Partida Rol por web

Sonrio quizas algo infantilmente y sin darme cuenta juego con uno de mis rizos para evitar llorar, me gusta su alegria y su forma de hacer olvidar las penas

Cita:

- No son desalmados, los que conozco son encantadores, en su medida, bueno el doctor es un poco ... - ago como si me diera un escalofrio pero luego sonrio
- Pero en el fondo tiene su encanti - rio sacandole la lengua

Cita:

Pongo mirada pensativa, ¿que plato seria el adecuado? recorde las verduras y hortalizas que habiamos recogido de mi huerto ..
- que tal un gazpacho y .. no! no no no ... un puchero ..., seguro que hace bastante tiempo que no comes uno y se puede hacer en grandes cantidades y creo que de mi casa cogimos lo necesario y ... ¿te gustaria? - pregunto mirandole con cautela ...

¡¡Claro que me gustaría!! ¡¡desde que estuve por tu tierra al enrolarme en el ejercito no me como uno como Dios manda!! van a ver estos ingleses, alemanes y demás... ¡ah! y sobretodo la capitana, seguro que con esto te ganas unos puntos.

Todo transcurre con una tranquilidad pasmosa. La mayoría de los piratas están bastante aburridos y comienzan a sacar cartas y dados, y claro, unas botellas de ron. María, parece contenta de que la hayáis aceptado y sale disparada a la cocina para cocinar un típico plato "español" para que podáis cenar.

Es noche cerrada y Crow corrige el rumbo por última vez, antes de beberse de un trago su petaca de ron y quedar medio traspuesto sobre los mapas y los instrumentos de navegación. La Capitana, fija el timón con un rumbo fijo y se dedica a charlar con su tripulación de cualquier cosa, lo que sea para pasar el aburrimiento.

Peter se encarga de encender unas farolas y tras una media hora, el olor a comida llena el ambiente del barco.

Al caer la noche la labor de Stan se hacía aun más monótona. Ya no se veia nada en el horizonte y lo único que buscaba Stanley era algún brillo inusual en el mar. Las estrellas y la luna se reflejaban en el océano intentando confundir a Stan, que seguía mirando con su catalejo.

-Bah, no se ve nada... y ese asado huele tan bien...- Stan se asomó por un lado de la torre.- ¡Eh! -Gritó a uno de los grumetes.- Sube aquí y haz guardia mientras cenamos.

Absorta en la cocina, las horas pasaban sin que fuera consciente, pelaba patatas, las metia al caldo, cocia garbanzos, añadia tocino ... todo para hacer el puchero mas delicioso que jamas hubieran probado esos piratillas ... Cuando ya estaba casi echo, subi hacia arriba a buscar a Rodrigo para que fuera el primero en probarlo ya que la idea de que cocinase fue de el, vi que ya habia anochecido, que rapido ...
- Stanley, ¿has visto a rodrigo? - pregunto al cruzarme con el

Stanley estaba aun a mitad de la escala de cuerda cuando la gitana le preguntó por Rodrigo.

Soltándose de una mano y balanceándose en la escala se mesó la perilla.

-¿Rodrigo? ¿Has buscado en el castillo de Popa? Seguramente esté allí con la Capitana. De todas maneras seguro que ha olido eso que estás cocinando.- respondió con una sonrisa.

Sonrio agradecida
- muchas gracias ... ah por cierto, que sepas que no pienso que eres un desalmado - le guiño un ojo divertida y me voy corriendo a buscar a rodrigo y a la capitana

Stan termina de bajar hasta la cubierta principal mientras María se marcha corriendo. Se queda para un instante ponderando si aquello que le ha dicho ha sido un halago.

-¿Desalmado yo?

Se encoge de hombros y mira a su alrededor buscando a alguien.

¿Donde se ha metido ese maldito Doctor?

Y se pone a caminar por el barco hasta encontrarlo.

Al ver a María me dirijo hacia ella, parece más ilusionada y alegre y me alegro por ello

¡¡Vamos a probar ese puchero!! y me encamino directamente a la rudimentaria cocina

- Beeeeeeee, beeeeeeeeeee, beeeeeeeeeeeeeeee. -, te dice Copito de Nieve al verte pasar cerca de donde está atada.

Stan se detiene junto a la cabra.

-¡Eh! ¿Que tal? ¿Te han dado paja? ¿Todo bien? ¿Has visto al doctor por aquí?

Cojo a rodrigo del brazo y tido de el con prisa, no fuera a ser que el puchero perdiera algo de sabor por la tardanza, al volver hacia las cocinas, vimos a stanley hablando con la cabra
- mmm ¿conoces la historia de un hombre que se caso con una cabra? creo que era ingles, seran los genes o algo asi - sonrio a rodrigo cuando pasamos por delante de stanley y copito, llegamos a las cocinas y nos detenemos ante el gran cacerolon de puchero ...
- un momento - le sonrio y sumerjo en el caldo una cuchara de madera ... soplo suavemente para que no le queme y poniendo una mano debajo para que no gotee se la acerco a rodrigo

Divertido le sigo el juego a Maria, la verdad era que si hacía bastante tiempo que no comia algo bueno y caliente, y además tenía mucho hambre.

¡¡A ver esa comida casera!! pruebo la cucharada que me ofrece María... esta muy bueno, mas de lo que cuando le di la idea me parecia, pero nada mas tragar pongo una exagerada cara de asco. ¡¡PUAJJ!! ES ASQUEROSO, NI SIQUIERA UN INGLES SE COMERIA ESTO!! digo gritando para que Stanley lo oiga perfectamente y guiñandole un ojo a María.

En voz baja le digo Esta delicioso, vas a dar el golpe con esto.

Spade, tumbado en su hamaca, repasaba un manual de anatomái y hacía pequeñas anotaciones en el margen con su lapiz. Al olor del puchero, se levantó y se calzó las botas, subiendo a cubierta.

- ¿Es la hora de cenar? No he escuchado la campana...

María sale a la cubierta con una olla repleta de puchero. El rico olor llena toda la cubierta, y a todos se os hace agua a la boca. Hacía mucho tiempo que nadie cocinaba para vosotros y mucho menos, una española tan bonita como María.

Poco a poco, cada uno os vais acercando hasta donde está ella con unos cuencos de metal y una cuchara de madera. Ella utiliza un cucharón para poner una buena ración de puchero a cada uno. El caldo es oscuro y espeso, ocultando las patatas y los trozos de carne y maiz que van hacia el fondo.

Lentamente, cada uno va buscando su lugar en la cubierta, mientras la noche va avanzando, para sentarse y comer del cazo repleto de puchero. La tripa se calienta enseguida cuando probáis el primer bocado y además, os deja un suave gusto a especias en la boca, un sabor nuevo para todos, menos para Maria y Rodrigo... un viejo sabor de su tierra.

Mientras coméis la charla resulta amena, hasta que una pregunta surca el aire... ¿Quién hará la primera guardia?

Una vez que he encendido los faroles del Berenice, doy un breve paseo por la cubierta principal para comprobar la luminosidad. Subo hasta el castillo de popa y desde allí, compruebo de nuestros faroles no emiten demasiada luz.
Asiento satisfecho pues esto evitara que algún indeseable nos localice.
Y en ese momento, llega hasta mi un olor particularmente suculento. No tardo en agarrar un cuenco y una cuchara de los que nos ofrece nuestra cocinera y, de inmediato, soplo en el guiso para poder probarlo.
Excelente María. Con comidas como esta, esta singladura va a parecer un viaje de recreo.
Me retiro entonces unos pasos hasta que me apoyo contra la recámara de uno de mis cañones.
Me deleito con el sabor de la cena preparada por María hasta rebañar el cuenco. Y aproximandome de nuevo a proa, espero un buen roción de espuma para lavar los utensilios de la cena.
Vuelvo entonces hasta donde se hallan mis compañeros de tripulación y tras dejar el cazo y la cuchara junto al puchero de María, digo.
Bien señores. La noche avanza y toca repartir las guardias. Vaya por delante que me da lo mismo el turno que me toque. Pero como somos ocho sin contar a nuestra capitana, recomiendo hacer los turnos por parejas.
Uno de nosotros rondara por la cubierta y el otro subirá hasta la cofa del palo mayor para hacer de vigía.

Mientras va comiéndose aquella cosa con cierta abaricia y escucha la pregunta se ofrece voluntário.. - Pues yo mismo me ofrezco para hacer la primera ronda de guárdia. - les dice a todos antes de volver a meterse otra cucharada en la boca..

Muy bien Vargo. Turnos de dos horas y por parejas.
Miro tras decir esto a la cofa del palo mayor.
Yo haré la primera guardia contigo. ¿Que prefieres?. ¿Rondar por la cubierta o hacer de vigía?

El Doctor termina de comer y deja las cosas junto al puchero.

- Avisadme cuando sea mi turno. Estaré leyendo en mi hamaca.

Dicho esto, se dirigió a su pequeño montón de libros y sacó el primero de los volúmenes recuperados de la caravana de la gitana.

- Espero que al menos esos desharrapados supieran leer latín...

Terminas de comer y te retiras a tu hamaca, debajo de la cubierta, donde duermen todos tus compañeros. Mientras caminas hacia el sitio, pillas una de las lámparas de aceite que se encuentran colgadas en la entrada, la enciendes y la cuelgas de un gancho justo por encima de tu hamaca, así la luz te permitirá leer sin forzar mucho la vista.

Comienzas a rebuscar entre las cosas que te has llevado de la casa de los padres de María. Algunos frascos con hierbas, cajitas de maderas ornamentadas con polvos dentro y una serie de libros ( unos seis en total ) escritos en latín.

Reparas en uno que parece bastante antiguo, con las páginas amarillentas y forrado en cuero, con letras grabadas a fuego en la portada, el título reza "El Camino de los Espíritus".