Cuestionado por Yuqui acerca del tema de seguridad, Zhang se tomó unos momentos antes de responder.
—No me quejo. Prospera, que ya es mucho decir —respondió con tranquilidad —. ¿Interesada? Bueno, puede haberlas. No le he dedicado tiempo a eso, pero subí al llegar para dejar mi equipaje. Vi una puerta cerrada al final del pasillo de la primera planta, quizá te refieres a eso —se encogió de hombros.
Mientras hacia esto aparecieron tanto Alizée como Ji-ah. Zhang, siempre atento a los detalles, se fijó en el estado que bajó la francesa. No dijo nada, típico de él, pero se acercó lentamente para abrazarla a modo de saludo. Al fin y al cabo, no habían llegado a saludarse.
—Hola Alizée —saludó con más cercanía que con Yuqui —. Es bueno verte. No dijo más, y volvió su atención a Ji-ah, a quien también se acercó a saludar.
—Sí, lamento haberme demorado. Hola Choi —repitió el saludo, aunque sin la pulsión de apoyo que hubiera impreso con Alizée —. Subí a dejar mis maletas. Y sí, va siendo hora de ver a Seong y a Adam.
—¿Te ayudo con ese equipaje y vamos allá? —dirigió la pregunta a Amy, ya que antes de aparecer todo el mundo esa era la intención del chino.
—Si vas a beber algo, no pierdas el tiempo con los mojitos de Seong —le dijo a Alizée —. Puedo preparar cócteles con más glamour y menos alcohol, así podemos alargar más la noche —le guiñó el ojo, al final.
No se escapó de su radar la tormenta emocional que parecía haber sufrido su amiga. A Ji-ah también la notó diferente, como si alguien le hubiera robado su candor y su alegría. ¿Había pasado algo? ¿Con un Seong con unos cuantos mojitos demás? ¿O quizás…? Su sexto sentido se disparó, igual que sus conjeturas. Quizás. Si, quizás. O puede que fuera la presencia de Jianying quien había rebajado el ambiente amigable unas cuantas décimas. Como un jarro de agua helada por la espalda desnuda.
—Así que hay una puerta cerrada al final del pasillo. ¿Y no tienes curiosidad por saber que hay dentro? —le dijo al consultor de seguridad —. Yo sí.
El alquiler era por la casa completa. Solo había un motivo lógico para que esa puerta estuviera cerrada; Adam la había cerrado. ¿Escondía alguna sorpresa? Quizás alguna de sus ligues trasnochadas esposada a la pared.
—Yo también necesito subir mi equipaje —dijo, mirándolo acusador en el recibidor —. Tranquilo, Jianying, puedo yo sola. Ayuda Eun-ji con el suyo. La caballerosidad ha muerto para Yuqui.
Esbozó una sonrisa. Tampoco hubiera permitido que hubieran tocado sus cosas. Aunque le gustaban las atenciones y ser el centro de la fiesta, no era esa clase de chica. Los caballeros solían terminar convirtiéndose en babosas.
—Dejaré mi equipaje y luego iré a la zona de la parrilla. Mmm, Alizée, ese look marinero no está mal del todo, pero quizás tenga algún complemento que pueda venirte bien. ¿Por qué no subes conmigo y te los enseño? —acariciaba las palabras, pero su propuesta era firme —. Ven también, Ji-ah. Nos vendrá bien una segunda opinión.
Ali llevó el vaso a sus labios, pero no llegó a probar el mojito, interrumpiéndose al recibir el abrazo de Jianying. Bajó la mano y sintió como su rostro quedaba enterrado en el pecho del chino. Cuando éste se separó, una sonrisa opaca se dibujó en la comisura de sus labios.
Había intentado ocultarles sus sentimientos, pero ellos la conocían demasiado bien y no podía engañarles...
— También me alegra verte... Perdona por no haberte dicho nada antes, recibí una llamada y tuve que atenderla...
Se excusó, formando un suave mohín con los labios y se volvió a mirar a Yuqui. La idea de que su amiga le hiciera un cóctel le sedujo. Seguro que estaría mucho más bueno que aquellos mojitos que había encargado Seong, pero estaba muerta de sed y en ese momento sentía que el cóctel californiano era lo que necesitaba para entonarse y dejar atrás los fantasmas.
— Estoy deseando probar tu cóctel, pero ahora estoy muerta de sed...
Le dijo y levantó el vaso, haciéndole un pequeño gesto, como si eso sirviera para brindar con un vaso imaginario y se lo llevó a los labios. Tan sólo se los mojó un poco, sintiendo la fuerte y dulce explosión de alcohol en sus papilas gustativas. Dejó de nuevo el vaso sobre la mesa y volvió a mirar a Yuqui, enarcando ligeramente una ceja.
— Esa puerta tiene una cerradura especial. No se abre con cualquier llave...
Les informó y un brillo travieso asomó a sus ojos azules.
— Y puede que yo sepa dónde encontrar esa llave...
Ali también había sentido curiosidad al ver la puerta y esa curiosidad la había llevado a intentar abrirla, descubriendo que estaba cerrada con llave. En un principio había pensado en no decir nada y pasar de la puerta, la habitación secreta y los misterios que pudiera ocultar, olvidarlo todo y pensar sólo en divertirse, pero... Al ver que Yuqui compartía su curiosidad, su lengua fue más veloz que su mente y, sin pensarlo, insinuó que sabía algo...
— Subamos a los dormitorios y os lo cuento. Yo ya he dejado mi maleta en una de las habitaciones y lo siento, me he apoderado de la que mejor vistas tiene.
Esta vez sonrió de corazón, aunque una sombra fugaz cruzó su mirada al escuchar el comentario de Yuqui sobre su look. Había estado tan orgullosa de su conjunto, lo había encontrado tan chik que la insinuación velada sobre que no estaba "mal del todo" hizo que su ánimo decayera un poco...
A Eun-Ji le había quedado claro que iba a ser casi imposible recuperar el leve instante mágico que había vivido. Al menos no por el momento. No solo había sido la interrupción de Yuqui sino también, como si su pregunta la hubiera conjurado ante ellos, la de Alizée y luego la de Ji-ah.
Cruzó por un leve instante la mirada con Zhang, resignada a que la conversación que estaban teniendo tuviera que quedar para más adelante. De todas formas, aquel fin de semana era para disfrutar todos juntos y seguro que, en cualquier momento, volverían a tener la intimidad que acababan de perder.
Observadora como era, a Eun-Ji no le pasó desapercibido el aspecto lloroso con el que había aparecido Alizée, pero prefirió no preguntar abiertamente delante de todo el mundo. Si su amiga quería contarles lo que le había pasado lo haría y sino, buscaría un buen momento para preguntarle de manera más discreta.
Observó igualmente el acercamiento de Zhang con las chicas; con unas más que con otras, y lo hizo en el más absoluto mutismo. De la misma forma que escuchó lo que se hablaba de la habitación cerrada dándose cuenta de que la mayoría de sus amigos ya habían recorrido casi toda la casa mientras ella apenas había pasado del recibidor y la piscina.
—Sí, gracias —respondió a Zhang, obviando el comentario de Yuqui sobre su propio equipaje—. Antes de bajar para reunirnos con Adam y Seong escuchemos que nos tiene que contar Ali sobre esa habitación misteriosa y dónde pueda estar la llave que la abre.
Se dirigió hacia las escaleras, señalando a Zhang cuál era su maleta.
—Lo que no sé es en qué cuarto la tienes que dejar… —murmuró, al darse cuenta de que no se había hecho ningún reparto de habitaciones.
Zhang se mostró indolente, o ignorante, de las pullas de Yuqui. Los años no habían cambiado su hieratismo respecto a la chica, así como su opinión respecto a ella, a quien trataba como una más del grupo. Ante la pregunta sobre la curiosidad por saber qué ocultaba la puerta del final del pasillo de la primera planta se encogió de hombros.
—Tiene un cierre de última generación. Buena suerte. Tengo curiosidad, pero no es mi prioridad ni creo que estemos aquí para husmear —resolvió con tranquilidad.
Tras separarse del abrazo a Alizée, el chino escuchó las palabras de la francesa asegurando que podía saber dónde se encontraba la llave. No dijo nada al respecto al principio, aunque luego añadió.
—Cuidado con abrir cerraduras ajenas —aconsejó como si supiera de lo que hablaba, pero tampoco censuró más sus intenciones. Tomó el equipaje de Amy presto a subirlas, escuchándola de acuerdo con el plan de Alizée, pero amagó un suspiro sin querer aleccionar más.
—Yo dejé mis cosas en última habitación del pasillo, a la izquierda —indicó —. Si hay un reparto ya lo reorganizaremos. ¿Vamos?
La magia se había perdido y, ante la actitud crítica de Zhang sobre la idea de abrir aquella misteriosa puerta, a Eun-Ji no le quedó más remedio que suspirar con una mezcla de resignación y frustración. Iba a resultarle muy complicado conseguir que su amigo se relajara lo suficiente para disfrutar a tope de aquel fin de semana. Pero la hija pequeña de los Seo estaba más que decidida a lograr que él se desinhibiera lo suficiente para divertirse sin pensar en las consecuencias.
—No seas aguafiestas Zhang —dijo, mirando a sus amigas mientras les guiñaba un ojo, convencida de que él al final no diría nada sobre abrir... puertas ajenas—. Y relájate —añadió con un tono de voz divertido que pretendía ocultar cierta provocación.
Observó cómo él cogía su equipaje, encogiéndose de hombros ante la idea de guardarlo en la misma habitación que había elegido Zhang.
—De acuerdo. De todas formas dudo que durmamos demasiado este fin de semana... Al menos de manera tradicional.
Una suave risa quedó revoloteando en el ambiente a medida que Eun-Ji ascendía las escaleras al segundo piso. Una planta que aún no había recorrido, al igual que tampoco había curioseado por el resto de la casa.
La gran mayoria del grupo se habían terminado reuniendo en el salón de la propiedad, salvo Seong y Adam todos se encontraban allí. Con Ji-Ah compartiendo la idea que había surgido de Adam de aprovechar la noche tan perfecta que se estaba alzando en esos momentos para tener una cena al aire libre en la parrilla exterior, y todos aceptando la misma, procedieron primero a ir al segundo piso, de forma que todos pudieran por fin dejar sus respectivos equipajes en las habitaciones, o al menos aquellos que aún no lo habían hecho. En cuanto accedieran al segundo piso, podrían darse cuenta que salvo las cuatro habitaciones que se hallaban a lo largo del pasillo, no había nada más, tan solo una única habitación cerrada al fondo del mismo y el cual, todos podrían intuir gracias a la conversación entre Alizée y Zhang que se trataba de aquella puerta que se encontraría cerrada con llave y que a más de uno le había despertado la curiosidad. Sin embargo, si las palabras de Zhang eran correctas, no podrían saciar su curiosidad tan fácilmente... sea como fuera, lo primero sería ir dejando sus equipajes en las diferentes habitaciónes que tenían a su disposición, las cuales eran de lo más preciosas, espaciosas y con todas las comodidades para disfrutar de una buena noche, cada una de estas cuatro recámaras contaba con sus propios baños completos, por lo que no deberían preocuparse en lo absoluto de planear un itinerario para la hora de tomar baños o realizar sus respectivas rutinas de aseo o maquillaje, todo estaba perfectamente controlado.
Si prestaban mayor atención, podrían ver que solo dos habitaciones tenían en esos momentos maletas o equipajes en ellas; la más cercana a las escaleras y la que tenía un acceso directo al balcón que daba justo al área exterior y de piscina. Por lo que todos los que faltaban eran libres de ir dejando sus equipajes donde más quisieran sin problema alguno. Una vez esto estuviera listo, podrían decidir si ir a curiosear aquella puerta sospechosa o bien, dirigirse hacía el área exterior para ir empezando los preparativos para la cena. Seguramente Adam y Seong no tardarían demasiado en unirse a ellos, ambos chicos tampoco parecían haber subido sus maletas por lo que podían ver, tal parecía que esto había quedado en segundo plano para todos, al menos hasta ahora.
Yuqui había visto tanto lujo a lo largo de su vida que no iba a dejarse impresionar, ni siquiera por esas exquisitas habitaciones. Sin embargo debía reconocer que mantener su asombro al mínimo y una capa superficial de hastío apático le estaba suponiendo un gran esfuerzo. Las habitaciones iban en consonancia con el resto de la casa. Las sábanas serían de seda, propia de reinas, y el algodón de Egipto. El lujo, de nuevo, le entraba por los ojos. Y por las orejas y por la boca. Era un atracón de pomposidad.
—Una casa tan grande podía incluir alguna habitación más —dijo mirando las habitaciones sin mucho interés —. Supongo que está bien —. Terminó de forma distraída, dejando la maleta donde reconoció el equipaje de Alizée.
A ella se acercó. El comentario que había hecho antes sobre su vestuario era solo una excusa para hallanar el camino hacia un encuentro privado. Ella siempre estaba radiante. De más de radiante. Pero la había visto algo...turbada, quería ofrecerle su hombro, solo por si necesitaba llorar.
—No te importará que deje aquí mis cosas de momento ¿Verdad Alizée? Podemos compartir baño de momento hasta que decidamos cómo vamos a dormir...
Con una sonrisa, de cortesía, medida como un calibre, le colocó la mano en el hombro.
—¿Todo bien? ¿Necesitas... hablar? —susurró—. Necesito retocar mi maquillaje, no tardaré mucho. ¿Venís alguna?
Y era cierto, su maquillaje era una mezcla de productos caros y talento para el arte. No necesitaba ese retoque, era la mano que le tendía a su amiga lo que ofrecía. Se quedó esperando sin poder evitar mirar a la puerta cerrada.
—¿Qué hay allí? ¿La suit presidencial? Me recuerda a la historia de Barba Azul. En su castillo tenía una puerta que siempre estaba cerrada donde escondía los cadáver de sus esposas asesinadas. Mmmm ¿Qué creéis que esconde Adam?
Ali había dejado su equipaje en la habitación que tenía las mejores vistas de la piscina. Su maleta reposaba en el suelo, con los cierres abiertos, testimonio de que había sido previamente manipulada y en el baño, sobre el mueble del lavabo, se encontraba su neceser. Tras haber estado borrando los vestigios que habían dejado las lágrimas en su rostro, Ali había dejado descuidadamente los productos de maquillaje sobre el mármol. Allí estaba la base, el corrector y el rimmel, todos ellos de la línea de cosméticos de la empresa de Yuqui.
Le devolvió la mirada a su amiga y asintió con un leve gesto de cabeza. No quería quedarse sola, sabía que si lo hacía, los fantasmas volverían a atraparla, pero a la vez no terminaba de sentirse bien en compañía de sus amigos...
— Sí, es extraño que una casa así disponga de tan pocas habitaciones...
Se encogió de hombros y sus labios esbozaron una tenue sonrisa.
— Estoy bien...
Susurró en respuesta a su amiga y se acercó fugazmente para depositar un cálido beso en su mejilla. Era mentira, pero esa era su intención. Ali quería estar bien, quería disfrutar de aquel fin de semana y olvidar el infierno en el que se había convertido su vida...
Su mirada regresó a la puerta cerrada y se mordió el labio inferior, con un gesto travieso.
— Podemos intentar averiguarlo...
Propuso, lanzándole una sutil mirada a Jianying. Sabía que él estaría en contra de lo que pudiera proponer, pero podía ser divertido y la curiosidad a veces era demasiado tentadora... Adoraba a su amigo, pero a veces era un verdadero aguafiestas, tal y como le había insinuado Eun-Ji.
—Dejé mi equipaje en la habitación más cercana a las escaleras —anunció con tranquilidad mientras subía el equipaje de Amy, miró a la susodicha y dejó sus maletas al principio de la escalera, ya arriba, para que ella misma decidiera dónde alojarse.
Fiel a su hieratismo, Zhang echó un vistazo a la habitación del fondo que causaba tanto interés. Se encogió de hombros antes de decir.
—¿Por qué no se lo preguntáis a Adam? —propuso inicialmente, añadiendo —. Además de que esta villa es de alquiler. Adam no vive aquí. Así que el secreto será del propietario —no es que eso hiciera que las ganas de saber más se redujeran, quizá las reenfocó.
No censuró las intenciones de sus amigas, pero tampoco se mostró inclinado a participar. Miró unos instantes al final del pasillo, a la puerta cerrada, pensativo, pero no dijo nada más. Dejó que Yuqui y Alizée compartieran su momento de maquillaje, volvió la mirada hacia la habitación donde tenía el equipaje.
—Dejaré mis cosas a un lado, para no estorbar —indicó tanto a Amy como a Eu-Ji, que aun estaban junto a él. Entró dejando la puerta abierta, tomó su maleta dirigiéndose a uno de los armarios perdiéndose de la vista de ambas chicas.
Eun-Ji intentaba aparentar una elegante indiferencia mientras subía las escaleras y curioseaba las habitaciones de la casa. Pero la mujer, acostumbrada a estar pendiente de todo lo que ocurría a su alrededor, observaba la interacción de sus amigas con cierta curiosidad… Pero siempre sin que se le notara.
Las conocía a las dos y también las quería mucho. Y quizás por ese motivo creía ver en ellas dos algo más; en especial en Yuqui que parecía muy interesada en llevar esa amistad un paso más allá.
Sin que se notara en su rostro, Eun-Ji sonrió para sus adentros antes de girarse hacia Jianying que había dejado su maleta en el suelo.
—¡Oh! Me parece bien esa habitación —dijo, señalando precisamente la habitación en la que su amigo había dejado su propio equipaje. Y en esa ocasión una media sonrisa maliciosa asomó a sus labios.
Miró a las chicas, miró a la puerta cerrada y volvió a mirar a sus amigas. Sentía curiosidad, pero también sabía que Zhang tenía razón. Aquella casa no le pertenecía a Adam pero… Tenía que reconocer que era extraño que se alquilara una casa entera de lujo y que se entregara con una de las habitaciones cerrada.
—Si es cosa de Adam no podemos esperar a que nos lo cuente. Será una sorpresa de las suyas —dijo, encogiéndose de hombros—. Y si es cosa del dueño entonces me parece absurdo. Con tan pocas habitaciones disponibles es tontería cerrar una de ellas.
Eun-Ji frunció los labios un instante en un claro gesto de desagrado y dolor. Sus altos zapatos de tacón, que llevaba puestos ya todo el día, comenzaban a oprimir demasiado sus pies. Pensó que quizás fuera buena idea cambiarse el calzado por algo mucho más cómodo, sobre todo si pensaba que iba a estar toda la noche levantada y de fiesta.
No le quedó más remedio que ser ella la que metiera la maleta en la habitación elegida, entrando en ella tras Jianying. La dejó en el suelo y se sentó en la confortable cama, abriendo el equipaje y rebuscando sin mucho cuidado sus zapatillas screener de Gucci en tonos grises y negros para que hiciera juego con sus ropas. Y, sin muchos miramientos y sin preocuparse de su amigo en la habitación, se libró de sus zapatos de tacón dejando escapar un suspiro de alivio.