Vanesa vomitó mientras caminaba entre los cuerpos mutilados, el olor, el escenario parecía el infierno de Dante, era imposible. No se fijó en nadie en concreto aunque rezó a un dios en el que no creía porque ninguno de aquellos miembros fuera de Nivard. Rezó todo lo que pudo mientras buscaba y se centraba en objetos y no en piel y sangre. Encontró una pequeña bolsa de cacahuetes que aferró con fuerza y justo cerca una lata de cocacola. El hambre gritó y ya no quiso buscar más, luego, quizás se plantearía volver al infierno.

En aquel instante Alistar habló, no se había dado cuenta de que había entrado también, asintió y salió con él, no añadió nada a lo que dijo a Andre, el hambre, las ganas de llorar, y la derrota mental y física que arrastraba después de aquello era tal que se vio sobrepasada.

Apenas salía del avión empezó a llorar en silencio.

André se encontró con el horror más absoluto nada más entrar en los humeantes restos del avión. Había asistido partos de animales, había visto como se degollaban cerdos en la granja de sus padres, había visto cosas muy gráficas en su vida, pero aquello superaba a todas y se llevaba la palma.

Quedó bloqueado hasta que Alistair le habló. Le había llegado su voz como desde detrás de una pared, como si les separase un muro de agua. Finalmente volvió en si.

- *Si... eh... creo que no es... *

La muchacha negra vomitó y salio casi de inmediato. André se hizo a un lado. Vio entonces que habían encontrado algo que beber y que comer. Entonces la sed le dio un empujón, un punto de coraje y trató de convencerse a si mismo de que lo que veía eran trozos de muñecos, maniquíes. Y buscó.

Pero luego se le ocurrió que en medio de aquel infierno pudiese haber alguien con vida. Se preguntó si tendría fuerza de voluntad para comprobar los cadáveres, uno por uno.

Siguió buscando y gritó:

- *¿Hay alguien aquí que necesite ayuda?* -en el fondo, deseó que nadie respondiese.

No sabía muy bien qué había pasado. Se encontraba primero en un grupo de cuatro personas, estaba seguro de ello porque recordaba la espalda del médico y el olor a sudor que desprendía su cabello húmedo, también de las quejas de Melvin al andar; luego el grupo se amplió momentáneamente a seis aunque apenas duró un poco de recorrido antes de separarse, lo que tardaba en parpadear varias veces.

Para entonces había mantenido que separarse era la peor de las opciones dado lo mal que se encontraban la mayoría de los supervivientes, pero debía de reconocer que incluso ella, si hubiera estado en las condiciones apropiadas, se separaría para buscar a Dudek.

Después volvieron a encontrar más personas, ¿o era una ilusión fruto de la inanición? No, eran reales. De nuevo ese intercambio para situarse tras Andre y ver de reojo a dos adolescentes con el que no intercambió apenas unas palabras. Si había estado con tanta gente, ¿dónde estaban ahora?

Se encontraba sola, tumbada sobre la arena con ganas de vomitar, llorar, desmayarse o todo a la vez mientras maldecía su mala fortuna y el extraño abandono que había sufrido de la nada, notando esa impotencia que tanto quería evitar. Sus ojos fueron cerrándose levemente, posiblemente por el cansancio a pesar de no haber andado nada, sumiéndose en un sueño que esperaba no fuera el último.

Lunes, 5 de agosto del 2019.
Anocheciendo, temperatura 30ºC
Hora Local: 20.00; 
^{_{Acordarse para las tiradas de la existencia del "token"}}

Arthur empezó a mirar entre los restos del fuselaje del avión, y no pudo creerse la suerte que tuvo cuando encontró, entre todo ello, no solo un objeto afilado, sino que se trataba de un pequeño hacha que seguramente se usase para situaciones de emergencia como aquella. Aquel arma probablemente le daría grandes esperanzas de vida para sobrevivir en aquel lugar.

Lunes, 5 de agosto del 2019.
Anocheciendo, temperatura 30ºC
Hora Local: 20.00; 
^{_{Acordarse para las tiradas de la existencia del "token"}}

Finalmente, Alistair, Andre y Vanesa salieron del avión y se acercaron a Kalina que la habían dejado sola. Todos ellos parecía que llevaban cosas entre las manos. Parecía que hubieran encontrado algo de comida y bebida.

La situación en el interior del avión fue terrorífica... No se habían parado a pensar que podría ver algo así, estaba lleno de cadáveres calcinados, de fragmentos de cuerpo, de sangre por todas partes. Eran múltiples los cuerpos muertos que había en aquel lugar y andar rebuscando entre ellos no parecía una tarea muy sencilla... Y eso no era lo peor, lo peor era cuando uno se encontraba miembros apuntados sin saber a quién pertenecían...

Por suerte o por desgracia, nadie contestó a la pregunta de Andre, así que mientras rebuscaba y preguntaba encontró una botella de un litro de fanta de naranja y un bocadillo de chorizo envuelto en papel de aluminio.

Sintió lástima por Vanesa, pues su cuerpo reaccionó vomitando el contenido de su estómago a lo que vieron sus ojos dentro de aquel avión. Tanto él, como ella, y cualquiera que hubiera entrado allí dentro jamás olvidaría lo que habían visto, olido… y sentido. Estaba desilusionado por no haber encontrado su maletín, posiblemente habría salido disparado hacia otro lugar, en la jungla o en el propio mar, así que debía concienciarse de que no lo encontraría. Aun así debía dar gracias de haber encontrado comida y bebida.

En cuanto salió del avión, no dudó en dirigir rápidamente sus pasos hacia Kalina. Estaba sola, no veía a los jóvenes de antes y André también se había alejado de ella para adentrarse en el avión en busca de provisiones. No le culpaba, él mismo lo había hecho.

— *¿Cómo te encuentras?* — Preguntó una vez estuvo a su lado. — *Toma, aquí tienes agua y comida* — Le entregó una botella pequeña de agua y el sándwich de jamón y queso que había encontrado ahí dentro. Él había consumido los dátiles de antes para ganar fuerzas, ahora la prioridad era alimentar y calmar la sed de los heridos. — *Pero no he encontrado ni mi maletín ni a nadie más con vida. Es desolador lo que hemos visto ahí dentro * — Le comentó aún afectado por lo que acababa de ver.  — *Debe haber más comida y otros útiles dentro del avión pero cuesta buscar ahí.* — El doctor necesitaría algo de tiempo antes de volverse animar a buscar entre la muerte.— *¿Dónde están los chicos? Deberíamos reunirnos todos con el resto. *

Kalina se encontraba tumbada en el mismo lugar que la habían dejado, con los ojos cerrados y una lenta respiración que hinchaba su pecho. Se la veía agotada, evidenciando que no estaba en su mejor estado. Levantó los párpados únicamente cuando escuchó ruido a su alrededor aunque le costara enfocar al médico, viendo primero una mancha difuminada donde antes solo había cielo y mar.

¿Alistair? – Susurró sin saber si era realmente él, levantando un brazo para tocar el hombro del médico, corroborando que estaba ahí. Intentó incorporarse como puso, ladeando el cuerpo y dejando todo el peso en el otro brazo con una mueca de dolor, bajando el rostro al notar que toda la playa daba vueltas a su alrededor.- Estoy mareada, no me encuentro demasiado bien.- De nada servía mentir en esos momentos, más cuando una pequeña ayuda podría salvarle la vida.

Alzó el rostro al ver la botella y el sándwich, notando que su estómago reclamaba un poco de comida. En otras circunstancias, unas donde no estuviera encerrada en una isla sino que estuviera paseando tranquilamente por la ciudad buscando un lugar donde comer, sería meticulosa con los carbohidratos y grasas que pusiera en el envoltorio con tal de cuidar su línea, pero en esos momentos le daba igual si era jamón, lechuga o un jabalí.

Gracias.- Pidió un poco de ayuda para quedar sentada, apoyando la espalda en alguno de los troncos mientras abría el sándwich y le daba un gran mordisco, notando que un poco de malestar se marchaba con cada bocado.- No sé dónde fueron los chicos. Después de que Andre se marchara empecé a encontrarme mal. Cuando quise darme cuenta estaba sola, no dijeron nada.- Bebió un trago de agua, agradecida enormemente por la comida/bebida.

André fue el último en salir. Afuera el aire recalentado que subía de la arena no le pareció tan desagradable. Mejor que aquella mezcla de plástico, tela, combustible y carne requemada. Sobre todo el aroma de la carne que, para su completo horror, le hacía gruñir el estomago. Pero las imágenes, aun muy vívidas, le creaban un nudo en la garganta que le impedían comenzar a devorar sobre la arena el bocadillo que había encontrado a duras penas.

Llegó con paso vacilante a donde estaban los demás, junto a Kalina, en el lugar en que él la había dejado. A la sombra, la arena dejaba paso a un frescor húmedo que se notaba a través de sus finos zapatos de piel. Llegó a hasta ellos y se arrodilló.

Quería decir algo, pero el nudo en su garganta era atroz. No podía. En lugar de palabras, por gestos, dejó su hallazgo cerca de todos. El refresco lo abrió antes de dejarlo y tomó un trago. Pero ni aun así. Seguía sin poder hablar. La respiración le salía a jadeos. Tomó un nuevo trago, sin abusar. No quería que el líquido le provocase un vómito. Notó como su piel, seca y recalentada recordaba el reflejo de sudar casi al momento, empapándole de arriba a abajo. Aquello, de una forma extraña le hizo sentir mejor.

Tomó un último sorbo de aquel brebaje dulzón. No solía tomar aquellas bebidas, pero en las circunstancias en las que se encontraba se le antojaba mejor que el mejor whisky de Irlanda.

Respiró hondo y hundió la cabeza entre las rodillas. Quería llorar en la intimidad, pero se encontraba demasiado cansado para alejarse. Solo esperaba no perder el control. De alguna manera, lo consiguió. Pensando en sus perros, en su granja, en que pronto los rescatarían.

No supo decir cuanto tiempo estuvo desahogándose. Pero se sintió mejor. Entonces si, pudo alargar su mano al bocadillo, cortar un trozo y masticarlo con mirada ausente, perdida en el horizonte. Cuando lo terminó, dio un sorbo y por fin, pudo hablar.

- *Creo que ahora necesito descansar. O me caeré desmayado. Luego, si alguien puede, convendría traer a Luis y Diana hasta aquí. Podemos coger un trozo de fuselaje largo para hacer una camilla. Pero ahora tengo que descansar.*

Se hizo un hueco en la arena para la cabeza, otro para los riñones y se echó a descansar.

"Un poco de suerte" pensó el muchacho al encontrar el haca,  ahora solo tenía que abrir los cocos, así que en usando el instrumento comenzó abrir el primero, este no resultó también, nunca había abierto un coco por lo que una parte del líquido se derramó en la arena, aún así el chico se dedico a beber el resto del agua, abrir la nuez de la manera mas tosca posible y comer la pulpa, por alguna extraña razón le sabía a gloría, no es que el agua fuera dulce o mejor que una coca-cola de dieta pero para su garganta sedienta fue tan satisfactorio que imagino  aquellas bebidas en el centro comercial o en la escuela,el sabor de la pulpa no era la gran cosa incluso era resbaladiza aún así disfruto comerla, no se sació con una de las nueces por lo que en cuestión de minutos bebió el liquido de tres cocos más, así como prácticamente devoró la pulpa de las frutas, el chico podía ser codicioso pero no era una mala persona pensó que sería prudente guardar algunos cocos.

aún quedaban 19 cocos, así que el muchacho  escondió  5 de ellos por si mas tarde necesitaba comer o beber un poco más, guardó el hacha en su maleta y a como pudo empezó a cargar las otras 14 nueces en dirección de Nirvard y el resto, tenía que ayudarlos algunos estaban tan sedientos como el en un principio, camino arrastrando las nueces, y la maleta, era una lastimosa imagen de ver, pero no por ello se daría por vencido de intentar ayudar a aquellas personas, no por humanidad, ni por amabilidad si no por el miedo de sentirse solo, si era una idea egoísta pero era cierto, sin sus padres y hermano, estaba solo y para un jovén de 15 años era un horror que no quería soportar.

El estado de Kalina ya era crítico para que la dejaran sola a su suerte. El medico se sintió culpable por haberla confiado a quien no debía pero eso jamás lo diría en voz alta pues había que mantener la cordialidad para evitar riñas, y que cada uno buscara su propia supervivencia por sí solo. Se necesitaban los unos a los otros y los heridos, aunque no tuvieran la misma movilidad que los demás, podían ayudar de otras formas.

— *Cuando comas y bebas te encontrarás mejor* — La ayudó a incorporarse con cuidado, sujetándole la espalda con un brazo y apoyándola en una palmera cercana. — *No va a volver a pasar* — Le aseguró. Se sentía estúpido de haber esperado un poco de humanidad por parte de los jóvenes, y por quien ya no lo era tanto. Después de que Andre se desahogara, sugirió que alguien trajera a Luis y Diana hasta allí, pero Alistair esa vez no iba a sacrificar sus energías, mucho menos en solitario. Sentía el estado de Luis pero sabía que junto a ella estaría bien, el problema radicaba si no habían encontrado comida como ellos.

— *No conviene dejar a los heridos solos. Kalina no se encuentra bien y yo también necesito descansar. Son unas buenas horas hasta llegar donde ellos dos se encuentran, y el trozo de fuselaje es una carga demasiado pesada para que alguien lo lleve en solitario*— Dentro de poco tendrían que buscar otro lugar donde descansar, pues la pequeña sombra de la palmera les sabría a poco a todos. Pensó en movilizarlo a todos cerca del avión, creaba mayor sombra y estarían mejor. Esperó a que Kalina terminara de comer para poderla explorar de nuevo, aunque sería difícil sin su material y aquellas circunstancias,  pero no podía ponerse a descansar sin más, necesitaba hacer algo útil, o al menos intentarlo. — *Permíteme que vuelva a explorarte, con cuidado* — murmura mientras la ayudaba a tumbarse otra vez en la arena, pero esa vez de espaldas. Colocó la camisa arrugada que tenía en la mano para que Kalina apoyara su cara en ella y así evitar que se la llenase de arena. También dobló con delicadeza una de sus piernas a un lado para que la columna quedara lo más firme posible y luego inspeccionó el golpe.

Lunes, 5 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 26ºC
Hora Local: 21.00; 
^{_{Acordarse para las tiradas de la existencia del "token"}}

Finalmente los últimos rayos de sol se escondieron detrás del mar dejando todo el lugar sumido en una absoluta oscuridad. La luz de las estrellas y de la luna iluminaban ligeramente el lugar, pero la mejor decisión de podrían tomar los supervivientes sería la idea de echarse a dormir. Seguir investigando o moverse por la isla podría suponer un peligro, podrían perderse o caer en las mandíbulas de algún depredador nocturno.

Las escasas llamas que quedaban en el avión iluminaron la imagen de Arthur, el chico que habían visto y que no tenían claro donde se había metido. Pero que ahora se dirigía hacia ellos arrastrando una maleta.

También llegó un hombre, Mitch, corriendo al lugar, parecía tratarse de otro superviviente al que no habían visto antes.

Vanesa abrió la lata de cocacola, mientras el médico y la chica hablaban, bebió un traguito en lo que Andre volvía del avión.

Las pequeñas llamas y el cielo iluminaban el lugar, supuso que con semejante cacharro allí el lugar más seguro para dormir sería aquel, o quizás no, la carnicería que había allí dentro deprendía un olor que podría atraer a depredadores. Sea como fuere se sentó al lado de la mujer y ofreció la lata de cocacola y los cacahuetes que había encontrado.

- *¿Queréis?* – luego miró a los muchachos de antes, ni siquiera se paró a hablar con ellos, desesperada por entrar en el avión - *¿alguno quiere?*

No era ninguna líder y desde que volvió a abrir los ojos no tenía fuerzas para opinar sobre nada en absoluto, había procurado no hablar demasiado y aún más importante, no pensar en nada. Pensar supondría preguntarse dónde estaba Nivard y no estaba preparada para la respuesta más probable.

Sin embargo, después del poco azúcar que había entrado en su cuerpo y sintiéndose cómoda sentada en la arena, añadió.

- *Seguramente dentro haya algo con lo que poder hacer camillas, el fuselaje pesa mucho, cuando amanezca podremos empezar a intentar reunirnos a todos, yo también intentaré entrar de nuevo.*

Cuando al fin divisó el lugar del que provenía la columna de humo, y aquel numeroso grupo de supervivientes reunidos cerca de los restos del avión, el rostro de Mitch se iluminó de alegría.

Les había llevado horas, habían tenido que discutir con aquel calvo de aspecto siniestro que por algún motivo que saltaba a su entendimiento les había dejado tirados en medio de la selva sin avisar a nadie, pero finalmente uno de los integrantes del grupo había podido llegar hasta la columna de humo.

-¡Por fin, por fin! ¡Más supervivientes! -exclamó, casi con lágrimas en los ojos de ver que alguien podría ayudarles. El hippie corrió hasta el grupo, casi agotado por lo sucedido-. ¡Por favor, tienen que oírme! ¡Hay dos chicas más al sur de aquí! Ava y Nataly. Llevo todo el día con ellas y Ava creo que se ha partido las piernas en una mala caída. Yo estoy exhausto, no podré moverme mucho, pero necesito que alguien ayude a traerla hasta aquí. Por favor.

Mitch se fijó entonces en que una chica de tez morena le estaba ofreciendo algo de beber a sus compañeros. Los ojos se le fueron directamente a la lata de Cola Cola. Era increíble que aquella marca de refresco pudiera ayudar incluso en situaciones como la que vivían.

-¿Puedo? -le preguntó a la joven, en tono educado, mirando la lata como un cachorrito observando un hueso-. Llevo todo el día sin beber nada.

Andre roncaba en un sueño inquieto.
A su lado, cerca de todos, habían quedado la provisiones que había encontrado. Como la mitad de un bocadillo y medio litro de Fanta sabor Naranja.

El avance del chico era lento y raro por un lado arrastraba los 14 cocos que había conseguido, por el otro la maleta, era algo gracioso y lastimoso de ver, en otros tiempos un mozo hubiera llevado cargando todo lo que el chico arrastraba, pero esos buenos tiempos se habían ido, así que cuando llego con el grupo de sobrevivientes que aún se encontraban cerca a los restos del avión para llegar donde Nirvard y los otros aún estaba lejos y la noche podía ser un problema, si avanzaba sin cuidado podía resultar herido y no sería de ayuda, por esa razón el chico consideró mejor pasar la noche ahí cerca de las ascuas, quizás eso mantendría alejado a los depredadores y pudiera descansar un poco más.

Una vez cerca del grupo el chico escuchó la voz de una dama que ofrecía una coca-cola, al joven se le hacía agua la boca por probar aquel refresco, es curioso que algo tan pequeño y común ahora fuera algo raro, sin embargo otro chico la tomo y parecía estar mas sediento, por lo que solo pudo limitarse a suspirar -*Disculpen, traigo algunos cocos y puedo abrirlos si quieren pero debo guardar algunos, hay otro grupo y están heridos y dudo que hayan comido algo, me preocupan había un hombre muy herido*- dijo  en inglés pues era el idioma que mejor manejaba, mientras se sentaba en la arena cansado.

-*Hay al menos dos grupos más* -dijo Mitch, hablándole en inglés a aquel muchacho que había traído cocos-. *Las dos chicas con las que he estado desde el principio. Una de ellas se partió las piernas y la otra sufrió un desmayo antes. Vine aquí a pedir ayuda para intentar traer a la herida. Entre varios no nos será muy difícil*. -Recordando entonces a Nivard y Manjit, el joven hippie se dispuso a añadir-: *También encontré a una chica hindú, Manjit, junto con un par de hombres. Uno de ellos me acompañó hasta la jungla, aunque estaba muy malherido. Era un negro fortísimo, como el señor Ecko de la serie Lost. -El veinteañero permaneció pensativo, preguntándose qué habría sido de aquel superviviente-. Se llamaba Nivard. No sé dónde estará ahora, pero nos separamos para intentar buscar frutos.*

Vanesa le dio otro trago a la lata, uno pequeñísimo, y levantándose de la arena se la dio al chico castaño de la melena cuando la pidió.

- *Claro, bebe, es lo único que he encontrado, si da para los demás mejor* - sonrío levemente – *yo tampoco había bebido nada hasta ahora, pasé dos horas nadando en dirección a la arena. Me llamo Vanesa*

Luego se fijó en el chico moreno de pelo corto que había llegado.

- *Ahora de noche va a ser difícil encontrar a nadie sin fuego, seguramente descansen un poco, cuando haya luz será mejor* - pero el primer chico volvió a hablar y para cuando describió a Nivard y dijo su nombre Vanesa ya le había cogido del brazo con ambas manos suplicantes - *Nivard ¡¿Dónde está?! ¿Por dónde se fue? ¿Está vivo? ¿Está bien?*

Vanesa sintió que el alivio le descarnaba la piel y quiso llorar en aquel momento pero contuvo el llanto.