Partida Rol por web

5 de Tarsahk de 1367 C.V, Marsember (Cormyr), Medianoche.

El improvisado grupo de investigadores siguió las indicaciones de Gélfuril hasta el Sirénido Enmascarado. La calle que les indicó es la única que tenía la particularidad de atravesar la ciudad desde la Fortaleza del Agustreyas, así que les fue fácil localizarla. El bajorrelieve que había en la entrada tampoco les dio mucho lugar a la confusión.

Tras dejar la espada de Redhead al custodio de la entrada, penetraron en el "refugio preferido de los marsembianos más ardientes" según aseguró el portero a un marinero que iba antes de ellos. Lo cierto es que el Sirénido era un sitio muy animado. La gente parecía no sólo reunirse para intimar con las chicas del local, sino que la pista de baile también estaba repleta. Aquella noche tocaban los Trovadores Rojos de Alsajir, y parecía que había una degustación de vino de Murann. Un malabarista caminaba por un cable cruzando la pista de baile de lado a lado, sólo un par de palmos por encima de la cabeza de la gente.

Los cuatro aventureros se sentaron en una mesa que acababa de quedar libre.

Bien, ya estamos aquí. Ahora, ¿qué? -dijo Mardred.

Al guerrero no le hizo mucha gracia desprenderse de su espada. Sin embargo, no mostró signo alguno de reproche. Siguió con la mirada al custodio para ver dónde colocaba su arma mientras el grupo lo guiaba hacia una mesa libre.

- Lo cierto es que me esperaba otra cosa -dice Redhead comprobando la variedad del local- ¡Vaya! ¡Los Trovadores Rojos de Alsajir! Son muy buenos. Los escuché hace algunos años en Calimshán... -exclama mientras toma asiento de cara al escenario- Ahora supongo que tendremos que empezar a hacer preguntas. Normalmente, los empleados son los que poseen más información, sobre rumores y todo eso -añade, tras unos instantes de contemplar a los artistas, a la vez que pasa su mirada por la gente del local- Aunque... -baja la voz mientras continúa su barrido visual- Quizá, tratándose de este tema, no sea buena idea ir preguntado abiertamente -el genasí casi tiene que susurrar la última frase, pues su potente voz puede oírse perfectamente a pesar de la algarabía y la música...

Al llegar al Sirénido Enmascarado no puedo reprimir una sonrisa al ver como Redhead entrega su arma forzadamente y con una cara que lo dice todo.

Nos sentamos en una mesa y en el escenario toca un grupo del que no he oído hablar en mi vida.

Bien, ahora que estamos aquí deberíamos de trazar un plan para encontrar información. Yo creo que deberíamos de sobornar a algún empleado para que nos cuente algo, porque tengo entendido que en los bajos fondos el dinero desata cualquier lengua y podemos prometerle más si permanece con su lengua guardada.

Veamos. Madred dijo antes que los poseen información son los dopel... dople... -me llevo la mano al mentón, intentando recordar el nombre. Como no lo consigo, digo- bueno, esos seres cambiantes.

Tengo una idea -digo, con cara interesante- acercaos, no quiero que nos oiga nadie. Cuando compruebo que nadie nos observa, digo- Como cambiantes que son, adoptarán cualquier forma. Eso será una ventaja para dar con uno de ellos. Aquí es dónde entras tú Redhead -le miro, y le digo- como genasí de fuego, no eres uno más del montón. De hecho, me atrevería a decir que quizás seas el único de la ciudad. Bien, pues es fácil. Seguro que el cotarro lo mueve el de la barra. Dile que estás buscando una genasí, y que si tiene alguna. Seguramente, te engañará, y buscará a unos de esos cambiantes para que se haga pasar por genasí. Llegado el momento, cuando estés a solas con el cambiante, dile a que has venido. Seguro que sabe algo, o puede indicarte nuestro siguiente destino.

¿Y bien? -pregunto tras haber soltado mi plan- ¿Qué os parece?

Redhead escucha con atención el plan de Althen, pero recupera su posición al comprender su intanción.

- ¿Quieres...? ¿Quieres que yo me meta en una habitación con...? ¡Nooo...! -sacude la cabeza mientras sonríe, pensando que el enano está bromeando- Estás hablando en serio, ¿verdad? ¡Kossut bendito! -se resigna y mira el cntro de la mesa durante un instante- ¿A nadie se le ocurre nada más?

La voz del genasí tiene un pequeño ápice de desesperación, aunque en su interior, comienza a prepararse mentalmente...

Mardred enarca una ceja y sonríe.

A mi me parece un plan bastante bueno. Pero antes de enviar a Redhead con uno de los dopplegánguers, estaría bien que acordáramos que es lo que tiene que decir de antemano. ¿Es prudente que preguntemos por un vestido lleno de joyas propiedad de los Towerhorn?

Por supuesto que no hermana -digo mirando a Madred- preguntar por un vestido directamente lo único que haría sería sacar el dinero a Redhead. Debes de engañar al dopplegánguer diciendole que lo que buscas es compañía. Después cuando estéis solos, le cuentas a lo que vas, pero no le digas todo. Dile que un cargamento perteneciente a los Towerhorn a desaparecido. No es muy valioso, pero si tiene un valor sentimental. Tira al dopplegánguer de la lengua lo que puedas.

Hago una pausa con la mano en el mentón, pensando si me olvido de algo- Creo que eso es todo. Lo único, es que no debes decir que nunca antes habías necesitado información de un dopell... dople... -pongo cara de enfado- mierda, se me ha olvidado otra vez. Da igual. Si te dijese que este no es el método habitual, solo tienes que responder que prefieres este método. No es que el otro te guste mucho.

Bueno, ahora, todo está en tus manos amigo. Ve, y obtén lo que puedas -dicho esto, apreto la mano de Redhead, le sonrío, y le digo- A por ellos valiente. Que tú puedes.

- Ya... Claro... -responde el guerrero resignado.

"Casi hubiera preferido liarme a mamporros con algún maleante hasta sacarlela información... En fin..."

- Esta me la pagais -dice entrecerrando los ojos.

Despacio se levanta, pasa la mano por el pelo deshaciendo los nudos y respira profundamente. Dirige una última mirada a sus compañeros y se acerca al tabernero. Espera a se se encuentre algo apartado de los demás y entonces le aborda.

- Disculpe... Me han dicho que este es el mejor lugar para encontrar algo de intimidad... con alguien de mi especie. No sé si me entiende.

El imponente guerrero habla en voz baja para no resaltar entre la multitud, mientras procura no mirar hacia la mesa de sus compañeros.

Sonrío ante lo que se le avecina a Redhead, no le pierdo de vista mientras se aleja y charla con el tabernero, me acaricio mi cabello y no le pierdo de vista.

Creo que le estamos poniendo en un peligro innecesario, porque ¿que pasaría si le descubren?, además estará él solo, desarmados y sin que nosotros sepamos que es lo que sucede, creo que deberíamos de hacer nosotros algo, no me puedo quedar con los brazos cruzados y esperar sin hacer nada.

La gente se apartó para dejar paso al gigante que era Redhead. El genasí preguntó al tabernero sobre la posibilidad de encontrar a alguien de su especie.

Por supuesto, por supuesto. Tenemos exactamente lo que necesita. Serán 50 Leones de Oro.

El guerrero pagó esa cantidad y a cambio el tabernero le entregó una gran llave, con el número 13 inscrito en ella. Hizo una seña apenas imperceptible a sus compañeros y subió las escaleras que conducían al segundo piso de El Sirénido Enmascarado. Abrió la puerta que tenía el mismo número inscrito que la llave.

Era una habitación acogedora, en la que un leño chisporroteaba en una agradable chimenea. El aire era tibio y olía ligeramente a tomillo. Había una cama de plumas, grande y cómoda, y una mesa sobre con una botella de Vino Oscuro de Berdusk y dos copas. Redhead se sentó al borde de la cama a esperar.

Al cabo de un rato la puerta se abrió, dando paso al ser más maravilloso que había visto nunca. Era una genasí menuda pero de curvas bien torneadas. Los rizos rojos le llegaban hasta los hombros y las cejas eran dos pinceladas horizontales sobre la ancha frente. La boca era ancha, expresiva y sensual, y se curvaba en una sonrisa juguetona.

Cerró la puerta tras de si, y dejó caer al suelo el albornoz con el que se cubría... mostrando que era la única prenda que portaba. Su mirada chispeó con llamas de pasión, y avanzó hacia Redhead, contorneándose.

Kossut, que músculos... -murmuró con una voz ronca bastante turbadora.

Estará bien. No has visto cómo pelea Redhead incluso con las manos desnudas, es un verdadero titán -dijo Mardred-. Sólo espero que si el asunto le sobrepasa pueda venir a pedir ayuda. Estemos atentos a todo.

Los investigadores pudieron observan cómo el genasí pagaba al tabernero, y este le entregaba una llave. Con un gesto casi imperceptible, Redhead les indicó que tenía la habitación número 13. Tras eso, desapareció escaleras arriba.

Poco después apareció una camarera que fregó la mesa con rapidez y dijo: Bienvenidos al Sirénido Enmascarado. ¿Qué queréis beber? Hoy hay una degustación de vino de Murann, a seis Leones de Oro la botella.

Aquél plan no le terminaba de encajar al genasí. Estaban arriesgando demasiado.

"¿Qué hago ahora? ¿Cómo demonios le pregunto yo ahora...?"

Cuando la puerta se abrió, Redhead se volvió hacia la figura que ahora entraba por ella. Él estaba sentado en el borde de la cama, aún con la armadura puesta. Al caer la prenda de la mujer, no pudo evitar abrir los ojos enormemente.

"¡Vaya! Es... Es... Perfecta... ¡Mierda! ¡Recuerda lo que es y lo que has venido a hacer aquí!"

Ella se acerca y el guerrero se levanta de la cama a la velocidad del rayo. Rápidamente busca donde fijar su mirada, hallando en la botella de vino su objetivo.

- No... No hace falta que te quites... -cierra los ojos y sacude la cabeza- ¿Quieres un poco de vino? -dice acercándose a la mesa y sirviendo el licor en las dos copas.

Visiblemente nervioso, Redhead no puede evitar dirigir miradas furtivas a las curvas de la mujer.

"¿Por qué tiene que ser tan perfecta? Kossut, concédeme la serenidad necesaria para pasar esta prueba..."

Con una sonrisa, veo como Redhead sube con las escaleras. Espero que le vaya bien. Es un buen plan, pero siempre puede surgir cualquier imprevisto. Sabrá apañarselas.

Miro a Madred con cara de disgusto, y, cogiendola de las manos la digo- hermana... ¿Por qué me pones a prueba? Sabes que he jurado que no volvería a beber nada que no hubiese sido elaborado por enanos, y así será. No probaré ese vino. A menos que este lo suficientemente borracho como para no distinguir a un troll de una ninfa. Si queréis probar el vino vosotras, no me opondré, pero para mí, nada de vinos. Al menos, hasta que algo haga que rompa mi juramento.

Cambiando de tema -apoyo los codos sobre la mesa, y junto las yemas de los dedos en una actitud reflexiba- Acabo de caer en algo que no le hemos dicho a Redhead. Lo que ha ido a buscar le costará oro. Espero que lleve el suficiente, porque si no, estará en un buen lio. No creo que una de esas criaturas le deje ir así por las buenas.

Madred, -aunque no he dejado de mirar a mi hermana, si que he mirado a otros lugares, lo sufiente como para haber perdido su contacto visual. Cuando la llamo, me vuelve a mirar- tu que sabes bastante. ¿Crees que Redhead tendrá dinero suficiente?

Hubo un breve silencio, sólo roto por el tenue sonido de los pies descalzos de la genasí hollando delicadamente el suelo alfombrado.

¿Qué ocurre, mi señor? ¿No soy de su agrado? -dijo mientras echaba sus brazos por los hombros.

El mundo de Redhead se vió invadido por el perfume de jazmín. El cálido aliento de la joven en su nuca le puso los pelos de punta. La joven comenzó a desabrochar las correas de la armadura.

Tenemos cerveza de la Gran Brecha, señor -dijo la camarera.

Está bien, pues ponle una jarra a mi hermano y una botella de vino de Murann para nosotras dos -replicó Mardred.

La enana dejó que la camarera se fuera antes de replicar a Althen: si le han dado la llave, es que tenía dinero suficiente para pagarlo. Ya haremos cuentas con él... ¡a menos que esté satisfecho con los servicios del doppelgánger, claro!

La sacerdotisa de Sharíndlar estalló en carcajadas ante su propia ocurrencia.

Me revuelvo inquieta en mi asiento nosotros aquí tan tranquilos y Redhead, quien sabe si peleando contra ese doppelgánger para mi no pidáis nada, no estoy de humor para beber nada, además debemos de estar atentos por si Redhead nos necesita.

Sólo trataba de guardar las apariencias cielo. Cuanto más pasemos por un grupo de amigos emborrachándose, mejor. Pero sí es cierto que deberíamos tener los ojos abiertos. Aunque a mi por ahora sólo se me ocurre esperar ¿tienes alguna idea, Alina? ¿O algún conjuro que nos permita saber si Redhead está bien?

Agacho la cabeza y miro a la mesa avergonzada lamentablemente no tengo ningún conjuro que me pueda indicar si todo va bien ahí dentro y tampoco se me ocurre ninguna idea que pueda sernos de utilidad.

Yo puedo ir a echar un vistazo, pero no creo que sea conveniente -digo a Madred, mientras miro omnubilado la jarra de cerveza recién traida. Tras la contemplación de las burbujas y la espuma, la agarro por el asa, y pego un trago de la cerveza. Ah, esto está mejor que ese vino. Los enanos no beben vino. Al menos, yo no. Me deja muy trastocado...

Como iba diciendo, hermana, puedo colarme de forma invisible. No obstante, ya he dicho que no creo que sea necesario, y mucho menos conveniente. No creo que este sea el mejor lugar para tener problemas. Si algo raro pasase, es cuando nos veríamos obligados a entrar en acción. Pero de momento, creo que será mejor relajarnos, beber y disfrutar de la música. Redhead dijo que los músicos que están tocando son bastante buenos. Disfrutemos del espectáculo como se merece.

Me recuesto en mi asiento, y miro hacia el lugar de donde proviene la música. Aunque mis conocimientos musicales no son muy extensos, al menos se lo que me gusta, y estos tipos parecen buenos y su música me gusta. De forma incosciente, sigo el compás de la música con el pie. Desde luego, me estoy divirtiendo.

Oyó acercarse a la mujer y un sudor frío, sumamente desagradable para el genasí, le recorrió la espalda. Sus palabras casi le hacen estremcer.

- No... No es nada, señora. Sois en extremo hermosa, sin duda alguna...

Se interrumpe de repente. Siente el calor de su aliento en la nuca y sus manos desabrochando las correas de su armadura.

Redhead nunca había estado tan cerca de una mujer. Y mucho menos de una que no llevara ropa. Su pulso se aceleró y su coordinación comenzó a verse perjudicada. Derramó una de las copas sobre la mesa, que rápidamente volvió a colocar.

"¡Joder!"

El guerrero intenta separarse un poco de la mujer, buscando inútilmente algo con lo que limpiar el desastre...

- Mierda... -susurra- Oye, espera un momento, ¿vale? Tengo... Tengo que organizar mis ideas...