Partida Rol por web

Maverick sacaba las cargas mientras el monstruo tenía su atención puesta en Baronetti. Las manos le temblaban quizás no tanto por la presencia de la criatura como por el hecho de que no tenía experiencia alguna en el manejo de explosivos. Sin embargo no parecía tan complicado: plantar las cargas, ponerles el detonador, alejarse y hacer bum... ¡No necesitaba una explosión demasiado controlada!

Comenzó a repartir las cargas alrededor de la criatura intentando esquivar los golpes cuando el monstruo se mecía de un lado a otro intentando sacarse a su atacante de encima.

La cosa, furibunda, lanzó sus garras a por Baronetti, que seguía agarrado a su espalda. Sus compañeros vieron horrorizados como clavaba la garra derecha en el costado del soldado y arrancaba al joven de su espalda manteniéndolo clavado en sus afiladas uñas. Luego, como si se tratase de un brujo con un muñeco vudú, el monstruo clavó otra de sus garras en el pecho del chico, retorciendo la mano mientras un sádico placer se dibujaba en su rostro. La sangre lo salpicaba todo mientras Baronetti aullaba llevado por el dolor extremo de aquella tortura.

Los demás contemplaban horrorizados la escena. ¿Sobreviviría el soldado a tan terribles heridas? ¿Qué clase de monstruo inhumano era aquel capaz de moverse con tanta rapidez pese a su tamaño?

Morriset apenas podía creer lo que veía. Estaba horrorizado por la carnicería que tenía lugar frente a sus ojos, con un engendro del tamaño de un camión destrozando a uno de sus compañeros. Y además, nada parecía dañarlo. Le helaba la sangre pensar que aquél podía ser el destino que les esperaba a todos ellos, o si no ese, uno muy similar...

Se obligó a ignorar la sensación de agobio y a tratar de hacer lo posible por sobrevivir. Volvió a colocarse su rifle en el hombro y apuntó. Sabía que la escasa luz y los movimientos desenfrenados de esa bestia hacían inútil la mira telescópica. Además, también corría el riesgo de dar a Baronetti. Si tan sólo pudiera meterle una bala en un ojo a ese monstruo...

Respiró hondo e ignoró todo lo que le rodeaba. Gritos, sangre y muerte... todo desapareció de su mente. Se centró únicamente en seguir el movimiento de aquella cosa, buscando su pauta, anticipando la posición de su cabeza para dirigir allí un tiro letal.

A pesar de que casi parecía inútil, Mills insistió con su ithaca contra la bestia que estaba destrozando a uno de sus hombres. Desde donde estaba no podía ver si el soldado seguía vivo, pero aun le quedaba la vaga esperanza de salvarlo si podían abatir a la bestia.

El disparo de Morriset fue casi anecdótico. Alcanzó al monstruo en el rostro, pero tan sólo rozándole la mejilla izquierda, provocando que la criatura se enfureciera todavía más si cabe. Con un movimiento de sus poderosos brazos lanzó a Baronetti por encima de los soldados, contra la oscuridad de los matorrales, como si fuera un muñeco de trapo.

Mills conservó la calma y abrió fuego a bocajarro. La cosa estaba encima de él, ante sus ojos, furiosa, con sus garras ensangrentadas, dibujándose contra la noche. Le recordó un viejo relato que había leído sobre un monstruo que devoraba humanos llamado el Wendigo, una criatura del norte de Canadá.

La Ithaca resonó con fuerza. El estómago de la criatura se abrió salpicando sangre y vísceras sobre el rostro del sargento. Un rugido resonó en la selva pero Mills se sorprendió al darse cuenta de que era él quien aullaba, no la criatura.

La criatura estaba de rodillas, con los brazos extendidos tocando el suelo, el rostro mirando al cielo como una especie de mesías demoníaco que se preguntase donde estaba el dios que lo había abadondonado. Por un momento bajó la mirada y sus ojos se encontraron con los del sargento. La locura, la bestialidad... parecían haber abandonado esa mirada. Casi parecieron humanos, cargados de ¿alivio?

El monstruo lanzó un estertor y cayó hacia atrás con un estruendo. Maverick, que continuaba repartiendo las cargas, se echó a un lado para evitar ser aplastado por la monstruosidad...

Por un segundo, sólo un segundo, el sargento se sintió presa de confusión al ver la mirada del monstruo. Desechó rápidamente el pensamiento como una imaginación suya. Tenía a un monstruo (que, según decían, podía revivir) ante él y un soldado ¿muerto? a pocos metros.

- Vuélelo, soldado. - dijo lacónicamente a Maverick mientras se dirigía hacia Baronetti. El pobre diablo había cometido una locura atacando a la bestia en cuerpo a cuerpo, posiblemente la última...

Mills fue a los matorrales. Baronetti estaba tirado encima de los arbustos como un muñeco roto y el sargento se esperó lo peor. Pero al alumbrar con la linterna descubrió, con alivio, que el soldado respiraba. Dificultosamente pero respiraba. Estaba vivo, aunque sus locuras parecían llevarlo inexorable hacia la muerte. ¿Qué pretendía hacer saltando así sobre aquella bestia? Con un poco de esfuerzo - Mills tampoco estaba en su mejor momento - tiró del muchacho hasta sacarlo de los matorrales y ponerlo al pie de un árbol, con la espalda apoyada, de forma que pudiera respirar mejor.

Morriset intentó levantarse para seguir al sargento, pero las piernas no le respondían. Los brazos comenzaron a temblarle y su Winchester cayó al suelo de la selva. No podía si no mirar a aquella cosa que se había desplomado sólo hacía unos instantes. ¿Estaba muerto...?

Oyó la orden de Mills, y fue entonces cuando pareció volver en sí. Se irguió con esfuerzo, recogió su arma y comprobó su estado. Parecía estar bien. En ese momento escuchó al sargento haciendo fuerza para levantar a Baronetti y se apresuró a ayudarle.

- Mierda... -masculló mientras llegaba junto a los dos hombres-. ¿Cree que se salvará, sargento?

Sin dudar en la orden del sargento, Mavs recogio una de las 3 cargas y las otras 2 las recoloco. Una la metio dentro del agujero de la ithaca del sargento y la otra la dejo bajo lo que parecia la cabeza del monstruo.

Mientras hacia todo esto, se fijo bien en el ser. Ahora que estaba quieto podia vislumbrar los detalles, extrañamente simiesco o humanoide. Garras mortiferas y una boca que dejaria en ridiculo a un oso. Sin embargo sus ojos ya muertos reflejaban un brillo de ¿inteligencia?

Nah!... no puede ser...

Se alejo dubitativo, guardando la otra carga. habia algo en ese monstruo que le atraia intensamente. Preguntas... dudas... como no... desde que comenzaron la maldita mision todo habia sido asi. Froto suavemente el colgante y pregunto al aire buscando respuestas. Nada... Quizas su "suerte" estaba cambiando o quizas ya no tenia "Su favor".

-Fire in the hole!- Grito Mientras trotaba hacia sus compañeros y las cargas estaban a punto de estallar. No sabia aun si Baronetti estaba bien, pronto lo descubriria. Sin embargo, la frase de Batow le pasaba por la cabeza "Le di con una granada a esa cosa"

Quizas el C4 no bastaria para desacerse de esa cosa... almenos no definitivamente...

Al fijarme en el bicho mientras coloco las cargas, miro todo lo que puedo, a ver si se el ilumina la bombilla a Mavs con algo que le suene.

En caso de tiradas ya sabes, avisa:P

Maverick contempló el rostro de la criatura mientras acababa de depositar las cargas. De pronto recordó fugazmente una imagen de las que habían contemplado en la base. El rostro, aunque deforme, pertenecía a uno de los científicos que había visto en las proyecciones. No al principal que trataba todos los temas, sino a uno de los que habían aparecido fugazmente. Y si no se trataba de ninguno de los muertos que estaban en el bunker sólo quedaba una posibilidad: este era el tipo que había salido con la radio. ¿Pero que infiernos le había sucedido? ¿Y cómo era que su comandante no lo había reconocido pese a su deformidad si se había enfrentado varias veces a él? Malcombe no lo mencionó en ninguna de las grabaciones... hablaba de la Bestia pero no mencionaba a este pobre diablo... ¿Acaso había más de una Bestia? Un escalofrío recorrió la espina dorsal del soldado... si ya había costado acabar con esto no quería pensar si se encontraba con algo más en su camino de regreso...

Morriset y Mills levantaron a Baronetti para alejarlo de la zona del monstruo. Se situaron a varios metros, tras un enorme árbol, mientras Maverick continuaba poniendo cargas alrededor de la criatura.

Cuando todo estuvo dispuesto el soldado desplegó el cable del detonador y se alejó. Al acercarse a sus compañeros en el resguardo del árbol todos notaron que estaba pálido y nervioso. Sin embargo no dijo nada más que la frase común antes de una detonación y luego hizo explotar las cargas...

La deflagración fue brutal y atronadora. Maverick se dio cuenta de que había puesto demasiado C4 para reventar un área tan pequeña. ¡Pero él no era zapador! Quizás con una única carga habría llegado... De todos modos nunca estaba mal asegurarse y al menos sabía que la carga que guardó en su mochila tendría utilidad si necesitaban otra explosión.

La onda expansiva hizo que hasta el árbol temblase y derribó a los soldados. El fuego comenzó a prender en la abundante maleza que rodeaba la zona de explosión. La selva, iluminada ahora por las llamas, mostraba el espacio donde había estado aquel monstruo demencial, llameante ahora.

Baronetti tosió y se aferró a la manga de Morriset. El joven soldado recuperaba la consciencia aunque parecía aturdido y perdido. Pero al menos pudo levantarse con esfuerzo...

Mills evaluó la situación. Las llamas prendían rápido pero al menos el viento iba en dirección sur... con suerte podrían alcanzar la zona de evacuación sin ser atrapados por aquel incendio.

Con el incendio a su espalda, no había tiempo que perder. Mills se dispuso para emprender la marcha. Tras un breve vistazo al soldado herido y asegurarse de que podría caminar (aunque fuese con ayuda), el sargento urgió a sus hombres a ponerse en movimiento.

- Morriset, ayude a Baronetti. Mav, en marcha.

Se puso al frente del grupo dispuesto a guiarles de nuevo a través de la selva en dirección al demasiado lejano para su gusto punto de extracción...

Mavs asintio, cabizbajo y siguio al Sargento. Al pasar al lado de Morriset y Bartow, saco el ultimo compuler de morfina y se lo paso a Morris. Aquel gesto no le gusto, pero lo decia todo. Si el Chico no aguantaba la marcha quizas darle una muerte indolora seria lo mejor.

Se adelanto a la altura del sargento y hablo con el elntre susurros.

En un susurro comenzo a hablar con Mills.

-Señor... Al poner las cargas... Pude ver la criatura de cerca.

Miro dubitativo a la oscuridad en un silencio algo incomodo.

-No se si me creera, pero esa cosa se parecia a uno de los ciantificos del bunker... creo que era el Operador de radio señor..., si, ese que desaparecio misteriosamente y del cual no se supo mas.

Penso unos segundos antes de proseguir.

-Es posible que halla mas de esas cosas... no hemos encontrado todos los cadaveres de la anterior expedicion y Bartow asegura haber alcanzado otra Bestia con una granada y no presentaba marcas de metralla. Ademas... esoso ojos... incluso muento parecian... conscientes, en paz... humanos...- Mientras hablaba sintio al necesidad de sacar un cigarro, los nervios lo estaban matando- He creido conveniente decirselo a solas, la moral no es buena, usted esta herido, bartow incapacitado y juraria que Morris incluso ha soltado el fusil y esta al borde del abismo de su mente.

Siguio el paso del sargento, esperando respuesta, mientras miraba hacia los lados en busca de peligro y hacia atras viendo como Morris cargaba trabajosamente con el Chico. Cuando zanjase el tema con Mills quizas deberia de ayudarle a cargarlo.

Co... Co...Cough!!! ... En esos momentos, Barthow expulsó una flema de sangre muy portentosa, muestra siniestra del fatídico encuentro con la bestia... Estaba practicamente muerto... Pero no ahora, no en esos momentos, sino comprendía que, antes o despues, se encontraría en tal situación. Incluso pensó que aquel agónico dolor de su roto cuerpo no lo experimentaría, sino que perecería en el mismo instante que volviera a ver a la bestia, por desgracia, junto con el resto de sus compañeros.

Coughhh!!! -volvió a toser. Apenas podía hablar, pese a que (más o menos) se daba cuenta de lo que sucedía, aunque vagamente: le sujetaban, le movían, y un estallido hacía pocos segundos habría destruido ese pedacito de selva, sin duda... Aunque el chico lo más productivo que hacía ahora era fluctuar entre la vida y la muerte... ¡cuántas veces había sentido esa sensación! ¡¡Cuántas!! Claro que siempre había estado en el lugar de esa horrible bestia de cables y grandes dimensiones, y nunca en el lugar de las víctimas...

... Ahora se sentía como una de sus presas, allá en la Gran Ciudad: inerte, débil, llena de sangre e impotencia y a merced de las condiciones y de, quizá, nuevos depredadores: absolutamente terrorífico. ¿Arrepentirse de haberse alistado? Bueno, ciertamente estaba acostumbrado a estos tragos, en cierta forma...

-El Secre... t...tt....to... cough!!! cougghh!!! -tosía emitiendo jadeos entre palabras entrecortadas, como de costumbre-, la Herm...he de vol...regre....coughh!! cough!! La Herm....Hermand... He de vol...vol....ejem....coughh!! -otra flema de sangre expulsó rápidamente.

El chico se dirigía a sus compañeros con vagas palabras, sin sentido para ellos, por supuesto.

El sargento no se detuvo mientras Maverick le explicaba lo que había visto. Tras oirle, Mills guardo silencio por un instante, pensativo antes de responder entre dientes - Sí, yo tambien vi... "algo" - Pero enseguida se sobrepuso su pragmatismo. Desestimó las desagradables implicaciones y preguntas que ese hecho tendría con un encogimiento de hombros, concentrado en qué podía hacer para sacar a sus hombres de ese infierno con vida.
- Pero sólo podemos ir bien atentos por si vienen más "bestias"... y darnos prisa. - Farfulló taciturno, mirando de reojo al soldado malherido. Habían abatido a esa bestia entre todos con gran dificultad (casi habían perdido a un compañero), un segundo encuentro con algo así ocasionaría bajas, quien sabe si con todos...

El sargento siguió avanzando mientras escuchaba a Maverick. Rezongó algo entre dientes, se encogió de hombros y farfulló algo más echando una mirada de reojo al resto del grupo, sin detener la marcha. Tal vez incluso para avanzar con más ahinco...

El grupo avanzó en silencio por la selva. Se turnaban para ayudar a avanzar a Baronetti. El muchacho no se quejaba e intentaba andar por su propio pie pero era evidente que el encontronazo con la criatura lo había dejado muy tocado.

Mills era el que más reconcentrado iba. Su mirada fija en el frente con la esperanza de encontrar el arroyo que los sacaría de aquel infierno. Había algo que lo intranquilizaba, al igual que a los demás: la selva seguía estando sepulcralmente silenciosa.

De pronto el grupo se detuvo cuando Mills levantó una mano. Se escuchaba un riachuelo cercano. ¡Estaban cerca del punto de extracción! Pero algo más llamó la atención de la unidad. A un lado del sendero - por llamarlo de algún modo - que estaban siguiendo vieron una pequeña cueva formada por tres enormes rocas. Parecía la madriguera de un animal. Algo había despejado la maleza de la entrada para que sirviera de cobijo, aunque no se podía ver el interior.

Mills observó un momento la pseudocueva, intentando hacer un análisis rápido de la situación. ¿Podría ser una madriguera de la que pudieran salir más bestias? Y si fuera así... ¿se podría bloquear, aunque fuera temporalmente, su acceso? Había visto que aun llevaban explosivos y como precaución no sería disparatado...

Cough...Cough...!!

El chico continuó tosiendo. Lo más seguro es que no tuviera fuerzas ni puntería siquiera como para disparar, pero si para escupir esa sensación con sabor a sangre y a derrota que le azuzaba irremediablemente tras lo sucedido.

Apenas vio la mano en alto del sargento. Tan sólo se había dado cuenta de la gran estructura delante de sus narices (bastante simple, por cierto) porque sus compañeros que le sostenían se habían parado, y el chico había levantado la vista comprendiendo con un vago vistazo que había novedades. El crio, ciertamente, estaba hecho trizas...

- Otr...o....aughh.... -el tartamudeo de Baronetti, unido a su dolor, le impedían formular una sola frase...- ot...gu.sl...o...otra... par,... par...otcu..cue...b...buk...kner...ukb....kbunker... otro bu...bunker...ejem...

El gesto del chico se vio apesadumbrado, bajando la cabeza casi sin dignidad; luego, escupió otro borbotón de sangre y pareció descansar.