Partida Rol por web

Es 12 de Marzo de 1943, cada cual esta en su casa, disfrutando de un permiso de una semana tras un duro entrenamiento que os ha convertido a cada cual en una maquina especialista, sois lo que el alto mando llama la solucion silenciosa y el duro trabajo ahora, por fin ha dado sus frutos con un poco de descanso y tranquilidad. De pronto la puerta de vuestra casa suena y veis a un correo militar....

Hola, eehhh bueno, tengo esto para ti, me han dicho que es muy urgente tienes que estar en el puesto de mando antes de mañana a las 10h. Seccion A24 puesto de mando preguntar por Sgto Marchissot. Adios, tengo que hacer mas entregas, estos dias los jefes andan muy alborotados. Luego te entrega una carta certificada y sale a toda velocidad.

Cierro la puerta cuando el correo sale a toda prisa y abro la carta, en ella leo lo que el correo me ha dicho con alguna palabra mas tecnica...Vaya, ese tipo tenia prisa...pero ha estado acertado, bueno, tengo que...no tengo que nada, asi que una ducha y a ver a ese tal Marchissot alli creo que tendran cama para mi y comere mejor que aqui, los jefazos tienen buen racho y los de la compañia de alli tambien...vamos. Despues dejé la carta sobre la mesa y me di una ducha, me puse el uniforme de campaña y me puse camino hacia el puesto de mando...En una hora puedo estar alli...mas vale pronto que tarde.

-Muchas gracias. Le contesto al cartero con cortesía.

Espero a que se largue para abrir la carta y leérmela a conciencia.
"Buf, ahora me tengo que trasladar? Que remedio, no?"

Recojo mis cosas y, sin mucho ahínco, me dirijo al lugar indicado. Mi rifle baila por mi espalda, junto a mi mochila a cada paso que doy.
"Supongo que nos pondrán a prueba con todo lo que hemos aprendido este tiempo. Ya tengo ganas de saltar sobre esos cabrones."

John recibe al correo en camiseta interior y con un aspecto desaliñado que tira de espaldas, mientras tratan de darle la carta enciende un puro y tras dar cuatro o cinco grandes bocanadas le dice:

¿Y no traes mi botella de wishky? Pensaba que te habían enviado para traermela, en fin trae acá esa dichosa carta...

Lee la carta superficialmente y piensa ¡uhmf! al menos no tendré que ir al desierto otra vez, tanta arena cansa.

Cierra la puerta del barracón de un portazo y comienza a vestirse, espero que haya transporte hasta el lugar que dice, sino voy a llegar un poco justo...

Agarra su equipo y sale del barracón.

Bueno señorítas dice a sus compañeros me tengo que ir a jugar con los nenes grandes otra vez, no me echeis de menos.

Y con paso ligero y otra bocanada de su puro, John parte hacia el transporte militar más cercano para enseñarle las órdenes que ha recibido.

- Gracias es la escueta respuesta que sale de mis labios cuando la carta descansa plácidamente sobre mis manos.

- Estoy acostumbrado a que no den tregua, pero pensaba que en esta ocasión podría terminar de disfrutar de mi semana de descanso pienso mientras cierro la puerta y me dirijo hacia una pequeña habitación que he acondicionado para poder trabajar con calma y, sobre todo, tranquilidad.

Al entrar en "mi taller", abro la carta, sólo para comprobar que en su interior no hay más información que la que el correo me ha transmitido.

Bueno, aún tengo un poco de tiempo me digo dirigiendo mi mirada hacia la mesa, donde tengo un experimento a medio completar. - Aún puedo completar esto La tranquilidad de mi casa, rota por el mensajero, vuelve a reinar. Inmerso en dicha tranquilidad, continúo metódicamente con mi trabajo.

Tras unos treinta minutos, me alejo un poco para ver el resultado. - Sí, es casi una obra de arte me digo a mí mismo como si las palabras se convirtieran en unas ligeras palmadas de aprobación en mi espalda.

Nuevamente, me acerco a la mesa y hago unos cambios, para comprobar que todo está bien, que es operativo, pero sin comprobar su verdadero resultado.

- Bueno, será mejor que prepare mis cosas

Desconociendo como desconozco la finalidad de la misión, opto por coger el equipo base. El resto me lo darán en el cuartel, junto con las instrucciones de la misión - La rutina de costumbre

Cojo mi macuto y meto en él algo de ropa, mi inseparable navaja roja, propia de Suiza, y un par de bultos más.

Al lado, coloco mi pistola y mi machete. Inseparables compañeros fuera del cuartel, cuando no estoy de servicio. Cuando lo miro, recuerdo una de las primeras cosas que nos dijeron en la formación, hace ya lo que parecen siglos: " La primera regla es no llamar la atención " y eso incluía las armas cuando no estamos de servicio.

La pistola, perfectamente limpia, descansa junto al cargador. Ninguna bala en la recámara. No hay que dar pie a accidentes. Cojo mi pistola, el machete y el cargador, y subo a mi cuarto. Una vez depositados mis compañeros en el lugar de siempre, me tumbo en la cama tras echar un vistazo al reloj. - Nueve horas de sueño,,, mejor aprovechar. No sé cuándo podré dormir tanto de nuevo. Pongo el despertador a las 6.30 e intento conciliar el sueño.

A la mañana siguiente, escucho el despertador con los ojos abiertos. Hace mucho que los despertadores ya no me hacen falta. Mi cuerpo parece tener uno dentro y he abierto los ojos a las 6.25

Me levanto y permanezco un par de minutos sentado en la cama. Tras una buena ducha, y un cuidado desayuno, salgo de mi casa, con el macuto en la espalda y la gorra en la cabeza. Las gafas oscuras protegiendo mis ojos de una luz del sol que aún no se ha decidido a salir. La pistola, perfectamente asegurada con el cargador en su interior pero sin bala en la recámara, "duerme" en su funda en mi cintura, tapada por mi abrigo. El machete en mi pernera, donde debe estar.

Tras de mí, al cerrar la puerta, aún puede olerse el papel quemado. Ese papel que antes fuera una carta. Esa carta que el día anterior había traído el mensajero.

- "Nunca hay que dejar rastro. Nunca. Las órdenes se memorizan y se destruyen."

Los instructores habían hecho bien su trabajo. Un buen soldado debe cumplir ciertas reglas básicas. E incluso una persona como yo, indomable por los superiores, sabe que hay que seguir las reglas, ciertas reglas, a rajatabla.

Cojo la carta del correo, mientras le miro, y bajo la cabeza en señal de gratitud. Cierro la puerta y abro el sobre y saco con cuidado el papel. 

"Un traslado. Parece que el descansó acabo. Bien, nunca me ha gustado demasiado quedarme quieto." Tras leer la carta, me la guardo en el bolsillo del pantalón del uniforme, me pongo la camisa, la chaqueta, me la ajusto bien y me calza las botas y las polainas. 

Con sumo cuidado, cojo mi fusil, y saco el mecanismo del cerrojo del arma, mientras miro en su interior, para asegurarme de que el arma está en óptimas condiciones. Lo examino con cuidado, y lo limpio un poco con la manga del uniforme. Le coloco un cargador y lo amartillo. "Listos". 

Cojo mi cinturón con el revólver, el cuchillo y la cantimplora. Le añado una a una las grandas. Me dispongo a salir de la cabaña, pero me quedo pensativo. Antes de salir, cojo unos cuentos cargadores y me los guardo en los bolsillos. "Mas vale prevenir que curar." Finalmente, salgo de la habitación, rumbo al encuentro con el sargento Marchissot. 

Adam vivia a escasos kilometros del puesto de mando, sabia que llegaría con tiempo sobrado, pero aun asi salió hacia alli. Enseñó su identificacion al soldado de la garita y este le dejó pasar sin mas problemas, conocía bien aquellas inmensas instalaciones asi que tras andar doscientos metros giró a la izquierda y luego pasados otros cincuenta metros de nuevo a la izquieda, la sección A24 esta en el centro exacto de las instalaciones, rodeadas de un cesped bien cuidado y de flores y plantas, rompiendo así con la tónica general de toda la instalacion donde tan solo habian barracones prefabricados de uralita y suelo arenoso que dentro de los barracones eran de una madera oscura confeccionado por tablones gruesos y bien alineados.  En el centro de la seccion A24 se levantaba un edifcio de unas tres alturas, con grandes ventanas verticales de cristal reluciente aunque opacos desde el exterios. El edificio pintado de un color verde oscuro no destacaba demasiado del entorno, cumpliendo asi con su primera misión. Frente al llegaba, se vislumbraba una escalinata ancha de escalones de marmol blanco desgastado por el paso del teimpo y del uso de unos cuatro metros y medio de anchrua y unos cinco de algura, a ambos lados de la misa habia un soldado de guardia y en la parte de arriba tambien un soldado a cada lado. Cuando Adam llegó enseñó nuevamente su acreditación y dijo. Hola, tengo que presentarme ante el sargento Marchissot. 

Si, nos dijeron que vendria un grupo, pero no teneis que venir hasta mañana, espera un momento. El soldado se va y al momento regresa con un sargento. Señor, es este.

Ya, asi que por lo visto, estas ansioso por incorporarte....bien, bien, bueno, pues hasta mañana no llegan el mayo y general con los detalles, asi, que, lo unico que puedes hacer es incorporarte al barracon de la seccion del aerodromo que es el unico lugar donde hay espacio. Deja alli tus cosas, descansa y come algo, mañana os daran las ordenes pertinentes. Si viene alguno mas, soldado, porfavor envielo a la seccion del aerodromo y que permanezca en el barracon del aerodromo, ahora mismo esoty muy ocupado en otros menesteres. ¿esta claro?

Si, señor. Luego el sargento se gira y desaparece y el soldado mira con cara de fastidio a Adam. El aerodromo esta en aquella direccion a unos quinientos metros  es todo recto. Inidica señalando un camino que va en diagonal.  

Alan!!! -se oye gritar a mi madre desde la entrada- es un soldado...

Joder!!... ¿pero que horas son estas? con lo bien que estaba cogiendo el sueño aquí y la papa que tengo después de comer...

Me levanto del sofá y me dirijo a la puerta, allí hay un correo que me da una carta del mando. En ella pone que tengo que presentarme mañana en la sección A24.

¡¡Coño!! MAMAAAAA TENGO QUE IRME... -grito desde la puerta-

-Mi madre aparece de nuevo, esta vez más alterada- ¡¡Ay Dios mio!! ya lo sabía yo, a saber donde te mandan ahora, seguro que a Europa... hijo mío ten mucho cuidado

Después de oir esa última frase un millón de veces, ponerme el uniforme y hacer el macuto a toda velocidad, salgo para la estación de autobuses como el rayo.

Europa... quién me iba a decir a mí que la vería, aunque no iremos precisamente de turismo, dicen que allí la cosa está muy jodida...

Tras esperar media hora y fumarme 4 cigarros cojo el autobus a mí destino.

Tras poco más de media hora andando llego al campamento al cual me han asignado.

Preguntando a los vigilantes de la entrada me mandan primero a un edificio bastante lujoso para ser militar.
Los guardias de ese mismo edificio me dicen que aun es temprano "Como si no lo supiera" y que me vaya a la sección del aerodromo a descansar.

Sin prisa me dirijo hacia el aerodromo, donde hice alguna de las practicas de paracaidismo. "Con un poco de suerte, y si aún no lo han destinado en el frente, quizá encontraré a Michael por aquí."

Al llegar saludo a los presentes. -Que hay chicos.

Vaya, otro que se ha adelantado, coge sitio, hay mucho...mi nombre es Adam, supongo que estamos destinados en lo mismo...ya que te han enviado aqui.

-Yo soy Jack, encantado. Digo mientras dejo las cosas en la camilla libre más cercana.

-Tienes alguna idea de que nos tienen preparado? Pregunto con algo de curiosidad.

No, lo cierto es que no he conseguido gran cosa, hablé con el Sargento Marchissot, pero no saqué nada en claro, lo unico que me enviaran aquí para que no molestase mucho... 

Tras un largo y aburridisimo viaje en autobus este por fin se detiene, bajo y me dirijo al puesto inmediatamente.

Aparezco por la puerta de la habitación con el petate a cuestas y un cigarrillo a medio acabar puesto en la boca, del que hace un rato que ni siquiera fumo

¡¡Buenos días señores!! -digo en tono jovial estrellando el petate en uno de los huecos que aún hay libres- Soy Alan Tenet, de Alabama - ofrezco mi mano a los dos soldados que allí se encuentran -Veo que no soy el último en llegar...

-Muy buenas, Alan. Contesta Jack con un acento un poco peculiar.*
-Toma asiento, si quieres. Saca una baraja de cartas del casco que tiene a sus pies y las muestra a los presentes. -Os hace una partida para pasar el rato.

Tras un buen paseo, agradable, si no fuera por el peso del fusil, y por el madlito tiempo británico, llego a la base. Me presento ante el soldado con un saludo marcial, y le doy las órdenes. 

-Se presenta el soldado Thomas McAllister- digo, con un tono firme. El soldado, tras mirarme de reojo, me envia al aeródormo. Al llegar, dejando atrás varios edificios de la base, llego al susodicho aeródormo. Abro la puerta con cuidado, y entro, lentamente. 

-Buenos días, caballeros- saludo, pero esta vez mucho más informal, al ver a dos soldados jugando a las cartas, y otro descansando. Dejo mi fusil apoyado en la pared, lejos de la puerta, y con el seguro puesto. "No quiero que nadie se de un susto".