótico mientras unas convulsiones empiezan a agitar todo su cuerpo...

[color=#437C17] (Curación)[/color] Está claro que el paciente está experimentando un caso de hipoxia aguda que está empeorando. Las maniobras de reanimación cardiopulmonar* pueden funcionar en este caso.