Partida Rol por web

La ciudad de Desembarco del Rey parecía no llegar a dormir nunca, la actividad durante los días del torneo eran incesante. Cuando terminaban los eventos directamente relacionados con el torneo, como las justas, la gente tenía a su disposición infinidad de entretenimiento: titiriteros reinterpretando las justas del día, juglares alabando las hazañas de los vencedores de la jornada, malabaristas, músicos callejeros, puestos de comida y, por supuesto, las tabernas, donde el alcohol y las canciones no terminaban hasta bien entrada la madrugada. Aunque estas festividades llevaban algunos problemas relacionados, como hurtos, atracos, peleas e incluso de vez en cuando asuntos más desagradables. La Guardia de la Ciudad tenía que emplearse a fondo, pero aquella ciudad era tan inmensa que los Capas Doradas no podían estar en todas partes.

Aquella mañana se despertaron con el sol asomando en el horizonte, habían dormido profundamente después de una serie de jornadas agotadoras encadenadas. Especialmente Ser Roshar y Whalen sentían los efectos del cansancio y de los golpes que la justa, y el bruto de Ser Naton Lugus, les había propinado. El maestre Nicholas debía verles esas heridas y comprobar que no habían ido a peor. Whalen había tomado la recomendación de descanso al pie de la letra, pero Ser Roshar era demasiado inquieto como para permanecer de brazos cruzados siquiera una noche, aún así había tratado de mantener al mínimo su nivel de actividad.

Pero mientras desayunaban, llegaron al campamento noticias terribles. Habían encontrado un cadáver flotando en el Aguasnegras y los Capas Doradas estaban en esos mismos instantes intentando rescatarlo con ayuda de unos pescadores que habían puesto sus barcas a disposición de la guardia. El cuerpo al parecer se había quedado enganchado en una de las dársenas del muelle donde atracaban las embarcaciones de los pescadores.

La señora de la casa Crogall llegó al pabellón familiar con paso lento y mirada segura, como si todo lo que pasase a su alrededor fuese o lo que ella quería o no le importase. Sólo una vez a solas con su esposo esa fachada se esfumó y su gesto se torció.

-Se ha ido. -dijo resumiendo en tres palabras su decepción  -Esta mañana había desaparecido y a ninguna de sus compañeras se le escapará una lágrima por el vacío que deja. La madame tampoco la echará mucho en falta, pues a pesar de ser quien mas dinero recaudaba no era buena para el ambiente. No sé si sería Iris Dannett pero es raro...

La mano derecha de la mujer se dirigió a un mechón que se había soltado sobre su frente y lo recolocó en su sitio con dedos hábiles.

-¿Porqué alguien que huye de casa por no querer casarse con quien no ama, termina haciendo justo aquello de lo que ha huido y se acaba vendiendo? -aquella era una pregunta retórica pues sin esperar contestación continuó contestándose ella misma, sabía de lo que hablaba -Por necesidad. Pero de ser así querría pasar desapercibida, no llamaría la atención e intentaría llevarse bien con su jefa y sus compañeras. No creo que esa joven sea Iris, mas bien creo que deberíamos buscar a algún joven con el que se haya podido fugar, aunque mantendré un oído atento por si vuelve a aparecer.

Conforme hablaba se había ido acercando al señor de la casa. Al entrar se había dado cuenta de la molestia que éste sentía en su brazo y se sentó a su lado cogiendo la extremidad y masajeando la zona mientras desgranaba sus pensamientos.

Lady Varya dejó lo que estaba a punto de llevarse a la boca en cuanto la noticia de un cadáver en el Aguasnegras hizo su intrusión en el pavellón de los Crogall, su expresión se endureció y su mirada se oscureció. -No puede ser casualidad, justo como ella lo dijo, ¿y si es más que una coincidencia? -pensó acordándose de la charla mantenida la tarde anterior y de su posible implicación a ojos de aquellos que los querían hacer caer.

-Tenemos que saber de inmediato quién es quien ha muerto, si es alguien influyente o... si se nos puede relacionar de alguna forma, con nuestra suerte seguro que nos lo cuelgan también. -dijo de forma más brusca de lo habitual en ella.

No bien acabó de hablar su mente recordó la conversación "animada" que tuvo con el gordo mercader y le pareció que si el finado no era la prostituta él era otro buen candidato, a no ser que aquella muerte fuera ajena a la conspiración que intuían en torno a ambas casas.

El joven desayunaba con apetito de lagarto león. Las emociones del día anterior hacían que se sintiera vivo y, por una extraña razón, aquella mañana no sentía añoranza por Scarlett. Quizás el embite con ser Naton le había hecho sentir poderoso. O no.

Lo cierto era que se sentía dolorido, pero feliz. Whalen se encogió de hombros ante el comentario de su madrastra.

- Tampoco me preocuparía en exceso. En Desembarco deben de recoger cadáveres cada mañana. Y más en un una jornada de torneo, con los burdeles y las tabernas hasta la bandera.- Comentó, encogiéndose de hombros, sin despegar la vista de su rebanada de pan con sardinas. Le pareció que Varya veía fantasmas en cada esquina y desde luego aquella ciudad no olía a mierda porque sí. Era un pozo de mierda literal y metafórico. Allí habría miles de viejas cuentas por saldar.

Ni se le pasó por la cabeza que gente como Varya o Roshar estaban mucho mejor informados que él.

Evan acariciaba la mano de su esposa mientras le hacía el masaje. Estaba pensativo, y no le interrumpía a ella y escuchaba con atención sus palabras. Lady Varya estaba reflexionando en voz alta acerca de la prostituta desaparecida. Otra pista que se esfumaba en la densa niebla que parecía ocultar todo este extraño entramado en el Desembarco del Rey. 

-No te tortures por su desaparición. Solo era un hilo del que tirar, seguramente no fuera Iris como dices. Solo una pobre chica vendiendo su cuerpo, o tal vez su alma. Buscando huir de una cárcel para acabar en otra.

Lentamente, Lord Evan se tumbó en la cama y sin dejar de sujetar la mano de Varya se quedó dormido hasta el día siguiente.

-Puede que haya cadáveres a diario, Whalen, contestó Lord Evan de repente. Estaba desayunando, ensimismado en sus cosas. -Pero no envían a los Capas Doradas por cualquier mendigo. Algo me hace pensar que el cuerpo es alguien importante, y teniendo en cuenta nuestras circunstancias, ya no acepto sin más las casualidades.

Su tono se elevó ligeramente. Estaba harto de estar a la espera de recibir palos y más palos. Necesitaba devolver algún golpe. Hacer algo...

-Primero vamos a enviar a alguien en seguida para saber de quién se trata.

Ser Adrik tampoco le dio mayor importancia a la cuestión del cadáver, en una ciudad como aquella y especialmente con el incremento de personas que la abarrotaban a consecuencia del torneo los delitos estaban a la orden del día. Sobre todo cuando se mezclaba el alcohol de por medio y algo tan estúpido como volcar la jarra de un extraño podía convertirse en una afrenta mortal. Pero las palabras de precaución de su tío le hicieron preocuparse por ello, y especialmente las de Lady Varya. Solamente faltaba que les volvieran a incriminar de algo que no habían hecho. Por ello se ofreció voluntario para comprobar qué estaba pasando.

-Iré yo. -Dijo secamente con la mirada clavada en los ojos de su tío. -Echaré un vistazo desde cierta distancia y volveré para contaros si es alguien conocido.

-De acuerdo Ser Adrik, confirmó Lord Evan.

Faltaba saber qué rumbo podían tomar Lady Varya y Ser Roshar. Les esperaba un nuevo día ajetreado, y de nuevo el señor de la Casa tenía que estar presente en el palco y en los eventos. Y también continuaban las justas.

-Estamos recibiendo golpes sin parar, espero poder devolver alguno pronto en vez de esperar a ver por dónde llega el siguiente, dijo ensimismado. Su gesto era serio, y el buen humor con el que había terminado el día anterior había desaparecido.

En aquellos días había tomado conciencia de lo afortunado que era con su familia. Había penetrado en la coraza de su padre, creía haber descubierto a una aliada en su madrastra, reconocía a un vasallo valiosísimo en ser Roshar y tenía un primo que era la esencia de la caballería. En cuanto a Nicholas, bueno, no podía idolatrar más a su sabio mentor.

Entendía la frustración de su padre. La compartía totalmente. Además de la impotencia que sintió ante el caballero Zorro.

Iré con vos, ser Adrik. Pero entonces posa la vista en su padre. Si milord lo permite.

No creía que fuera buena idea que cualquiera de ellos fuera solo por Desembarco. Además, hoy tenía que justar con su primo, y si Adrik no podía disfrutar de los servicios de Nicholas por servir a su casa, no estaba bien que él sí pudiera hacerlo. Así que ambos irían juntos. O no. La palabra de su padre era indiscutible, y más delante de todos.

Ser Adrik miró a su primo y asintió con la cabeza, aceptando la compañía, pero esperando a que Lord Evan confirmara que considerara adecuado que ambos primos fuesen a investigar aquel asunto. Entre tanto, Ser Adrik tomó su petate y sacó un viejo sobretodo polvoriento de color gris y ajado por el gasto y se lo colocó sobre sus ropas. Con él pretendía ocultar sus armas bajo la ropa y su apariencia de noble caballero, esperó que si su primo le acompañaba finalmente hiciera lo mismo. Una cosa era ir a la liza del torneo, donde Adrik siempre lucía los colores más vivos y llamativos para honrar a su casa, y otra bien distinta era andar por las calles de Desembarco del Rey esperando no llamar mucho la atención. Tampoco quiso exagerar su disfraz, pues algo excesivo llamaría la atención. Simplemente quería evitar que le reconocieran de un primer vistazo y pasar algo desapercibido. 

-Puedes ir con él, Whalen, dijo Lord Evan tras unos instantes. Su mirada era severa y firme. -No obstante, no debes descuidar tus obligaciones para con tu Casa, y con el torneo donde participas. Es la carga de representar a una familia...

Se hizo un silencio algo incómodo, pero acto seguido Evan continuó con un tono más amable, aunque no carente de seriedad pues su corazón albergaba cierta preocupación por los eventos de los últimos días. -Id los dos, pero llevad cuidado. No hagáis ninguna locura...

Tras escuchar el permiso de Lord Evan Crogall, los dos jóvenes de la casa abandonaron la tienda familiar para dirigirse hacía la llamada Puerta del Río, que daba acceso al muelle y el puerto de la ciudad e investigar con sumo cuidado y discreción de quién era el cadáver que se decía habían encontrado flotando en el Aguasnegras. Entretanto, el resto de la familia quedó a la espera de recibir noticias de ellos.

El maestre Nicholas se ofreció a revisar la herida de Ser Roshar en la justa contra el bruto de Ser Naton Lugus. Poco más podían hacer en aquellos momentos.

Whalen y su primo Adrik dejaron atrás el pabellón familiar y cruzaron el campo del torneo hacía la Puerta Real para entrar en la ciudad y bajar por el Paseo del Río dejando a su izquierda la Colina de Visenya hasta llegar a la Puerta del Río, más conocida como la Puerta del Lodazal. Había otro camino a través del Mercado del Pescado que iba por la orilla del Aguasnegras fuera de los muros de la ciudad, pero supusieron que estaría abarrotado de gente y les resultaría más difícil moverse con rapidez.

La Puerta del Lodazal estaba cerca del centro de la pared sureste y se abría en la plaza del Pescado para dar a la ribera norte del Aguasnegras, al puerto y al mercado. Según caminaban hacía ella, podían ver frente a ellos la Colina Alta de Aegon con la Fortaleza Roja coronándola de manera extraordinaria.

No les costó mucho saber a dónde tenían que dirigirse, una gran concentración de curiosos se arremolinaban en el puerto para ver el cadáver que la Guardia de la Ciudad con ayuda de un par de botes de pescadores estaban intentando sacar de las aguas turbias del río. Ser Adrik y Whalen se colocaron a cierta distancia, buscando un punto elevado desde el que poder ver bien, y lo hicieron justo cuando los Capas Doradas sacaban del río el cadáver del susodicho. Lo reconocieron de inmediato a pesar de estar amoratado e hinchado por las horas en el agua. Se trataba del mercader y buhonero Rog Thanders, con quien habían compartido una parte del camino.

La señora de la casa asintió imperceptiblemente a los movimientos de los jóvenes y del lord, se quedó unos instantes más en la sala sopesando si era prudente seguir haciendo averiguaciones o esperar hasta saber si les podía salpicar la sangre del ahogado.

-Averiguad lo posible y volved a casa. -añadió a las palabras de su esposo.

Al final decidió que confiaría en su hijastro para recabar información, durante el camino lo había hecho muy bien y en el torneo se estaba portando como todo un caballero, sólo la traición de su esposa, de la que Varya en realidad no lo culpaba, podía empañar su actuación. Dejaría que el futuro de los Crogall lidiase con aquello y mientras esperaban su vuelta podría darle unas friegas a Evan.

EL joven iba con unas ropas sencillas, como su primo, sin ir embozado o cubierto, para no llamar la atención justo por ese hecho. 

Al llegar al lugar y ver la víctima intercambió una mirada con su primo. Aquello no podía ser casual. Habían matado a uno de los pocos que podían hablar bien de su causa. A pesar de ser sólo un buhonero, su testigo habría sido de utilidad.

Preguntar a los capas doradas cualquier cosa estaría fuera de lugar, o al menos allí y ahora, pero cualquier dato que pudieran sacar de aquello sería útil.

- ¿Puedes ver alguna herida? ¿Cómo crees que lo han matado?- Le susurró al oído. Mientras él se puso a observar a los mirones, por si veía alguna cara conocida. Quizás el asesino estaba presente entre ellos.

Su primo le devolvió la mirada cuando reconocieron el cadáver que sacaban de las oscuras aguas del río. No hizo falta ninguna palabra para que ambos comprendieran la gravedad de aquella pérdida. No obstante, Rog Thanders era uno de los pocos que  estaba dispuesto a hablar en su favor. Además había compartido el camino con ellos y había estado presente durante el ataque furtivo que costó la vida de Hamish Flores, en el camino hacía Desembarco cuando las cosas empezaban a torcerse para los Crogall.

-¿En esta ciudad? Envenenado o apuñalado por la espalda. - Respondió Ser Adrik en el mismo tono, aunque no hubo que esperar mucho para obtener con sus propios ojos la respuesta. -Mira. - Le indicó su primo señalando con la cabeza hacía el difunto, pudieron ver la espalda del buhonero salpicada de profundas heridas de daga cuando los Capas Doradas lograron sacarlo del río.

A Whalen le disgustaba mucho la sangre. Las heridas. La muerte. Y más después del episodio de Galdrin. Miró a disgusto lo que le indicaba su primo.

Sí. Ya veo. Por la espalda. Seguramente no conocía a su asesino. Esperaba que las heridas indicaran alguna proximidad con su asesino, pero no. Otra pista que se difuminaba. En una ciudad como Desembarco la muerte de un buhonero iba a ser ignorada.

¿Nos queda tiempo para algo más? Hemos de acudir al torneo. Quizás sería interesante asegurarnos que esta muerte se investigara. Hablar con el jefe de guardia para asegurarnos. Darle algún incentivo... Creía saber como se tenían que hacer las cosas en aquel agujero de mierda. No sé si eso dará resultados reales, pero es posible que si remueve el asunto, asome el hocico quien sea que esté detrás. ¿Qué opinas?

Quería hacer algo más por su casa, pero también era cierto que no tenían mucho tiempo, y quizás sería mejor dejar eso en manos más experimentadas y discretas como las de ser Roshar.

-No mucho más. -Respondió Adrik. -Pero podemos preguntar discretamente, aunque no creo que la vida de un buhonero les importe tanto como para investigar mucho más allá.

Tal y como había sospechado Whalen, y como su primo expresó en voz alta, los Capas Doradas no pretendían investigar el suceso mucho más allá. Pudieron hablar con uno de ellos que intentaba mantener a raya a la muchedumbre congregada para evitar que se acercaran demasiado al cuerpo y perjudicaran las labores de sus compañeros. No obstante, de él pudieron sacar algo de información. Como resultaba evidente, a Rog Thanders le habían apuñado por la espalda y le tiraron al agua durante la noche anterior, de hecho sospechaban que el cuerpo había pasado allí varias horas a juzgar por su aspecto hinchado. La Guardia de la Ciudad estaba convencida de que alguien había acuchillado a Thanders para robarle su bolso, que había desaparecido, y tiró el cuerpo al agua, pero no tenían muchas esperanzas de encontrar al ladrón. Según suponían, debía haber volado hacía tiempo.

Un posadero de una taberna del muelle llamada Los Brazos de la Sirena se acercó a ellos al ver que preguntaban por el buhonero, les dijo que había visto a Thanders la noche anterior y le había servido unas cuantas jarras de cerveza. Según este tabernero, el mercader había salido un poco achispado de la taberna. Y esa había sido la última vez que alguien lo vio con vida. El tabernero no había visto nada sospechoso, y tampoco a nadie que siguiera a Thanders por la calle. Aunque les aclaró que él no se metía en los asuntos de sus clientes.

Fue inútil sacar más información que aquella, especialmente con los Capas Doradas, a quienes les importaba muy poco la muerte de Thanders. El cuerpo del mercader sería llevado a un pequeño septo para darle descanso.

El joven heredero agradeció las palabras al posadero así como al capa dorada que había hablado con ellos.

Investigad la muerte de este hombre y os recompensaremos, señor. Pidió al capa dorada. A la hora de cenar os espero en la ta posada Árbolverde para que me pongáis al día.

Al citarlo en aquel lugar intentaba asegurarse que acudiría aunque sólo fuera por el reclamo de una comida gratis.

Tras ello, se dispuso a ir, junto a su primo y futuro adversario de liza, al pabellón familiar a informar de lo sucedido antes de ir a justar.

El Capa Dorada aceptó a reunirse con Whalen en la posada Árbolverde, pero lo hizo con discreción para que sus compañeros no se percataran, más para evitar competencia si era cierto que aquellos desconocidos le darían una buen recompensa que por otra cosa. Disimuló invitándoles a marcharse del lugar para que nadie sospechara nada y les susurró que trataría de saber qué había ocurrido con el buhonero. Tras ello, ser Adrik y Whalen regresaron al pabellón familiar, donde todos parecían continuar, aguardando noticias de su regreso.