Partida Rol por web

Aunque me extraña el nerviosismo de Ekron al principio, después de escuchar lo que ha visto, deja de extrañarme tanto. Y mira que me habría gustado vender un poco de esa dichosa piedra, pero paso de perder la cabeza por el camino. 

- Los elfos también son personas, Ekron. - le recuerdo con cierto tono maternal. ¡Ja! Si eso es lo que piensa de los elfos, a saber qué piensa de nosotros dos. - Aunque esos en concreto parecían lo que comúnmente se conoce como cerdos malnacidos. Y creo que el ofrecimiento de Morri iba para mí, ¿verdad? - le sonrío a la divina y señalo con el pulgar a Ekron - Pero creo que él ya te ha dado la respuesta. Si fueras inmune a estas visiones, créeme que no me importaría que me contuvieras entre tus fuertes y poderosos brazos... - me dejo caer ligeramente sobre ella con una enorme sonrisa, abrazándome a mí mismo para hacerlo aún más gráfico - Es más, conozco a muchos que pagarían por ello... Pero de los tres, creo que eres la única que podría partirnos en dos de un espadazo. ¡Buen trabajo! - me giro dándole unas palmaditas en el hombro. Pero ahora poniéndonos más serios... - A ver, si yo decidiera mudarme por algún motivo a unas ruinas abandonadas, creo que buscaría la casa más grande y entera... Y la fortaleza es donde vivía el señor de esta zona, así que...

Con gesto resuelto, echo a andar hacia allí, esperando si deciden venir y ya de paso echando un vistazo rápido entre las ruinas por las que pasemos cerca.

Nunca he dicho que no lo sean, pero tiendo a pensar mal de la gente que intenta matarme sin importar su raza, sexo, religión o lo que sea - me encojo de hombros - Y hasta ahora sólo he conocido el lado malo de los glanfathanos. Igual son muy buena gente y todo, pero es que hasta que no pueda verlo por mí mismo me va a resultar difícil cambiar de opinión.

No hago caso de la puesta en escena de Feniel. Está claro que le está echando la caña a Morrigan y resulta hasta tierno. Cuando termina la representación echo a andar detrás del fogoso, contento de alejarme de los pilares de adra - Es tan buen sitio para empezar como cualquier otro, pero esta vez tú llamas a la puerta - me rasco el costado donde la elfa recibió la puñalada - Ventiscas, esto pica...

Mientras bromeáis entre vosotros para relajar un poco el ambiente empezáis a dirigiros hacia la fortaleza, el sitio no esta lejos y sin embargo no parecéis alcanzarla. Está claro que andáis y el lugar no se aleja pero ciertamente tampoco se acerca.

Aún tardáis un poco en daros cuenta de ello cuando de repente solo veis niebla. No es que se haya generado paulatinamente si no que donde antes no había ahora estaba. Al principio no discernir nada, incluso os cuesta veros entre vosotros, sin embargo finalmente algo aparece delante vuestra. Es el contorno encorvado y arrugado de un anciano elfo. Tiene cubierto con pinturas el rostro y sus huesudos brazos.

- ¡No puedes hacer esto!- agita la cabeza mientras os escupe esas palabras.- Este es nuestro pueblo. ¡Nuestro hogar! Las Nueve Garras llevan viviendo aquí por lo menos 50 generaciones.- no estáis seguros si entrecierra los ojos para ver a través del humo o si os dirige una mirada ceñuda.- Estábamos aquí mucho antes de que los tuyos trajeran la guerra a nuestras tierras. - tose y se estremece.- No puedes quemarlo todo sin más.

Hace una pausa, después retrocede y os mira horrorizado, aparentemente en respuesta a algo que realmente no habéis dicho. Pero unas llamaradas chisporrotean en los bordes de tu visión.

- ¡Ten compasión, soldado! Todos nuestros guerreros se han ido...- tose.- No puedes quemarnos a todos por culpa de ellos.

Se agarra a Feniel y abre la boca para decir algo, pero no consigue que salga más que una serie de toses violentas. Cae de rodillas, atragantándose por el humo cada vez más denso. Las llamas ocupan toda vuestra visión y retrocedéis instintivamente.

Finalmente os encontráis delante de la entrada de la fortaleza, por como Legend se mantiene al lado de Morrigan y Meriel os sigue el paso atenta a los alrededores pero sin extrañeza hacia vosotros, realmente no deben haber pasado apenas unos minutos.

Pero oiga, nosotros no hemos venido a hacerle daño a nadie... - intento decirle al anciano elfo apenas se desvanece. Pero es inútil. Lo que hay aquí no son fantasmas, sino meras visiones de un pasado sobre el que no podemos hacer nada. Impedir que se repita, tal vez, si conseguimos entendernos con los glanfathanos - Tormentas de granizo afilado - maldigo - Cuando quiera aprender más sobre historia leeré un puñetero libro - Aunque me lo pienso mejor - Bueno... Bien pensado, si estas visiones nos ayudan a entender por qué los glanfathanos están tan encabronados quizá sea un buen punto de partida para hacer las paces con ellos y salir todos ganando. La guerra es la inversión más ruinosa que se puede hacer - Me acerco a la puerta de la fortaleza y si no hay una aldaba o algo similar la golpeo con el puño - ¿¡HOLA!? ¿¡HAY ALGUIEN AHÍ!? - y vuelvo a golpear la puerta - Espero que lo encontremos antes de revivir los recuerdos de un señor gordo en pleno ataque de estreñimiento...

El corazón aún le martillea en el pecho cuando la imagen se desvanece. Siente la impotencia y la rabia colmando su interior y sin ninguna via de escape que le aligere aquella presión ¿Para que servían todas aquellas visiones? ¿Tendría Ekron razón? De todas formas, solo aquel hombre al que habian acudido parecia tener las respuestas.

Mientras el humano llamaba, ella se aproximó a la vez intentando ver si cedía la puerta por si sola, aunque antes intentó asegurarse que no habia ninguna trampa en aquella entrada.

Retrocedo un paso, quedándome en silencio al ver... La visión o no. Es complicado distinguirlas. Aunque lo que mejor funciona es quedarse callado y esperar... Miro con el ceño fruncido al anciano, desviando la mirada con cierta culpabilidad pero sin poder borrar la imagen del pobre hombre muriéndose. Esto está empezando a tocarme la moral de verdad. Tenemos que darnos prisa para acabar con esto.

- A lo mejor están enfadados porque alguien quemó su pueblo, usó su piedra sagrada para decorar una capilla y luego construyeron una fortaleza encima de sus tierras... Por decir algo, ¿eh? - me encojo de hombros. Seguramente haya algo más que eso o no, si no es ya suficiente, pero tampoco me apetece saberlo - No sé, pero estoy seguro de que aquí hay mucha gente con "asuntos sin terminar"... Meriel, si ves que se nos va mucho la cabeza, danos una colleja o algo.

Mientras Ekron se dedica a aporrear el portón, me separo un poco para ver si hay alguna otra entrada en la fortaleza... Pero diría que no hay ni ventanas por las que entrar.

- ¿Otra visión más? No sé si es que estáis empeorando o que este lugar os afecta especialmente...- comenta la peliblanca con cara preocupada ante la reacción de todos y solo asiente poco convencida a la petición del bardo.

Sea como sea, nadie parece responder a las palabras de Ekron, el cual no consigue recordar nada sobre el lugar que no le hayan dicho ya, pero cuando golpea la puerta ve que esta cede un mínimo dejando clara que no está cerrada. Lo cual es afortunado pues Feniel parecía más que dispuesto a buscar una entrada por la muralla exterior, claramente aún afectado por las visiones que los tres padecíais.

Sin ningún obstáculo por delante y con la misma dirección en mente el grupo termina por abrir la puerta y que da a una gran sala bastante en ruinas y derruida. Avanzáis con cuidado y atentos por ella hasta que finalmente llegáis al final de la sala donde súbitamente notáis un calor acogedor que irradia de un gran trono forjado en mármol.

Su magistral decoración desentona con el artesonado del castillo, más práctico. Sobre el respaldo del trono hay una cara de mujer grabada, observando la sala con sus ojos vacíos.

Al acercarte notas como fluctúa el calor, como si fuera un remolino. Suena una voz procedente del grabado atravesando las piedras y el viento de la fortaleza.

- Más observadores en Caed Nua. Brillan con gran fuerza estos días. Demasiada casualidad...

Se adentró en la fortaleza de las primeras. Sobre todo porque no sabía que podria hallarse en el interior. El abandono y deterioro en aquel lugar era evidente y desde luego, pensar en encontrar a alguien vivo allí dentro cada vez era más dificil de creer. 

Llamaba la atención el trono. No por la estatua esculpìda en él, si no por el calor que parecia desprender, como si no fuera un simple objeto*. Se aproximó cautelosa pero detuvo su avance ante aquellas palabras surgidas de.. ¿de donde?

_{- ¿Sois quien podeis facilitarnos información sobre los Observadores? -} aunque su mirada iba hacia la efigie, también recorrió el techo y paredes de alrededor... solo por si acaso.

Mi teoría es que que el adra agudiza... o empeora... esta capacidad que tenemos - contesto a Meriel - Me dio la pájara nada más acercarme a aquella capilla con sus pilares. Es una pena, porque menuda fortuna hay ahí. A ojo ¿Cuánto dirías que vale? - Hablar de cosas familiares me ayuda a tranquilizarme y no pensar demasiado en que como no aprenda a controlar esto (o librarme) me voy a volver majareta.

Y como no podía ser de otro modo no sale a recibirnos ni el aire, así que sigo al resto al interior del vetusto edificio. Suspiro al ver el polvo acumulado por todas partes mientras en mi cabeza sigo haciendo cálculos sobre cuánto costaría convertir este sitio en el enclave comercial que estoy planeando ¿Lo verá Padre como una buena inversión? ¿Podría instalarme a vivir aquí? Si voy a ser un bicho raro el resto de mi vida este lugar me va como anillo al dedo.

¡Granizo en los calzones! - grito al escuchar a la cabeza de mármol parlante. Dejo que hable Morrigan, que no parece asustada ni sorprendia. Bien, que hablen. Espero que al menos este... lo que sea... realmente nos escuche y no se limite a largarnos un sermón...

Más le vale a esto no ser otra visión, porque lo del calor es nuevo. Al llegar a la sala del trono, miro por el rabillo del ojo a Meriel, comprobando si ella también nota esa sensación o es solo cosa nuestra. El trono parece saber de sobra por qué estamos aquí y estoy a punto de preguntar algo cuando oigo a Ekron y no puedo evitar doblarme de risa, casi cayéndome de rodillas.

- ¡JAJAJAJA! ¡Por todos los dioses, Ekron! ¡Si tanto necesitas que te caliente, dilo directamente! - tras unos segundos consigo recobrar el aliento, dirigiendo una mirada y una sonrisa de disculpa hacia las chicas y hacia el trono, en cierto modo. Carraspeo reponiéndome y asiento a la pregunta de Morrigan - Eso... ¿Y cómo que "más"? ¿Cuántos han venido aquí... en los últimos años? - añado rápidamente, suponiendo que su respuesta sería algo dramático como "Muuuchos han pasaaado antes por aquíiii..."

Feniel comprueba que efectivamente Meriel reacciona a la estatua, pero salvo la sorpresa inicial no parece para nada sorprendida con ella. Por su parte al estatua contesta con una risa que hace eco por las paredes.

- Puedes mirar a la estatua, si bien es cierto que siento todo el lugar resulta más fácil para ambos hablar cara a cara-sin embargo su tono pasa a ser más sereno cuando continúa contestando-.Me temo que no jovencita, solo soy la Administradora de este lugar. El que quizás pueda contestar a vuestras preguntas es Maerwald, pero supongo que si habéis venido con eso en mente es a él al que buscáis. Os agradecería que lo encontrarais la verdad, de un tiempo a esta parte se encuentra como ausente y ha usado sus habilidades para que no pueda localizarlo del todo. Sé que se encuentra en un lugar del primer piso del sótano, os abriré  el camino hacia allí.

Justo cuando dice eso una doble puerta que se encontraba a vuestra izquierda se abre de par en par.

- Y contestando a tu pregunta avispado, hasta hace unos meses venía bastante gente a reconstruir el lugar, pero todo cambio...Os deseo suerte, ese hombre era mi última esperanza...- concluye suspirando con bastante pesar.

Levanto una ceja ante la respuesta de la "estatua" o Administradora. Vale que el que algo quiere algo le cuesta... Pero esto de pedir favores de forma descarada no me convence. Miro a los demás, esperando alguna reacción y luego ladeo la cabeza, de vuelta a la estatua, con media sonrisa.

- Antes de eso... ¿Qué relación teníais Maerwald y tú? No me malentiendas, pero me gustaría saber qué ha pasado para que él esté "como ausente" y haya decidido esconderse de tu visión. - pongo las manos en la cintura - Además, ¿qué ha cambiado para que deje de venir gente? 

Espera que aviso a mi familia antes de morirme de la risa - digo aguantándome una carcajada. Es verdad que mi reacción ha sido un tanto exagerada, pero al menos sólo me he llevado una broma calenturienta. Y me encantaría contestarle si no estuviera

A) Profundamente interesado en Meriel

B) Acojonado por una puñetera silla parlante.

También sería de agradecer que nos dijera por dónde empezar a buscar a Maerwald. Este sitio es enorme...

Miró a ambos hombres pasmada. No entendia como podian reir tanto en unos momentos como aquellos. Era cierto que no estaban de velatorio pero por todas las malditas Kyth, aquel lugar abandonado y la visión que habian tenido evidenciaba que allí habían sucedido desgracias. 

Suspiró dandose por vencida _{- Gracias por abrirnos el camino -} dijo sincera mirando, ahora si, el rostro esculpido del trono para acto seguido dirigirse hacia la puerta que se había abierto y adentrarse por ella seguida por Legend. Estaba demasiado enojada con ellos como para pararse a pensar que quizás no era buena ir sola.

- ¿Mi relación con Maerwald? Pues la de sirviente y señor. Llevo siglos aquí sola y el vino hace un tiempo a reclamar el lugar, todo imponente con su armadura y presencia. Entre los dos empezamos a reconstruir el lugar. Traer materiales y constructores, poco a poco los muros estaban recuperando su vieja gloria y hasta estábamos empezando los planes de reconstrucción de los edificios de la villa...- la voz de la estatua suena soñadora y melancólica.- Sin embargo Maerwald con el tiempo parecía más distante, algunas veces ni parecía él mismo, si no otras personas, a veces incluso se refería a si mismo con otros nombres... Sea como sea si lo buscáis ya os he dicho por donde ir... ah, vuestra compañera parece que lo ha entendido.- termina por decir al ver como Morrigan avanza hacia la puerta abierta.

Las palabras del sillón no son para nada buenas noticias - O sea, que si no lo he entendido mal a Maerwald le pasó lo mismo que a nosotros y al no encontrar nadie que le guiase o le diera una explicación se volvió tarumba - Tampoco es que le esté pegando la bronca al sillón, sino más bien reflexionando en voz alta - Pues menuda escarcha pelotera, oigan - Cojo un par de telarañas del sillón y le doy un par de soplidos al polvo sobre la cabeza - Gracias por la ayuda... esto... Señora Administradora - no sé si le gustará tener algo menos de roña encima, pero que al menos sirva como agradecimiento simbólico. Después echo a correr detrás de Morrigan.-..

Después de escuchar la explicación de la Administradora, asiento a la suposición de Ekron. ¿A lo mejor le afectó el adra de las columnas del otro edificio? No lo sé, pero si está tan perdido como nosotros, dudo que nos pueda ser de ayuda... 

- Muchas gracias. No puedo prometeros que volvamos a traer gente para reconstruir esto pero sí que traeremos de vuelta a Maerwald. - me despido de la estatua con la mano, echando a trotar detrás de mis compañeros - Pero bueno, que os aceleráis... Tendríamos que haberle preguntado a la Administradora si había algo peligroso en la primera planta. - suspiro, dándome cuenta tarde de ello.

Avanzaba cautelosa y despacio por lo que a sus oidos llegaba el murmullo de la conversación que estaban teniendo con la mujer tallada.

Ella seguía silenciosa, atenta. No quería meter el pie en un agujero o pisar una trampa. También tenia que asegurarse que habia luz suficiente, si no tendria que pararse a esperar a Ekron, que era quien encendia las lucecitas

Perro avanza al lado de Morrigan con tranquilidad, dejando claro que al menos atrás de la puerta abierta no había ningún peligro. El lugar daba a un pequeño pasillo y un arco con unas escaleras que descendían.

- ¿Lo que os pasa a vosotros?- pregunta extrañada la Administradora pero viendo como marcháis no se repite y solo contesta al agradecimiento de Feniel.- Con eso me conformo jovencito.

Por su parte Meriel solo había escuchado lo que preguntabais y termina por seguiros atenta a cualquier peligro o si algo os afectaba, temor más que confirmado pues cuando Morrigan estaba cerca de las escaleras otro espíritu se materializo cerca de la divina de la muerte. Se perfila tomando el aspecto de una mujer que Ekron reconoce, aunque algo más mayor. Era la misma mujer que había visto ser violada en su primera visión.

Actualmente lleva el pelo recogido en una coleta y estira una hebra suelta en su delantal. Su mirada es distante y vacía, hasta que nota la presencia de Morrigan. Su sonrisa débil atraviesa su rostro como un velo.

- ¿Otra vez has estado jugando a los soldados? Anda, ve a lavarte y ayúdame a pelar los guisantes.- se aleja de vosotros lo bastante para que podáis ver una cesta que, como ella, brillaba y era translúcida.- Y sin protestar. Tienes que comer verduras para crecer y hacerte fuerte para llegar a ser un soldado de verdad algún día. Es lo que habíamos acordado, ¿verdad?- sigue observando a Morrigan por el rabillo del ojo.- Los soldados son importantes.- su voz sube y baja, y ella se inclina hacia la cesta.- Defienden a los débiles y acaban con los malos.

Suspira haciendo que se mueve un mechón de su pelo espectral.

- Aún eres joven para entenderlo pero hay mucha gente mala.- Pela una corteza con una uña rasgada.- Como las personas que mataron a tu padre.- machaca otra cáscara con el índice y el pulgar.

La verdad es que no estaría mal - haber dado por sentado que este lugar sólo está habitado por fantasmas ha sido bastante temerario. O sea, en nuestro estilo - Sin embargo, personalmente me incomoda mucho charlar con una silla parlante. Además, basándome en experiencias anteriores diría que no nos hemos adentrado en ningún sitio que no sea peligroso, por lo que no está de más tomar precauciones ¿Ves? Morrigan va en cabeza y yo tengo un conjuro en la punta de los dedos listo para congelar los cataplines de cualquiera que se ponga tonto. No obstante, si quieres ir a preguntarle no creo que nos dé tiempo a alejarnos mucho...

La súbita aparición de la mujer me deja sin palabras, algo inusual dada mi persistente verborrea. Sin embargo sólo dura un segundo, pues las palabras acuden a mi lengua sin pararse mucho en el cerebro - ¡No quiero, mamá! - protesto con voz atiplada - Pelar guisantes es aburrido y me deja las manos pegajosas. Y... ¡Y además saben mal! Noy, Gef y Dain me están esperando para ir a luchar contra el malvado Ernoldus el Feo...