Partida Rol por web

Son sobre las cinco de la tarde y el sol sigue pegando fuerte, pero Fiódor se siente más reconfortado tras una buena comida, aunque aún bastante dolorido por el impacto de su propio pokémon. Este, por su parte, al menos están despierto y, aunque la caída ha sido bastante aparatosa, vuelve a volar enérgicamente un poco por encima del muchacho, sujetando su amado puerro con firmeza.

A la torre se llega atravesando una senda bordeada de arces rojos que proporcionan todo un espectáculo de color para la vista, además de algo de sombra.

La Torre Hojalata es un lugar bastante imponente. Es como debió ser en sus orígenes la ahora Torre Quemada: un edificio mayormente de madera, construido con un estilo arquitectónico tradicional, sencillo pero de exquisitas líneas.

El interior es sombrío y fresco, con una decoración sobria pero muy bonita, con solo algunas tallas de madera, que invita a la serenidad y el recogimiento interior. Destacan unas tallas de un magnífico pájaro de grácil cuello alargado.

Todo en aquel lugar desprendía paz y tranquilidad. Fiódor no necesitaba más para sentirse totalmente maravillado. Aquel pequeño camino rodeado de árboles cuyas hojas rojas brillaban con fuerza, el sol que se ocultaba parcialmente tras las montañas, la torre que se alzaba imponente frente a él.. todo aquello hacía que Fiódor se sintiera un ser minúsculo y vacío cuya existencia realmente nada tenía de valor.. Aunque aquello pudiera deprimir insaciablemente a otra persona, en Fiódor tenía un efecto totalmente contrario. Se podría decir que en cierto modo se sentía aliviado, como si una tremenda carga hubiese sido aflojada de su espalda y ahora cayese al suelo sin la necesidad de tener que volverla a arrastrar durante el tiempo que durara ese estado.

Al llegar a la puerta de la torre, Fiódor alzó la mirada tratando de calcular la altura que podría tener. Tras unos segundos volvió a bajar la mirada, respiró profundamente, y entró al recinto con paso firme y decidido. El interior era igualmente maravilloso, quizás otro tipo de belleza diferente a la exterior, pero la esencia que desprendía era la misma. Fiódor dejó vagar su imaginación durante un instante mientras cerraba suavemente los ojos. Si tuviera que elegir un hogar, aquél sería el idóneo.

Durante varios minutos estuvo allí quieto, con los ojos cerrados, dejando fluir por todo su ser la esencia que aquella torre parecía querer transmitirle. Cuando volvió a abrir los ojos se sorprendió al notar como esbozaba una ligera sonrisa. Sin más tiempo que perder empezó a vagar por el piso inferior de aquella torre, pronto subiría a los demás pero quería garantizarse que allí no se dejaba nada por ver.

La estancia es de madera oscura, construida en torno a un pilar central, probablemente fabricado a partir de un único tronco de árbol altísimo y majestuoso. Haciendo paralelismo con la Torre Quemada, es posible que en aquélla dicho pilar central se quemase y esto fuese la causa del derrumbamiento del edificio y del mostruoso boquete en el suelo de la planta baja.

En esta planta hay algunas pinturas. El estilo es antiguo, sencillo, más ideográfico que figurativo*. Se representan un ave plateada y un ave dorada, así como otros pokémon y personas.

También están las mencionadas tallas de madera, que representan al pájaro dorado que aparece en las pinturas.

El lugar está casi vacío, excepto por un par de hombres con atuendo de monjes, que pasean tranquilamente y saludan a Fiódor con la cabeza al pasar.

Tras vagar durante algunos minutos por aquella planta, Fiódor decidió subir por las escaleras hasta el próximo piso. Allí abajo solo habían monjes a los que había saludado con una simple inclinación de cabeza, y aquella talla de madera que según parecía representaba a un Pokémon legendario. Tras echar un leve vistazo hacía atrás para comprobar que Farf le seguía, Fiódor subió hasta la primera planta. Si allí tampoco encontraba nada, volvería hacia abajo y preguntaría a los monjes sobre aquel lugar y sobre esa misterioso Pokémon representado en la talla. 

La segunda planta es similar a la primera: pinturas y tallas que representan pokémon que Fiódor no ha visto nunca. Es una obra arquitectónica y artística realmente impresionante. El chico se encuentra admirándolas cuando Farf grazna: parece que ha visto u oído algo. Ya puesto sobre aviso, el chico puede oír un grito y unas pisadas que provienen de arriba. El sonido ha sido lejano y si no fuera por el oído atento de Farf se le hubiera pasado, pero ha sido claramente un grito humano y pisadas de alguien corriendo.

A partir de esta planta el techo (y a la vez suelo) de cada planta no es completo, sino que muestra un entramado de madera cuyo diseño va variando en cada planta, formando un caleidoscopio que permite que la luz se difunda a lo largo de los pisos de la torre, pero que no permite ver lo que hay más que en el piso adyacente a cada uno.

Esta estructura puede mantenerse gracias a un sólido pilar central decorado con intrincadas tallas que vertebra la torre.

Y la apacible tranquilidad se tornó en barullo tras el graznido de Farf. Parecía que algo había ocurrido en una de las plantas superiores del edificio.. se podía oír a alguien gritar y pasos que dejaban entrelucir que posiblemente otra persona se movía con premura. ¿Qué habría podido ocurrir? Sin perder demasiado tiempo, Fiódor echó una leve mirada cómplice a su Pokémon y subió rápidamente hasta el piso superior sabiendo que Farf le seguiría de cerca.

El piso de arriba aparece vacío, pero ahora pueden oírse las pisadas mucho más claramente en el piso superior, o quizá en el siguiente, y se distingue, aunque amortiguado por las tablas, lo que grita la voz:

-¡Suelta eso, maldito bicho! -El grito está cargado de desesperación e irritación, pero a su vez no es muy alto, como si la persona que grita no quisiera hacer ruido, pero la desesperación la hubiera vencido y se le hubiera escapado.

Compartiendo la complicidad de Fiódor, Farf se eleva para cruzar a través de las zonas libres techo, esperando que el chico suba por las escaleras.

Aquellas escaleras parecían no acabar nunca.. quizás Farf ya hubiera llegado a la planta donde había sucedido el "accidente", sin embargo, Fiódor, que poco acostumbrado estaba a realizar aquel tipo de esfuerzos, sufría a cada peldaño que debía recorrer.. Las escaleras interminables no estaban hechas para personas soñadoras, eso era una evidencia que los entrecortados jadeos de Fiódor se encargaban de confirmar.

Aún así, los gritos se hacían poco a poco más audibles consiguiendo que el muchacho llegara a hacerse una leve idea de lo que podía estar ocurriendo. Aquellas suposiciones aumentaban la intriga del pobre Fiódor, dándole un plus de energía para avanzar más aprisa.

¿Qué habrá ocurrido? ¿Quizás un Pokémon ha.. "robado" algo importante?

Miles de preguntas se formulaban en la cabeza del chico mientras, peldaño a peldaño, lograba ver el final de las escaleras. Lo que estuviera ocurriendo se encontraba ya a solo un par de metros de él. Sin pensar las posibles consecuencias, entró rápidamente en el lugar donde debería estar ocurriendo aquello.

Fiódor entra precipitadamente en la tercera planta, tan rápidamente que la persona que había en su interior ahoga un grito y algo sale despedido de sus manos. Desafortunadamente, lo que tenía entre las manos era un rattata que tenía cogido por la cola. El pobre pokémon sale volando y aterriza un poco más allá con un chillido ahogado y un extraño carraspeo.

A Fiódor apenas le da tiempo a ver de quién se trata pues, tal como si hubiera visto un fantasma, el ocupante de la habitación gasta un segundo en aturullarse completamente y luego echa a correr hacia el siguiente piso como alma que lleva el diablo mientras saca una pokéball.

El segundo de aturullamiento no ha sido suficiente para que Fiódor pueda decir con seguridad si se trata de un chico o una chica. Lo que está claro es que se trata de una persona joven, probablemente más joven que Fiódor, con ojos oscuros y una espesa mata de cabello negro cortado en media melena, que viste un sencillo traje tradicional compuesto por unos pantalones de algodón y una especie de chaqueta o bata corta cruzada, de color azul oscuro.

Aquella escena dejó algo dubitativo a Fiódor. ¿Por qué razón había huido aquel chico tan apresuradamente? ¿y qué pretendía de aquel pobre rattata? Tras unos instantes, Fiódor no supo cómo reaccionar.. dudaba entre perseguir al muchacho (¿realmente era un chico o una chica? tampoco pudo llegar a comprobarlo..) o atender al Rattata que se encontraba tendido en el suelo tras el aparatoso aterrizaje que había sufrido. Tras varios segundos.. se decantó por la segunda opción, quizás pudiera entender la razón por la que le gritaba al Pokémon y por la que impedía que éste huyera.

Así pues, acercándose a paso ligero, llegó hasta donde se encontraba el Pokémon y lo alzó en sus brazos. No parecía un rattata distinto a ésos que habitaban por las rutas cercanas a su pueblo. Su pelaje morado, sus amenazantes dientes, su cola acabada en una sutil y graciosa espiral.. sí, realmente era un rattata vulgar, o esa fue al menos la primera impresión que tuvo al examinarlo. Si había algo extraño en él no tardaría en percatarse de ello. En cualquier caso debía hacerlo rápido si quería atrapar a aquella persona antes de que huyera del todo.. aún así, la dirección que había tomado el extraño en su huida no era del todo acertada.. la salida, al fin y al cabo, no se encontraba en el siguiente piso.

-¿Te encuentras bien, chico? - Le susurró al Rattata. Luego, tras comprobar que el Pokémon se encontraba en buen estado, se dirigió a Farf - ¡Qué extraño!, ¿verdad? ¿Has podido comprobar algo mientras yo subía por las escaleras?

El rattata se revuelve en brazos de Fiódor. Está muy magullado por la caída, pero además gruñe y tose como si se estuviera ahogando o como si fuera a vomitar. Está casi KO.

-¡Crúa, cruá! -grazna Farf aleteando nervioso. No le quita ojo al rattata, como si esperara que se desmayase en cualquier momento.

Farf parecía querer decirle algo urgente a Fiódor. Lo conocía bastante bien, el aleteó nervioso y sus graznidos eran como palabras a los oídos de Fiódor. Sin perder un solo instante abrió la boca al Rattata.. fue un acto instintivo quizás incitado por las extrañas toses del Pokémon.. lo cierto era que ni llegó a pensarlo.

Efectivamente, tiene algo atascado en la garganta. Parece que se ha tragado algo demasiado grande para ella. Viéndola panza arriba, queda claro que es una hembra.

Tras comprobar que el Pokémon se estaba atragantando con algo (realmente no podía identificar qué podría ser, ni le prestó demasiada atención debido a la urgencia de la situación) puso boca abajo al Rattata y palmeó enérgicamente entre los omóplatos del Pokémon. Realmente no sabía si lo estaba haciendo bien, nunca le había ocurrido nada parecido con un Pokémon.. aún así confiaba en que aquella acción surtiera el efecto deseado y aquella Rattata lograra expulsar pronto el objeto.

Los golpes de Fiódor consiguen desatascar algo la garganta de la rattata, aunque no consigue expulsar el objeto del todo, pero al menos puede respirar. Parece que se trata de un... trapo hecho una bola o algo similar, quizá un calcetín o un pañuelo.

¿Qué sería aquello? Parecía un trapo pero.. ¿por qué estaba tan nervioso ese chico/a por el simple hecho de que el Pokémon hubiese cogido un trapo? A simple vista no tenía nada de valor.. Aún así, la curiosidad pudo con Fiódor que, tras pensarlo detenidamente (la saliva de Rattata no debía ser algo agradable de tocar), cogió un pañuelo, se lo colocó cuidadosamente en la mano e intentó agarrar el objeto que llevaba en la boca aquel Pokémon.

Protegiéndose con un pañuelo, Fiódor introduce los dedos en la boca del pokémon, liberando por fin sus vías respiratorias y extrayendo el objeto que había mordido. Se trata de un trapo enrollado concienzudamente formando como una bola. Parece que dentro tiene algo duro.

La rattata boquea, cogiendo aire aliviada. Aún parece algo magullada.

Saliva y más saliva.. la sensación, como cabía esperar, no era nada agradable. Aún así, Fiódor, inspeccionó minuciosamente aquel trapo. Contra más lo tocaba más se percataba de que en el centro de aquel enrollado trapo debía haber algo. ¿Qué sería? Sin perder un solo instante, soltó al magullado Rattata en el suelo y empezó a desenrollarlo con la ayuda de ambas manos. Fuera lo que fuera, ya estaba a un paso de comprender del todo aquella extraña situación en la que se había visto envuelto.. luego, quizás debería perseguir a aquel extraño o llevar al pobre Rattata a que le atendieran las heridas.. Aunque, ¿habrían solucionado el problema del centro Pokémon?