Partida Rol por web

- Sin duda será un momento perfecto para que demuestre su valía, mi señor - digo sonriendo al ver el repentino rejuvenecimiento del que hacía gala Lord Bronwell

- si tantas molestias se ha tomado el Rey en reunir a todas las casas posibles es de esperar que deba enfrentarse a oponentes con verdadero talento, Jaime Lannister y sobre todo Loras Tyrell han dado mucho de que hablar en las últimas justas, no recuerdo la última vez que alguien tan joven fue capaz de plantar cara a alguien... de la guardia real...

a medida que terminaba la frase sus palabras comenzaron a sonar lentas e inconexas, y aunque miraba su señor, no parecía verlo

- Barristan Selmy...

- Lord Bronwell - No era habitual que Osbin llamase por su nombre a su señor, y ahora que volvía a hablar su mirada mostraba decisión e incluso algunas arrugas de su rostro parecían haber desaparecido - participaré junto a vuestro hijo y también lo aconsejaré, tal vez mi edad y mi vieja herida no me permitan igualar a los más jóvenes en un combate cuerpo a cuerpo, pero aún soy capaz de cabalgar y sujetar la lanza al mismo tiempo.

El que ha sido guerrero siempre lo conservará en su corazón, sólo hay que ver cómo se ponen. Permanezco con las manos metidas por las anchas mangas a modo de reposo, mientras ambos planeaban las justas. Lord Swanriver, iré ahora mismo si le parece bien. Hago amago de irme de la sala pero me freno en seco y me giro frente a mi señor. Mi señor, ¿querrá que mande ya la respuesta o me abstengo por ahora?    

Miró a su hermano de reojo. Lo quería mucho, pero cuando se ponía así le daban ganas de recordarle quién era el mayor. Decidió que sobreponerse a su lengua pastosa y su cuerpo algo agarrotado era un precio demasiado alto que pagar para solamente hacer la mañana más incómoda y se contentó con una ceja arqueada que lo decía todo.

Sin mirar a su madre, empezó a contestarle: —Sí, madre. Sé que le debemos mucho. Puedo ser lo que tú quieras, pero si va nuestra paga en ello, el vino puede esperar. Si no, ¿cómo voy a pagarlo? —se echó a reír y le dio una palmada algo más fuerte de lo debido a su hermano en la espalda.

Acabó mirando a su madre con los ojos vidriosos y esbozó una sonrisa. Tenía razón, ¿pero cómo se atrevía a echarle en cara nada si ella misma se lo decía desde pequeño? "Este hijo mío nos va a traer problemas", siempre buscando el más pequeño de los defectos para reprenderlo por ello. ¿No podía dejarle un respiro?

—¡Divertíos dando de comer a los cerdos! —y fue a por su caballo para dirigirse al castillo de los Swanriver.

El Lord iba a responder al caballero pero la duda del Maestre se anticipó:

-Mmmm... Mándala, di que... Muchas gracias por la invitación y que estaremos en camino aunque no sabemos cuántos participarán. Supongo que habrá una mesa de inscripción allí, al menos así se hacia antes. Por supuesto eso bien escrito como tú sabes, pero eso déjalo para luego, de momento haz que suenen las campanas. - Tras ello volvió a dirigirse al caballero, su rostro estaba pensativo, en parte apesadumbrado, le llenaba de gozo el que su antiguo compañero de batalla se sintiera joven, sin embargo un papel humillante sería una desgracia para la casa... -Ya sé -Decidió-. Irás con tus compañeros, pero te inscribirás como un caballero sin nombre, no me gustaría que se desviase la atención demasiado de la labor de Gale, mi heredero. Por supuesto te patrocinaré, simplemente evita mostrar tu rostro en el campo de batalla. -Sí... Esa es una buena idea. 

Tras estas palabras les despidió a todos quedando a solas con su hija.

-Dana, has permanecido demasiado callada... Creí que te emocionarían más las noticias, piénsalo las más grandes casas junto con las casas menores en el mismo lugar. Un nido de ratas también pero por ello mandaré al Maestre y a Ser Gyles como tu escolta.

Tras soportar la sarta de retahílas sin sentido que el hijo del herrero decía atropelladamente con el fin de implorar la misericordia del heredero, ver como salía disparado y se aventuraba entre los matorrales, víctima de funestas e ilusorias conjeturas, a punto estuvo Brent de hacer honor a su amenaza. Inconscientemente acariciaba la idea con sumo agrado, mientras deslizaba la yema de sus dedos con suavidad por el plumaje de uno de los proyectiles que descansaban en el carcaj que colgaba de su costado. Sin embargo, pronto desechó la idea. Aunque toscas, las habilidades del herrero de la familia eran efectivas, y el corsario precisaba de su pericia a la hora de poner en orden sus efectos personales o pertrecharse adecuadamente. Limitándose a resoplar de nuevo, continuó sin aminorar la marcha un instante.

Gale apenas prestaba atención a las palabras del muchacho que lejos de apaciguarle cada vez le molestaban más... Eran como un clavo martilleándole en la cabeza constantemente y a punto estaba de hacerle callar con un grito cuando las campanas comenzaron a sonar.

_ Maldito crío... _ bufó al ver como el muchacho se escabullía entre la maleza. No pensaba ir detrás de ningún mocoso, pero tampoco deseaba volver a casa sin él. Seguramente su padre se molestaría al ver que no había podido mantener a salvo ni a un mísero criado. _ Brent... Vete a por él y tráelo de vuelta... Entero _ matizó, como si realmente hiciera falta. No estaba muy seguro.

Dana observó a su padre sin saber bien que decir. Su cabeza era un alboroto de pensamientos, el miedo de partir de casa, la ilusión de llegar a la capital del reino, el deseo de conocer a posibles maridos, el terror de que sea su hermano el que elija a su esposo.

Padre, se que es un momento excelente para encontrar a mi futuro marido. Entre todas esas casas podré encontrar a un noble señor que me de hijos fuertes y sabios -la joven noble preparó el camino con sus palabras, para tratar de evitar la ira de su padre -pero prefería que los que eligiésemos a mi posible marido fuéramos el maestre Warren y yo, a falta de vuestra sabiduría y buenas ideas. Hermano escogería al primer caballero que le cayese en gracia, sin importar su carisma, tierras y riquezas. No me fío de él, es demasiado irreflexivo, mi señor padre lo sabéis tanto como yo.

Como guste mi señor, iré raudo a hacer sonar las campanas. Con una leve inclinación de mi torso me despido de los presentes y deshago mi camino hasta fuera de la estancia. Ahora de nuevo a subir por las escaleras, pobres rodillas mías.

Iba subiendo hacia la almena donde se encontraban las campanas mientras pensaba sobre las novedades del día. O sea que Robert Baratheon, primero de su nombre ha convocado un torneo y la Casa Swanriver va a intentar hacerse notar. Gale necesita salir un poco, ver mundo y recibir algún golpe de humildad. Dana sin embargo... Tiene que aprender a ser una señorita, parece una salvaje de más allá del muro. Si siguiesen así siempre esta casa estaría condenada a un fatídico final... Por favor Siete, os lo suplico, que esto valga para algo. 
En menos de lo que me parece llego a las campanas, y las hago sonar. Me es pesado tener que mover esos pesados instrumentos, pero al final emiten un fuerte sonido por las cercanías.

El golpe de los distintos badajos sobre las campanas emitía un sonido grave y profundo que se perpetuaba por todo el valle. Las cuerdas por su parte, subían y bajaban bailando al mismo ritmo, levantando al maestre e invitándole a unirse a la danza. Con el tiempo, al perder a su compañero de baile, las campanadas fueron haciéndose mas pausadas, agónicas y terminando por dar paso al silencio.

La urgente misión había sido acometida, ahora en sus manos quedaba decidir si quería ser testigo de la conferencia de su señor al pueblo, o si subiría nuevamente las escaleras al torreón de los cuervos para mandar el mensaje sin informar de los participantes que tendría el torneo.

-Cuestionáis la inteligencia de vuestro hermano, tal vez deberíais cuestionar la vuestra. -La cólera que parecía haber tratado de evitar estaba llamando a las puertas del rostro de su padre-. ¿Desde cuándo una joven señora es quien asiste a las negociaciones para su unión con otra familia? Eso es cosa de putas y no consentiré que mi hija sea tratada como tal. -Tras soltar las últimas palabras Bronwel parece asemejarse más al pez globo una vez deshinchado que a aquel amenazador que se reveló instantes antes-. Es por eso que mando al maestre a negociar y es por lo que estarás en Desembarco del Rey para tener la última palabra. Prometí a vuestra madre que no os impondría a alguien a quien no quisieras, pero tampoco vamos a esperar a que se te pase el arroz. -Tras ello tomó el camino al gran comedor. Mientras se alejaba se despidió con sus últimas palabras-. Ven a la reunión o reúnete con la septa para iniciar los preparativos pero no quiero oír hablar más del tema.

Tras iniciar su camino, las campanadas retumbaron todo el castillo como si de una marcha militar que acompañaba los pasos de Lord Swanriver se tratara.

Poco tiempo tardó en divisar las puertas de la fortaleza las cuales estaban abiertas de par en par. De repente como si de una bienvenida se tratara, las campanas repiquetearon a lo lejos y su sonido se extendió por todo el valle reclamando la presencia de todo el mundo.

Al menos así lo creían todos pues carecía del timbre insistente de una alarma. Al menos un miembro de cada familia dejó cuanto estaba haciendo y encomendándose a los siete puso rumbo a la entrada, unos por deber y otros por curiosidad. La imagen que transmitía el movimiento de personas asemejaba el de hormigas enfilando su camino hacia su hormiguero.

-¿Qué querrá el señor? La última vez que oí estas campanas fue para anunciar el nacimiento del último de sus hijos. -Especulaban unos-. Va a casarse otra vez para garantizarse más herederos, al menos más varones y tal vez más serios. -Aseveraban otros.

Lo único seguro es que nadie sabía a qué iban, puede que caminaran rumbo a su funesto destino.

Parecía que las palabras del heredero no habían surtido efecto sobre su destinatario. Manteniendo el ritmo de acompasadas y largas zancadas que acostumbraba a mantener cuando la situación así lo precisaba, Brent Blacktyde aparentó no haber escuchado absolutamente nada, como si el gallardo timbre que arrastraban las ordenes de Gale hubiera quedado reducido al inconstante y común susurro del viento. Únicamente Lord y Lady Swanriver estaban capacitados para darle órdenes como máximos representantes de su Casa, y aún así las acataba casi a regañadientes. El resto del personal, incluidos los herederos y las posiciones de mayor índole jerárquica dentro de los diversos oficios y papeles que se desarrollaban dentro de los dominios de la familia, formaba parte de la misma morralla. 

Por tanto, cuando a sus oídos llegó la petición de su acompañante, simuló no haber escuchado nada. Sin embargo, cómo tampoco aquella actitud tan pasiva casaba con él, decidió al menos mostrar un ápice de la cortesía propia de las Islas del Hierro.- Tus tierras. Tu siervo. Tu problema.- Punto por punto. Palabra por palabra. Así de sencillo. Sin variar un ápice la expresión hosca que bañaba sus aceitunadas facciones, Brent se limitó a ladear ligeramente su rostro durante los escasos segundos que duró el contacto visual. En su mirada verde, junto a la socarrona sonrisa con la que la acompañó, brillaba la viva imagen del "No".

Escuchaba a la gente desde su posición elevada pero no participó en sus conversaciones. Ni tenía ganas ni tenía por qué, pero era interesante escucharlos.

—¿Casarse otra vez? —una sonrisa respondió automáticamente a ese pensamiento. Una boda significaba fiestas, una de las pocas veces en las que estaría aceptada la fiesta.

Decidió acelerar el paso. Quizás era un buen momento para seguir los consejos de su madre. Quizás escalara posición si alcanzaba a ganar la confianza del señor para que le diera alguna responsabilidad escoltando a algunos invitados en el camino de venida o de vuelta. 

Gale aguantó la mirada desafiante de Brent y la comisura izquierda de su boca se ladeó en una mueca despectiva. 

_ Mi problema sí... y el tuyo si yo abro la boca. Aprende cuál es tu lugar Blacktyde... _ pasó a su lado sin volver a mirarle haciendo chocar su hombro contra el del hombre del hierro con desdén, claramente en actitud de desafío para que se apartase de su camino. Siguió de largo, y finalmente, encontraron a Erryk con su compungida mueca de desaliento llenando sus arreboladas facciones por la carrera.

_ La próxima vez trata de mantener la cabeza fría mocoso... Si vas a servir a un caballero algún día flaco favor le harás dejándolo atrás vendido corriendo como una niña... 

Sin embargo, su tono no era hiriente y tampoco la colleja amistosa que le dio al muchacho que tan solo iba destinada a servirle de aviso de su imprudencia.

_ Ciertamente, cuantas menos opciones les demos a los Dannett para tener algo en nuestra contra mejor que mejor. Sin embargo, me pregunto qué serían aquellas campanas... _ Gale se acarició la perilla pensativo, mirando hacia el lugar por donde habían venido. _ ¿Nuestros caballos están muy lejos?

La curiosidad y la perspectiva de algo más excitante que una cacería en compañía del Hombre del (palo de) Hierro (en el culo) se estaba apoderando de él. 

Poco tiempo tardó la pareja en alcanzar a Erryk, ni siquiera hubo que alejarse demasiado pues aquel botarate les estaba esperando en una posición muy concreta ya sereno.

-Ya estamos en los territorios de Lord Swanriver. -Anunció el exultante crío-. Falsa alarma, las campanadas no eran de alarma de los Dannett. Menos mal.- Parecía que había estado corriendo hasta que se sintió a salvo nuevamente en las tierras de las que no debió haber salido, entonces viendo el rostro adusto de sus perseguidores cayó en la cuenta de su deplorable servicio, aquello no le acercaba para nada a ser un escudero

La riña de su señor tornó su rostro en un tomate. -Perdón mi joven señor. No debería haberos dejado atrás, creí que me seguiríais, huyendo de los Dannett. Oí a mi padre que eran unos bastardos y unos traidores y por ello debía mantenerme alejado de ellos. 

En su misericordia sólo recibió una leve colleja como respuesta. -Parecía que iba a salir bien parado de aquello-.

-No mi señor, esta zona ya la reconocí, si queréis volver al castillo, los caballos están unos pocos árboles más allá. ¿Qué puede querer Lord Blackriver? Nunca oí las campanas.

Una leve carcajada, ronca y llena de sarcasmo, ascendió por su garganta hasta inundar el agreste espacio que les rodeaba. ¡Qué predecible podía resultar aquel muchacho!, pensó, evidentemente complacido con aquella airada respuesta. La risa era suficiente, el heredero le había ofrecido al isleño justo lo que quería. Y ambos lo sabían.

Brent aborrecía a sus anfitriones, más aún a los herederos que parecían compartir la misma sangre podrida por el orgullo y la altivez propia de los que escalan posiciones demasiado rápido. Sin embargo, había escasos miembros del gran elenco de personalidades dentro de los dominios que escapaba de su actitud despectiva: Ser Osbin Rhis y el Maestre Warren, aunque el primero no tanto como el segundo. 

Una vez alcanzaron a semejante despojo seboso, le regaló una sonrisa cruel antes de dejarse llevar por la maleza que se extendía por todos los rincones de la foresta. Los paisajes rurales le agradaban sobremanera, y podía pasarse horas contemplándolos sin llegar a acusar el paso del tiempo. El mar, el desierto y todo medio salvaje que se preciara despertaba su admiración. No más que Poniente en su estado más libre y puro. Mientras tanto, seguía la conversación sumido en el hosco silencio que tanto le caracterizaba.

Aguanto con firmeza las palabras de mi padre, mirando al suelo en todo momento. Tras su partida decido seguirlo cabizbaja hasta la reunión.

Se que algunas de las palabras de padre son ciertas, pues se cual es mi deber en la vida. Pero hermano no es el más indicado para decidir nada, es demasiado estúpido e impetuoso. Nuestro apellido no se alzará en su nombre, debo ser yo y mi marido quienes lo engrandezcan.

Al finalizar los vaivenes del campaneo paro un segundo a tomar el aire. Estoy flojo para estas cosas... Me apoyo en las rodillas con las manos y respiro hondo y pausado. Bueno, hora de bajar. En cuanto se hace el silencio emprendo mi camino hasta el salón principal. Ahora está el joven Gale, espero que se sepa comportar delante de su padre y vea en esto una oportunidad de... Alzar a los Swanriver en los Siete Reinos. Tenemos suerte de contar con una figura recta y recia como Ser Osbin, un ejemplo en valores de caballería, aunque un futuro heredero no debería preocuparse tanto de las armas. 
Ya a pocos pasos del salón principal aminoro el paso para entrar con calma y contemplar la escena. Lord Bronwell es un buen hombre, pero si los señores tuvieran más de Maestres que de guerreros...