Partida Rol por web

¡Amanece un nuevo día en Costa Zafiro! Pero este no es un día cualquiera, sabías que era el principio de un camino que estabas deseando de comenzar. Ya tienes doce años y eso implicaba que tenías la edad suficiente para poder iniciar tus primeros pasos como entrenador pokémon. Actualmente te encuentras en la calidez de tu hogar, tu padre te está esperando en el piso de abajo, parece que tiene algo que decirte...

Tu padre estaba sentado encima de una mesa. Sobre ella había una pequeña mochila de cuero. Notaste que su rostro era serio, como de costumbre, pero no por ello quería decir que estaba enfadado contigo, quizás estaba igual o más nervioso que tu.

- Buenos días hijo - comentó cuando estuviste cerca de el

- Parece que al final ha llegado tu gran día - suspiró mientras echaba un vistazo a la mochila que estaba encima de la mesa.

Zlatan se sentía igual de nervioso, o incluso más, que su padre. Desde pequeño soñó con ser un gran entrenador de pokemon. Conseguir maestría y destreza a la hora de utilizar los pokemon y tratarlos siempre con respeto. Sabía que no iba a ser una empresa fácil, pero pondría en ella todo su empeño.

-Buenos días papá-dijo con voz aún adormilada. Había conseguido conciliar el sueño durante la noche anterior a pesar del nerviosísmo.

Tu padre asintió ante tu saludo.

- Por fin ha llegado el día que sigas el legado que yo comencé en otra región hijo mío - dijo orgulloso de sus palabras

- Mientras comes, hay algo que debo explicarte, así que coge lo que hay preparado en la cocina y escúchame atentamente - tras decir aquello parece que sacó algo de la cartera de cuero.

- Quiero que te quedes esta mochila, la necesitarás para tu viaje, pero además no solo eso - después sacó de su interior dos pokéball

- Un entrenador no se ha completado hasta que no ha cazado a su primer pokémon, sé que eres un digno miembro de esta familia y que sabrás qué hacer con ellas - las dejó encima de la mesa, eran relucientes y dispuestas a ser entrenadas.

- También tengo que hacerte entrega de esto... - sacó de otro bolsillo de la mochila una pequeña bolsa de cuero.

- En su interior hay Irisinas, como sabrás decidieron no usar la moneda nacional, los pokedólares, para así forzar a todos los habitantes a comenzar de cero, quiero que te quedes este dinero para que puedas afrontar tus necesidades como entrenador - si rebuscas la bolsa encontrarás que hay 14 Irisinas en total.

- Debes recordar que esta moneda deberás emplearla sabiamente, si ganas un combate contra otro entrenador, éste deberá darte una moneda, y si pierdes deberás hacer tú lo mismo - te explicó con calma

- Además, sin estas monedas es imposible que puedas pagar tu derecho a enfrentarte a un líder de gimnasio, así que procura no quedarte sin monedas o tu camino como entrenador habrá llegado a su fin y deberás volver a casa - aquellas palabras eran algo duras, pero intentó transmitirte la realidad de la situación.

- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, hijo mío? -

Zlatan escuchó con paciencia las palabras de su padre. Siempre había admirado su papel en el pasado como entrenador, y estaba dispuesto a mejorarlo. Empezó a recoger todas las cosas que su padre le había dado con toda su voluntad, debía cuidarlas al máximo posible, intentar no derrochar nada.

-Con este dinero podré valerme papá. Muchas gracias.

Terminó lo que su padre le había preparado de comer y se dispuso a partir.

-Papá, ¿qué pokemon puedo capturar por los alrededores?, ¿me darías algún consejo?

La aventura estaba a punto de empezar.

Tu padre se quedó pensativo

- Es una pregunta sencilla pero a la vez complicada. Si algo ha hecho famosa a esta isla es la gran variedad de pokémon que se puede encontrar si se sabe buscar, todos los investigadores han coincidido que se ha visto al menos una especie de cada una de las regiones más conocidas, ya sabes, Jhoto, Kanto, Sinnoh, etc, sin embargo, si quieres un consejo, existe un pokémon que desde años atrás ha significado la prueba de la paciencia y la maestría para todo entrenador. Se trata de Magikarp, en apariencia un pokémon débil pero que bajo un buen cuidado puede convertirse en un temeroso rival -

-Muchas gracias papá. Tendré tus consejos en cuenta, me serán de utilidad.

Zlatan recogió su mochila, con todos los objetos que previamente había echado en su interior.

-Me marcho ya papi. Espero no olvidarme nada.

Zlatan recordó justo en ese momentouna cosa muy importante. No le molestaba aún dormir con su osito de peluche a pesar de su edad, tenía grandes recuerdos de él, y ahora quizás lo iba a necesitar más que nunca. Se marchó a su habitación y lo guardó en su mochila. Después volvió con su padre.

-Ya está todo, no me puedo ir sin mi Polo...Te echaré de menos papá.

- Y yo a ti también hijo, pero no dejes que esos sentimientos interfieran en tu sueño. Esta casa estará abierta para ti siempre - con aquellas palabras tu padre te acompañó a la puerta y se despidió de ti con la mano. Ya no había vuelta atrás, acababa de comenzar tu aventura pokémon ¿pero cual será tu próximo destino?

Zlatan se dirigió al centro pokemon de Costa Zafiro, quizás en el centro había objetos que necesitase para su viaje y les fuesen indispensables. Tenía que estar preparado.

Sin demasiados problemas llegaste al centro pokémon de Costa Zafiro. Allí fuiste atendido rápidamente por una enfermera que se encontraba tras el mostrador.

- Bienvenido al centro pokémon caballero ¿en qué puedo ayudarla? - dijo la mujer totalmente servicial y sonriente

-Hola, es un placer.

Zlatan mostró su sonrisa al conversar con la enfermera. Siempre le gustaba que la gente hiciera su trabajo del mejor modo posible, destilando amabilidad.

-Voy a comenzar a ser entrenador pokemon. Quería informarme si es aquí dónde tengo que venir si le ocurre algún incidente a los pokemon que capture. Intentaré que eso no ocurra, pero los riesgos siempre están ahí.

La enfermera asintió

- Ante todo desearte suerte en tu camino, vuestra labor como entrenadores es la que fomenta que nosotras estemos aquí para ayudar a todos vuestros pokémon - aquella chica realmente era encantadora

- Cada vez que alguno de tus pokémon sufra alguna herida o creas que tiene algún problema nosotros lo examinaremos, pero por favor, no dejes que sufran más de lo necesario, en los últimos años hemos tenido que lamentar el fallecimiento de varios pokémon y eso es algo que no podemos permitirnos. - sus últimas palabras sonaron más serias con un toque de tristeza

- Si quieres comprar algo más para tu aventura no dudes en pasarte por la pokétienda - después hizo una última reverencia.

-Muchas gracias por todo, le estoy muy agradecido.

Y sin más, Zlatan abandonó el centro. Ya sabía qué hacer en caso de que sus futuros compañeros sufrieran problemas. Le gustaba ser precavido pues nunca sabes lo que el futuro te puede deparar. Caminó sonriente hacia lo poketienda. Si había algo interesante que le sirviese para su aventura, no dudaría en comprarlo. Pero tenía que suministrar muy bien el dinero que le había dado su padre, era todo lo que tenía.

Una vez fuera del centro pokémon te dirigiste hacia la pokétienda. Allí pudiste ver que había estanterías con artículos, aunque no demasiados.

Había que reconocer que la pokétienda de Costa Zafiro no era demasiado grande y eso repercutía en su tock

- Bienvenido querido cliente, adquiera nuestros productos con total garantía - comento sonriente la dependienta.

Zlatan pensó que una poción no le vendría mal, en caso de que se lastimase uno de sus futuribles pokemon, podría usarla y evitar que se lastimara.

-Si es tan amable, me gustaría llevarme una poción de esas, por favor.

Señaló una de las estanterías.

Zlatan fue a las hierbas en busca de nuevos compañeros pokemon. El día anterior había conseguido hacerse con dos, de los que estaba muy agradecido. Ahora sólo tenía que seguir adelante, buscando hasta completar su equipo. Era necesario para ser un gran entrenador.

Cerca de uno de los pequeños lagos de la Ruta, notaste como algo pequeño comenzaba a moverse a pasos forzados por la hierba. Cuando te fijaste se trataba de un Poliwag acostumbrándose a andar con sus diminutas patas, era aún pequeño pero le ponía bastante empeño