Andre escuchó a Luis, apreció el gesto pero negó con la cabeza.

- Español está bien. Ustedes son españoles. Aquí nadie es ingles. Sigamos en español.

Luego escuchó con rechazo lo que les propuso. Dejarle solo, aun siendo como parece alguien capaz de sobrevivir en un entorno como ese, era una barbaridad. Además el lugar al que iba no parecía muy lejano. Se preguntó de pronto cuanto tiempo le llevaría andando, por una selva densa como aquella.

- Yo no se. No creo que es buena idea. Usted necesita aquí a alguien. Ella o yo, alguien se queda. Ella es médico, creo que ella es mejor que se quede. Pero no se que piensa Diana -concluye interpelando a la mujer con la mirada.

En su interior, Andre luchaba entre ser civilizado y salir corriendo a buscar a sus perros. Trataba de racionalizar su situación, de ver a Atila y a Alamein como lo que eran, animales, pero en su corazón no podía reducirlos de tal manera.

Los había criado personalmente desde que nacieron. El los habia enseñado los primeros trucos. Eran a el a quien los dos animales buscaban y podía ver el amor en sus ojos.

Tenía que encontrarles.

Lunes, 5 de agosto del 2019.
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-Cof, cof, tosió el hombre. -Muy bien, no puedo negarme a recibir asistencia cuando la necesito. No os falta razón. 

Tras hacer una pausa y otear un poco la zona, dijo con tono serio.- Vaya hacia el norte, pero prepárese, no creo que lo que vaya a encontrar le vaya a gustar mucho. Luis temía que Andre sufriese un choc al ver la dantesca escena del accidente. No pudo contener la pregunta pues le atemorizaba un poco la respuesta y titubeó. -¿Viajaban solos?

Luis estaba perplejo ante la riqueza natural de la zona, no podía dejar que el dolor le nublara el juicio y recordó que algunas plantas selváticas tienen propiedades medicinales. A fin de cuentas la medicina se basa en la herbología. Su idea era encontrar dos tipos de plantas. La primera alguna de la cual extraer agua y la segunda quizás, encontrar alguna cuyas propiedades analgésicas le ayudasen en estos difíciles momentos.

Andre se adecentó un poco el rostro y sonrió a Luis. Aquel hombre le caía bien.

- Siento mucho sus heridas, señor Luis. Iré al norte, si. Espero que no sea muy malo. Aunque lo será, seguro.

Miró hacia el norte mientras seguía buscando una manera de marcar su camino y encontrarlo de regreso. Las preguntas de Luis le hicieron volver a sus amigos. Que podían estar muertos. Se los imaginó en sus transportines, carbonizados y sacudió la cabeza con fuerza.

- Si, yo viajo con mis amigos. Dos. Atila y Alamein. Son mis perros. Soy entrenador profesional. Ellos son mis campeones. Íbamos a un campeonato internacional en Republica Dominicana.

Diana seguía ocupada normalizando la situación de Luis. De pronto se sintió un poco estúpido al mencionar a sus perros como si se tratase de su familia, como si dos animales tuviesen prioridad sobre los seres humanos que podían estar en peligro inminente de muerte, justo en aquel instante. Apartó la mirada tratando de evitar su juicio. Si Diana no tenía problemas se iría, incluso si no conseguía encontrar nada para marcar el camino de vuelta, fiándolo todo a su orientación y buena suerte.

Diana amarro el rostro un momento, no estaba a acostumbrada a ser contrariada, sus indicaciones siempre eran seguidas al pie de la letra sobre todo cuando se trataba de su juicio médico. La seriedad del momento, las atenciones a Luis, la tensión de lo vivido y el miedo a lo desconocido, tal vez, fueron los únicos aliados para no refutar la idea que por un segundo afloro en la mente de los dos hombres.

Ella guardo silencio y siguió en lo suyo, aunque su mente conjuraba ideas y planeaba como si fuera un juego de ajedrez las diferentes posibilidades.

Finalmente ambos entraron en razón, Luis no estaba en condiciones de quedarse solo y mucho menos de moverse y Andre, incluso con heridas menores, había hecho despliegue de sus habilidades bajando del árbol siendo el más apropiado para buscar ayuda.

Exhaló aliviada cuando Luis y Andre acordaron seguir el plan inicial, por un lado porque tampoco era el momento adecuado para que “la dama de hielo” surgiera a flote. Con una media sonrisa asintió, confirmando las mismas resoluciones que ella había sugerido y a las que ambos hombres alcanzaban.

Una mirada esperanzada y quebrada fue dirigida al francés cuando este se disponía a partir.

-Alistair Y Antonio, dos colegas. Viajábamos juntos si los encuentras transfiere la idea de juntarnos en la playa; al menos tendremos un punto de reunión quienes hayamos sobrevivido y es donde está el groso del avión, cuando llegue el rescate ahí es donde primero arribaran y eventualmente habrá que transferir a los heridos allí ; de cualquier forma se me hace más seguro que la jungla en medio de la noche.

Trago en seco, confiaba en que no hubiese animales salvajes en esta isla pero nunca se podía estar completamente seguro. Esa idea armonizaba con la sugerencia que antes Luis había formulado

-Profesor, yo por aquí tratare de conseguirle lo que me ha pedido, las ramas y esas cosas; usted indíqueme y señáleme que conseguir. Si logramos una fogata con un hilillo de humo que levante fácilmente lograremos marcar esta posición y Andre podrá ubicarse, lo mismo alguien mas. Lo mantenemos caliente a usted que me preocupa una  hipotermia si nos cae la tarde y espantamos cualquier bicho.

Sus manos estables acomodaron por un último instante más el cuerpo golpeado del anciano, antes de ella misma ponerse de pie dispuesta a seguir las instrucciones del herido en este caso.

- Y yo a ver de dónde consigo agua también. Murmuró  más hablando consigo misma, aunque fácilmente escuchada, masajeando las sienes al pensar. –Si nosotros fuimos lanzados hasta aquí algo del avión tiene que haber caído por aquí cerca también.

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Luis comenzó a masajearse con lentitud las piernas mientras oteaba las plantas de sus proximidades y decía el nombre en latín en voz baja. El dolor iba en aumento y la falta de analgéiscos no ayudaba nada. Seguro que allí habría alguna planta de la cual beber. En estas zonas selváticas era común ver árboles muy frondosos de los que no era difícil  extraer líquido para hidratarse. También estaba algo nervioso por la posible fauna amenazante. Luis buscó rastros de posibles amenazas como heces, posibles nidos... No solamente le preocupaban las grandes criaturas sino que sabía que una diminuta araña podría ser el final. Ya que no podía moverse se dedico a mirar mientras se frotaba los muslos. No quería ser una carga mayor para la mujer de lo que ya era.

-Espero sus dos colegas se encuentren bien. Yo viajaba con un alumno, pero no tengo muchas esperanzas. Dijo bajando la cabeza apenado. -Esperemos que Andre encuentre a mucho supervivientes. La supervivencia en estas ocasiones depende mucho del número.

Las limitaciones físicas de Luis impedían que pudiera observar la zona con claridad. De haberse podido desplazar en condiciones muy probablemente habría visto o encontrado algo de calidad. Pero no era el caso, y desde ahí sentado por mucho que observaba a su alrededor no encontraba o veía nada que pudiera serle de mucha utilidad.

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-Vaya, pues lamento decirte que no encuentro nada que nos sea de utilidad. Si tan solo pudiera levantarme. Se lamentó el viejo.

Luis a riesgo de hacerse más daño quiso ver qué podía hacer, ¿era una fractura? Probó con delicadeza movimientos para deducir cuál era el daño y ver si quizás con la ayuda de algo parecido a unas muletas podría desplazarse, porque de no ser así sabía que su posibilidad de supervivencia se reducían a la beneficencia de sus compañeros y él no quería ser una carga, ya había vivido una bonita y larga vida llena de buenas experiencias. Él prefería morir que costarle  la vida a alguno de los jóvenes.  -Acérqueme una rama gruesa como para hacerme de muleta. Prefiero moverme un poco a pesar de que sea lento que quedarme aquí inherte. Y si encuentra un par de ramas más es posible, que si no logro moverme pueda hacer un fuego usando los cordones de los zapatos. Es una técnica antigua llamada arco de fuego, pero si encontramos algo seco quizás logremos prenderlo.

Sin poder hacer mucho más se quedó esperando a que Diana reaccionara. La situación era durísima y él tras haber recibido tan diligentemente ayuda no estaba en circunstancia alguna de exigir prestanza. Quizás la idea de la muerte de sus compañeros conmocionaran a la mujer.  

Luis se dedicó a canturrear una canción de su infancia por si algún superviviente pasaba por la zona pudiese localizarlos. 

Diana quedo pensativa. Después de una ojeada a sus alrededores buscando diferentes objetivos, para su frustración y mucho pesar, descubrió que ninguna de sus ideas podía materializarse para ella.

-Lo venía pensando querido Luis. Se lamentó la médica con un leve parpadeo oteando las cercanías por si la suerte le tendía la mano a última hora.

-No veo ni objetos que pudiésemos usar de camilla o muletas, ni valijas que pudieran tener alguna botella de agua, ni… absolutamente nada, solo matojales, hierba  y monte.

La desesperación palpable en sus últimas palabras la obligo a tragar en seco sonriendo luego a modo de disculpa. Ese hombre en peores circunstancias que la suya propia y mantenía el humor y mejor disposición. ¿Sería que la propia diana era una pesimista por naturaleza? La rubia sabía que no, pero también sabía que sus habilidades en aquellas circunstancias valían menos que cero.

-Lo siento Luis, yo no estoy echa para camping ni cosas al aire libre. Remató en un intento por bromear, luego arqueo una ceja viendo las intenciones del anciano; ella misma extendiendo el brazo para detenerlo de que este realizara algún brusco movimiento y terminara peor.

-Pero Luis si no te puedes poner en pie que muleta vas a usar. Hagamos algo porque ya estas alturas es lo último que s eme ocurre si estás dispuesto. Un ajuste quiropráctico en las vértebras, puede aliviar la inflamación y permitirte el movimiento, ya hace un rato que estas reposando tal vez esto funcione. Si se levanta y me indica que buscar yo cargo lo que necesite y hacemos una hoguera o cualquier otra cosa, usted parece más  conocedor del monte que yo.

Ladeo un poco la cabeza esperando la aprobación del hombre

-Pero sin una radiografía no sé si haya habido una fractura siempre hay un riesgo Luis necesito saber que está de acuerdo y entiende los riesgos.

El anciano se sonríe con los comentarios de Diana, ambos compartían la frustración.

-No sabía que supiera usted de quiropraxia, pero si se atreve, yo no tengo mucho que perder.

Mientras se dejaba auscultar y palpar por Diana comenzó a contarle- Pues yo de joven iba mucho al campo. Me encantaba pasear por la naturaleza, de hecho, hace un tiempo me aficioné a la escalada. Preparaba excursiones con la Universidad para hacer trabajo de campo, y salíamos con los estudiantes al monte a ver fauna y sobretodo flora. Me enamoraron las plantas desde joven. Tienen muchísimas propiedades, son sabias en su forma y pueden llegar a ser mortales si no se las conoce.  Esperaba poder conseguir agua de alguna, pero lamentablemente no veo nada, ni veo bien tampoco. Este dolor comienza a agudizarse. No sé qué le parece pero quizás podríamos quemar algo de ropa, la mía está destrozada y seguro está más seca que la maleza que encontremos. Si me ayuda a quitarme este jersey que me regaló mi difunta mujer, con gusto le meteré fuego. Luis mete la mano en su bolsillo en busca de su zippo.

Comenzó con tocar en un suave masaje las vértebras analizando por su posición si había desplazamiento de alguna, allí donde las raíces nerviosas se bifurcaban convirtiéndose en cientos de nervios periféricos con distintas funciones.

-Soy neurocirujana, es un proceso bastante común, aunque no en estas circunstancias. Añadió refiriéndose a la quiropraxia, con orgullo propio ante su profesión aunque sin duda destilando sencillez y candor  en su tono vocal.  

Su rostro más sereno con la plática volvía a exudar la belleza clásica de sus facciones y la concentración profunda que la caracterizaba. Sonreía y asentía un poco a palabras sueltas del hombre mientras el conversaba sobre los intereses de su juventud que lo habían llevado a tomar ese camino. Se podía hacer una idea de la rama de los estudios Luis, aunque no lo hubieran dicho por claro, como el hombre se refería con tanta admiración  a la flora.

-¿Botánica eh? En la universidad se tocó ese tema con farmacología, pero de eso hace bastante ya, digamos te puedo mencionar las plantas comunes que se conocen pero aquí en medio de este monte ni idea, así que ya tenemos experto. Lástima que sea en este  contexto.

Intentó bromear nuevamente, luego rozando sus dedos el mencionado jersey al continuar con el masaje mordió ligeramente el labio inferior algo pensativa.

 -No ardería por mucho rato, mejor quédate el jersey y abriguémonos por si a la noche hace frio.

Contestó la mujer con un análisis clínico, calculando cuanto podrían aprovechar de quemar la prenda del anciano, aunque en el fondo se enterneció con la mención de que fuese un regalo y su negativa a que Luis se deshiciera de esta. Esperaba que al menos el masaje aliviara el dolor, incluso si no podía caminar, pero esos dolores de espalda eran perros hasta respirar costaba lo suyo y el pobre Luis no estaba en edad para aguantar.