Partida Rol por web

Plus Ultra - La Conquista del Cipango

Los hombres de Nishi (Escena 1)

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26/08/2015, 08:05
Martín de Nagakura

La imágen era muy tierna y al propio Martín le escocían los ojos por las lágrimas que pugnaban por salir. Carraspeó una respuesta al agradecimiento de la mujer, seguido de un gruñido de asentimiento. Se puso de cuclillas para lavarse las manos en la jofaina que había traido* a saber quien, por orden de Dôa.

Le molestaba la sangre, le hacía sentirse sucio y sabía por experiencia que debía lavarse antes de que se secara, o sería muy difícil desprenderse de la que queda alrededor de las uñas. Era la primera vez que era sangre por traer una vida en lugar de quitarla, y el cambio le pareció bien.

Martín escucha con cierta indiferencia los sonidos de batalla en cubierta. La muerte no es algo que se pueda evitar, a uno siempre le acaba alcanzando. Estaba listo para afrontarla, si ese era su karma.

Mira una última vez a la mujer. Le viene a la memoria la voz del padre Rodrigo, hablándole sobre la vírgen María. No era como nacer en un establo, pero se lo recordaba. Imaginaba a la vírgen maría como a Nor. Sus ojos redondos de gaijin, sus rasgos de gaijin... Pero sentía por ella, en aquellos momentos, algo similar al amor. Un amor sutil, místico.

Notas de juego

* supongo...

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26/08/2015, 13:50
Dôa

No quería que se me notara, pero estaba a punto de vomitar. El bamboleo del barco al que nunca llegaría a acostumbrarme, el olor de las entrañas y el metal de la sangre, la visión del pobre niño recién nacido llorando y lleno de... De lo que fuera. Todo ello unido junto con la falta de alimento y agua, me produjeron en el estómago un dolor acuciante, y algo de náuseas.

Me aparté de la recién madre sonriendo ante su agradecimiento, con cierto disimulo, pues quería dar a entender que volvía a mi sitio porque el trabajo ya estaba terminado, y no porque fuera aprensiva.

Crucé una mirada con los dos hombres que habían ayudado, e hice una ligera reverencia, en señal de gratitud. Dudaba mucho que yo sola junto con un par de mis compañeras pudiéramos haber tenido éxito.

Volví al rincón, me senté entrecerrando los ojos, y agarré con fuerza un coy que me pillaba cerca para evitar caerme. Traté de calmarme para evitar más náuseas, y escuché con atención los sonidos que nos rodeaban. Espadas, metal contra metal. Eso hizo que me pusiera más nerviosa, y el dolor de estómago se acentuó.

Ojalá saliéramos de allí pronto.

Notas de juego

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27/08/2015, 11:52
Padre Rodrigo Expósito

Parecía que todo había terminado sin mayores contratiempos y así, una nueva criatura acababa de llegar al mundo. Rodrigo, algo más tranquilo tras el feliz desenlace de la emergencia, se aparta a un lado y se encomienda por unos instantes al Señor:

Gracias, Señor nuestro, por permitir que este niño haya llegado a nuestro mundo sin mayores complicaciones.

Después de esta breve oración, se acerca hasta su protegido, que en esos momentos termina de limpiarse las manos tras el trabajo. Le tiende una mano para levantarse, mientras le comenta:

-Estoy orgulloso de tu comportamiento Martín, siempre hay que ser solicito en ayudar al necesitado.- No como has hecho tu mismo, remilgado de pacotilla.-Lamento no haber podido ser de más ayuda, pero afortunadamente os habéis bastando entre esa maiko y tu. Habéis traído a un nuevo ser a este mundo, y eso es algo hermoso. Más tarde, cuando haya descansado, le preguntaré a la madre si quiere que el niño sea bautizado.

Más tarde, sí. Si salimos vivos de esta travesía y no morimos naufragando en combate, o caemos en manos de quienes sean los que nos están abordando...

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28/08/2015, 08:58
Martín de Nagakura

Martín eleva la vista hacia el sacerdote e inclina su cabeza con respeto y sumisión.

Sois muy humilde, páter. Sin vuestra ayuda esto no habría sido posible. Habéis sacrificado vuestro hábito por esa mujer. Yo sólo he puesto las manos al servicio del Señor.

Y en ese punto mira a Dôa.

Y también ha sido gracias a Dôa san. Sin su presencia me habría faltado la presencia de ánimo para hacerlo. Su cercanía me ha permitido acceder a este mundo secreto de las mujeres. Gracias, Dôa san, por permitirme presenciar algo tan íntimo.

Musita con voz calma, contrastando con la actividad que se escucha en la cubierta superior. Tras ello le dedica una reverencia a la maiko.

Qué cosa más desagradable eso de dar a luz. Todo lleno de sangre y entrañas. No me extraña que las mujeres se lo guarden para ellas. Agradezco que sean seres tan discretos... Es normal que esto haya ocurrido con una gaijin.

Piensa, aunque son pensamientos encontrados con los sentimientos que hay en su interior. Se vuelve otra vez hacia el jesuita.

Seguro que la madre querrá que su niño se bautice... ¿Catalino sería un buen nombre, páter? Le pregunta Martín, pensando en el nombre del buque donde se encuentran.

 

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28/08/2015, 13:54
Dôa

El episodio había acabado, y me sentía totalmente ajena a lo que la recién madre y su hijo podían sentir. Era un vínculo que había crecido entre ellos, y no me competía a mí meterme en algo así, por lo que los dejé tranquilos, mirándolos a veces de soslayo, preguntándome si resistirían los envites del barco. Si los resistiríamos nosotros.

Escuché hablar a los dos hombres que habían ayudado al parto, y sonreí para mis adentros ante el cariz que tomaba la conversación.

-Respetuosamente, gracias- murmuré al hombre cuando se dirigió hacia mí, y también le hice una inclinación de cabeza, sonriente.

Después, me pregunté si la mujer estaría de acuerdo con el nombre que iba a recibir su hijo por parte de aquellos extranjeros.

Notas de juego

Móvil D:

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30/08/2015, 00:54
Director

El último empujón fue decisivo. En el camarote del capitán, a popa, echaron a los asaltantes, mientras más galeones se acercaban, comenzando a descargar sus cañones con metralla y a tirar la arcabucería. La gran mayoría de las naves japonesas, intentando escapar como podían, se sumaban a un caos de remos partidos, muertos por doquier y agujeros en el casco. Uno a uno, los buques se hundieron. Algunos fueron capturados, a costa de no poca sangre y algún sacrificio. Estaba claro que aquellos hombres sabían pelear bien. Pero la guerra en el mar no parecía ser lo suyo. Al menos no comparado con los españoles, considerados en el mundo occidental como de temer en las distancias cortas.

Antes de que se certificara éste desastre, ocurrió un pequeño "milagro". Difíciles de capturar, los japoneses preferían sacrificarse, aún inmolarse, antes de caer prisioneros. Pero el samurai que luchaba contra el capitán Figueroa fue una excepción. Después de que un tajo le volara el casco, el joven paje de rodela cargó contra él, derribándole. La doble conmción le hizo perder el conocimiento, mientras sus hombres se retiraban a su propio navío, que recibió una última y fatal descarga de artillería.

Los españoles desarmaron y maniataron a aquel hombre, que se perdió la destrucción de la flota de su nación. De las más de cien naves que se les habían enfrentado, solo seis escaparon de la matanza a golpe de remo. Las operaciones de combate se dilataron durante el resto del día, tratando de dar alcance a algún relegado. Cuando cayó el sol, se dió orden de reemprender la singladura hacia Nagasaki.

En el agua, entre los restos, quedaban miles de guerreros muertos. Un sacrificio quizá inútil, pero sin duda valeroso. La guerra comenzaba mal para el Japón.

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30/08/2015, 01:09
Director

Dos días más tarde...

El ajetreo era considerable. Sanadas las heridas del combate, que no fueron pocas (aquellos tipos sabían pelear, y aún se habían lamentado casi setenta víctimas en el combate naval), los españoles encontraron puerto seguro. La populosa Nagasaki les aguardaba. Aunque fue preciso sacar de las cárceles a los pocos jesuitas que quedaban, interrogados por órden del shogún, y echar a patadas a los guardias de la ciudad que pretendían atrincherarse en ella, la falta de una plaza fuerte que controlara la ciudad, de fundación tan reciente, facilitó la tarea.

Por alguna razón, los guerreros del Japón abandonaron aquella ciudad a los españoles. Quizá conscientes de su derrota, de que debían reagruparse. Quizá por que la ciudad, al menos teóricamente, era dominio de la Compañía de Jesús, en un territorio donde los daimyos locales peleaban contra el poder centralizador de Nobunaga. Demasiado habían transigido alojando a la armada que ahora habían derrotado, y ahora temían las represalias de los europeos por aquella eventual traición.

La ciudad era lo suficientemente grande como para alojar a los soldados en las casas, aunque también se levantó campamento, evitando una excesiva fricción con la población local, por otra parte bastante acostumbrada a los extranjeros, a los bárbaros "nanban" como los llamaban.

Y en esos dos días, las manos se habían puesto a trabajar. El propósito era el de seguir el plan, y el plan comenzaba por asegurar Nagasaki, creando defensas de tipo abaluartado para protegerla. Se comenzó con revellines, puntos fuertes donde concentrar artillería, y se seguiría con trincheras y muros de cortina que vendrían detrás. Para ésta obra se hizo bando en la ciudad, traducido y con cartelería, pagándose a los hombres dispuestos en monedas de plata. A pesar de la desconfianza hacia el extranjero, no pocos hombres de los alrededores, en su mayoría campesinos acostumbrados a trabajar a destajo, se unieron al cuerpo de gastadores.

Nagasaki era una ciudad grande y caótica, apenas un pueblecito pesquero antes de la llegada de los portugueses. En las décadas siguientes, y al albur de las riquezas y géneros de lujo que venían en los "barcos negros" de los occidentales, había crecido un puerto comercial de primer orden, ciudad opulenta y punto de intercambio entre Japón y Occidente.

Nunca antes su población había visto a tantos occidentales juntos, y además armados y equipados para la guerra. Estaban acostumbrados a los padres jesuitas y a los marineros, pero aquello era diferente. Saltaba a la vista. Los hombres iban por la calle como conquistadores, y atraían las miradas. Para los japoneses resultaban vocingleros, egocentristas y de costumbres zafias. Además, su aseo personal dejaba mucho que desear. Por eso, a su paso, las mujeres solían encerrarse en casa. Aunque había órden del capitán general para no robar, forzar a las mujeres ni violentar las propiedades de los habitantes, aquellas órdenes se aplicaban en sentido estricto a los conversos cristianos. Pero con Nagasaki se quiso hacer una excepción, por lo que esa misma mañana se había colgado a dos hombres por forzar a unas mujeres del lugar, con lo que se dió público escarmiento.

En la que había sido casa del gobernador, ahora cuartel general de las fuerzas españolas, hondeaba la cruz de San Andrés. Y todo era un ir y venir de soldados, porteadores que descargaban cosas de los navíos, furrieles, sargentos y aposentadores de campamento que distribuían aquella marea humana y material en la conmocionada ciudad, mientras las primeras defensas se iban levantando con trabajo duro, a pico y pala.

La compañía del capitán Figueroa se había asentado en unos cuarteles que antes ocupaban las fuerzas del shogún local, y era una de las pocas que dormía bajo techado y junta. Privilegio dado por el marqués de Santa Cruz a aquellos que en el combate se habían destacado.

Como había espacio de sobra, se articuló en un edificio anexo el lupanar y salón del té para los oficiales, al ser el espacio más seguro de todo aquel despliegue y donde los extranjeros pudieran sentirse seguros para un menester tan crítico como el del catre.

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30/08/2015, 01:29
Director

La tropa disfrutaba de un descanso. Al menos una parte de ella. Otros estaban de guardia, a los que se sumaba una compañía de refuerzo, que a las órdenes del capitán Sanchidrían ocupaban un edificio vecino. Ellos habían destacado también en el combate, perdiendo quince hombres en el abordaje y captura del buque almirante de la desaparecida flota japonesa. Honor nada desdeñable, habida cuenta de que aunque el capitán era peninsular, la tropa venía fundamentalmente de la Nueva España. Nuevos soldados, que aún así habían demostrado su temple en combate.

Por eso, hasta el duro sargento Tarantela se había desecho de sus armas, que según la ley y usanza de Castilla no se pueden traer en una mancebía, y ahora comían algo, tomando aquel vino de arroz fuerte de los del Japón, que llaman sake. Mientras, disfrutaban de la música que tocaban Dôa y sus aprendices. Ellas no eran meretrices. Aún así, los españoles las confundían con tales, aunque las equiparaban a las tusonas, las cortesanas de lujo para nobles, oficiales y grandes señores.

Los españoles, cuando no estaban de servicio, vestían de forma muy ostentosa. Eso llamó la atención de Dôa. Su ropa era extraña. Algunos de ellos iban vestidos de negro, de pies a cabeza, excepto por un cuello con un dibujo muy curioso, como de hondas, que salía del cuello de la chaqueta, y los puños de la camisa que sobresalían debajo. Pero esas figuras enlutadas eran las de menos. Los soldados gustaban de vestir ropa de colores vivos, con sombreros de grandes plumas. Algunas de esas plumas, de los hombres novohispanos, eran de aves muy exóticas y bonitas, como las de queztal, largas y extrañas.

Las yūjo, mujeres de placer de Nagasaki, habían acudido al sonido del dinero. Se disputaban sus presas con las que venían del mar, fundamentalmente mujeres chinas y malayas, que les parecían a las lugareñas sucias y con malos modales.

Menudeaban las historias y bravatas sobre el lance de hacía dos días, y todos se congratulaban de estar vivos y en tan buen sitio. Habían decorado la estancia con los tapices y biombos que habían cargado desde Manila, y el ambiente en general era bueno. Se jugaba a las cartas y los dados. Fue ésta la primera vez que las mujeres del Japón conocieron los juegos de la baraja española como el Rentoy o el Pollas.

Notas de juego

A vuestro aire.

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30/08/2015, 01:44
Director

No todos descansaban. Al capitán le restaba algo por hacer. Habían encerrado a aquel hombre en una celda, atado de pies y manos al suelo. En cuanto podía, intentaba suicidarse o escapar.

Sabían de sobra que era un samurai de alto rango. Del clan Nomura, uno de los más antiguos de Japón. Pero no había dicho nada. Solo insultos. Por eso el capitán había mandado llamar a sus dos mejores traductores, que ahora aguardaban a que el capitán llegara, como hizo, con instrucciones del capitán general. Había que averiguar los planes del enemigo, y las órdenes que habían recibido aquellos guerreros. También, en la medida de lo posible, conocer datos sobre la red de espías que había hecho que su llegada y destino no fueran desconocidos para el emperador del Japón y sus servidores.

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30/08/2015, 15:08
Don Diego de Tarantela y Villegas

Don Diego se recostó sobre la silla en la que se encontraba. De momento no prestaba mucha atención a aquellas fulanas japonesas, si no más bien se centraba en desgustar aquel vino de arroz templado, sake, el cual le había causado muy buena impresión. No sería mala idea intentar averiguar como lo fabricaban, pues quería retirarse para siempre de los ejercitos una vez terminase la campaña del Cipango, que se avecinaba larga, muy larga. El caso era no tener que pedir el reenganche a las tropas si había otra mala cosecha. 

en la ribera del guadiana, se planta arroz y muy bueno, aparte del tomate, quizá un negocio de importación o producción local....

Cuando se dió cuenta que estaba divagando, cortó de raiz sus pensamientos y volvió a la realidad, apuró su taza de sake, y se rellenó de nuevo

eso si, estas tacitas no valen ni una real y mísera mierda

Se atusó la ropilla, de color negro y mangas blancas, sobre jubón del mismo color de la noche, pues según él daba porte elegante, con cuello a la Valona, pues odiaba la lechuguilla, ya que para él resultaban prendas pomposas para gentes de bien, artistas y miembros de la realeza.

Pero no estaba allí solo, pues había sido acompañado por personal de su compañía, y aunque no era muy dado a las recompensas, los hombres de armas habían luchado con bravura en las aguas.

-Quirós, buen trabajo el que hiciste en la popa de la Santa Catalina, se lo comunicaré personalmente al capitán de Figueroa-

-Ortega, todos en España somos hidalgos o en el peor de los casos, Hijosdealgo, pero descansar sin haber hecho nada, tanto aquí en el cipango como en mi tierra extremeña, es hacer el holgazán, aunque luego enmendaste bien el error, ¿como están tus heridas? espero te hayan atendido bien los galenos, si es necesario te daré licencia hasta que estés recuperado totalmente-

-Sea como fuere, las siguientes dos botellas de este templado sake, corren a mi cargo, descansad que os lo habeis merecido-

 

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30/08/2015, 16:49
Lope de Figueroa y Barradas

Lope pensó que Nagasaki se podría convertir en una futura Manila mientras su empresa llegue a buen final. El inicio del asentamiento en esta ciudad no fue del todo esquivo y desagradable pues las gentes estaban acostumbradas a hombres extranjeros. Además el capitán fue afortunado con la dádiva de Don Álvaro, pues en el cuartel se gozaba de buena estancia.

Se vistió con buena gala y armado con su ropera, pues quiso dar aspecto de fuerza y condición. Quiso demostrar que no iba a parlamentar con un cualquiera.

Bajó hasta encontrarse con el Padre Rodrigo, el jesuita con el que había hablado bastante y al cual tenía gran estima; no así con el converso pues aún debía demostrar al capitán su valía.

- Vuesas mercedes, debemos conseguir toda información del prisionero.- Saludó, aunque presto fue al asunto.- Padre Rodrigo, antes del encuentro me gustaría preguntaros si conocéis algo de ese clan...Namura...Del que dicen que es reputado miembro el apresado.

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30/08/2015, 22:55
Padre Rodrigo Expósito
Sólo para el director

Notas de juego

¿¿Debería saber algo sobre el clan Nomura?? No me sonaba, pero por si acaso he revisado la sección de ambientación de la partida por si se me escapaba algo. Otro vistazo rápido por los mundos de internet tampoco me ha sacado de mi ignorancia sobre el clan (solo he dado con un grupo llamado así en la serie anime Naruto)... Algo tendré que contarle al capitán, supongo.

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30/08/2015, 22:20
Pedro Ortega Alonso

A Ortega se le agrió de nuevo el día, el percal pintaba pardo y no le dejaban los oficiales ni a sol ni a sombra y es que hasta para las putas los tercios mantenían la formación cerrada. Digno adversario debían ser aquellas pequeñas mujeres que no flaqueaban ante tanta pica alzada.

Vestía capa larga, sombrero y botas lustradas. Calzas de colores y jubón de piel gastada sobre una camisa remendada completaban el atuendo con el que el de Tordesillas se pavoneaba ante la población local. En la mancebía había empezado fuerte con el saque, pero algunas compañías le estaban quitando la sed. Y es que el sargento la había cogido con ganas.

-Ortega, todos en España somos hidalgos o en el peor de los casos, Hijosdealgo, pero descansar sin haber hecho nada, tanto aquí en el cipango como en mi tierra extremeña, es hacer el holgazán, aunque luego enmendaste bien el error, ¿como están tus heridas? espero te hayan atendido bien los galenos, si es necesario te daré licencia hasta que estés recuperado totalmente-

Pues el que habla es hidalgo por los cuatro costados, que se cuentan ya cuatro generaciones. Y al que le pese, que vaya a poner queja a la Reál Cancillería de Valladolid, y al que lo niegue, lo veo yo al alba con padrinos. Y de hogazanería sabrán mucho en Extremadura, pero yo lo que hice fue cumplir órdenes, Don Diego, que cuando se me manda a primera línea bien me bato el cobre.

El coselete dio buena cuenta de la tacita de sake y sirvió una ronda más.

El barbero me hizo buen remiendo y cataplasma de vino hervido, pero es poca cosa y no me impide manejar la pica. Se agradece la preocupación.

Aunque la licencia sonaba bien, la realidad era que tenía más ansia de plata que los curas. Eso le recordó que siemrpe podía sacar algo con los naipes.

Y puesto que me siento afortunado de conservar la vida, creo que probaré suerte con los naipes a ver si me hago con algunos triunfos.
 

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30/08/2015, 23:51
Gonzalo Quirós

El furriel de la Compañia había tenido a bien acomodar a Quirós en la casa de un comerciante de sedas. Más bien un trapero ido a más pero el sitio era bueno y la comida aunque rara, se dejaba comer que era más de lo que se podía decir del rancho muchas veces. Quizás lo que más interesaba a el bueno de Gonzalo era la esposa del comerciante, mujer menuda pero menuda mujer era. La habían casado con viejo por no meterla a puta pero para el caso hubiera tenido la misma cantidad de disgustos. 

-Se dio bien la cosa -dijo sirviéndose un poco de sake- aunque no van faltos de cuajo, los de por aquí. Los hideputas se nos colaron hasta por las ventanes. En estas que cerramos piques y debo decir si se me permite una palabra que Ortega anduvo briosu en la defensa. 

Se bebió la tacita de un sorbo que por suerte era poco dado a salpicarle hoy que llevaba la ropa buena. Quirós iba engalanado en rojo y negro con un jubón de mangas acuchilladas que dejaban ver la camisa blanca que llevaba debajo. Hizo a un lado el sombrero de tres plumas de vivos colores haciendo sitio.

-Se agradece la mención, Don Diego -asintió echando otro poco de sake- Además siempre va bien una palabra buena de uno que con el Capitán poca palabra he cambiado. 

-Pues el que habla es hidalgo por los cuatro costados, que se cuentan ya cuatro generaciones. Y al que le pese, que vaya a poner queja a la Reál Cancillería de Valladolid, y al que lo niegue, lo veo yo al alba con padrinos. Y de holgazanería sabrán mucho en Extremadura, pero yo lo que hice fue cumplir órdenes, Don Diego, que cuando se me manda a primera línea bien me bato el cobre.

Eso no sonaba bien que ya se sabía que mentar a la tierra de uno era como mentarle a la madre y por menos cosa se habían batido muchos. Por suerte parecía que la cosa no pasaría a mayores y sin armas de por medio no iba a haber gran alboroto. Además Quirós no estaba en aquel lugar para hacer de padrino si no para quitarse de encima algo que llevaba molestandole de un tiempo a esta parte

-Suelo alejarme de los naipes cuando bebo -se sirvió otra copa- prefiero arrimarme a otros menesteres. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Mierda...Dôa corre que el Cabo está cariñoson XD

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31/08/2015, 08:46
Martín de Nagakura

Fueron a encontrarse con el capitán de los nanban. Verlo era como ver una mezcla de pavo real y mozo de almohada, con tanto colorido y tanta pluma. Al costado llevaba una de esas espadas nanban tan finas y largas. Nada que ver con su katana, aunque sabía que no era un arma que debiera despreciarse. En manos diestras era peligrosa, y sus heridas eran tan o más mortales que las de su espada. Su filo era de risa, pero su esgrima de punta era capaz de atravesar un hombre... Pero Martín volvió a mirar las ropas y la expresión del hombre. Le costaba creer que pudiera ser tomado en serio con semejante atavío.

Tan distintos de nosotros... Fascinantes y repulsivos a la vez. Esas ropas me hacen pensar en uno de los chiquillos para juegos de almohada, aunque con esa barba es realmente decadente... Y si supiera lo que pienso seguro que me hacía matar en el acto. Son tan extraños con los juegos de almohada... La homosexualidad es una de las peores cosas que les puedes atribuir a uno de estos gaijin.

Martín se queda en un segundo plano, detrás del páter. Como es natural es a él a quien habla el capitán. Martín se mantiene con la vista gacha, sumiso. En su pasado samurai se habría mostrado más altivo, pero ahora ya no. Ahora era otro su camino... O así lo quería creer.

Sabía la razón por la que estaba allí y no le gustaba. Si por él fuera le daría al prisionero su wakizashi para que pudiera morir con honor. Esta gente estaba soñando si creían que iba a decir nada. Que hubiera caído prisionero era una doble humillación que intentaría reparar con un obstinado silencio. Dudaba que la tortura fuera a dar resultado. Intentaría hacerles ver lo valeroso que era.

 

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31/08/2015, 15:13
Dôa

Como todo, el infierno también tenía un final, y, después de aquella cruenta batalla donde yo sólo podía escuchar los quejidos lastimeros de los hombres, los cañones funcionar, y las explosiones que se sucedían después, la calma terminó llegando. Y no supe si alegrarme o no, pues no sabía lo que nos depararía después de todo ello.

El aire en aquel barco de madera cada vez se hacía más irrespirable, y pugnaban mis pulmones por buscar aire limpio, pero lo único que alcanzaba era a una brisa con olor a salitre que no hacía más que acentuar mi sentimiento de penuria y autocompasión. Ahora me arrepentía un poco (bastante) de haber salido de la okiya, y buscar fortuna volviendo a casa. Qué ingenua.

La ciudad de Nagasaki me sorprendió. En un principio no sabía qué ciudad era cuando atracamos en su puerto, pero escuché las conversaciones de un par de hombres, y entreabrí un poco la boca al darme cuenta de que estaba cerca de casa. Al menos, más que nunca. Aunque no sabía del todo si Kioto estaba muy lejos de allí. Tal vez, sí.

Con el shamisen protegido, desembarqué junto a los demás, no sin evitar echar un vistazo a la mujer que había dado a luz durante la contienda, y le terminé sonriendo, deseándole prosperidad. Al menos, para su hijo.

Me quedé embobada con la enormidad de la ciudad. Me esperaba algo parecido al pequeño pueblo en el que estuve viviendo. Y, sin embargo, me encontré con calles que no tenían fin, y edificios rodeándome, casi abrazándome, personas por todos los lados, y un ambiente de guerra, que casi podía respirarse, y sentía que pesaba, firme.

Seguí a los demás cuando me quise dar cuenta, y me dirigí hacia donde nos indicaban. Me perdía, a veces, mirando en demasía las ropas de aquellos extranjeros, sus modales, y risas. Eran tan escandalosos, hablaban a gritos, y movían los brazos para enfatizar lo que decían, como si les diera a sus palabras más fuerza y sentido, para darles razón.

Hice un gesto con la cabeza a mis compañeras, y traté de sonreírlas para tranquilizarlas. A donde íbamos podía ser otra pesadilla como la del barco, pero no podíamos hacer nuestro propio camino. No en una guerra.

La música comenzó a sonar en cuanto tuve oportunidad. No quería escuchar más habladurías sobre la refriega de hacía un par de días, y quería que mis dedos se encontraran con su amante lejano. Las cuerdas del shamisen casi vibraron cuando lo desenvolví de la tela sucia en la que lo había envuelto, y sonreí al ver que estaba bien.

Vamos— indiqué a Keiko para que tomara los abanicos—. Baila— dije, sonriente, tocando las primeras notas, escuchando si debía de ser afinado el instrumento.

Contemplé el arte de Keiko, y bajé la mirada hacia los comensales que disfrutaban del sake. Nunca me hubiera imaginado que a aquellos extranjeros llegara a gustarles nuestra gastronomía, aunque supuse que el alcohol seguía siendo alcohol aquí y en la otra punta del mundo.

Arrugué la nariz de manera casi imperceptible al ver a alguna chica por allí con el lazo del kimono por delante, indicando su estatus de prostituta. Bufé por la nariz, y me obligué a apartar la mirada. Más me habría dolido que hubiera sido una de mis compañeras la que cayera tan bajo.

Me notaba los dedos algo torpes, y me pregunté si se darían cuenta de que hacía los cambios algo tarde, o que desafiné un par de veces haciendo que, incluso, Keiko me echara una mirada extrañada en mitad de un giro. Debía de practicar más. Se notaba mucho cuando se dejaba un instrumento un tiempo.

Miré con curiosidad los sombreros que portaban aquellos extranjeros, y sonreí, inclinando la cabeza, al trío que estaba cerca de nosotras, esperando que el baile y la música fuera de su disfrute. 

Notas de juego

Mierda...Dôa corre que el Cabo está cariñoson XD

Pies en polvorosa >.< XDXDXD

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31/08/2015, 17:49
Director

Notas de juego

¿¿Debería saber algo sobre el clan Nomura?? No me sonaba, pero por si acaso he revisado la sección de ambientación de la partida por si se me escapaba algo. Otro vistazo rápido por los mundos de internet tampoco me ha sacado de mi ignorancia sobre el clan (solo he dado con un grupo llamado así en la serie anime Naruto)... Algo tendré que contarle al capitán, supongo.

Normal por que a conveniencia me lo he inventado :P.

Es una casa banderiza de Nobunaga, de las más antiguas de la isla de Honshū.

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31/08/2015, 19:08
Don Diego de Tarantela y Villegas

Don Diego contempló como aquellas mancebas del cipango, bailaban de manera tan distinta a las flamencas de españa.

Por un momento se mostró con interés, pero al cabo del rato, perdió el mismo.

yo soy más de bailar con el acero, en vez de con melodía

Alzó la mano para avisar al que servía las bebidas, seguramente no le entendía nada, pero cuando el dinero sonaba, parecía que las entendederas funcionaban a la perfección

-Dos botellas de Sake, artista- Le dijo a aquel japones viejo, mientras marcaba la cantidad con los dedos, y con la otra mano señalaba las botellas. No tardaron mucho en atenderle, y Diego continuó sin pagarlas, lo haría cuando de allí se marchasen, como mandaba la tradición del buen bebedor.

-Bueno, Ortega, no te entretengo más si quieres jugar a los naipes, que ahí somos todos fulanos y perdemos el buen nombre, pues la guita no es moco de pavo y siempre se juega con un ojo en tus cartas, y el otro en las del adversario-

Le tendió una de las botellas.

-Disfrútala, esta otra se queda en mesa para los dos que restamos, a no ser que el cabo decida atender otros menesteres carnales-

 

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01/09/2015, 10:22
Padre Rodrigo Expósito

Martín y Rodrigo habían sido citados por el capitán de Figueroa en una de las celdas dispuestas en su asentamiento para ayudarles a interrogar a uno de los prisioneros hechos durante el combate. La situación se le antojaba bastante espinosa, dudaba mucho que fueran a sacar algo en claro de aquellas sesiones intentando sacarle información a aquel pobre diablo.

Cuando se encontraron con aquel hombre, de aspecto serio y con sus mejores galas, no dejo de impresionarle un poco, aunque habían tenido tiempo de conocerse durante la travesía hasta Manila. Sentía aprecio por aquel hombre, ya que era uno de los pocos que había prestado atención y un interés sincero por sus lecciones sobre las costumbres y modos de aquellos pueblos del Cipango. Y tenía la sensación de que el aprecio era mutuo.

Se sintió tentado de dirigirse a él directamente por su nombre de pila, como le gustaba hacer con todo conocido con el que trataba, pero sabía que el soldado español, sobre todo a partir de determinados rangos y cierta edad, es muy orgulloso y encaja mal estos "excesos de confianza" según su punto de vista. Así que optó por una apelación educada, pero evitando el rango militar, cuando comenzó a hablar:

-Don Lope, haré todo lo que esté en mi mano para ayudaros en lo que me pedís. Pero antes de empezar ya debo advertiros que la empresa que acometemos va a ser terriblemente complicada. Como alumno aplicado de mis clases sobre estas gentes y su cultura, ya deberíais saber que la situación en la que se encuentra nuestro prisionero es un autentico callejón sin salida. Se encuentra terriblemente humillado y viendo sus condiciones, lo único que buscará es su muerte. A riesgo de parecer pretencioso, Dios me libre, le confiaré que no creo que haya método a nuestro alcance para hacerle hablar. Ni la peor de las torturas que pueda pasar por vuestra mente. Pero vos sois quien tiene el mando sobre este asunto, yo solo puedo aconsejaros y ayudaros a traducir las palabras de un idioma al otro. En cuanto a la procendencia o linaje del prisionero, puedo deciros que el clan Nomura es una casa banderiza de Nobunaga, de las más antiguas de la isla de Honshū.

Por un instante miró a Martín, buscando su silenciosa aprobación tanto en las circunstancias del prisionero, como en la información sobre el clan Nomura. En varios momentos estuvo observándolo por el rabillo del ojo, fijándose en que examinaba con atención al capitán.

Siempre tan silencioso y pensativo... Pagaría por saber lo que pasa por su cabeza. A veces me gustaría que compartiera más a menudo conmigo sus impresiones, seguro que su punto de vista enriquecería mi manera de entender las cosas. Sobre todo aquí, en su tierra. Pero es su naturaleza, y ya que no hace daño a nadie, sería injusto forzarle a hacer las cosas de manera diferente. 

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01/09/2015, 12:00
Martín de Nagakura

Martín escucha las palabras del padre Rodrigo, sin mirarle, con las manos juntas y la visión algo gacha, sumiso. Lo que va diciendo el jesuita le gusta. Parece percibir admiración cuando habla del prisionero y eso le hace sentirse orgulloso. Él haría lo mismo. Un samurai nace y muere siendo samurai.

Ahora su giri era con Cristo, y él era un señor como no se podía tener otro. Omnipresente y omnipotente. Siempre observaba lo que su fiel servidor, Martín, podía hacer por él. Sería agradable morir bajo la complaciente mirada de su señor.

Todo lo que dice el páter es del agrado de Martín, y al ver como busca su aprobación, se limita a responderle con una leve afrimación de sus ojos rasgados.