Partida Rol por web

Las imágenes continuaron a una velocidad de vértigo imposibles de distinguir, hasta alcanzar los eventos que habíais vivido en vuestra piel los últimos días: Cómo habíais rescatado a Lonegan de la diligencia, vuestra llegada al pueblo de Las Cruces, y, por último, deteniéndose poco a poco hasta que fuisteis capaces de verlo como si lo estuvierais viviendo en aquellos precisos instantes, el momento en que Lonegan, Juanita y McReady abrieron el ataúd vacío del Francés...

En el momento exacto en que los miembros originales de la banda de Lonegan quedaban estupefactos ante la visión del ataúd vacío la visión alcanzó tal lentitud que todo pareció congelarse, sin embargo, vosotros seguíais allí de pie junto al ataúd, atraídos irremisiblemente hacia él mientras la oscuridad lo envolvía todo, hasta que finalmente entrásteis en su interior y todo quedo completamente negro...

Todos despertásteis en mitad de una profunda agitación y cubiertos de un sudor frío. No sabíais cuanto tiempo había transcurrido desde que entraseis en ese extraño trance, pero cuando os fijásteis en lo que os rodeaba comprobásteis que realmente os encontrábais en mitad de la oscuridad de la noche, exáctamente igual que en la última visión en la que Lonegan y los otros abrían la tumba. La única fuente de luz era una hoguera que ninguno habíais podido encender, y al límite del alcance de la luz, vuestros caballos yacían tumbados, pacíficamente dormidos atados a un viejo árbol seco.

Os mirásteis entre vosotros esperando encontrar alguna explicación; sólo ver que todos os encontrábais en un estado similar fue suficiente para convenceros de que había ocurrido algo "real". Entonces habló una voz, no os habíais percatado de que en el otro extremo de la hoguera, confundiéndose entre el círculo que formábais a su alrededor había dos personas: una se mantenía oculta más allá del alcance de la luz, pero la otra estaba completamente visible, sentada con las piernas en cruz...

- Por fin despiertas, Wanikly Qochata. -

Ante vosotros, vestida con ornamentadas túnicas indias, se encontraba Keezheekoni. Tanto sus ropas como su pelo habían cambiado desde que la vierais por primera vez, pero lo más destacado era que esta vez no necesitaba de McReady para que entendiérais sus palabras. Tenía un marcado acento, pero os estaba hablando en vuestro propio idioma.

Despierto, intranquila. Ni siquiera recuerdo haberme quedado dormida...

Oigo crepitar el fuego pero no lo siento. Un escalofrío me recorre y tengo la espalda empapada de sudor. Observo a mi alrededor. Sigue siendo de noche, pero los demás también están despiertos. Aún me cuesta respirar normal, por culpa de la intensidad del sueño. Pero, mientras estoy observando al resto, me doy cuenta que no soy la única nerviosa. Sin expresar en voz alta lo que acabo de vivir, no puedo estar segura, pero juraría que los demás han pasado algo similar.

Entonces la veo. La india aquella. "¿Qué hace aquí?" -Tú...- siseo por la bajo, antes de darme cuenta de que hay alguien más con ella. Alguien que no veo.

McReady se despertó completamnete desorientado. Tenía un ligero dolor de cabeza y en su mente persistían los recuerdos del pasado. Se echó instintivamente la mano al estómago, pero no le dolía. Se tocó por dentro de la ropa hasta encontrar el agujero de bala.

No; no se lo había inventado. Aquellos eran realmenete sus recuerdos. Miró a su alrededor buscando la cara de sus compañeros. Todos parecían estar en un estado similiar. Todos menos aquella india que les habló nada más despertarse.

Se dedicó un momento para recomponer la situación, encajar as piezas y asimilar lo que estaba sucediendo.

-Por fin despiertas, Wanikly Qochata.

Encontrar sentido a aquellas extrañas palabras, y tratar de reconocer a la mujer que las había pronunciado, fue lo primero que intentó hacer Lonegan mientras trataba de espabilarse. Tenía la sensación de haber despertado de un sueño con muchas sensaciones diferentes, agitado. Pero tomando unos segundos para analizarlo, comprobó que en realidad todo aquello lo había vivido: Algunas de aquellas situaciones habían pasado hace tiempo ya, y otras hace escasos días. Estas conclusiones no hacían más que aumentar la confusión del forajido.

¿Y ahora donde demonios estamos? Un momento, esa mujer india...

-Hacía tiempo que no nos veíamos, sin embargo, su viejo amigo ha tenido el placer de acompañarme desde hace una buena temporada. Al menos en espíritu.-En su confusión, Jack no ha caído en el extraño detalle de que la mujer india ahora hable directamente en su lengua, por lo que se ha decidido a hablar con ella sin pedir a James que le tradujera. Mientras habla, intenta escudriñar en la oscuridad tratando de ver la cara de la otra persona que se ocultaba fuera del alcance de la luz, sin éxito. 

- ¿Pero qué? - preguntó el tahúr aturdido - ¿Ketty? - miró extrañado a la mujer que parecía la única que sabía de qué iba todo aquello. La mujer india no había perdido el tiempo. Estaba más limpia, mejor peinada, más arreglada... no se parecía en nada a la mujer que acababan de salvar de los vaqueros.

- ¿Acababan de salvar? - Parecía que aquello hubiera pasado días atrás y no sólo unas pocas horas antes.

-¡Hay mamasita!- Pancho despertó sobresaltado, y eso junto con la naturaleza del sueño, en el que había vivido ser otra persona, y los sudores fríos, hizo que se santiguase una u otra vez.

Aunque es poco probable que realizase el símbolo de la cruz en el orden correcto. -¡Hay Cristo bendito! ¡Hay Cristo bendito!- Se repetía, alterado. -¡Todo esto es cosa del diablooo!-

Entonces vio a la mujer, y la diferencia de aspecto respecto a la última vez que la viera la impresionó, y dijo: -¡Esta mujer es una bruja, híjole! ¡Pues mira que ahora habla hasta mi....- se paró un segundo para pensar: - ...vuestro idioma no máaaaas.-

Al señalarla, se percató que había otra figura un poco detrás de ella. Se calló, aun señalando a la mujer, y entrecerró los ojos para reconocer al individuo en la oscuridad.

Keezheekoni sonrió ante vosotros; en especial a Lonegan, pero también a Pancho que balbuceaba acusaciones muerto de miedo.

- Así debía ser, Wanikly; y ahora el sabio Qualatega también me ha guiado hacia vosotros. Hace algún tiempo que Yietso despertó al fin, y sin tu ayuda nada poder hacer por derrotarlo, pero ahora el momento ha llegado. ¡Debes responder a la llamada de los espíritus! -

Cuando terminó de hablar dirigió una mirada indulgente a Pancho, que aún la miraba como si la mujer india en cualquier momento se fuera a convertir en una bestia salvaje para devorarlo. - Los espíritus también atraer a alguien más. - continuó Keezheekoni - Hombre blanco. Conocer las maldades de Yietso, y también conocerte a tí, Wanikly. -

Hizo entonces un gesto con el brazo como invitándo al desconocido a entrar en el umbral de la luz proyectada por la hoguera, pero el individuo respondió retrocediendo un poco y agitando la cabeza en forma de negativa, nervioso. Un tipo extraño...

A pesar de que "en realidad" nunca lo había visto en persona, Pancho reconoció de inmediato al indivíduo que se escondía tras Keezheekoni, mientras que a McReady le costó unos instantes darse cuenta a causa de su vista, cansada por la edad; sin embargo, aquella forma de moverse con tanto miedo y cobardía era como si la hubierais visto apenas unos instantes antes... y de hecho, se podía decir que así era.

Demacrado, pálido, muerto de miedo, y con varios kilos menos de peso que la primera vez que le vísteis, allí estaba James Carter; el hombre del banco al que le quitásteis los bonos al portados que llevábais encima ahora mismo.

Aunque logras distinguir la cara del indivíduo, no hay nada en ella que te resulte familiar. Sin embargo durante unos instantes te asaltó una potente migraña que te obligó a tumbarte de nuevo un segundo. Mientras duró el dolor, vislumbraste durante un instante algo que no recordabas, pero que de algún modo sabías que había ocurrido.

Era como si lo presenciaras todo a un lado de la escena sin interrumpirla. Era el vagón de pasajeros de primera clase; Había 2 hombres y una mujer, una azafata; de repente entraron McReady, El chico, y El Francés; hubo un tiroteo, aunque no eras capaz de escuchar nada, como si el sonido hubiera desaparecido. Uno de los hombres cayó abatido a balazos, sin embargo el otro se refugió tras su asiento encogido de miedo hasta que el chico llegó hasta él, le dió un tremendo sopapo y le tomó como rehén.

Aquél era el mismo hombre que ahora se ocultaba tras la mujer índia.

McReady se había compuesto después de su despertar y ahora se hallaba escuchando en silencio a la mujer. La historia parecía ir con Jack más que con él, pero dado que sus destinos estaban unidos, no estaba de más prestar atención. Sentado sobre una piedra, cogió la botella de Whisky que habían abierto la noche anterior...¿o la otra? Había perdido ya hasta la noción del tiempo. La descorchó con los dientes y le dio un trago.

La irrupción del tipo del banco le hizo arquear una ceja...-¿y éste...de dónde sale?-pensó-. Resultaba extraño verlo allí, más aún cuando la noche pasada había rememorado en sueños lo del tren. Era como si al recuperar el botín, hubieran llamado a los fantasmas de su pasado. No es que hubiese hecho ningún gesto hostil y desde luego, no parecía que fuese a hacerlo, pero la naturaleza de McReady, en general desconfiada, hizo que quisiese echar mano de su rifle y apuntar al recién llegado. Y así lo hizo.

-Vaya, vaya-dijo al fin mirando al recién llegado-¿Qué se le ha perdido por aquí? No habrá venido a recuperar sus bonos ¿verdad?
 

Michael estaba bastante confuso. La mitad de lo que decía aquella mujer, seguía siendo incomprensible. No paraba de intercalar palabra en su idioma, repetía una y otra vez Waniky, Yetso y Qualate-algo. Parecía que la cosa iba con Lonegan, quizás aquel hombre entendía las palabras de la mujer y no era James el único en hablar indio. Lógico, si aquellos dos llevaban tanto tiempo juntos como imaginaba...

Y en aquel momento hizo su aparición alguien más... Ojalá aclarara de qué iba todo aquello.

Pancho se sentía confundido. No conocía ni a la mujer ni al individuo oculto entre las sombras. Nunca se había cruzado con ellos en persona. Y sin embargo, los había reconocido. A ambos. ¿Qué clase de brujería era esa? Una que no era capaz de comprender. Había visto la vida a ojos de otro hombre, un tal Pierre, y ahora sabía todo lo que ese hombre había vivido durante una pequeña etapa de su vida.

Cuando Mc Ready se dirigió al individuo (el cual, de algún modo, se mostraba diferente a como Pancho lo había conocido en la "visión", mucho más delgado y pálido), Pancho no pudo evitar mirar al ex-soldado. Aún asustado por los extraños acontecimientos, Pancho añadió a las palabras de Mc Ready, preguntando a la figura oculta tras la nativa india:

-¿Y qué te pasó pinche way? ¿Por qué estás tan paliducho y huesón? ¿No estarás...?- Pancho tartamudeó al pronunciar.- ¿...mu-mu-muerto?-

Me llevo las manos a la cabeza y me aprieto las sienes, en un gesto de dolor. Dolor que trato de mitigar tumbándome de nuevo. Entonces, a diferencia de lo que ha pasado hasta ahora, recuerdo algo que yo no puedo recordar ¡porque no estaba!

"¡Por Satanás! ¿porqué me acuerdo de este tipo?"

Incorporada de nuevo, escucho como la india nos habla de nuevo, como aquella vez hace años, de sus tonterías.

-¿Qué nos has hecho esta vez, maldita? Todo esto es culpa tuya ¿verdad? Teníamos que haber dejado que te cogieran esos tipos... menudo agradecimiento el tuyo...-

Creo que los demás hablan con el hombre, pero no estoy segura porque toda mi atención se centra en la maldita india del diablo.

Jack escucha las palabras de la mujer india. Una vez más, se refiere a una serie de nombres que no reconoce y anuncia una serie de calamidades a las que, por lo visto, él tiene que plantar cara por haber sido elegido o algo así. En la cabeza del forajido no hacían más que amontonarse preguntas.

-¿La llamada de los espíritus? ¿Que quieres decir con eso? ¿Que se supone que queréis que haga para derrotar al tal Yietso ese?-Dirigió su mirada hacia la figura que no terminaba de dejarse ver en la claridad de la hoguera.-Eh tu, el que se esconde, esta mujer dice que me conoces, pero no puedo verte desde aquí. ¡Déjate de tonterías, acércate de una vez y enseña tu rostro!

Tanto secretismo y misterio estaba provocando que Lonegan perdiera un poco la paciencia, y elevar el tono de voz era una muestra de ello.

- ¡No disparen! - casi gritó el hombre alzando las manos en señal de rendición cuando McReady se dispuso a echar mano al rifle. - Estamos solos y somos inofensivos. Solo quiero hablar, se que les interesa lo que tengo que decirles. - Tras dar unos pasos al frente el hombre quedó al descubierto. Parecía demacrado como había mencionado Pancho, y sus ropas eran ligeramente más anchas de lo necesario.

Cuando volvió a hablar, se dirigió directamente a Lonegan - Mi nombre es James Carter. Y si, le conozco, aunque esta es la primera vez que nos vemos en persona. - El tal James Carter se detuvo un instante y tragó saliva ruidosamente, parecía tremendamente nervioso.

- Buscan la plata que robaron hace tres años - no era una pregunta - y yo se quien la tiene. Lord Percival R. Beaumont; antes conocido como Pierre Beumont y miembro de su propia banda. - mientras hablaba, expuso el interior de su chaleco para que fuerais conscientes de sus movimientos y no lo vierais como algo sospechosos. Entonces, del bolsillo interior sacó un pequeño trozo de papel grisaceo, que al observar más de cerca comprobásteis que era una fotografía reciente* en la que aparecían varios hombres de negocios y terratenientes adinerados en algún tipo de celebración. En el centro de la misma aparecía inconfundible "El Francés", vestido con ropas elegantes y el porte de un alguien nacido en una auténtica familia de noble cuna.

Vaya. Pues al final, el tal Carter, en vez de resultar el fantasma de un hombre muerto, estaba bien vivito y coleando. Igualmente, el tal "Francés", antiguo miembro de la banda al que todos creían muerto, también seguía vivo.

Pancho Castillo frunció el ceño. Se sentía bien confundido con este tema. Todo aquello resultaba muy extraño.

Pero a pesar de todo su barullo mental, consiguió extraer algo de coherencia y preguntar al antiguo hombre del banco: -¿Y por qué nos cuenta ahora todo esto a nosotros, chamaco? ¿Y qué le pasó para estar tan chupado? ¿Y de donde lo ha sacado a usted la...?- Ni siquiera dijo su nombre. Señaló a Keezheekoni. -Ay ay ay ayaiii. No entiendo nada de estoooo.-

-¿Que es la primera vez que nos vemos en persona?-dijo James desconcertado-¿Acaso no recuerda aquel asunto del tren? Si lo recuerda no entiendo porqué querría ayudarnos y si no lo recuerda...tampoco, la verdad. Cualquiera diría que no será una ayuda desinteresada ¿me equivoco?

La foto de Pierre acabó de desconcertar al viejo exmilitar que miró hacia su compañero como pidiendo una explicación.

Escucho hablar a unos y otros pero sigo sin tener claro nada. "¿Porqué, diablos, ha tenido que volver la india esta?"

Pero entonces habla el tipo ese, al que jamás he visto pero que aparece en mis recuerdos y nos dice toda esa sarta de desvaríos. "No. Pierre no haría eso. Y, más importante aún, no nos haría eso a nosotros... ¡¡Seré estúpida!!  Por supuesto que no, ¡está muerto!"

Atenta veo la foto que nos muestran y me acerco aún más...

-Yo no sé cómo se explica lo que nos enseñas, pero no puede ser. Estás equivocado...-

Miro a Jack y a James. Ellos conocieron a Pierre. Saben que no puede ser ¿no? Estuvo con nosotros en ese tren, sabe que James casi no lo cuenta y, si por alguna clase de milagro, Pierre hubiera seguido vivo, sabría que Jack acabó en la carcel... No. No puede ser...

Bueno, estaba claro entonces que aquel tipo y el resto de la banda eran amigos, o conocidos al menos. Aunque el tuipo remilgado del bigote se había presentado, se desenvolvía como si los bandidos fueran conocidos y sabía cosas que les implicaban. Dado que no había abierto fuego contra ellos, eso también hablaba a su favor, vamos, que no era un agente de la ley.

Al pensar en esto Maverick tironeó de la chaqueta del difunto sheriff para alisársela y se relajó. Se recostó en una piedra, estiró las piernas y puso las manos tras la cabeza. Se permitío su mejor sonrisa de timador y se dispuso a estudiar a aquel tipo.