Partida Rol por web

Fragmento del diario de E. Allan Poe

"Maldita sea mi suerte, maldita esta historia sin fin. Mezcla de vida y de muerte, que me ha tocado sufrir.
Maldita sea para siempre, la estrella bajo la que nací. Que al infierno se la lleven ,que nunca más salga de allí.

Maldito el año del cerdo ,enero desgraciado mes.  De aquel perdido invierno, triste día veintitrés.
Y que en las listas del tiempo no se olviden esta vez de borrar aquel momento. Horas: las malditas seis."

Las lineas que ahora leéis serán, sin duda una de las pocas que podáis volver a leer acerca de mi, me temo. El día de hoy ha sido una total e insana locura. Locura a la que estoy, desgraciadamente, unido. Si por algún casual, estas lineas salen a la luz, leídas por algún ojo humano y pronunciadas por boca provista de dientes y lengua, me atrevo a decir que no me encontrareis entre vosotros.

Es pues, mi obligación que sepáis que paso. Aunque no se si quedara mucho de esto cuando todo acabe. Es mas, también es posible que encontréis estas lineas inacabadas, lo que seria el resultado de mi pronto fallecimiento y, por lo tanto, un fracaso el intentar avisar a nadie tras estas lineas.

El día empezó con una promesa. No fue la promesa de un día hermoso. Todo lo contrario. La promesa fue de muerte y desatino. La muerte de todos los que nos encontrábamos en la casa de mi cuñada, la señorita Alice L. Badcock.

Ruego al señor  perdone mi atrevimiento, pero hasta hoy había sentido un especial afecto por ella. A día de hoy no se si lo que paso fue cierto o no lo fue. Pero una cosa llevo a la otra. Unas serie de trágicas consecuencias volvieron mi ser y mi amistad contra la propia muchacha ciega. Maldita sea, para siempre. Su locura... o maldita y bendita locura. No se decir si era una santa o una esquizofrénica con ilusiones. Lo poco que se fue que mi prometida desapareció de la forma mas inesperada. Ni mis relatos mas oscuros me podrían haber llevado mas lejos.

La promesa de una reciente muerte, venida de un hombre galán y formal. Un anticuario. Edward Wesley nos puso en alerta a todos. Y cuando digo a todos, no me refiero  a mi y mi prometida. De hecho, su imagen inicial fue la de mi otra cuñada, Edith Badcock. Triste es el destino y tortuoso su sendero. Y las lineas de tiempo que el señor Wesley vió no fueron mas que confusas, sino, tengo que reconocer, acertadas en su generalidad.

Mas gente se vio involucrada  en la historia. Un brujo, dos niños, un enano , dos damas de alta cuna, un señor galante llamado Will , una tabernera y una librera extraña... y dos personas mas, quizá las mas llamativas... la vidente y un caballero un tanto dado a la acción y gusto por las armas. Héroes, villanos, dramaturgos y princesas... nadie diría que tienen nada en común. Yo los llamo héroes a todos. Si bien no se que ha sido de algunos de ellos, quizá muertos o perdido en algún sitio llamada Umbra. Solo se que mas de uno murió y del resto no se supo nada. Pero todos fueron a buscar algo y salir victoriosos.

Todos tendrían su veredicto salido de un sueño: su muerte frente a una persona llamada Annis Black.

Tengo que decir que , lo que antes pareció ser una locura hoy cobra sentido para mi. ¿Quien era Annis Black? ¿Que paso con los héroes? ¿Dónde está...Alice?

Muchas preguntas y pocas respuestas. Solo se que hay oscuridad y ésta viene a por mi. Desde lo mas hondo del infierno me llama. Tengo su corazón  y no se que hacer con el. Sé que me llama. Taladra mis oídos como si fueran aquella pistola que usó el señor Mordred en esa habitación. ¡Oh, cuanto odio las armas¡... pero mas odio no saber que hacer con esto. Palpita sin motivo aparente. Esta muerto pero sin embargo vive.

Mis ultimas lineas no son para decir nada mas que, aunque ahora entiendo todo, no puedo escapar a lo que me espera. Seq ue viene a por mi. Se que los héroes, los pocos que queden me ayudaran. !Se ayudaran! Pues en ello les va la vida. Y la mia. esta en sus manos. Soy un cobarde y poco he hecho mas que negarlo todo. me arrepiento, pero ya es tarde.

Solo ruego a Dios que...///

-El resto de las hojas estan arrancadas o ilegibles, inspector Clarence. ¿Que quiere que hagamos con ello?- pregunta el policía al inspector con una tremenda cicatriz en el rostro y sin un ojo.

-Quémelo...Todo.- Dice mirando el papel escrito del puño del señor Poe mientras se quita el sombrero, un bombín desgastado. - Hay cosas que no debería saber nadie.

Genevieve vio cómo la vida de Amy se extinguía gracias al beso mortal de Will y con pesar, supo que su fin llegaría, aunque no esperaba el espectáculo que estaba a punto de presenciar. Líquido negro, sustancia azul… Su estómago se revolvió y sus manos temblaron levemente pero no la soltó hasta ver que su vida se había extinguido por completo. Sus manos temblaban y entonces, vio a Laszlo alzar el pedazo de madera que había sostenido antes. Si bien podía quitárselo, no se movió, solo se puso de pie despacio con un dejo de tristeza en su rostro. Puso su mano derecha e izquierda en la parte frontal de su falda y le hizo una reverencia.

- Mi dulce señor, jamás le haría daño y aunque prefiero no revelar mi secreto en público, le aseguro que no soy ningún monstruo. Acepto sus palabras y me disculpo por causarle temor – su propiedad se hacía latente nuevamente, la dama de alta cuna que era relucía una vez más, aunque su mirada se veía triste. Miró a Mordred por un momento y dijo – Monsieur Le Fay, ¿Considera prudente salir de la mansión? ¿Separarse? Tenga en cuenta que tenemos poco tiempo para cambiar nuestro destino y ya hemos visto lo que le ha hecho a la Señorita Agnes – y entonces la miró.

- Señorita Agnes, Annis es una mujer que gusta de hacer tratos. Ella toma sus debilidades y las explota para que hagas lo que ella desea. Ella busca sujetos especiales para hacerlos sus receptáculos. A mí me puso a escoger si salvar a mi padre o a mi madre y salvé a mi padre sin saber que se la llevaría. Por eso está con ella. Ella nunca pretende bondad con sus acciones, así que por más que usted se entregue a ella de manera voluntaria, ella distorsionará sus palabras y hará lo que desea. Nuestra esperanza es encontrar su corazón, aunque si alguien sabe dónde está es Adam Black. Considero más importante encontrarle – mira a Laszlo y le dice -. Por favor, mi amado señor, debe llevarnos con él llegado el momento, pero considero más importante prepararnos. Ese es su territorio y si nos vamos sin conocerlo, ella nos derrotará con facilidad – esta última frase la dice mirando a todos.

Entonces se gira y dice – Si me disculpan, desearía un descanso y una pequeña charla con el Señor Laszlo en una habitación, hay algo que me gustaría discutir con él para poder aportar a esta situación – con esto, estira la mano al enano, esperando que este la acompañara para tener un poco de privacidad.

- Por mi parte, apoyo al Señor Wesley -.

Si bien Genevieve no quería darle la victoria a Annis de poseer a Agnes, no tenía sino en mente una cosa: recuperar a su madre. Sabía que era poco probable que matar a Alice le devolviera a su madre pero estaba dispuesta a intercambiarlas. Si el corazón de Alice era lo que quería, se lo entregaría solo si le devolvía a su madre. Por ello, no podía revelar su secreto o lo que de verdad había pasado esa noche. Si lo hacía, la matarían por proteger a Alice y, sin importar lo que fuera a suceder, debía lograr su objetivo.

-Disculpe mi ignorancia, mi querida Genevieve. Como sere capaz de llevarles yo hasta el tal Adam Black? Como bien sabe la única vez que lo he visto fue en nuestra pesadilla común. Si tenemos alguna posibilidad contra esta bruja demoniaca y puedo hacer algo no tiene nada mas que pedírmelo. Por otro lado ,la acompañare gustoso a una zona más privada para que podamos conversar distendidamente. Me honra con sus atenciones, querida.- recojo amablemente su mano y me dirijo con ella a otra estancia de la casa.

Genevieve se marchó junto a Laszlo y cuando hubo encontrado una habitación que estuviera lo suficientemente alejada de la habitación de Alice pero sin tocar un solo espejo, Genevieve miró a Laszlo y le dijo - Mi señor, debo decirle que lo he traído aquí para decirle algo importante. He decidido revelarle mi secreto a usted y solo a usted. Sé que sabrá guardarlo con su vida, al igual que el corazón que ya le pertenece - Genevieve se arrodilló en el suelo ante él y esperaba que él siguiera su gesto.

- Verá, lo que dije es cierto. No soy un monstruo. Si bien tengo un origen extraño, mi alma no es oscura como la de Annis y mi madre es humana. Mi padre... - paró un momento y tomó las manos del hombre -. Mi padre es un vampiro pero es amable y bondadoso. Hace mucho tiempo, hizo tratos con Annis y ella me hizo tomar su lugar para pagar su deuda, aunque me engañó llevándose a mi madre. Como hija de mi padre, poseo muchas de sus habilidades pero también carezco de algunas de ellas. Por eso lo que ha visto, por eso poseo la fuerza que poseo y por ello puedo domar a Monsieur Le Fay con cierta facilidad - sus mejillas se sonrosaron, cubriendo de color esa perfecta piel blanca, dándole un semblante más frágil, lo cual realzaba la belleza natural de la joven.

- Se lo pido, mi dulce señor, no me odie. Usted ha sido la única persona con la que he podido desarrollar afinidad por fuera de mi núcleo. Temo ser ejecutada por ser como soy, temo ser diferente. Temo que usted me odie. No me odie, mi señor. No lo resistiría - su voz era suplicante y como una suave seda que acariciaba la piel, pero un dejo de tristeza era notorio en su voz. Sus manos temblaban levemente y alzó sus profundos ojos para mirar al enano.

- Mi señor, deseo compartir mi fuerza con usted. Si bebe un poco de mi sangre, tendrá algunas de mis habilidades. Podrá defenderse y luchar en la Umbra. No estará tan indefenso. Eso es lo que yo deseaba decirle, no soportaría que mi Señor Laszlo sufriera la misma suerte de la tabernera - tras eso, se acerca al rostro del enano con despacio y posa sus ojos sobre sus dulces labios, esos tiernos labios que había besado antes. Mezcla sus labios con los del hombre mientras los acaricia con suavidad, buscando, añorando y compartiendo ese contacto que tanto había significado para ambos. Después de un leve suspiro, se aleja y le dice - Por favor, mi señor. ¿Confía en mí? -.

Escuchó a Genevieve. ¿Prudencia? ¿Acaso era prudente estar como ovejas en un corral? Oh, no... Él era el lobo, entre todos ellos, y ni lo sabían. Y el lobo no se quedaba entre ovejas. El huargo iba a por la manada que acechaba su propio pasto, y la borraba de la faz de la tierra. 

-No existe la prudencia entre los condenados, ma belle. Sólo la resolución.  Y no necesito más tiempo que un par de horas, para prepararme. Estoy débil, estoy herido. No en el cuerpo, aparte de su golpe... -la miró con malicia- Sino en el orgullo. Me resignaré a un pensamiento bruto, de plebe: si con estas armas no ha funcionado, con unas más grandes irá bien. -sonrió con desgana. -Ahora, pienso irme. Decidid ya quiénes queréis venir, pues debemos partir de inmediato. Sea cual sea la decisión final que tomemos, casi todos estáis desarmados e indefensos. ¿Qué pensáis hacer contra cualquier peligro? No estaremos la señorita Shaw y yo para aplacar a eventuales oponentes. No siempre. Por favor, pido celeridad por vuestra parte...

El sabueso debía salir y ser soltado sobre la presa, no esperar en casa mientras el dueño caza. Tenía que ver a Morgan urgentemente. No había tiempo que perder. 

la carta, las palabras de todos, en especial de Genevieve la hicieron duda de su idea inicial sobre lo propuesto por Annis Black, y de ahí que volviera a recogerse en una esquina, apartada de la mirada de todos, aunque claro, ya había llamado suficiente la atención, su reputación debería ser conocida, y ahora, esas dotes que podrían ponerse en duda, eran casi un hecho para los que las habían visto. Cerró sus ojos, ahora sabia quien era la mujer presa en el castillo de la bruja, de ahí su reacción cuando ella la mencionó. Obvio, era si madre, y quizás la culpa golpeteaba sus oídos al haber permitido ser llevada a ese sitio. Sintió nuevamente una sensación de hastío, cansancio, los muertos comenzaban a apilarse, y aún estaban tal como al principio, solo sabiendo algunas cosas más.

La voz de Mordred la hace levantar la cabeza, se iría aunque por su desconexión con la conversación no sabía si iría tras la bruja o no. Se separó de la pared, y cuando él llegó hasta su lado - Agnes seguía en la puerta- tocó su brazo, para llamar su atención, y decirle algo.

- ¿puedo ir con usted?- preguntó con mucho pudor, no quería quedarse en ese sitio, desde el principio había deseado irse, además, ya dos personas la habían intentado manipular con argumentos bajos, por lo menos Mordred, hasta ese punto, habia mostrado ser claro y directo, aunque no estaba segura si desearía que lo acompañara, además, se sentía más segura a su lado, después de todo, la había defendido, incluso de ella misma y sus pensamientos, aunque claro, sin saberlo.

Bajó la vista discretamente hacia Agnes. Por un lado, no debía perder la compostura, no cuando preguntaba quién le seguiría. Por otro, no podía ignorarla. Parecía haber sufrido lo suficiente y tener más de un demonio propio, al contrario que él, que no tenía ninguno. Sabía cuán problemáticos eran, y qué atrocidades causaban. Había sido el salvador de tantos hombres que ya sabía cómo tratarlos. Y Agnes no era un simple mortal, era mucho más. 

-Por supuesto. -contestó en bajo- Pero no es lugar para una dama. La portada, el salón, las salas... Sí. Pero no donde voy a entrar... Espero que nunca tenga que verlo...

- señor... Vivo en un lugar que si no es el infierno, está cercano, recuerde que no tengo nada que ver con las etiquetas de este lugar, de sus damas finas... hay pocas fofas que puedan sorpréndeme- "menos si está cerca", pensó, pero luego de todo lo ocurrido, pensó que sería tonto agregarlo, soltó al hombre y sé quedó cerca, esperando a que los demás decidieran quedarse o irse con el hombre.

Yo voy con Usted, señor Mordred. Disculpe mi atrevimiento-  Dice acercándose hasta Mordred y Agnes que estaba ligeramente mas apartados del resto, mirando ligeramente a Agnes y poniendo un gesto, como solo los ricos hacen sobre los pobres.

 Yo no poseo, ni se que tenga ciertas habilidades. ni magia ni nada. Y no quiero que esa bruja me coja por sorpresa, así que... Si usted dice tener armas para todos, yo quiero una. Y quizá alguna ropa mas cómoda, si dispone de algo de mi talla.

Necesitaba despejarse y salir de aquella casa, aunque luego tuvieran que volver de nuevo para ver que hacer.

Noah miró pensativo a sus extraños acompañantes. Claro que él no era tampoco nada normal, pero al menos era lo que se veía, no tenía la intención de contar ni ocultar nada.

Con rapidez, una vez tuvo su permiso, cortó un mechón del pelo de Agnes y le pinchó un dedo, dejando que una única gota cayera en el bucle de la atribulada mujer. Era posible que no se necesitará usar ese ingrediente, pero no iba a permitir que otra niña inocente sucumbiera ante las artes oscuras. Los Loas le darían la fuerza necesaria para evitarlo.

Aún tenían tiempo, así que salió a buscar el resto de ingredientes, esperando volver antes de una hora. Sí algo era fácil de encontrar era un cementerio, un gallo y una vela.

- Bien- Dice el inspector de una forma algo despectiva.

-Yo me quedo aquí. Necesito descansar un rato - Dice quitándose el sombrero  y tirándolo a un lado. -  Necesito al menos 4 horas para.. descansar y poner en orden mis pensamientos. Quizá encuentre algo, una pista, o una relacción con algo que haya visto antes en algún caso cercano sin resolver. Me dá que algo tiene que haber de esto en los archivos... o en mi mente que haya pasado por alto. Ese Black... es raro que se haya presentado así de golpe sin evidencia ninguna. ¿Y Annis? Buscare algo  mientras estamos aquí. La biblioteca, por ejemplo - Dice mientras mira a la librera Edith Cushing. Después se vuelve a Alice para preguntarla a ella.

- Disculpen, señoritas Badcock... las que quedan- susurra por lo bajo con una amarga sonrisa- Tan solo necesito una habitación. Estableceremos su casa como punto de encuentro para todo.

Después se dirige al resto.

-En cuatro horas , mas o menos, señores. Dispongan de lo que deseen, pero en cuatro horas los quiero aqui de vuelta. Duerman o  pertréchensen. Lo que deseen. Pero si no están de vuelta en cuatro o cinco horas, - Dice señalando al cuerpo de Amy,- les juro que la muerte de la tabernera apuntará a sus cabezas como asesinos..

Dicho esto, sale por una puerta, buscando una habitación vacía en la que descansar y cierra la puerta tras de si

Edith mira su libro cuando el Inspector sugiere una búsqueda en la biblioteca privada de los Badcock y asiente al inspector.

- Bien, yo.. yo me quedo por aquí. Echare una ojeada a la biblioteca a ver si encuentro algo, si no les importa- Pregunta a las hermanas.

Ella era experta en encontrar datos entre los libros. Es su pasión. No se le escaparía nada, de eso ella estaba segura. Ademas, con el tiempo aprendió a leer rápido y dejar detalles sin importancia a un lado. Sería una ardua tarea, pero , por otro lado, también tenia miedo de salir de allí sola... y volver a su librería, donde la noche anterior nació su pesadilla.

Tras un leve movimiento de cabeza por parte de Edith Badcock, asintiendo a la petición de estudiar e la biblioteca, se encamino hacia alli mirando a Edward y susurrandole unas palabras.

- Gracias señor, Wesley... Por todo-  dice con una tímida sonrisa. - Chicos, ¿porqué no os quedáis conmigo en la biblioteca? Quizá entre los tres encontremos algo de utilidad. O si preferís echar una cabezadita allí...- pregunta Cushing con amabilidad mientras se dirige a Ashley y Victor.

El grupo se iba separando poco a poco, algunos preferían la biblioteca, otros estaban dispuestos a seguir a Le Fay, otros tenían sus propios caminos como Genevieve y Lazlo, y en particular el destino que Agnes había elegido le intrigaba. El inspector había sido claro, y cuatro horas parecía algo razonable, así que eso le pareció de lo mas adecuado.

- Gracias Mordred por la invitación, yo de momento tengo mi espada y no necesito mas, tal vez pueda traer un arma para quienes se queden aquí, como un gesto mas de su innegable caballerosidad- el poeta era un hombre de acción, impulsivo y decidido, el opuesto a su prudencia y frialdad, pero pese a la disparidad le parecía que podían complementarse bien, de hecho lo estaban haciendo.

- Elijah, te pido por favor que acompañes a Edith a la biblioteca, yo los alcanzo en breve. Quiero conversar algunas cosas con Alice antes - las miradas con sus socio se cruzaron rápidamente, y cada uno supo que hacer. Hasta ahora él había hablado poco, y preguntado menos, agradecía eso, hubiese sido por demás complicado explicar lo inexplicable.

Dio unos pasos por la habitación, se paró al lado de Victor y le dio un par de palmadas en la espalda, alentándolo a que hiciese lo que mas sentía, a sabiendas que no se perdería la casa llena de armamentos de Mordred. Luego, caminó en dirección a Alice y se detuvo un segundo al lado Will, un murmullo fugaz pareció salir de su boca pero de esfumó en el tiempo, hasta que llegó nuevamente hasta la anfitriona, y volvió a tomarla en sus manos - Necesita descanso, podemos tomar un te y calmarnos un poco, hasta que llegue la hora-

Edward había dado un par de palmadas en la espalda de Victor para dirigirse a Alice, a paso lento y medido. En el trayecto estaba Will Blunt, el hombre que había dado muerte a Amy, en un acto ferozmente compasivo. El joven se había expuesto mucho, y estaba claro que la situación lo había afectado, para bien o para mal.

Se paró a su lado, se detuvo y lo miró a los ojos. El chico tenía un encanto particular, algo hipnotizador, como si de un encantador de serpientes se tratase. Él por su parte tenía una mirada fría, calculadora y distante, consciente de todo lo que sucedía segundo a segundo. La agujas del reloj que llevaba colgado en el pecho se dejaban escuchar en medio del silencio que esa mirada sostenía.

- Will, tienes valor, es algo respetable. Y tienes un don que ninguno aquí comprende, y es mejor que lo guardes para ti, muchos de ellos lo mal interpretarían, y no quiero que nada malo te suceda...- sus palabras se cortaron, como si sus labios censurasen. Porqué le digo estas cosas?... Su rostro se sonrojó, en una evidente incomodidad, pero sus pies se negaron a moverse de su lado. Las agujas se escuchaban mas lento, mucho mas lento, todos parecían haberse detenido como si de cuadros se tratase, menos Will y él. No pudo mirarlo a los ojos, agradecía que ni Agnes ni Alice lo estuviesen viendo ahora, y más agradecía que Elijah estuviese rumbo a la biblioteca.

-Estas bien?- llegó a decir, mientras levantaba el mentón poco a poco.