Partida Rol por web

Piratas: La búsqueda del Oro de los Incas.

Un poco de Historia Pirateril

Cargando editor
12/09/2008, 05:01
Director

Aquí voy a ir subiendo un poco de la historia de la época y de los piratas que rondaban los mares caribeños en esos años.

Cargando editor
12/09/2008, 05:07
Director

La piratería en el Caribe español

Durante los primeros siglos del dominio español en América, piratas que intentaban, y en muchos casos lograban, robar valiosos cargamentos de oro y otras mercancías procedentes del Nuevo Mundo abundaron en el Mar Caribe, el que presentaba un lugar ideal para la actividad por su abundancia de islas en las que los piratas podían refugiarse. Hay que tener en cuenta que los Reyes Católicos en 1495 permitieron a todos sus súbditos a tripular naves a las recién descubiertas Indias; lo que hizo que muchas embarcaciones se lanzaran al Atlántico sin la debida preparación, siendo fácil presa para los lobos del mar.

Probablemente, el primer pirata del Caribe fuese un español, un tal Bernardino de Talavera. Tal como lo relata Cesáreo Fernandez Duro:

[...] es de decir que un tal Bernardino Talavera, hombre vividor, amigo de regalo, acosado por los acreedores que tenía en la Isabela, se apoderó de una de las naves surtas en el puerto, en compañía de 70 compañeros de su especie, y se arrojó a probar fortuna. Tuvo el contratiempo de que le echaran mano en Jamaica (1511) y le condujeran a la Española, donde por sus delitos fue justiciado.

Armada Española

Felipe II, para evitar el ataque de los piratas a los navíos españoles, ordenó que ningún barco hiciera la Ruta de las Indias sin protección. Para ello optó por la formación de convoyes en los que las carabelas y las naos eran escoltadas por los poderosos galeones y carracas llamado Sistema de flotas y galeones. Este sistema constituyó un gran éxito si nos atenemos a la proporción de flotas fletadas (más de cuatrocientas) frente al de flotas atrapadas (dos) que da un porcentaje de capturas de un 0,5% y ninguna de estas dos se debió a la acción de los piratas o corsarios; sino a la de Marinas de guerra pertinentemente armadas.

En cualquier caso, en el siglo XVII el trópico de la América hispana se convirtió en el escenario donde actuaban a destajo los lobos del mar, a menudo amparados por los grandes países de Occidente (principalmente Inglaterra, Francia y Holanda).

Como se ha indicado, se llamó corsarios a los que actuaban por cuenta de sus reyes, quedándose con parte del botín. Por su lado, los simples aventureros y ladrones fueron conocidos con el nombre genérico de bucaneros, pues sus tripulaciones se nutrían de habitantes de las islas que preparaban y vendían carne al bucán, es decir ahumada. Sembraron el terror y la desolación en las poblaciones situadas en el Golfo de México y en el Caribe. Veracruz, Cuba, Santo Domingo, Cartagena de Indias, Panamá y Nicaragua fueron los lugares más castigados, víctimas de saqueos, asaltos y asesinatos.

Resaltan las figuras de Henry Morgan, El Olonés (de nombre Jean David Françoise de Nau), el holandés Laurens de Graff, Lorencillo, (llamado así por su corta estatura; otros hacen referencia a él como Lorent Jácome), todos ellos piratas sin escrúpulos. Los peores asaltos que se recuerda fueron: Maracaibo por El Olonés, Veracruz por Lorencillo y Puerto Bello por Morgan. En estos lugares azotados y desprotegidos no contaban con ninguna defensa por parte del Imperio español de ultramar.

Pero esta situación fue cambiando a medida que las colonias iban aumentando en población y la metrópoli fue invirtiendo en la flota, defensas y guarniciones. De esta forma, a finales del siglo XVI los principales piratas y corsarios habían muerto o estaban prisioneros:

- Richard Grenville fue derrotado y muerto en 1591 en las Azores.
- Thomas Cavendish fracasa en una expedición y fallece en África.
- David Middelton fracasa también en las Azores.
- George Clifford perdió 14 de sus 28 naves salidas de Plymouth en la Operación Raleigh en 1595; entre ellos cayeron John Hawkins y Francis Drake.

Cargando editor
12/09/2008, 05:11
Director

En la Isla de la Tortuga (frente a las costas de Haití, rodeada de islotes, lo que hace que, a veces, sea mencionada en plural como Las Tortugas), los bucaneros tuvieron una base internacional durante los siglos XVII y XVIII. Formaban una asociación llamada La Cofradía de los Hermanos de la Costa. No se conoce el preciso origen de esta cofradía pero se sabe que llego a elaborar una constitución que regiría sus vidas, se presume que era transmitida por tradición oral, ya que no se han encontrado registros escritos al respecto. El espíritu libertario de esta hermandad se modeló necesariamente en las propias características de las vidas que habían llevado sus componentes: proscritos, forajidos y a los tipos más crueles que se presentasen, gente por lo general perseguida, atormentada y desarraigada, formularon leyes que fomentaban la libertad de su propia sociedad. Los nombres más conocidos de esta época son los de Agrammont, Pierre Legrand, Henry Morgan, El Olonés, Rock el Brasileño, el Capitán Roberts, Low y Lewis. Muchos colonos insatisfechos con el provecho que sacaban a sus tierras y deseosos de enriquecerse con rapidez, se les unieron en sus hazañas.

La primera ley de la hermandad dictaba: -"Ni prejuicios de nacionalidad ni de religión". En este punto la coincidencia es general. Convivían perfectamente católicos con protestantes e ingleses con franceses. Se privilegia la individualidad como materia de crítica. Las guerras europeas y sus odios no llegan a la Isla de la Tortuga. No hay pasíses, hay hermanos, pero cabe destacar; que habían diferencias lingüísticas que separaban a algunos grupos.

La segunda ley indíca que: -"No existe la propiedad individual." Entendiéndose por esto la propiedad de un determinado terreno. Quiere decir que, la isla es de todos y para todos, cabe destacar que los barcos de la cofradía tampoco tenían un propietario fíjo.

La tercera ley indíca: - "La Cofradía no tiene injerencia en la libertad de cada cual." Quiere decir que no habría impuestos ni imposiciones de trabajos forzados ni código penal. Cualquier problema entre hermanos debía solucionarse solamente entre ellos. La participación en travesías es completamente voluntaria y no existirá obligación alguna cuando llege la hora de componer tripulaciones o armar un ejército.

La cuarta ley: -"Si un cófrade abandona la sociedad jamás será perseguido." Esta ley permitía libertad absoluta para abandonar la cofradía en cuanto su intergrante lo decidiera o volver a entrar si lo quería.

La quinta ley de la cofradía: - "No se admíten mujeres." Esta ley solo se aplicaba a la restricción de mujeres blancas en la isla, ya que representaban un tipo de propiedad individual, esta ley evitaba que se formaran formas de vida estables que pusieran en peligro la libertad adquirida. Solo se admitían mujeres negras y esclavas, ya que las esclavas no eran consideradas personas que pudiesen "apresar" a un hombre en tareas indignas para un hermano.

Lo más curioso de esta constitución es la total ausencia de deberes. La Cofradía solo teme a la omnipotencia, la dictadura, la tiranía. Los nuevos integrantes eran bienvenidos, ya que esta sociedad se hacía más fuerte cuanto más numerosa.

Hubo un pirata con vocación de escritor, llamado Alexander Olivier Exquemelin, que ha dejado un verdadero tesoro histórico en su obra Los piratas de América o Bucaneros de América". Describe a los piratas, la geografía por donde se movían, la historia de muchos de ellos, sociedad, costumbres y recompensas.

Otro tipo de bandidos del mar fueron los filibusteros, especialistas tanto en el robo y pillaje de barcos españoles como en introducir mercancías de contrabando, sobre todo en Cuba y en las islas cercanas. No hay unanimidad respecto al origen de la palabra. Unos la derivan del inglés free booter, merodeadores del mar. Otros afirman que puede venir del nombre de los buques ligeros fabricados en la zona de Las Tortugas, muy veloces por su proa afilada, por lo que eran llamadas fly-boats y a los que los españoles llamaban filibotes. Existe una tercera versión, más inverosímil, que sostiene que pudo surgir de una hermandad pirata fundada en las Tortugas, la hermandad de los hijos de los botes o filiboat. En cualquier caso, se trataba de tipos sin escrúpulos como sus anteriores colegas, pero tenían costumbres distintas, pues esta nueva especie liquidaba rápidamente el botín conseguido para empezar de nuevo la aventura del pillaje. Tenían a gala un lema: «Contamos con el día en que vivimos y nunca con el que habremos de vivir». Belice fue un importante refugio filibustero durante el siglo XVII. Aunque pertenecía a la Capitanía de Guatemala, al estar su costa resguardada por arrecifes y de difícil acceso a través del continente, los filibusteros encontraron fácil acomodo allí.

A partir del año 1697, parte de la piratería se trasladó a América del Norte y parte al continente asiático, al mar Rojo y costa de Malabar, con su base de operaciones en la isla de Madagascar. En Asia, el nuevo escenario es el mar de la India. El corso británico vuelve a tomar la patente y surgen figuras como Avery y Kidd. En el Extremo Oriente persiste la actividad de piratas portugueses, holandeses y británicos y sus andanzas visitan los mares de la India, China, Japón, Malasia y Borneo.

En toda esta selva de piratería hay un personaje insólito que representa el auténtico romanticismo pirata. El Capitán Misson, de nacionalidad francesa, era un idealista, preocupado por la justicia, por construir un Estado utópico en alguna isla del Océano Índico. Se ha dicho de él que es un equivalente al Quijote, en el mundo de la piratería. Sus biógrafos cuentan que siempre repartía el botín equitativamente entre su gente y que dejaba en libertad al capitán de la nave apresada. Misson aparece solo en la obra de Charles Johnson, cuyo cuento de Misson no conviene con los datos disponibles; por eso, la mayoría de los historiadores de la piratería consideran a Misson un mito.

Cargando editor
13/09/2008, 14:14
Capitán Treepwood

La Isla de la Tortuga (en francés, Île de la Tortue) es una isla del océano Atlántico, de 37 km. de largo por 7 km. de ancho, de 180 km², situada al Noroeste de la República de Haití. Durante el siglo XVII fue un bastión para los piratas que surcaban el mar Caribe. Debe su nombre a Cristóbal Colón, que observó en su primer viaje a América que una de sus montañas recuerda la forma de una tortuga. Forma parte de un bloque tectónico diferenciado de la isla La Española. Es muy accidentada, con una cordillera central, una serie de terrazas orientadas al Norte, suelo arenoso y con limo en la zona costera y arcilloso en las zonas más altas, que alcanzan los 450 m. La costa sur tiene playas y unos excepcionales arrecifes.

Colón y sus hombres alcanzaron las costas de la isla, navegando en sentido oeste-este por el estrecho que la separa de La Española, a principios de diciembre de 1492 y la puso, ya entonces, el nombre que ostenta.

Las montañas de la zona norte de la Tortuga son tan inaccesibles que se la llama Costa de Hierro. Al sur, su puerto ofrece un excelente refugio. Allí se encontraba ya en el siglo XVII un establecimiento para el tráfico de tabaco y de cuero con los bucanero de La Española. Sin embargo, fueron las primeras capturas de los barcos españoles las que dieron a la isla su reputación de albergue de los filibusteros de todo el Caribe.

En 1640, el enviado francés Le Vasseur tomó el control de la isla. Al mando de numerosos soldados, expulsó a los ingleses, lo cual fue un beneficio para los piratas, que encontraban facilidades para avituallarse de víveres y pólvora. En lugar de cargar con su botín, los aventureros podían dejarlo allí en lugar de cargar con ello durante varios meses de viaje, y desde la isla no había más que una jornada hasta las desembocaduras de los ríos y los puertos de lo que hoy es Haití.

El 6 de junio de 1665, la Tortuga fue entregada a Bertrand d’Ogeron bajo el dominio francés. D’Ogeron había llevado vida de bucanero, tras lo cual, de 1662 a 1664, había contribuido al desarrollo de las Grandes Antillas asegurando el transporte de centenas de enrolados desde Nantes a Léogane y Petit-Goâve. Sin embargo, los filibusteros gozaban ahora de una suerte de régimen anárquico que les dejaba libres de toda imposición y les permitía traficar a su gusto. Hasta 1670 no fue establecido el orden legal y, aunque perduraron algunos incidentes, nunca se produjo una verdadera insumisión.

Cargando editor
13/09/2008, 14:15
Capitán Treepwood

Capitán Barbanegra

Aunque se suele aceptar que nació en Bristol, en el sureste de Inglaterra, no hay datos fiables de su juventud.

Su carrera marítima comenzó navegando como corsario, pero no en competencia de oficial, en aguas de Jamaica durante la Guerra de Sucesión española (1701 - 1713).

En 1716, conoció en Nueva Providencia al pirata Benjamin Hornigold y se unió a su tripulación. Al servicio de Hornigold, obtuvo el grado de capitán en una balandra y, al mando de dos navíos de 8 y 12 cañones y con 250 hombres, capturaron el 28 de noviembre de 1717, cerca de la Martinica, un barco negrero francés procedente de Nantes llamado La Concorde. Se trataba de un velero de 300 toneladas, a la que Barbanegra rebautizó como Queen Anne's Revenge (La Venganza de la Reina Ana) y aumentó su armamento hasta cuarenta cañones.

La bandera de Barbanegra: un esqueleto con una espada que atraviesa un corazón.En ese mismo año capturaron otros seis navíos en las costas americanas y en el Caribe. Después de apoderarse de otro barco francés cargado de piedras preciosas y oro, los dos piratas decidieron separarse. Barbanegra se dirigió hacia América y Benjamin Hornigold regresó a Nueva Providencia.

Durante los dos años siguientes, Barbanegra se forjó una sólida reputación de pirata temerario y cruel a fuerza de atacar regularmente los establecimientos navales de las Antillas y de la costa atlántica de América del Norte. Esta notoriedad se vio reforzada cuando surgieron reportes de que había salido victorioso de un enfrentamiento con el Scarborough, un buque de guerra de la corona británica armado de 30 cañones. Aunque el Scarborough sí estaba en las Antillas en ese tiempo, su diario no tiene notación alguna de una tal batalla, y por eso los historiadores tratan al relato como dudoso.

Siguió atacando los barcos mercantes, a los que, si no oponían resistencia, despojaba de sus cargas y dejaba continuar viaje; en caso contrario, las tripulaciones eran asesinadas.

El siguiente barco famoso con el que se encontró Barbanegra fue una balandra capitaneada por Stede Bonnet, al que puso en su propio barco, sustituyéndolo en la balandra en la que iba, al comprobar que Bonnet era bastante ignorante en asuntos de navegación. Con Bonnet a bordo, apresó un barco de curioso nombre, el Protestant Caesar, que incendiaron los piratas por despecho, pues el barco provenía de Boston, donde había acaecido hacía poco un ahorcamiento de piratas.

La decapitación de BarbanegraBarbanegra estableció varios refugios en las Bahamas, en Carolina del Norte y en Carolina del Sur, pero sobre todo vivió en la isla de New Providence, donde se lo llamaba Gobernador de la República de los Corsarios. Como muchos de los piratas, Barbanegra abandonó la isla antes de la llegada de Woodes Rogers, el nuevo gobernador inglés.