Partida Rol por web

Pongamos que hablo de Madrid

Entre Pinto y Valdemoro

Cargando editor
22/04/2012, 02:25
Isabel Díaz de Noboa

El hambre desapareció en cuanto escuché las palabras de aquel hombre. ¿Quién demonios era para decir a dónde debía ir o no? 

Fruncí el ceño, enfadada y clavándome las uñas en las palmas de las manos, tratando de no montar un espectáculo digno de los mejores corrales de comedias. Me mordí los labios, reprimiendo mis ganas de gritar, de quejarme por todo aquello. 

-No, después de comer no- dije, inclinándome sobre la mesa-. Vuestras mercedes se presentarán, dirán quiénes son, de qué me conocen y por qué se creen que voy a ir allá donde me digan- exigí, seria-. No se crean dueños de esta situación porque crean tener más información- aconsejé, sonriendo con desdén-. Explíquense. 

Cargando editor
22/04/2012, 11:58
Hernando Marañón

-Don Pedro habló del rescate de una dama y esto ha sido un secuestro. No me place que se cambien los términos de un trabajo a medio camino y que las explicaciones queden a medias. Desearía saber en qué consiste todo este asunto, porque empieza a resultarme turbio.

Cargando editor
22/04/2012, 20:00
Director

Los dos caballeros se miraron un instante. El mudo, hacía alusión a su apodo pues no abría la boca mas que para comer. Después José, se volvió al dueño del puesto que comía su guiso como si no pasara nada.-Jefe, vaya a por más vino.- El dueño os miró a todos y comprendiendo que queríais estar solos salió por una puerta que daba al corral.
-Creo que ya nos presentamos antes y todavía ustedes no lo han echo.-Dijo sin darle importancia.-Mi amigo y yo fuimos contratados por Don Pedro para llevar la chica a un sitio seguro en Sevilla. Pero nos llegó un mensajero diciendo que ustedes debían volver a la villa y la señorita al Escorial. Poco mas sabemos.-​ El hombre sacó una carta y la puso encima de la mesa apurando el vino del jarro de barro.

Cargando editor
22/04/2012, 21:49
Isabel Díaz de Noboa

Fruncí el ceño, enfadada, ante la desfachatez o, al menos así me lo parecía a mí, de aquellos hombres. Decir el mero nombre no ha sido ni será nunca una presentación como Dios manda, pero obvié el comentarlo y darle vueltas a aquel asunto ya que no me aportaría nada más que un dolor de cabeza aún mayor del que tenía en ese momento, por lo que simplemente, miré a los rufianes y negué con la cabeza, lentamente.

-Si se piensan que voy a ir con vuestras mercedes porque simplemente me lo digan y porque me presenten una carta, es que son más estúpidos de lo que aparentan- dije, intentando contener la ira-. Se habla de mí como si fuera un saco de trigo al que se le puede llevar de un lado para otro, sin consultarle sin dejar que diga su opinión. Bien, pues eso se acabó- zanjé, irritada-. Iré donde me plazca y si quiero ir a Madrid, voy; y si quiero ir a Sevilla, voy.  Y si no quiero ir con vuestras mercedes- sonreí-, no voy. 

Cargando editor
22/04/2012, 22:17
Director

El hombre se levantó claramente enojado.-Ireis donde os han mandado ir por vuestro bien... y el de todos.-Añadió en tono franco.-Nunca hubiera supuesto que una señorita contestara de esa manera, y menos siendo de familia cristiana.- El hombre estaba claramente disgustado ya que, había echo lo posible (entiéndase para su educación) que se confiara en él. Su mano descansaba sobre un cuchillo ancho, de monte, cruzado en su faja. El otro individuo seguía con la vista fija en vosotros, una mano en la cuchara y la otra debajo de la mesa. 

Cargando editor
22/04/2012, 22:55
Isabel Díaz de Noboa

Fruncí los labios, mirando al hombre fijamente, intentando no alterarme y dejar que mi descontrol me gobierne pues no quiero estropear más las cosas. 

-Siéntese- ordené de forma calmada, dulce-. Podemos hablar esto como personas adultas y no como niños que se pelean por una hogaza de pan- mantuve la mirada firme, sin pestañear, como si realmente consiguiera hacer que me obedeciera y posara su trasero en la silla.

Callé un segundo con una ceja enarcada. Me acomodé en la silla, quitando del vestido unas migajas de pan que habían caído sobre él y volví a mirar al hombre.

-Nunca debe de suponer nada, señor- aconsejé, sonriendo-. He sido difícil de criar y aún tengo cierta, digamos, ferocidad con la que los niños defienden lo que es suyo cuando juegan o se divierten... O cuando los hombres hacen la guerra- añadí, sonriendo-. En cualquier caso, si me permite leer la carta...- avancé la mano hasta el sobre y miré al hombre, como pidiéndole permiso, advirtiendo el cuchillo en su cintura-. Por favor- añadí.

Esperando su respuesta, clavé mi mirada en el otro hombre y dije:

-Si a vuestra merced no le importa, me gustaría poder verle las dos manos sobre la mesa mientras conversamos- comenté, fría-. Desconfiada que es una, entiéndame.

Cargando editor
23/04/2012, 10:27
Hernando Marañón

—Desde luego que ir a hablar con don Pedro será conveniente. Pero la dama no irá a Escorial hasta que dé las convenientes explicaciones respecto al cambio en el trato.
No se enojen, respetamos a vuestras mercedes, pero no mantener la palabra dada da pie a preguntas, y por qué no decirlo, desconfianza. Espero que lo comprendan.
Les recuerdo, señores, que aquí somos tres los acompañantes de la dama y ustedes dos. Aconsejo guardar las armas y que hablemos, pues hablando se entiende la gente. Aquí nadie quiere jaleo.

Cargando editor
23/04/2012, 14:05
Director

El mudo posó una pistola sobre la mesa, al lado del cuenco, que había tenido escondida bajo la mesa. El otro hombre asintío con un gesto a las palabras de la señorita, pero no se sentó.-Señor-dijo mirando al médico.-No nos asusta la posibilidad de que sean 3 y nosotros dos. Hemos combatido en el mediterráneo contra turcos y berberiscos en muchos contra pocos y pocos contra muchos.-Su voz había cambiado, ya no tenía ese toque de dejadez. Era dura, sin emociones y sin duda venderían cara su piel.-Sus mercedes deberían leer más y hablar menos.-

 

Cargando editor
23/04/2012, 14:26
Director

Señores, espero entiendan la urgencia de esta carta cuyos motivos explicaré.

Hace escasas horas he tenido conocimiento del viaje de su excelencia Don Gonzalo Díaz de Noboa, santísimo inquisidor de Toledo, a la residencia de su majestad Felipe IV en el Escorial, donde oficiara una misa, para luego continuar camino a la Real villa de Madrid.
Por lo tanto, no será necesario que acompañen a la señorita Isabel Díaz de Noboa a Sevilla, siendo menester que se dirija al escorial para unirse a su tío y encontrar al traidor.
De la escolta que acompañe a la señorita sera menester que vuelvan de inmediato a la villa, para otro trabajo urgente si quieren cobrar, lo antes pactado, sin tener que ir a Sevilla.
Atentamente  Don Pedro de Quintana y Simancas.

Notas de juego

Esta es la carta. Narrela como os plazca bella dama. :D

Cargando editor
23/04/2012, 15:02
Isabel Díaz de Noboa

Sonreí al hombre en cuanto depositó el arma sobre la mesa y le agradecí con la mirada el gesto. No me gustaban las manos escondidas, ni los labios tapados ni aquellos gestos de los que se pudiera desprender cualquier acción malintencionada. Si alguien podía hacer trampas era yo, pero, obviamente, no dejaría que los demás las usaran contra mí. 

-Oh, qué valientes- comenté, sin importarme un ápice su vida y tomé la carta para leerla por fin-. Su vida tiene que ser tan interesante. ¿Qué tal si nos la cuentan otro día? ¿Otro día que nos interese?- pregunté, burlona, mientras mis ojos recorrían las líneas de la carta.

Suspiré y fruncí el ceño ante lo que leía, negando con la cabeza de forma pausada, indicando mi desconcierto y, a la par, mis intenciones de no hacer nada de lo que ponía la carta.

-Así que, es cierto- dije, dejando la carta sobre la mesa, enfadada-. Tengo que ir con vuestras mercedes hasta el Escorial porque mi tío está allí. Y para... ¿cómo decía la carta?- pregunté, fingiendo mi despiste-. Oh, sí, "encontrar al traidor".

Dejé que las palabras cayeran como un jarro de agua fría y miré tanto a uno como a otro, sin dejar de sonreír.

-¿Y bien? ¿A qué se refiere exactamente con lo de traidor? Y no digan que es eso exactamente porque es lo obvio. ¿De qué traidor habla Quintana?- pregunté, directa-. Estoy cansándome de que nos digan la información por cuentagotas- me quejé-. Si saben algo más, me gustaría mucho que nos lo dijeran. Ahora- añadí, firme. 

Cargando editor
23/04/2012, 15:22
Hernando Marañón

-Señorita de Noboa, quiero leer esa carta.

Cargando editor
23/04/2012, 15:27
Director

-Señorita-dijo el guardés-si supiera más de lo escrito en la carta de buena gana se lo diría.

Cargando editor
23/04/2012, 15:29
Isabel Díaz de Noboa

Cogí con dos dedos la carta y se la tendí al médico para que leyera lo que quisiera y me giré para clavar mi mirada en el hombre en cuanto habló.

-Ya, seguro- dije, irónica, frunciendo el ceño, sin apartar la mirada de él-. Entonces, ¿qué es lo que vamos a hacer?- pregunté, irritada-. ¿Vamos a El Escorial ya o...?- dejé la frase morir, esperando que nos dijeran aquellos hombres más cosas, aunque no se les veía por la labor-. Lo pregunto porque una servidora quiere dormir. No ha sido un día muy bueno que digamos y estoy exhausta. Por lo que si piensan partir de inmediato, les aconsejo que se preparen para estar escuchándome en cada momento cómo me quejo- ensanché la sonrisa, divertida. Exageraba, pero ellos no tenían por qué saberlo. 

Cargando editor
23/04/2012, 15:34
Director

Señores, espero entiendan la urgencia de esta carta cuyos motivos explicaré.

Hace escasas horas he tenido conocimiento del viaje de su excelencia Don Gonzalo Díaz de Noboa, santísimo inquisidor de Toledo, a la residencia de su majestad Felipe IV en el Escorial, donde oficiara una misa, para luego continuar camino a la Real villa de Madrid.
Por lo tanto, no será necesario que acompañen a la señorita Isabel Díaz de Noboa a Sevilla, siendo menester que se dirija al escorial para unirse a su tío y encontrar al traidor.
De la escolta que acompañe a la señorita sera menester que vuelvan de inmediato a la villa, para otro trabajo urgente si quieren cobrar, lo antes pactado, sin tener que ir a Sevilla.
Atentamente  Don Pedro de Quintana y Simancas

Notas de juego

Esta es la carta

Cargando editor
23/04/2012, 16:24
Rodrigo Lope de Carrasco y Pérez

-No volveré a la villa sin ver el oro que se me prometió, todo él. He arriesgado mi pellejo dos veces esta tarde y eso tiene que gratificarse.

Me giro hacia mis compañeros y les digo:

-¿Qué pensáis de esto? Me huele a encerrona... ¿Qué dice esa carta don Hernando?

Cargando editor
23/04/2012, 17:52
Hernando Marañón

Leo la carta a mis compañeros:

"Señores, espero entiendan la urgencia de esta carta cuyos motivos explicaré. Hace escasas horas he tenido conocimiento del viaje de su excelencia Don Gonzalo Díaz de Noboa, santísimo inquisidor de Toledo, a la residencia de su majestad Felipe IV en el Escorial, donde oficiara una misa, para luego continuar camino a la Real villa de Madrid. Por lo tanto, no será necesario que acompañen a la señorita Isabel Díaz de Noboa a Sevilla, siendo menester que se dirija al escorial para unirse a su tío y encontrar al traidor. De la escolta que acompañe a la señorita sera menester que vuelvan de inmediato a la villa, para otro trabajo urgente si quieren cobrar, lo antes pactado, sin tener que ir a Sevilla. Atentamente Don Pedro de Quintana y Simancas"

-Antes de dar respuesta, desearía un momento para leer otra epístola que guardo convenientemente.

Saco entonces la carta que quité al cadáver del soldado e intento abrirla sin estropear el lacre. La leo para mí en primera instancia por si hubiera información que no debiera decirse en voz alta ante estos majaderos.

Cargando editor
24/04/2012, 01:50
Gabriel Soto Queiroga

 Miré con interés la nueva carta:

 - ¿Y ese papel?. ¿Que es lo que dice?.

Cargando editor
24/04/2012, 15:20
Isabel Díaz de Noboa

Miré de reojo al médico y la carta que tenía y mi curiosidad aumentó. Alcé una ceja incrédula y me incliné para leer por encima de su hombro, intentando no molestar aunque tampoco es que me preocupara demasiado.

-¿Qué tal si nos la leéis?- pregunté, ladeando la cabeza-. Para estar todos en igualdad de condiciones, nada más- añadí, sonriendo-. Decid, ¿qué cuenta la carta?

Cargando editor
24/04/2012, 22:19
Director

Querida Isabel:
Siento mucho tener que pedirte este gran favor por escrito, en vez de hablarlo antes de que salgas hacia Toledo. Pero no quería que os agobiaseis durante el viaje y tampoco que Felisa se enterara, pues aunque es buena dueña, tiene la lengua suelta. Estoy convencido de que el guardia español, recomendado por tu hermano Santiago, te protegerá durante el viaje. Le he dado instrucciones de darte esta carta cuando llegaseis, no antes.
Hace unos días, un antiguo camarada de milicia, Don Pedro de Quintana y Simancas, que por destino o fortuna, en una de las mancebías de la calle la fortaleza, escuchó una conversación ajena que al principio no atinó a interpretar.
A medida que hablaban se destapaba el cocido y mi amigo solo llegó a poder oir parte. Hay un traidor a Las Españas que tanta sangre nos han costado mantener. Intentan suplantar a tu Tío Gonzalo en la misa que dará para su majestad en el Escorial. Debes averiguar quién es el traidor y como lo harán.
Estoy seguro que tus hermanos harán lo que puedan mientras llegais a Toledo. Dadle recuerdos a su excelencia mi hermano Gonzalo y que Dios os proteja.
Atentamente: Fernando Díaz de Noboa

Notas de juego

Esta es la carta. El sello ya sabes de quién es.

Cargando editor
24/04/2012, 22:21
Director

 <<...te protegerá durante el viaje. Le he dado instrucciones de darte esta carta cuando llegaseis, no antes.
Hace unos días, un antiguo camarada de milicia, Don Pedro de Quintana y Simancas, que por destino o fortuna, en una de las mancebías de la calle la fortaleza, escuchó una conversación ajena que...>>

Solo atisbas a ver este fragmento de la carta. El médico lee deprisa y llegaste algo tarde.