Partida Rol por web

Tras la sorprendente escena entre nuestra naufraga y nuestra capitana, todos observamos en silencio como esta ultima desembarca.
Nadie dice nada pues todos los tripulantes conocemos el carácter de nuestra capitana.
Mas en ese momento, a Vargo le da por despertar con su estilo característico. Y todos lo observamos por unos momentos pasmados.
Hasta que yo me acerco y tras palmearle le digo.
Bienvenido hombre. Vaya un alboroto que has montando.
sonrio levemente al decir esto.
Por otro lado, era inevitable que se produjera algo así. Al fin y al cabo, somos los que somos. Si, era inevitable.
Y ahora, miro al doctor para decirle.
Pues bien Doc. Parece que el paciente numero uno esta en buenas condiciones. Vaya a ver a la paciente numero dos. Que los latigazos pueden ser lentos en curar.
Y no puedo evitar añadir a media voz.
Me pregunto que leches habrá pasado dentro del camarote.

Despues de ver que Vargo se recupera sin problemas tras haber hecho un ridiculo espantoso y como Elisabeth se retira dolorida a su amaca me quedo pensativo un poco alejado del jaleo que hay montado alrededor del guardaespaldas.

¿que es lo que habrá pasado para que la capitana se haya puesto así? Mery es muy dura a veces pero lo que es casí seguro es que algún motivo habra habido.

Me acerco poco a poco a la amaca donde se escucha a Elisabeth sollozar, esta tendida de espaldas a el y no lo ha visto aunque ha podido oirlo, la primera vez que se reciben unos latigazos debe de ser muy, muy dura. Apoyando ligeramente la espalda en la pared le hablo en tono serio pero conciliador

Tranquila, muchos de los que navegan en el Benerice han pasado por esto,decia navegan porque él no era uno de ellos, nunca habia recibido unos latigazos. no se los motivos que habrán empujado a Mery a hacerlo pero seguro que te concede una segunda oportunidad. Me voy también despacio por si quiere decir algo, no quiero restarle autoridad a la capitana compadeciendome de ella.

Elisabeth da un respingo y responde antes siquiera de girar el rostro para ver quien habla.

No os confundáis, no es el dolor quien me hace llorar. Dice apretando los dientes... Ahora sí gira la cara para mirar a Rodrigo. No será la primera ni la última vez que reciba un castigo así y de forma tan injusta, pues no pienso irme de aquí hasta que ella misma me baje.

Añade, entre dientes. No se vuelve a tumbar, sino que busca por la estancia algunas vendas para cambiar las trizas en las que se había convertido el firme vendaje que María había colocado en su torso el día anterior.

-Joder, por belenos....que caracter se gasta la Capitana.- digo en general excesivo y desproporcionado algunas veces, pero habrá que saber los motivos que la han impulsado a ello. pienso mientras me acerco a Vargo...-Tio, estas bien?-

Al oir a Elisabeth me detengo y la miro, esa es la actitud si quieres quedarte aquí, espera, descansa, te traere unos paños limpios y un poco de agua para lavar esas heridas, de todas maneras el doctor pasara a vertelas.

Salgo y al momento vuelvo con una pequeña palangana y unos trapos limpios,  llamare a Maria para que te ayude, descansa, llevas unas horas bastante agitadas

Elisabeth se queda quieta y se sienta, dejando hacer a Rodrigo...

Sois muy amable. Mi nombre es Elisabeth Williams de Hampshire ¿Me dáis vuestro nombre para saber a quien debo estar agradecida? Pregunta antes de que Rodrigo salga por la puerta por segunda vez.

Rodrigo, Rodrigo de Luna digo girandome por última vez, y tranquila... si dices que quieres quedarte por aquí acabaremos conociendonos. Salgo definitivamente a la cubierta, solo me he acercado para ver si se encontraba bien, no quiero ser demasiado amable para no restar autoridad al castigo de la capitana.

Maria!! puedes venir un momento, le digo desde lejos mientras me acerco andando hacia el barullo que esta en cubierta atendiendo a Vargo y aún asombrados por los latigazos de Mery

¿Eh?¿bien yo? sí - dice aún un poco confuso - aunque me duele el pié, tío. ¡Jajaja! - responde mas o menos a las palabras de Crow. - Doc, macho.. héchate unos bendajes aquí, corre.. - le señala su esxtemidad con cara de pena..

Cuando veo que vargo esta bien,escucho la voz de rodrigo llamandome ... me hacerco casi corriendo y veo a elisabeth con el
- ¿si? - pregunto miranod a los ojos de rodrigo, supuse que me pediria que la curase ya que el doctor andaba ocupado con vargo
- ahora iba a ir a calentar algo de agua para limpiarte las heridas Elisabeth - digo adelantandome a que rodrigo me lo pidiese
- ¿estas bien? - pregunto acercandome suavemente y mirandole a los ojos enrrojecidos
- no llores, lo que no te mta te hace mas fuerte - la susurro pegando mis labios a su oido y me separo suavemente
- Sige aprovechandote de la compañia de rodrigo, es el mas encantador del barco - le saco la lengua divertida
- ire a por el agua - les miro como pidiendo permiso para salir

Tortuga es una ciudad bastante grande. No tiene nada que ver con Kingston, la cual se queda pequeña al lado de esta. Caminas por el puerto, donde ves atracados una infinidad de barcos piratas y algunos barcos pesqueros. La pesca es la principal actividad de la isla, y pelea codo a codo con la venta de articulos legales e ilegales en el mercado negro.

Alguno de los barcos pesqueros te llaman la atención. No parecen ser los típicos barcos pesqueros... mas bien... parecen ser barcos piratas camuflados. Interesante. Tomas nota mental de sus nombres, por si alguna vez te los cruzas en alta mar y tras unos minutos de larga caminata llegas al centro de la Isla, que bulle en actividad, aún siendo temprano por la manaña.

La gente corretea borracha por la ciudad, algunos persiguiendo mujeres, otros simplemente corriendo por que sí.

Lo primero que ves al salir del puerto es el edificio de la aduana, el cual también hace de ayuntamiento. Mas allá, a unos metros, puedes ver un gran edificio de madera de donde sale mucho ruido y ves mucha gente entrando y saliendo de el. Es la taberna, el lugar indicado para ahogar tus penas.

Siguiendo por la calle principal con la mirada, hacia abajo, puedes ver los miles de puestos comerciales. Algunos con local propio, otros un simple puesto callejero y otros más, son solo una manta tirada en el suelo con su dueño intentando vender a la gente que pasa.

En este lugar no hay policia. Las cosas se arreglan a tiros o mediante duelos de espada. Si algo no se puede resolver, existe una especie de "consejo de piratas" que regula todo lo que no se pueda arreglar de esa manera.

Te acercas a la taberna pensando en todo eso... y en tu tripulación...

Esta vez, esperas que no se metan en problemas...

Elisabeth asiente a las palabras de María. Ya era fuerte. Precisamente por ello no había derramado ni una sola lágrima enfrente de la capitana, tragándose su orgullo, la rabia y el dolor, aunque este último fue el más facil de aguantar.

Gracias, María.

Susurra sin decir nada más. Rodrigo ya había salido de la habitación, gran decisión por su parte. Si la loca de la capitana lo pillaba comportándose con amabilidad con ella tras el castigo, a saber cómo lo pagaría.

Dejo el agua caliente sobre un taburete de madera y meto unos paños
- muestrame las heridas - digo tranquilamente escurriendo los paños
- ¿puedo preguntar que paso? - digo con algo de temor esperando para limpiarle las heridas

Elisabeth empieza a desvestirse de cintura para arriba con cuidado, cogiendo con cuidado el cuchillo que siempre guarda en su escote y poniéndolo en la mesita. Luego coge su pelo y lo pone por delante de sus hombros, dándole la espalda a la morena.

Me puse nerviosa y rompí una lámpara. Ni siquiera me dejó recogerla. Dice, claramente con el orgullo herido... y es precisamente ese orgullo el que hace que las lágrimas acudan de nuevo a sus ojos... pero no. No derrama ninguna. Consigue contenerlas.

Mery se dirigió a la taberna.

Entró en esta, con rostro serio. Buscó una mesa apartada y se sentó en esta. Pidió su ron, y mientras lo esperaba se acomodó en la silla. Estúpida náufraga...

Su rostro permanecía oculto tras su pelon, dejando en sombras y sin que se viese los ojos empeñados luchando por no derramar ninguna lágrima.

- ¿Te dio latigazos por romper una lampara? - digo sin dar a credito dejando escurrir suavemente el agua restante sobre la espalda de Elisabeth
- Habia oido que era muy dura pero no pense que fuera a ser por algo asi - murmuro algo temerosa, tratando de no herirla
- no te preocupes, desde ahora estaremos juntos y si pasa algo, nos protegeremos mutuamente, asi yo evito que puedas cometer errores y tu evitaras que yo los cometa - sonrio suavemente

La taberna es un descontrol. La gente gritando, bailando entre las mesas, emborrachándose en la barra, mientras un grupo de música toca algunas piezas sobre el escenario mientras tres chicas bailan junto a ellos enseñando sus bragas al levantarse la falda.

El tabernero se acerca a tí con una jarra helada y una botella de ron, y te las deja sobre la mesa. Acto seguido, coge un paño y limpia el resto de la mesa de la suciedad. Te parece que nunca ha limpiado la mesa, sólo por que tu eres una chica y además, por que eres capitana.

El camarero se retira hacia detrás de la barra, y tu lo sigues con la mirada. Sobre la barra, ves un animal extraño, que camina por ella saltando los vasos y jarras de los que allí beben y cuando llega al final, se da media vuelta y repite lo anterior hacia el otro lado.

- Camino, camino, camino... ¡salto! -

María, siempre dispuesta, se acerca rápidamente hací mi y enseguida sabe lo que le voy a pedir, asiento con la cabeza cuando ella plantea la posibilidad de limpiar las heridas, sonriendo timidamente de espaldas a Elizabeth cuando dice que soy encantador y dejandolas solas en las amacas.

La capitana, bastante sorprendida, se limitó a beber de su jarra y dirigir su mirada perdida entre la gente...

Elisabeth asiente...

Supongo que significaría mucho para ella... pero... creo que su reacción fue excesiva. De todos modos no pienso quejarme. Me salvásteis la vida, se un precio justo. Y le demostraré a esa mujer que no soy sólo una muñeca por la que pedir una recompensa.

Va hablando mientras aprieta sus ropas con los puños, aguantando el escozor de las heridas sin dejar escapar un solo grito.

Gracias, María. Sois muy amable, y vuestras manos, casi mágicas.