Partida Rol por web

Crecido al ver el que el poder de mi fe es suficiente para enfrentarme a esos zombis, me giro un poco, con el crucifijo en alto, esta vez mostrándoselo al que está combatiendo contra Gaizka y veo que puede tener más problemas

¡Y tú, te maldigoo! ¡Dios conceda que los perros hagan un banquete de tus huesos! ¡Que del cielo venga el castigo que merece tu persona por lo que has hecho aquí!

Brais continua fallando golpes...
San Bartolomeu, ayudanos en este lance!!!

¡Séptimo asalto, el final del combate!

   Los mineros que se tambalean con ansia asesina en sus ojos, heridas abiertas, van cayendo uno tras otro tras vuestros golpes, Goyo alza su hacha y golpea con fuerza en el pecho al minero maldito por Dios por voca de su servidor Beltran, que se tambalea hacia atrás. Teodoro por su parte atraviesa sin esfuerzo el pecho del que tiene delante y saca su hoja del cuerpo del minero que cae inerte al suelo. Pascu con un hilo de voz os da ánimos y Brais empieza a rezar con fervor a San Bartolomeu.

   Los mineros atacan torpemente el que está enfrente de Brais falla el ataque al pastor que en el fervor de su rezos no denfedía, el minero maldecido por Beltrán levanta el pico y se lanza contra Goyo, pero resbala en la sangre, se gira y su pico acaba incrustado en la cabeza de su palido compañero que cae destrozado al suelo. Gaizka y Jimena intentan acabar con él, pero fallan sus golpes, no así Aritz que se desliza detrás del único oponente que queda y lo atraviesa por la espalda con su bracamante. El minero cubierto de heridas que no debería caminar se desliza por la hoja del bracamante hasta el suelo, donde queda muerto, como debería haber estado.

    Todo queda en silencia, salvo por las palabras de Beltran que maldice a sus enemigos y los rezos de Brais, poco a poco, las palabras cesan.

   El combate ha terminado, estáis rodeados de cadáveres destrozados, la sangre, vísceras y trozos cubren las paredes, el suelo y os salpican a los que habíes estado en lo más reñido del combate.

   Gaizka está herido, un pico le perforó la pierna derecha, aunque cojea un poco, no parece revestir gravedad. Teodoro tiene un raspón en su brazo izquierdo y Goyo algo similiar en su brazo derecho.

   Pero aunque habéis salido relativamente bien parados del combate, aún arrastráis algunas heridas, Pascu se cayó y recibió un leve golpe en su pierna derecha y casi se descalabra al caer y recibir un tremendo golpe de cabeza, está malherido. Teodoro también recibió un golpe en el pecho al caer en la escalera.

   El zumbido de las moscas y un hedor a putrefacción, amen de la espantosa visión de la matanza, impregna vuestros sentidos.

Todavía sudando y bastante horrorizado por lo que acabamos de ver, bajo el crucifijo, sin guardarlo, y guardo el garrote que empuñaba, acercándome un poco más

Buen combate hijos míos. Hoy, en estas minas, hemos luchado y derrotado a seguidores del mismo diablo, aguantandomcon valentia.

Vendad vuestras heridas, y lavadlas bien no se vayan a infectar. Tras estas palabras, me acerco un poco as a los zombis, para verlos más de cerca y, posteriormente, informar. Pascu, si sabes dibujar, podrías hacer algún boceto de estos miserables. Añado señalando los cuerpos que esquivo para avanzar un poco más dentro de la estancia, buscando lo que me pueda dar una pista del origen de esto y, de paso, si hubiera algún minero vivo.

Una vez acabada la lucha Teodoro se dedicó a limpiar su arma con mucho interés. Necesitaba apartar su atención de lo que acababa de pasar, y fijar su mirada en su fiel compañera mientras la limpiaba conseguía tranquilizarlo. Era ese un hábito que había cogido la primera vez que mató a un hombre y que en ocasiones volvía a él.

- Sigamos adelante et busquemos el origen de este mal.

Acabada la lucha escupo al suelo y miro a la señora, está viva y eso es lo que importa. Ha demostrado tener reaños al lanzarse al combate, pero preferiría que se quedase a salvo mientras limpiamos la mina de estas inmundas criaturas. Pero si los muertos se levanatan.....¿dónde estará a salvo?-¿Está bien señora?-la miro, espero que asienta y que no se ponga histérica.

Miro al caballero y me pongo a su lado y empiezo a avanzar.Sonrío de medio lado, escupo al suelo y digo -Vámos pues-

   Después de la matanza, los cuerpos quedan desmembrados y la sangre y visceras empapan las paredes, las ropas, el olor es espantoso y nubes de moscas zumban alrededor vuestro, un hedor malsano flota en el aire, como a podredumbre. No sólo están los cadáveres de los mineros que contra todo orden natural se lanzaron sobre vosotros. Al fondo, despedazados unos y parcialmente devorados otros, hay multitud de cuerpos, la escena es dantesca. Y ni el parroco tiene redaños de acercarse a echar un vistazo. Por mucho que eleve la cruz, las tripas y su contenido se elevan más amenazando con echar hasta la cena de hace dos días.

   Tampoco Pascu desea acercarse, que maldita la gracia que le hace toda esa carnicería, ya tomará notas de lo que recuerde en cuanto se aleje de esa mezcolanza de cuerpos y miembros seccionados. Lo único que sacáis en claro mientras os alejáis de los cuerpos, es que en comparación de los mineros muertos que llevaban poco más que calzones de cuero largo y que muestran terribles mutilaciones, rostros con terribles tajos, cabezas aplastadas, además de varios que les han arrancado trozos a mordiscos hay otros cuerpos, sobre media docena os parece, que tienen pinta de haber sido hombres de armas, pues llevan algo de protección (unos gambesones reforzados, parecidos al que viste Goyo) y entre la sangre pegajosa, trozos de excrementos y cubiertos de moscas hay aquí y allá por el suelo algunas hachas y bracamantes. A estos parecen haberlos matado con los picos, pero es difícil decirlo, pues les han arrancado trozos a mordiscos.

Mientras nadie mira limpio con disimulo la hoja de la daga en la tela de algún cadáver o con el musgo de la pared.

- Estoy bien, gracias a Dios todo poderoso, tengo hombres valientes que me protegen, dios santo, creo... creo que si no me alejo de aquí voy a vomitar, a desfallecer o ambas cosas. - avanzo vacilante unos pasos y me apoyo en el brazo del caballero. -Sigamos, por favor, no deseo permanecer en esta espantosa sala.

   Os alejáis de la escena de la matanza por el túnel, abandonando el hueco natural que había sido aprovechado para hacer una cámara y donde están todos los cadáveres, una vez que el pestilente olor empieza a remitir, descansáis un rato para recuperar el aliento, justo donde el tunel se bifurca otra vez.

   El pasadizo minero principal continua en ligero descenso de frente y a la derecha sale un pasadizo lateral, algo menos iluminado y más oscuro.

La reacción del caballero y de Goyo no dejó de sorprenderme, por su entereza y por la falta de comentarios al respecto

¿no creéis que algo debemos de decir? Acabamos de ver a los siervos del demonio y han estado a punto de matarnos, como a esos pobres mineros. Pero ¿cómo logró entrar en el primero de ellos? ¿o cómo se ha producido esta mutación? niego con la cabeza ante la idea del demonio que podría estar habitando esta mina, con el poder de hacer lo que había hecho. Mientras hablaba, iba saltando entre los cadáveres y la sangre y vísceras desparramadas.

Parecía que el resto se encontraba bien, o al menos lo mejor que se podía esperar después de esto, así que reanudamos la marcha, ahora sabiendo que, lo que fuera que nos esperaba, sería más terrible que a los que acabábamos de derrotar. En mi mente se aparecían terribles demonios o diablos con dientes puntiagudos capaces de desgarrar la carne del hueso, haciendo que apretara más fuerte mi crucifijo.

Al llegar a una nueva bifurcación, vuelvo a mirar el suelo y las paredes, por si algo pudiera decirnos cuál es el camino correcto a seguir.

Las frases del párroco devolvieron a Teodoro a la terrible realidad que había más allá de su espada. -No sé qué era lo que le pasó a esta yente* que hemos matado, pero ahora muertos son y dando cuentas a su jefe en los infiernos. Todos tendremos pesadillas durante muchas noches así que mejor pasar raudos y no pensar más en esto. A veces la ignorancia es una bendición.

Tras andar hasta la bifuración, Teodoro se giró hacia Gaizka a la vez que examinaba él mismo la bifurcación y le preguntó: Gaizka, ¿Podéis seguir rastros en los pasillos?

   El buen párroco examina ambos túneles, el que desciende pinta usarse con harta frecuencia, más poco tránsito te parece ver por el otro, sin duda un tunel ciego o veta agotada.

   Examinas a la escasa luz del cándil ambos pasadizos, ambos son túneles mineros, vive dios. Sin duda. El de la izquierda desciende y parece ser principal, usado en el día a día. El lateral parece ser una galería de alguna veta agotada y no parece usarse tanto.

   Pero hay algo más... notas una sensación decadente y pútrida en el ambiente, no en un tunel, sino en general... nubes de moscas revolotean en ocasiones, los maderos de las traviesas del túnel, aunque se nota recién cortados dan ya señal de podredumbre, los ocasionale musgos y hongos de las paredes se están cayendo de las paredes y se pudren en el suelo y forman charcos pestilentes.

Escupo al suelo y me encojo de hombros-están muertos , y como paremos a hablar moriremos nosotros también-digo mirando al párroco.

Después sigo camino, dispuesto a ir por la galería principal, las palabras del caballero me parecen acertadas. Miro los dos caminos-creo que lo mejor será seguir el principal....a saber do nos llevarían las galerias secundarias.

Encorvado, como suele ir por la vida sin remedio, me acerco a la bifurcación, mirando primero hacia el suelo y luego subiendo con la cabeza, señalando algún punto con el dedo

Aunque  ya sabéis que no soy un experto, parece que el que desciende es el más utilizado comento girándome hacia el resto el otro parece que apenas se ha utilizado y llega a punto ciego.

Teodoro arrugó la nariz. No le gustaba la podedumbre que se respiraba en la mina, parecía antinatural. Finalmente asintió a lo que el buen párroco y Goyo afirmaron. El túnel secundario parecía una veta ya agotada y con poco uso por lo que no debía de haber mucho por allí -Dejadme pues que me adelante un momento sólo por el túnel secundario. No me gustaría quedarme atrapado si salieran engendros a nuestras espaldas por ese túnel et por delante por el principal. Si no hay nada volveré et vamos por el principal, si hubiera algo, vuelvo corriendo et decidimos que hacer.

Tras ello cogió un candil en una mano y alzó el escudo en la otra avanzando con cuidado por el túnel secundario.

   Te aproximas con precaución, manchas de sangre salpican las paredes y un olor apestoso viene de la galería lateral. Nubes de moscas te pasan zumbado y los charcos que te cruzas están formados por lodo, sangre y excrementos humanos. El pasadizo es corto y pronto termina en zonas irregulares en las que se ven reflejos de lo que crees son vetas de metal. Y entonces ves los cadáveres.

   Son los mineros que estaban trabajando en esta galería y están todos muertos y dispersos por el suelo, algunos con sus picos en la mano, hay varios, la escasa luz de los candiles no te permite hacerte una idea de su número. Parece que fueron sorprendidos aquí y asesinados. La escena es un cuadro repulsivo, miembros seccionados, cabezas hendidas, rostros con terribles tajos, vísceras y tripas colgando del abdomen, y sangre, sangre y más sangre, además de moscas y un hedor insoportable. Sientes que el estómago se te revuelve*.

   Mientras intentas mantener tus tripas allá abajo en su sitio, oyes un ruído de algo que se atrastrá y gemidos.

   Los mineros muertos se están levantando y empiezan a girar las cabezas en tu dirección y agarrando sus picos.

   El caballero desaparece con un candil y el escudo presto por el tunel lateral. Mientras a un gesto de Gaizka Aritz examina la entrada de ambos túneles mineros y luego se rasca la cabeza.

   - Es inutil, joder, kaka zaharra, piedra dura y tunel de roca, a saber cual se usa más. -

No hace falta, que a la que oigo gemidos y ruidos me voy corriendo "piernas para qué os quiero".