Partida Rol por web

El combate había terminado, pero la amistad duraría durante bastante tiempo.
Galdrín se dejo ayudar con Adrik y se puso en pie.

No me taches de duro, que casi pierdo el brazo.

Y luego soltó una gran carcajada, sonora y viva, salida desde el centro de su cuerpo.

Sin duda, sois un Crogall al empuñar las armas. De verdad que pienso que no tengo nada más que enseñarte, quería demostrarte que en un combate, incluso de entrenamiento, es fundamental recordar que puedes jugártelo todo.

Además, al final te has cubierto muy bien la zona baja. Jajajajajajaja.

Le dio una palmada en el hombro con el brazo que no le dolía.

Me alegra ver que te has convertido en todo un señor de los pantanos. Nada puede vencerte mientras seas paciente, y leal.

Escogió las palabras con cuidado, el lema de la casa, era paciente y letal, pero entre amigos, siempre cambiaba la segunda palabra, porque para él la lealtad, era la manera más letal de enfrentarse al mundo.

Voy a casa a que me mire el brazo mi mujer, no te preocupes, tu deberías de ponerte linimento en la pierna si quieres salir de patrulla esta tarde. Si no, tu día será decididamente duro.

Galdrín por poco se había olvidado del joven escudero. En cuanto su vista se poso en el, se acordó de que le había dicho que le prepararía.

Tomo una de las espadas de madera. No eran como las que usaban los críos, que eran poco más que una tabla liviana. Eran de madera maciza, que bien podría ser un garrote, por su peso y contundencia. Pero estaban labradas para aparentar unas espadas. Y eso era lo que debían ser.

Se acerco al joven escudero.

Tendrás que refinar tu vista, aprender lo que significa el combate, pero no puedo enseñarte algo, para lo que aun no estás preparado. Toma esta espada.

Sujétala con fuerza.- le dijo al tiempo que se la ponía en las manos y las cerraba en la empuñadura, con su tacto tosco era algo que no debía de estar acostumbrado a tener en las manos el joven muchacho-. Ahora, levántala por encima de la cabeza, y mantela recta. Perpendicular al suelo. No se te ocurra bajarla hasta que te lo diga.

Nos vamos le dijo a ser Adrik, mientras recogía las cosas y las guardaba, para luego marcharse del patio de armas.

 Al llegar observa aliviado que su escudero debe de haber seguido sus instrucciones.

Al menos alguien me hace caso...

El joven señor toma la mano de su mujer y la retiene unos momentos entre las suyas, inetnatdo retener el calor de su piel.

Mi señora, os espero después en nuestros aposentos.

Se deshace del contacto y se dispone a ir al encuentro de su padre, flanqueado por los guardias.

 Caminar por las calles de su feudo, entre los guardias, le hace sentir más un prisionero que un señor.

Y quizás sea así... Soy un prisionero de mi pueblo... O al menos lo seré. Padre no vivirá para siempre y habré de impartir justicia y llevar los asuntos de mis tierras... ¿Lo haré bien? Es complicado... Siempre para igual. Nunca puedes hacer feliz a todo el mundo... Gobernar es una tarea ingrata, sin duda...

Finalmente llegan hasta la sala de audiencias, ahora vacía... El guardia quería introducirlo por otra entrada más directa, pero a Whalen le apetecía ver la sala de audiencias fuera de ellas. El silencio de la amplia cámara, donde resuenan los ecos de las pisadas, que se pierden en los altos techos, lo reconfortan de una forma extraña. Como si pudiera paladear, por un momento, la soledad del gobernante. Como si de esta manera fuera más consciente de la importancia de las audiencias justo cuando no tienen lugar. El contraste le hace ver la necesidad de recibir a sus súbditos para decidir lo que es justo y lo que no.

Algún día seré yo quien me siente y decida sobre el futuro de un manzano...

Piensa Whalen, con una sonrisa. Entonces los guardias lo apremian a entrar en el gabinete de su padre. Por un momento piensa en hacerse anunciar, o llamar, pero le estan esperando, así que cuando se acerca aunque no oye nada al otro lado de la maciza puerta, decide entrar, sin llamar.

Lo que al principio es seguridad se torna torpeza y timidez en cuanto la puerta se abre y sus ojos se fijan en la figura de su padre, sin ver, en un primer momento, si hay alguien más en la estancia.

Mi... Mi señor. Me habíais hecho llamar.

Le consolaba saber que aún tenia la vista suficiente para leer sin dificultad todos los informes administrativos que llegaban a su mesa. Frunció el ceño al ver que el gasto general había aumentado desde el último informe, nada de lo que preocuparse. Escuchó como la puerta se abrió. Debe de ser Whalen. Levantó la cabeza para confirmar que su hijo estaba frente a él. Al escuchar sus palabras no pudo más que emitir un leve bufido involuntario. Vio la timidez reflejada en sus ojos. Lord Evan nunca entendió el carácter de su hijo, a su padre y a su madre nunca les costó tomar la iniciativa.

- Toma asiento. - Le dijo en un tono más autoritario de lo que hubiera deseado. -

Acabó de leer la última linea. Depositó el papel que tenia en la mano sobre una pila de informes que había leído. Recogió el último pergamino que habían recibido y se lo tendió para que lo leyera. Vamos a ver...

Scarlett sonrió a su marido. 

-Ya veremos. Voy a estar muy ocupada.

La mujer le dio la vuelta y se alejo. Que le quedara claro que había perdido una oportunidad al acudir corriendo a la llamada de su padre. Scarlett tenia claro que ella tenia que ser lo primero para su marido y, si tenia que dejarlo a dos velas una temporada para asegurarse de que captara el mensaje, lo haria.

 El bufido de su padre lo toma por sorpresa y no puede evitar un ligero respingo, pero cuando le indica que se siente lo hace, gustoso, aunque cierta incomodidad lo invade. La pose es algo rígida, atento a lo que le quiere decir.

¿Qué será eso tan urgente? Y que me siente... Ayayay...

Recoge el documento que le tiende su padre y lo lee con atención... Lo vuelve a leer...

¿Esto es tan urgente? Joder! Me he quedado sin follar por culpa de esto, y encima mi mujer ahora cree que soy un perro faldero de mi padre... Claro, se nota que no ha crecido a su sombra...

Aunque la segunda lectura lo hace entrar más en materia y su ser se debate entre la emoción por asistir y por la preocupación de los gastos.

Podré probarme en las armas, y demostrar a mi padre que soy digno... No el capullo que cree que soy...

Un torneo... Eso supone muchos gastos... ¿Nos lo podemos permitir, mi señor? Bueno, tampoco es que tengamos mucha opción, ¿verdad? Dos semanas... Es un plazo ajustado. Muy ajustado.

Padre... Padre... Quiero participar en el torneo.

Acaba por decir, pues supone que es para eso toda esta pantomima. Su padre jamás le ha pedido (ni le ha importado) su opinión y cree que lo que quiere es ver si tiene la hombría necesaria para participar, y el joven heredero está ansioso de exhibirse tanto para él como para su mjer, y más después del jarro de agua fría de antes.

 El joven Whalen se queda perplejo ante la respuesta de su mujer, con la boca abierta. Se queda observando a su mujer como se aleja y finalmente se va, arrastrando los pies, en pos de los guardias.

Maldita sea... Ni hablar! Ni hablar! Ya lo creo que lo veremos! Es MI mujer! Pero qué se ha pensado? Ahora es una Crogall, no una Tully... MI Crogall!

Va pensando, excitándose por la perspectiva de forzarla, pero pronto sonrie triste, consciente de que no es más que una fantasía imposible.

El muchacho tomó la espada y la alzó como Galdrín le había dicho que lo hiciera, y lo hizo con mucho ímpetu como si esperara que al hacerlo se convirtiera mágicamente en un caballero hecho y derecho. Lo que no sabía el joven e ingenuo Willard era el trabajo y sufrimiento que costaba llegar hasta la noche en que velabas tus votos para convertirse en uno de ellos.

No tardaron en flaquearle los brazos, pero trató de disimularlo y mantener un gesto de tranquilidad, aunque lo cierto es que el rostro se le turbaba por el esfuerzo. Miró como los dos caballeros se alejaban y deseó que Galdrín no se olvidara de él. Para olvidar el esfuerzo comenzó a pensar en la magnifica pelea que había tenido el gusto de presenciar. Al final había ganado Ser Adrik, pero Galdrín había llevado la iniciativa del combate y había luchado magníficamente.

Mientras charlaban apaciblemente y bebían vino disfrutando de un momento tranquilo para ambos, escucharon un tintineo de cadenas que se acercaba por el pasillo. Era un suave tintineo metálico que hacía que los niños de la fortaleza se temieran que un fantasma iba a llevar sus almas, pero que los adultos bien diferenciaban y sabían que no se trataba de otro que del maestre.

El maestre Nicholas apareció por la puerta ligeramente encorvado, con su pelo canoso y su barba también blanca como la nieve. Andaba a paso ligero aunque su edad ya no le permitía andar corriendo por los pasillos de la fortaleza, no obstante todavía se mantenía bastante ágil para los años que cargaba sobre su espalda. Clavó en la pareja su mirada melancólica y mostró una sonrisa más triste que alegre.

-Desde el pasillo olía ese buen vino y mi olfato no me fallaba. -Se inclinó hacía la dama. -Lady Varya. -Saludó con mucha cortesía. -Ser Roshar. -Hizo lo propio con el caballero.

El maestre siempre les había tratado bien a ambos, se negaba a creer todo lo que decían de aquel muchacho al que había visto convertirse en hombre a lo largo de todos los años que llevaba en Heavybridge. Y comprendía muy bien a Varya, nadie mejor que él sabía lo que era llegar desde fuera y ganarse un sitio en aquella fortaleza.

Willard….

Se oyó la voz del maestro de armas desde lejos, pues ya había abandonado el patio de armas.

…mañana haz lo mismo, déjalo por hoy.

No dijo nada mas, siguió andando, sabía que aunque lo mejor sería que el chico estuviera así mucho más tiempo, poco podría hacer por él, sin vigilarlo. Además, el conocía el efecto de ese ejercicio de voluntad, y los brazos luego quedaban casi inservibles.

Se despidió de Ser Adrik unos pocos metros más adelante, y decidió hacer esa visita a su mujer. No estaría contenta de verlo, porque siempre que tenía que curarle algo, lo miraba y le regañaba sin decir una sola palabra, tal era su poder.

Pero él no podía dejar de ir a su lado, cada vez que le pasaba algo. Además, por la tarde tenía un buen numero de cosas que hacer, y quería aprovechar el rato libre que le había dejado la suspensión de la sesión de cámara de aquella mañana.

Y un escalofrió le recorrió el cuerpo cuando se acordó de la interrupción de aquel día. Sin duda, eran noticias importantes, pero se le quedaba la sensación de que Pa… Lord Evan había recibido malas noticias.

Escuchó con atención las palabras de su hijo. Padre... Padre... Quiero participar en el torneo. Esa última frase se repitió en su cabeza, no habia ido la conversación del todo como esperaba. Bueno, al menos le ha puesto iniciativa, a su manera, pero menos es nada. Pensó Lord Evan. Todas la ideas que queria compartir con su hijo prefirió dejarlas para otro momento. Antes de dejarlo marchar le hizo una pregunta. Recordó cuando Lord Duncan le formulaba preguntas que para él en la mayoria de ocasiones carecian de sentido. Le costó saber cual era la respuesta a todas ellas. Afortunadamente Whalen Lord Evan no era Lord Duncan.

- Se que pondrás todo tu empeño en dejarnos en buen lugar. - Tomó aire - ¿Porqué crees que he querido anunciarte esta gran noticia a tí antes que al resto?

- Y para la familia Crogall. - agregó Lady Varya al nuevo brindis propuesto por el caballero y acto seguido le imitó y bebió.

La señora de la casa le devolvió la mirada y sus ojos chispearon un instante cuando le preguntó sobre Pentos, el sentimiento que se ocultaba tras ese destello y la respuesta que iba a dar quedaron en suspenso cuando un ruido característico les anunció la llegada de un invitado.

Lady Varya elevó la mirada y la centró en el pasillo por el cual ella y el caballero habían accedido al jardín hacía ya un tiempo, justo en ese instante apareció el maestre Nicholas con paso ágil, miró hacia donde se encontraban sentados y se acercó con una sonrisa en los labios. La mujer elevó una ceja ante el gesto de ese rostro conocido y su mano izquierda, libre de la copa, recogió el mechón de pelo y lo puso en su sitio mientras el anciano se aproximaba. Ante el comentario del maestre la mujer sonrió levemente alzando la copa con el líquido mencionado.

- Maestre Nicholas. - Varya devolvió el saludo - Siéntese con nosotros y tome un poco de este vino, llamaré a Amelie para que le traigan una silla y una copa. - continuó hablando después de que el maestre saludara también a ser Roshar, mientras su mano comenzó a elevarse para llamar la atención de su criada personal.

El tintineo de cadenas interrumpió la grata conversación, privando a Ser Roshar de la respuesta a su pregunta aunque captó el brillo en los ojos de Lady Varya. La mención a Pentos había despertado en ella algún recuerdo sobre el que le gustaría volver a incidir, al menos para conocer lo que ella pensaba contarle. 

El caballero tardó más en llevar su mirada hacia la puerta que daba paso al maestre Nicholas. A menudo su imagen le hacía recordar su juventud, aquellas lecciones a veces interminables, los consejos sobre la vida, sus llamadas a la precaución... En aquel momento amplió su sonrisa.

Se preguntaba en muchas ocasiones cuanto conocería de la verdad. Si Lord Duncan le había confiado en vida cual era su verdadera labor, si había sido Lord Evan quien lo había hecho cómplice en aquella conjura o si se mantenía alejado de la verdad oculta, quedando en manos de sus propias deducciones. Y por su buen trato suponía que sabía realmente lo que sucedía, que excusaba las acciones del caballero de alguna forma o que fingía su amabilidad. 

- Maestre. - Saludó con una leve inclinación de cabeza.

Cuando Lady Varya lo invitó a la mesa no dudó en levantarse para ofrecerle su silla.

- Siéntese, yo esperare la que falta. - 

Después de escuchar las palabras de su padre se remueve inquieto en el asiento. Cruza las piernas y las descruza, buscando una posición cómoda que es imposible de asumir.

Yo... Yo... No lo sé, padre. No lo sé... Espero no haber hecho nada de lo que pueda avergonzaros.

Tras lo cual espero, en silencio, con los labios fruncidos una respuesta o a que me diga lo que me quiere decir.

El maestre agradeció el buen gesto de ambos jóvenes y tomó el asiento que Ser Roshar le ofrecía, golpeó suavemente su hombro en señal de agradecimiento y se sentó pesadamente al modo que hacen los ancianos. Cuando sus posaderas estuvieron bien apoyadas en la silla soltó un suspiro profundo como si llevara siglos de pie.

-Mucho me temo que uno ya no es tan joven como antes... -Murmuró acariciando sus doloridas rodillas.

La siguiente silla no tardó mucho en llegar y con ella una copa de vino para el maestre, quien la sostuvo sobre su nariz antes de llevarla a los labios y asintió con la cabeza. Una de las habilidades del maestre Nicholas consistía en averiguar el origen y el año de cualquier vino tan sólo olfateando y degustando un poco. El maestre asintió dando su aprobación a la calidad del vino y bebió.

-Ha llegado un cuervo importante y el Lord quiere vernos a todos en el gran salón. -Dijo sin más preámbulos. -Ahora está reunido con el joven Whalen pero pronto querrá veros a todos.

-Lady Scarlett. -Una voz sonó a su espalda llamándola. -Lady Scarlett. -Repitió.

Cuando se volvió pudo ver a una mujer de pelo castaño vestida de verde oscuro que caminaba orgullosa con pasos veloces y decididos hacía ella. Era Lady Tamy Crogall, la madre de Ser Adrik y viuda del difunto Joseph Crogall. Llevaba recogido su vestido verde para evitar tropezar con los bajos de la falda y daba largas zancadas.

-Cuanto me alegra veros, mi querida niña. -Dijo cuando se situó a su altura. Algo parecido a una sonrisa amable se dibujó en su rostro y sin previo aviso la digna mujer agarró por el brazo a Lady Scarlett y caminó a su paso. -Hacía tiempo que quería hablar con vos. 

Lady Tamy era mirada con recelo por el resto de los Crogall ya que se comentaba que quería derechos que estaban por encima de su posición. Sin embargo, tenía buen trato con Lady Scarlett, ya que la prácticamente repudiada mujer pertenecía a una casa menor vasalla de los Tully.

Scarlett se volvió con gesto molesto ante la interrupcion de sus pensamientos. Pero al ver a Lady Tamy relajó el gesto. Scarlett sabía que la mujer era ambiciosa pero los lazos de los tully las ligaban a las dos y le debia al menos el gesto de un trato cordial.

-Lady Tamy! Que agradable sorpresa! ¿Queriais hablar conmigo? No debisteis demoraros tanto en hacerlo, amiga. Decidme, ¿Qué os inquieta?

Lady Varya vió como ser Roshar se levantaba presto para dejar su sitio al maestre, éste agradeció el gesto con un suave golpe en el hombro del caballero y eso no pasó desapercibido para ella. Parece que el maestre lo tiene en estima... Ante el suspiro del anciano y su comentario, la dama no pudo más que sonreir de forma cómplice por encima del borde de su copa.

En un momento llegó la silla y la copa, esta última fué inmediatamente llenada, entregada, olida, degustada y aprobada por el maestre, después del trago pasó a comunicarles el porqué de su visita.

- Así pues el asunto nos incumbe a todos - dijo la señora de la casa mientras asentía con la cabeza, esperaba que el maestre dijera algo más pero no contaba con ello, era todo discreción - será cuestión de ir acabando con el líquido contenido antes de que la noticia pueda agriar tan rico caldo.

Cogió de nuevo la botella y rellenó las tres copas vaciandola totalmente, la dejó sobre la mesa y, como si tuviese todo el tiempo del mundo, bebió el contenido de la suya pausadamente. Un cuervo importante, nos quiere ver a todos pero habla primero en privado con Whalen, por su cara puede que sepamos de qué se trata antes de tiempo. Me pregunto si también estarán Lady Tamy y Adrik, espero que no monte una escena como ha intentado antes en el pasillo, no creo que Evan esté de humor para ello.

Si hubiera hecho algo mal lo sabrias. A veces me desconcetas, no se si eres el mejor Crogall o el peor. Por el bien de la casa espero que el mejor. Pensó mientras transmitia una imagen de reflexión ante la reacción de Whalen. Se mesó la barba.

- Ya descubrirás la respuesta. - Ha sido una perdida de tiempo. - Ahora anunciaré la noticia en el jardin. Puedes retirarte.

Lady Tamy sonrió agradecida por el buen trato recibido y apretó con afecto el brazo de la joven. Sin embargo su rostro tardó poco en agriarse y mostrar claros síntomas de preocupación y amargura.

-Vos sabéis que soy una buena madre. - Empezó a decir. -Lo intento con todo mi corazón, he tenido que criar sola a un niño sin poder contar con su padre, ni con lo que su padre nos hubiera permitido. -Se detuvo para mirar con los ojos llenos de lágrimas a Scarlett. -Los Crogall nos odian... oigo sus desprecios por los pasillos y las risas a mis espaldas. Mi hijo es el hijo de Ser Joseph... ¡Se merece más!. He tratado de hablar cientos de veces con Lord Crogall pero me ignora... También he tratado de hablar hace un momento con Lady Varya, pero esa extranjera no quiere saber de nosotros... -Se arrodilló ante ella en tono de suplica. -Os ruego a vos mi señora que no nos olvidéis cuando vuestro marido sea el Señor de estas tierras. Casad a mi hijo con una buena mujer, sólo os pido eso. No quiero que os enfrentéis ahora a Lord Evan por mi culpa, aunque me gustaría que tratara con más cariño a su sobrino, vos tenednos en cuenta para el futuro, por favor.