Partida Rol por web

"Este hombre quiere quedarse conmigo". Pienso cuando Servando me muestra la navaja, supongo que es una joya familiar. Me la muestra con orgullo. Yo soy un apasionado de lo vintage, pero también un apasionado de las armas. Y tengo que mostrarle la mía. El vino puede que me esté haciendo bajar la guardia un poco, y relajarme en su compañía. Pero para cuidarme ya tengo a Trinity.

- Muy bonita, Don Servando. ¿Quiere ver la mía?

Entonces me echo a un lado la gabardina de cuero negro y saco un machete militar. Esperando sinceramente que le impresione al buen hombre:

- ¿Qué le parece?

Llegamos... A este puto pueblo... En el culo del mundo... Vamos siguiendo... El rastro... A nuestro... Querido amigo...

Nos acercamos... Y oímos... Música... -sonreímos- Se lo pasan... Bien...

Nosotros... Vamos... A disfrutar... También...

Vemos a una... Señora...

- Buenas noches... Señora... Estamos buscando... A un amigo... -sonreímos de manera siniestra- Es negro... Y grande... Se hace llamar... Morfeo... -damos una entonación diferente cuando pronunciamos su nombre y ebozamos una gran sonrisa. 

Llegamos... A este puto pueblo... En el culo del mundo... Vamos siguiendo... El rastro... A nuestro... Querido amigo...

Nos acercamos... Y oímos... Música... -sonreímos- Se lo pasan... Bien...

Nosotros... Vamos... A disfrutar... También...

Vemos a un... Señor...

- Buenas noches... Señor... Estamos buscando... A un amigo... -sonreímos de manera siniestra- Es negro... Y grande... Se hace llamar... Morfeo... -damos una entonación diferente cuando pronunciamos su nombre y ebozamos una gran sonrisa. 

Me estaba metiendo mano con mi Paco Pepe, asin en nuestra intimidad, cuando se nos acercan dos tíos mu raros. Pero que mu raros. Parecen hippis desos, perroflautas sin oficio ni beneficio.Llevan melenas y rastas desas parece como el hijo del pollero. Los miro achinando los ojos con aires de sospecha. De la sospecha paso a mirarlos mas raro que a un manchego obstemio en verbena. Y es que empizan a hablar mu raro.

- Ya te dicia yo Paco, que ese negro no megustaba, que traía gente mu rara...- le digo a mi mario, agarrándome de su brazal. Amigos del Mufeo dice... Sies que no mestraña. Por la palidez...mas blanco quel gotele de mi casa...Estos ddebían estar de apechusque de la droga- EL Mufeo ese ta por ahí....- se lo señalo. Luego me alejo un par de pasos con mi Paco, como cuando la rumana toca a la puerta pa pedi o como cuando pasa por al lao un gitano. Pero no dejo de mirarlos, estoy bacineando.

La señora... Nos indica... El camino.

- Gracias... Señora... -volvemos a mostrar una sonrisa siniestra. Y nos vamos en la dirección que nos has indicado.

La arrugada tez del Rubio perdió el poco color que tenía:

-¡Jodo petaca!-exclamó-¡Tú más que naranjas debes pelar sandías!

Al ver la "navaja de Mufeo" que parece ma de caza ballena que de pela naranjas se sorprende e incluso parece que se le pasa un poco la ligera cogorza que llevaba:

-La virgen del camino seco, Mufeo espero que no uses eso pa la pelea amistosa que con eso te carga a alguien seguro, que bicharraco ¿no?...¿Y onde la ha compraoo?...ahh no que eso seguro que te lo han dao los militare, lo que yo diga que cada ve se las gastan peor, como pa decirles algo a los del ejercito que te cogen te sacan eso y te desollan de una pasá.

Cuando oigo los comentarios sobre mi pequeña, simplemente sonrío.

Llegamos... A la plaza... Dones están... Todos... Parecen... Felices...

- Por poco... Tiempo... -decimos en voz baja, para nosotros, mientras nos miramos y una sonrisa maligna se dibuja en nuestras caras al mismo tiempo.

Avanzamos hasta el centro de la misma, donde todos podéis vernos. La música para, nuestra apariencia es siniestra e inquietante. Los vecinos se muestran nerviosos.

- BUENAS... NOCHES... AMIGOS... -Al decir amigos sonreímos. Hablamos alto, para que todos nos oigáis. - ESTAMOS BUSANDO A... UN AMIGO...

Miramos alrededor, mirando las caras de los presentes, las vuestras y las de vuestros amigos y familiares.- Pobres... Débiles... Desgraciados...-al mismo tiempo que buscamos a Morfeo.

- SE HACE LLAMAR... MORFEO... -pronunciamos su nombre saboreando cada letra, relamiéndonos al imaginar mil formas de torturarle.

-Ah, mira, esos deben venir contigo-el Rubio sonríe dando un amistoso empujón en el hombro de Mufeo-Os habís venido medio regimiento, ¿eh, moreno?

Cómo son estos de ciudad, piensa el jubilado. Entre los dos paliduchos melenudos esos que parece que tienen la tisis y el negro deben parecer un huevo frito cuando se juntan los tres. Y la Trini, el chusco pan. Del duro.

-¡Eh!-llama Servando empleando su monosílabo universal para saludar, llamar la atención, insultar, gritar al ganado o pedir un vino indistintamente-¡Aquíiiiii! ¡Que lo tenís aquíiiiiiiiiiii! Veníos, hombre, que hay vino pa todos.

Evaristo mira a los recién llegados no tiene muy claro si es que no han visto el sol en su vida o se han caido en un tanque de Titanlux colo blanco:

-Mira Murfeo por ahi vienen amigos tuyo...eso si...sois como er dia y la noche jaja...e broma pero yo te recomiendo que los lleve a la costa que están ma blanco que una oveja recien lava...¿Esos también son del ejercito?, porque parejen mas bien frikis de esos chungo que no salen del cuarto pa na y que estan to er dia con la maquinita.

- Ahí... Está... -sonreímos con nuestra ya conocida sonrisa perversa de medio lado. Nos dirigimos hacia morfeo, caminando lentamente. - Se ha... Traído... A una... Amiguita... -hablamos en voz baja, para nosotros, aunque los vecinos que están más cerca pueden oírnos.

Por el otro lado de la plaza veo aparecer a los esbirros de Merovingio.- Cabrones, con lo bien que estaba. -Me pongo de pie, y miro a Trinity. Ella ya está preparada.

- Siento interrumpir la velada, buen amigo. -digo a Servando mientras me levanto. Luego me dirijo a Evaristo- Y esos dos no son mis amigos.

Y allí se lio la de Cristo con los melgos aquellos. El Mufeo y la Trini se levantaron de a prisas en cuanto les vieron venir. A los melgos no debía gustarle mucho las fiestas o la música o a saber, porque cogieron la mesa 'onde'staban tos los aperitivos y la tiraron sobre los forasteros. Sí, sí, la mesa con la tortilla de la hermana Ambrosia la Ojopipa tamién, esa que solo hacía pa fiestas y que sabía a gloria con su cebollica y su huevo poco cuajao, asín melosica. Sí hombre, que le gustaba de llevar unos pimienticos asaos pa acompañarla, que entraba aquello de la virgen con un chatejo vino, que casi te olvidabas del ojo ala virulé que tenía la Ambrosia.

Pero qu'estaba diciendo... Ah, los jodíos melgos... Pos que se pusieron a tirar cosas a los forasteros y cortaron to el rollo. Las mesas volando, las sillas volando, to'l vino por el suelo en charquitos, echao a perder de mala manera... Aquello era el pocalipsis u peor. A los forasteros aquello no les hizo mucha gracia y se pusieron a darse de hostias contra Zipi y Zape, pero de hostias bien, no como lo c'había pasao entre el Yona el Mascachapas y el guiri. Aquello parecía las pelis de la tarde del Chack Norris que ponían en Castilla La Mancha televisión.

Aquella mala gentuza había venío a cargarse la verbena y toa la fiesta, y por mucho que los forasteros trataran de devolver las hostias, recibían muchas más. El Rubio pensó qu'esque la mili ya no era como antes, que no habían salío preparaos pa enseñarles a aquellos melgos lo que había que enseñarles... Y que su cheira comprá en Albacete era muchismo mejor que el cuchillo del negraco. 

Allí las hostias volaban, estrellando uno de los melgos al negraco contra la pared del Mariano el Cansaliebres, como habís oído, que estrelló al negraco contra la pared del único bar del pueblo y se la cargó. El Mariano se llevó las manos a la cabeza del disgusto y se cagó mu alto en tos los muertos del melgo blancuzco, incluso cogió la vara de pastor del Evaristo pa ir a arreale un viaje con ella. Pero la Trini se puso en medio y le quito al melgo d'en medio, llevándose sus buenas hostias a cambio. La gachí echaba sangre por la boca y por la nariz, daba penica y to, tan delgaica y echa un cristo.

Y como vinieron aquellos melgos blancuzos, se fueron. El alcalde se llevó las manos a la cabeza ante el desastre, evaluando daños... S'habían cargao la plaza del pueblo, con sus arbolicos bien puestos pa que dieran sombra las tardes de agosto que eran pa freir morcillas en la acera... S'habían cargao el bar del Mariano, que a ver dónde se iban a tomar ahora nuestros prutagonistas su carajillo mañanero... Y s'habían cargao a los forasteros, que les habían defendío de aquellos dos energúmenos y estaban medio muertos, el negraco sobre los escombros de lo que era el bar y la gachí en mitá de la plaza.

Hay que ver lo que es la vida, que tan pronto estás en una verbena con tu chispa y tu tontería con el pariente, que cuando te das cuenta vienen dos gemelos pajizos y te lo joden to. Pero toico to. Toa la comida. Toa la bebida. Me llevé las manos a la cabeza ante todas aquellas cosas, mientras el Paco Pepe se refugiaba en mi espalda. Porque mi mario lo que tiene de gallo en el catre, lo tiene de corderillo pa toas estas cosas, y casi que tenía yo que sacarle las castañas del fuego en algunas ocasiones.

- ! Ay la madre que los parió! - grité con indignación cuando los gemelos pajizos se cargan el bar. ¿Donde iba yo ahora a tomar el carajillo y los orujos? Que desgracia...Que desgracia más grande. Luego a luego que haya tirao al negrico es lo de menos...!Pero el bar! Yo ya me estaba arremangando las mangas de mi vestido pa empezar allí a dar de hostias por todos laos, pero los guachuzos estos se fueron según vinieron.- !La madre que parió como han dejao to! !Mátame camión! - brazos en jarras, de señora indignada.
 

-¡¡¡NOOOOOOOOOOUUU!!! -¿Pos que no aparecen de la na' dos melgos paliduchos y se lian a mamporros con el negraco y la gachí? El grito desesperao no era para parar la pelea... No... Como si fuera Arconada nel mundial, el guiri se tira to lo largo ques hacia el plato de tortilla. Por un momento el tiempo parese detenersen, como si to el mundo fuera mu despacico. Como si el Yosua se quedara colgao en el aire y alguien hiciera un giro de cámara de 360, desos que se ven en las pelis modernas d'ahora. Y endeluego el tiempo retoma su velocidá y el guiri se pega un batacazo fino contral suelo, desos que luego te pica tol pecho por pasarte de listo... y la tortilla sestampa a su lao. Mientras la pelea continúa, el guiri, desprovisto ya de toa dignidá por culpa la sangría, se dedica a recuperar lo que puede de la tortilla (del suelo), sin importarle demasiao te tenga un poco tierra. Porque si algo le gustaba más que los animalicos era la tortilla y la sangría (aunque no sabía mu bien si en ese orden).

Y andeluego, los melgos desaparecen, el negro y la otra hechos polvo tiraos en mitá la plaza, el bar hecho añícos... 

-Güat de jel!!! Ju ar dis creisi bois??? ¿¿¿Quienes eran esos payos??? -lo de "payos" no sabía mu bien que significaba, pero uno de los gitanos con el que se juntaba lo decía mucho y en este momento le parecía apropiao- ¡¡¡Ya sus dije quel ejercito no trae na güeno!!! Yu ar goin tu reper ol of dis!!! -Le dice a Mufeo cogiéndolo de la solapa, cuando se da cuenta de questá echando la bilis y de que tal vez no sea el mejó momento pa echarle la bronca. -Comón!!! ¡Que alguien llame a Don Manué! -Don Manué era el medico'l pueblo, que como tos los médicos que se precien, trabajan en media docena pueblos desde los recortes de la María de los Dolores de PostPedal.

En cuantito empiezan las ostias y las cosas a vola por tos lao, Evaristo se refugia tras la primera mesa caida que ve -¿Pero que esta pajando aqui?,¿Estos que son muniobra esas rara del ejercito?, ay mare que esto seguro es que ha estallao una guerra civi y no nos hemos enterao y esta gente son los grises...aunque están muy blancos.

Cuando levanta un poco la cabeza para ver que esta sucediendo ve como el murfeo sale volando y casi atraviesa la pared sin morir en el acto -Mare que lo pario pero que peaso de chaleco antibala lleva el negro ¿no?. Pue no ha roto la pared sin que se rompiera el...uyy mira un trozo de la tortilla de la guena, guena, uhh y por ahí están los pimentito frito que aún se pueden comer.

Después de eso mira a uno de sus vecino que también esta escondio tras la mesa:

-Ehh chancla -dice hablando en voz baja -pasame un cartón de vino tinto de esos que no están reventaos- El apodo de chancla venia de la vez que cuando el vecino era un niño la mare le tiro una chancla a la cara con tal fuerza, que estuvo con la marca roja tres dia y perdió un diente de leche en el camino, en realidad se llamaba Paco.

Una vez finalizado el alboroto se dirige al Murfeo y a la Trini:

-Sus vecino hay que lleva esta gente a la casa de socorro que le han dao más palo que a una cabra rebelde, mare mia los joputas de blanco la que han liao, pero mira como han dejao a los pobre esto que los querían maja a base de ostias bien  da.

Yo había dicho que si querian verbena que se la pagasen. Y los mu desgraciaos bien que lo habían hecho. Cuando había que pagar los impuestos leglamente establecios no ponían una perra ni pa Dios. Ahora, pal jolgorio no les dolían prendas, no.

Por eso mismo yo m´había enfurruñao y me había quedao en casa. No quería saber na de aquellos desgraciaos y, por que no diciclo, tampoco m´había gustao que no me dejaran enredar en la organización del sarao.

Pero claro, los morros de la Clotilde por no habela sacao a bailar a la verbena y que se emezó a escuchar la de "Paquito´l chocolatero", fueron más fuertes que mi convincimiento de quedame en casa y p´alla que nos fuimos la Clotilde y yo.

Bajaba yo con la señora enganchá en el brazo y con el pecho pa fuera, como cuando era quinto en la mili, dispuesto a vacilar de mujer y casi me se cae el alma a los pies. Na más girar la esquina que daba a la plaza mayor oservé, con gran costernación, como el Mufeo y too su cuerpo impactaban contra una pared. Más o menos como cuando al Remigio se le olvidó poner el freno de mano en el jondere, abriendo el consiguiente boquete en la pared.

Eso fue jodido. Pero más jodido fue cuando ví como m´habían dejao el parque. To manga por hombro. Ni uno de los árboles se mantenía en pie. Ni uno. Tres años que había tardao en plantalos. La Clotilde agohó un gritito y yo me llevé las manos a la cabeza.- Me va escuchar el menestro de la defensa.

Pero primero míba escuchar el Mufeo. Me arremangué las mangas y me fui pa él to dicidío.

La punta del bastón del Rubio tocó tentativamente el hombro de Mufeo: el pobre estaba tirado en el suelo hecho un Cristo de los zarrapastrosos.

-Jodo. Tanto cuchillo y tanta gaita y mírate cómo te han dejao-el anciano miró de reojo a su alrededor no fuera a quedar alguna hostia volando-Menuda mala gaita que gastan tus amiguetes, ¿eh, jomío? Mira, yo cuando tenía tu edad también me gustaba divertirme pero, mira, dentro de unos límites. Que yo he bebido embalses enteros y me he dado de hostias hasta con motrocultores pero, mira, que... que igual los jóvenes de ahora estáis un poquico desbocaos.

Soltada la sentencia, se llevó un palillo a la boca:

-La verdad emana de la boca del niño, del borracho y del pastorcico: a estos hay que llevarlos a que les pongan un emplasto-miró a su alrededor de nuevo, esta vez buscando gente a la que mandar-Cabronero, anda, tú que eres de lomos anchos, échale una mano aquí al Mufeo que yo, con el glaucoma, el reuma y la artritis igual me desgracio. Guiri, manos a la moza. Y ojito con propasarte que como esta te dé una caricia vas a echar de menos al Mascachapas. Señor alcalde... coño, cuánto tiempo.

Apoyó las dos manos en el bastón y dirigió una mirada cómplice a la Cipriana:

-Qué tremendos, ¿eh? Los mozos, digo.

Allí estaban tos con el culo torcío, unos porque l'habían destrozao to. La gachí y el negraco estaban más p'allá que p'acá. Vamos que no s'enteraban de un pijo, asín como si estuvieran durmiendo. Según parece de tanta hostia habían perdío el conocimiento, como al hijo de la Benancia la tarta cuando se dejó al chiquillo toa la tarde de vendimia al sol, sin agua ni na, que estuvo ingresao en Toledo lo menos cuatro días hasta que se despertó. Sí hombre, que decía luego que no s'acordaba de ná y se pensaba qu'era reyes y to, zumbaíco perdío.

Pos hasta que venía el médico allí nadie quería llevarse a los forasteros a su casa, ni ná de ná, porque tos ya se señalaban a nuestros prutagonistas como los responsables de habélos traío a la fiesta. Que la gente del pueblo es asín, no ven que la fiesta l'habían pagao los forasteros, más que la culpa de c'ahora no tuvieran ni una sombrica en verano en toa la plaza y c'anca el Mariano s'iban a tomar toas las tardes el sol y sombra con el culo helao. El caso... Que le tocaba a nuestros prutagonistas apechugar y cuidar de los forasteros, al menos de buscarles una camica y llevarlos hasta ella mientras el médico s'hacía tol viaje 'ende el ambulatorio de Mojuéllamos.