Partida Rol por web

¡Amanece un nuevo día en Costa Zafiro! Pero este no es un día cualquiera, sabías que era el principio de un camino que estabas deseando de comenzar. Ya tienes doce años y eso implicaba que tenías la edad suficiente para poder iniciar tus primeros pasos como entrenador pokémon. Actualmente te encuentras en la calidez de tu hogar, tu padre te está esperando en el piso de abajo, parece que tiene algo que decirte...

- Mi pequeño Izasu, quién iba a decir que llegaría al final este día - comentó, claramente emocionado, mientras aún conservaba el cepillo de dientes en la boca, parecía que llevaba poco tiempo levantado y en breves momentos tendría que marchar hacia el taller.

Viste que tu padre estaba sentado junto a la mesa del comedor, sobre ésta se podía ver claramente una mochila de cuero que sujetaba con fuerza.

- Ven por favor, baja y charla un poco con tu padre ¿cómo te sientes? -

Se acomodó suavemente en el alfeizar de la ventana para observar el amanecer y como los Wingull levantaban el vuelo de sus nidos en la costa para buscar su desayuno. Bostezó con aire distraído mientras se vestía con su vieja chaqueta de publicidad del negocio familiar, bajando las escaleras rápidamente para ir a hacerse el desayuno antes de ir a comenzar su viaje, deteniendo su carrera al ver a su padre en la mesa, esperándole. -¡Hola papa!¿Aún por aquí? !A este paso nos harás llegar tarde a los dos¡- Le recriminó, sonriendo un poco mientras se terminaba de ajustar la ropa con la que hasta había dormido. Suspiró con suavidad al notar como sujetaba su mochila, acercándose a besarle la mejilla. -Nervioso, como toda la semana..tengo ganas de salir ya...- Su estómago suelta un rugido. -Tras comer algo primero...- Acercándose a la cocina para prepararse tostadas y un tazón de cereales.

Tu padre sonrió al verte, con tantas energías e ilusiones.

- ¿Sabes? a tu edad hubiera deseado estar en tu situación, cumplir la edad y salir a descubrir mundo, sin embargo tu abuelo jamás me lo permitió, era demasiado sobreprotector, por eso no voy a cometer el mismo error - dijo orgulloso de sus palabras

- Mientras comes, hay algo que debo explicarte, así que coge lo que hay preparado en la cocina y escúchame atentamente - tras decir aquello parece que sacó algo de la cartera de cuero.

- Quiero que te quedes esta mochila, la necesitarás para tu viaje, pero además no solo eso - después sacó de su interior dos pokéball

- Un entrenador no se ha completado hasta que no ha cazado a su primer pokémon, sé que eres un digno miembro de esta familia y que sabrás qué hacer con ellas - las dejó encima de la mesa, eran relucientes y dispuestas a ser entrenadas.

- También tengo que hacerte entrega de esto... - sacó de otro bolsillo de la mochila una pequeña bolsa de cuero.

- En su interior hay Irisinas, como sabrás decidieron no usar la moneda nacional, los pokedólares, para así forzar a todos los habitantes a comenzar de cero, quiero que te quedes este dinero para que puedas afrontar tus necesidades como entrenador - si rebuscas la bolsa encontrarás que hay 9 Irisinas en total.

- Debes recordar que esta moneda deberás emplearla sabiamente, si ganas un combate contra otro entrenador, éste deberá darte una moneda, y si pierdes deberás hacer tú lo mismo - te explicó con calma

- Además, sin estas monedas es imposible que puedas pagar tu derecho a enfrentarte a un líder de gimnasio, así que procura no quedarte sin monedas o tu camino como entrenador habrá llegado a su fin y deberás volver a casa - aquellas palabras eran algo duras, pero intentó transmitirte la realidad de la situación.

- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, hijo mío? -

-Bueno, pero el abuelo no era tan malo, siempre dices que te enseño bien.- Dijo, metiendose en la cocina y abriendo la nevera para encontrarse el desayuno ya hecho, sonriendo para sí mientras sacaba una bandeja y colocaba todo en esta, volviendo al comedor para sentarse enfrente de su padre, mirando la cartera con curiosidad mientras mordisqueaba una tostada. -Lo se, papa, te ayude a elegirla.- Dijo, con una risa baja mientras mezclaba el cacao con la leche fresca mientra sus ojos se iluminaban con impaciencia al ver las dos pequeñas pelotas relucientes deseando ser usadas. Tenía ganas de coger a su primer pokemon cuanto antes. Alargo la mano para coger una de las dos, sopesándola con cuidado antes de volver a dejarla en su sitio y seguir escuchando a su padre, asintiendo. -Lo se papa, no nací ayer.- Dijo, riendo un poco mientras contaba las monedas con cuidado. Tendría que administrarlas bien si quería completar todos los gimnasios, o ganar los suficientes combates contra entrenadores...mmm, lo último sonaba mucho más tentador... -Entendido papa.- Dijo, terminando su desayuno y poniendose firme delante suyo con una suave sonrisa. -No em verás en casa en una buena temporada, te lo prometo.- Dijo, cogiendo la mochila y pasándosela a los hombros. -Mmm....no se me ocurre nada más...- Mirando el reloj de pared. -Salvo que tenemos el tiempo justo para irnos.-

Tu padre se llevó las manos detrás del cuello

- Está bien, está bien, no voy a aburrirte más con mi charla, pero entiende que no quiero que sufras problemas por el desconocimiento, pero a quién pretendo engañar, eres un chico listo y vas a poder con todo - después de aquello se levantó de la silla, te entregó el resto de tus pertenencias y te acompañó a la puerta

- Hijo mío, te deseo la mejor de las suertes, piensa bien todo lo que haces, no cometas locuras y elige bien tus amistades, y por favor, no olvides que este es tu hogar y podrás volver siempre que quieras - las últimas palabras de tu padre sonaron más emotivas, estaca "casi" emocionándose al verte partir...

-Lo entiendo papa, pero tranquilo. Me has enseñado a cuidarme solo y haré que te sientas orgulloso.- Dijo, colocándose la mochila para ir hacia la puerta, preparado para partir. Suspiró un poco al oír las palabras de su padre, sonriendo mientra semprendía el camino fuera de su casa, sabiendo que tardaría bastante en volver. -Adios papa...te prometo que no lo olvidare...- Dijo, mientras perdía de vista la casa y comenzaba a acelerar para salir de la ciudad costera. -Mmm...- Se detuvo un poco mientras pensaba por donde continuar, tomandose un momento de reflexión para girar hacia la ruta directa al faro que iluminaba la costa enfrente del brazo de mar que separa la pequeña península donde estaba su ciudad para buscar allí a su primer compañero de viaje.

De repente, mientras buscabas por la hierba, notaste que el suelo comenzó a temblar. Apenas te dio tiempo a percatarte de que una criatura comenzaba a venir hacia ti con gran violencia.

Gracias a tus reflejos pudiste saltar hacia un lado y esquivar el ataque, ahí fue cuando pudiste ver perfectamente que el atacante se trataba de un Rhyhorn

Rodó entre la hierba alta para esquivar la cornada de la enorme masa petrea, que pasó de largo a su lado incapaz de detener su violenta embestida. Suspiró un poco, el golpe había estado cerca y seguramente el impacto de un violento Rhyhorn le hubiera partido en dos. Se llevo un momento la mano a las pokeball que llevaba en el bolsillo, retirándola rápidamente. Un pokemon tan grande y violento lucharía mucho para dejarse capturar y prefería no arriesgarse a una segunda embestida de un animal tan fiero, por lo que se retiró rápidamente, caminando algo agachado para no llamar la atención de nuevo cuando el pokemon decidiera cambiar de dirección y buscar de nuevo a su objetivo.

A pesar de ser un pokémon extremadamente fuerte, su inteligencia brillaba por su ausencia así que en el momento que te escondiste y dejaste de provocar ruido la criatura se marchó por donde vino, bufando y mirando alrededor.

Habías experimentado tu primer encuentro con un pokémon salvaje, de hecho este era demasiado salvaje para tu gusto, al menos podías agradecer que habías salido ileso, si te hubiera pasado algo por culpa de su embestida tu familia se preocuparía...

Cuando se sintió lo suficientemente seguro se enderezo entre la hierba, mirando la figura del faro en la distancia...Decidió buscar un poco más en la hierba antes de moverse definitivamente hasta su destino. Quizá encontrara un pokemon menos salvaje que ese para empezar su aventura antes de continuar hacia la civilización, por lo que se apartó del camino de tierra para internarse de nuevo en la hierba alta.

Mientras rastreabas por la hierba, ahora con los ojos bien abiertos en el horizonte para no divisar alguna amenaza, casi tropiezas al chocar tu zapato con algo duro que estaba enterrado en el suelo.

Con un poco de cuidado y algo de paciencia, podrás desenterrar lo que había clavado en la tierra, lo que en un principio parecía ser una piedra ¡resultó ser algo mejor!

Se recupero del tropiezo moviendo un poco las manos para no terminar en el suelo, girándose a buscar la piedra que le había hecho tropezar, encontrando algo similar a una pequeña espiral de piedra incrustada en la roca, sonriendo al darse cuenta de que se trataba de un fósil. Tras desenterrarlo con cuidado y meterlo en la bolsa, se levantó, decidido a continuar un poco más su marcha entre la hierba animado por el nuevo descubrimiento. Quién sabe, quizá la concha le daría algo de suerte...

En poco tiempo pudiste descubrir que cerca de un pequeño prado había unos montones grandes de lana. Hasta que no te acercaste lo suficiente no pudiste ver que se trataba de un grupo de Mareeps que estaban pastando con tranquilidad, ni se habían percatado de tu presencia.

Miró curioso el pequeño rebaño de mareep que pastaba tranquilamente, con sus colas enjoyadas alzadas. Preparó una de sus pokeball con mucho cuidado, esperando a que uno de los ejemplares se alejara un poco del grupo principal. Sabía que eran bastante pacíficos, pero si fallaba en su intento nada le aseguraba que la manada no le diera un escarmiento..enroscó un dedo en la trenza que le colgaba a un lado de la cabeza, acercándose cuando una de las ovejas quedó rezagada, lanzandole una de sus pokeball.

Lanzaste la pokéball con soltura, sin embargo ocurrió algo que no imaginaste. Cuando la bola cayó cerca de la parte trasera del desprevenido Mareep, éste le dio una potente patada con la parta de atrás de las patas haciendo que la pokéball saliera disparada a varios metros sobre tu cabeza y desperdiciando aquel intento. En ese instante el pokémon giró la cabeza, te dedicó una mirada pasiva y volvió a su posición para seguir pastando.

Te quedaste totalmente sorprendido por su reacción...