Partida Rol por web

Recordáis las palabras de la misión pronunciadas por la Capitana Petulengro cuando ya habéis dejado atrás el incómodo viaje en barco hasta Oppara, alojándoos durante una noche en la pobre logia de la ciudad y acudido a la Ópera, recorriendo un barrio poblado por edificios increíblemente lujosos que sin duda hacen que llamar a Oppara "La Ciudad Dorada" sea totalmente adecuado.

Aunque la Casa del Hijo Inmortal tiene una reputación de opulencia y exceso, nunca da la espalda a alguien con cantidades obvias de dinero o fama. Por los cuchicheos que obtenéis a vuestra llegada, los Pathfinders sois una fuente de gran discusión en Taldor y la nobleza adora leer las historias de vuestras aventuras. En cuanto pase el incómodo momento de la ópera, sin duda podréis tener una agradable noche de fiesta y conversación en los salones del propio palacio de la Ópera... y en un descuido o algo... colaros donde queráis. Habéis visto uno de éstos salones/halls mientras entrábais.

Pero ahora toca maravillaros con el antiguo templo a Aroden. La Casa del Hijo Inmortal. Que es el palacio de ópera más opulento y caro de Taldor. Es un enorme edificio cilíndrico sin ventanas, hecho de mármol pulido y granito. Y rodeado por enormes pilares. Construido en el más primitivo estilo de los templos de Aroden, no tiene ventana alguna (los visitantes deberían mirar hacia arriba, no hacia afuera) y su tejado es una complicado elemento de arquitectura, con un bajorrelieve que representa el Símbolo Sagrado de Aroden. Un ojo abierto que contempla para siempre los tejados.

Mientras avanzáis hacia vuestros asientos, os maravilláis ante las carísimas alfombras de animales de otros continentes, de candelabros ridículamente grandes decorados con gemas... y más ante la cantidad de joyería presente en los atuendos de los demás espectadores. ¡Llevan más dinero en oro y joyas encima de lo que ganaríais vosotros en vuestra vida! Al menos sus pelucas no son algo que envidiaríais, pues algo tan retorcido debe ser totalmente odioso de levar...

Stilgur prepara sus ropas, elegantes pero sobrias, aliviado por que las costumbre taldorianas le dejasen llevar sus armas. Como debía ser.

Aarovir se maravilla al ver la ciudad y aun mas cuando entran en el palacio de la opera. Mirando de un lado a otro, controla a la gente que habia en su derredor.

El viaje en barco fue una sensación maravillosa para Yusmy, quien, visto lo visto, parecía que era la primera vez que veía o montaba en un barco y atravesaba las aguas. Aunque, claro, esa sensación desaparecía cuando se le veía trepar por las cuerdas como si fuese una ardilla o perderse entre el velamen.

Seguramente, el resto de los componentes lo denominarían sin novedad, excepto Sitlgur, que lo llamaría un auténtico coñazo desde que Yusmy parecía considerarle su nuevo más mejor amigo y decidía ponerle al tanto de cualquier pensamiento que cruzase por su diminuta cabeza.

Antes de salir de la logia, al cambiarse de ropa y colocarse los ropajes de cortesano, todos pudieron ver como se enrollaba una cuerda de seda a la cintura, un par de saquitos en el cinto, un juego de ganzúas en una bota y un espejito de metal en la otra.

Si alguno se quedó mirando, se excusaría con un Mi tía abuela Mayunesk siempre decía que uno siempre debía ir preparado. con una sonrisa inocente en el rostro.

Al llegar a la Ópera, en cambio, su actitud cambió. Aunque sus ojos no paraban de mirar todo lo que le rodeaba, especialmente las numerosas y ostentosas joyas que portaban otros asistentes, el empezó a volverse uno con la marea de gente, empezando a pasar más desapercibido, especialmente desde que no lanzaba comentarios más rápido que piropos un estibador de puerto.

Avanzo junto a mis compañeros con pose erguida, seguro de mi mismo, con movimientos medidos, casi como un noble estirado. Voy un paso por detrás, como si fuera un guardaespaldas. Voy atento a todo, sin perder ojo de actitudes sospechosas... o belicosas. La verdad era que no conocía a aquellas gentes y sus costumbres tanto como para ver más allá de signos de agresividad o combate.

Totalmente pasadas de moda. Ese era el aspecto de las ropas de Tyr. Su aspecto desaliñado tampoco animaba mucho. Pero todo ese desastre le daba un punto de "comicidad". Si no fuera porque cada vez que cruzabas la mirada con el te parecia estar mirando a los ojos de un loco resultaria hasta simpatico.

Su permanente canturreo, la manera de mover los dedos, con un tic bastante habitual que le hacia moverlo sin sentido, podia llegar a sacar de los nervios, como habiais podido comprobar durante el viaje. Pero le salvaba que parecia bastante competente... en lo que se supone que debiera ser bueno.... asustaba un poco la verdad.

Sobre su habitual armadura, en lugar de los cutres arapos que solia llevar, vestia un traje al parecer ceremonial, que le otorgaba cierta seriedad.

Aaronvir mira a uno y otro lado buscando al consul del Emperador, Magistros Sebastus Hustavan. Suponía que este llevaría el emblema del emperador, pero no estaba muy seguro y además podría haber más gente que lo llevara.

Así el elfo decidió ir acudir a la lógica. Si él no lo conocía, seguro que alguien sí.

Buscó entre los asientos y palcos (sobre todo estos últimos) aquellos que pudieran ocupar los más ricos o influyentes de la ciudad. Sin duda el consul estará en uno de ellos.

Luego sería el momento de acercarse y buscar aa "alguien" que me llevara hasta él.

Con esto en la cabeza, Viento comenzó su escritinio de la platea.

Las butacas son cómodas y acogedoras, y no tenéis mal sitio, Aaronvir casi se descoyunta el cuello mirando hacia arriba en búsqueda de palcos, pero el antiguo templo nunca fue pensado para acoger una ópera y no tiene ninguno, en su lugar, arriba del todo, sólo está el símbolo sagrado de Aroden. El perdido Dios de la humanidad.

Si fuera un humano, seguro que le tomarían por un devoto, porque está claro que esa era la forma de adorarle, reclinarse, mirar hacia lo alto y pensar en el futuro. 

Pero ya la fe del dios ha desaparecido, y sólo queda el templo, lleno de opulentos adornos.

Éste, al ser uno de sus templos más antiguos (debe de tener varios milenios) es sencillo y a la vez es un milagro que siga en pie. 

A la luz de las lámparas (que iluminan mágicamente en varios colores y ahora están siendo parcialmente tapadas por sirvientes) podéis leer las octavillas que os han dado.

"Entre los vivos", la ópera a la que asistís, debuta esta noche y es un llenazo. Es un relato épico de un guerrero solitario Ulfen que navega hasta el fin de Golarion, allí estrella su navío en el borde del mundo y se encuentra en un gótico paraíso donde cae enamorado de una reina no muerta de un reino en la jungla.

Por lo que veis de los actores y cómo empieza es melodramática, sobreactuada, extravagante y sin gusto alguno... justo el tipo de obra a la que los ricos de Taldor se pelean por acudir.

Aunque no entiende del todo el edificio, Stilgur se ecuemtra soprendido.

No es mala la contruccion, no ...

Yusmy seguía atento la ópera, tratando de seguir la obra, pero intercalando su atención con diversas miradas alrededor, trataba de hacerse una idea de la gente que los rodeaba.

No me era extraña la opulencia de los palacios de los ricos y nobles. Mi propio Daimyo cuidaba mucho los detalles, los espacios abiertos y las decoraciones. La nobleza de Tian debía mostrar opulencia a los visitantes, debían dejarles pasmados para demostrar su status.

A pesar de todo, aquella construcción era magnífica. Los decorados, las escalinatas, las columnatas... todo era exquisito. Además había un aire de solemnidad debido a la antigüedad del edificio.

Maravillado, camino por las alfombras hacia la butaca que me había sido asignada junto a mis compañeros. Al sentarme no puedo evitar sentirme sobrecogido por el enorme símbolo de aquel antiguo templo. A pesar de estar dedicado a un Dios muerto o desparecido hacia muchísimo tiempo, no le restaba grandeza. Aquel debía haber sido un gran lugar de devoción, digno del más grande de los Dioses. Y yo admiraba tales muestras de devoción y lealtad.

La obra se va desarrollando y parece del gusto de los locales. La verdad es que aquello se me escapaba, no conocía demasiado las costumbres de aquellas gentes a pesar de que Kalsgard y el resto de ciudades de los Reinos Linnorm estaban llenos de bárbaros de aquella casta. Seguramente sería buena la actuación.

Pacientemente, espero a que la obra termine y me sumo a las ovaciones intentando no destacar de ninguna manera. Debía concentrarme en el trabajo que vendría después, cuando la nobleza se reuniese a comentar los detalles que han vivido mientras toman algo en la taberna.

Mientras se desarrolla la obra Aaronvir no deja de mirar asombrado como la gente puede admirar tal bochorno de espectaculo. Sin duda es la obra más aburrida que ha visto en su vida. Su boca se abrió por tercera vez, pero gracias a su agilidad felina se la tapo tantas veces, como si no hubiera pasado nada. Lo peor, la desidia y el aburrimiento, que hacían que el sueño se acercara a su cuerpo poco a poco.

Los aplausos despiertan al elfo y lo sacan de su ensoñación. Aaronvir se levanta de la butaca imitando a los de su derredor y apluede sin muchas ganas. Al momento se gira hacia Stilgur que tien por pareja y le dice.- No aguanto más, me voy a tomar el aire y a... cambiar el agua al canario- y sin decir más ni esperar a que este diga nada el elfo sale por un lateral.

El elfo sale de su fila y se acerca al primer sirviente, acomodador o alguien de los trabajadores del local que ve. Mirándole fijamente le pregunta.- Por favor, ¿sería tan amable de indicarme dónde está el excusado?- dice el elfo al tipo.

Mientras hace esto se fija si está solo o alguno del grupo ha dcidido seguirle.

Cuando se aleja (si está solo) acompañado por el sirviente, quedando fuera de la vista de sus compañeros, o cuando salen del patio de butacas, se gira hacia el sirviente y le dice.- Permítame una pregunta- comienza a decir para deterner la marcha del sirviente-, Doy por supuesto que conoces a Magistros Sebastus Hustavan. También doy por supuesto que ha asistido a la opera, pero he aquí mi pregunta ¿Sabrías decirme que butaca y en que fila está?- le dice mientras saca la bolsa de dinero y la hace sonar para que oiga el repiqueteo de las monedas en el interior de la misma.

Llega lo que parece ser el primer intermedio cuando otro bailarín giratorio en un traje marrón rematado con rosa, flotando entre pañuelos de seda, gira a través del decorado selvático en la parte delantera de la tarima y la orquesta alcanza un horrible crescendo que sobrecoge a toda la ópera por igual. Los bailarines se detienen por un momento, respirando pesadamente y escuchando el pobre aplauso repartido por la obviamente aburrida audiencia taldana. (De hecho escucháis varios críticos detrás de vosotros que comentan exactamente lo mismo está pensando Aaronvir, una obra aburrida y pobre).

De repente, el sonido de mil gongs rompe el edificio entero hasta sus mismos cimientos y la audiencia, que estaba a punto de ir a por un refresco, se detiene y murmura en una mezcla de ilusión y miedo. Los actores y la orquesta de todas maneras, salen corriendo de una forma bastante rara, desapareciendo tras las cortinas del escenario.

Y entonces empiezan los gritos.

Todas las puertas que llevan a la sala central se abren a la vez y de ellas entran figuras tambaleantes vestidas con ropajes de músico o artista. ¡Y las figuras se abalanzan sobre los espectadores! ¡Debe de haber cientos! Una extraña luz verdosa brilla en las alturas y podéis ver como el bajorrelieve que forma el símbolo de Aroden desaparece bajo la extraña luz que forma otro símbolo...

No podríais desear mejor distracción que lo que está pasando... ¡si no hubiera varias figuras que se dirigen hacia vosotros!

Los ojos del elfo se abren como platos cuando escucha los gongs, se abren las puertas y aparecen los muertos vivientes. El acomodador al que se estaba dirigiendo huye, pero lo más estraño es que pasa entre dos de los recien llegados.

No hay tiempo para preguntarse nada, ¡actúa! Se ordenó a si mismo pues los dos recien llegados se le echaban encima.

DXándosze la vuelta, volvió junto con sus compañeros mientras les dicía a gritos.- ¡¡Tenemos que salir de aquí!!

Stilgur parpadea ante el extraño comentario del elfo.

- Pero ... si tu no tienes ningún pájaro ... 

Instantes después el confuso comentario de Aaronvir queda olvidado por lo grave de la situación.

¿Pero que esta pasando aquí? 

Stilgur parece despertar del letargo que lo ocasionaba la representación para sentirse vivo ... al menos de momento.

- ¡¡ Aaronvir tiene razón!! ¡¡Salgamos rápido!! ¡¡No podemos hacer nada contra cientos!!

Sus manos buscan las armas mientras sus ojos escudriñan una salida o al menos un refugio y sus labios imploran la protección de Torag.

¿Seguro que esto no es parte de la obra? pregunta Yusmy. Porque todavía cuando el hermano de mi amigo Golther quiso gastar una broma haciéndose pasar por muerto y casi terminaron enterrandole vivo...

Pesa a sus palabras, el mediano ya está en pie y tratando de buscar una salida.